La estrategia pasa por callar como un muerto

A escasos 15 meses de que nuestro n.s.b.a. Cardenal presente la preceptiva renuncia como Arzobispo de Barcelona la situación en la que se encuentra nuestra Diócesis es de coma casi irreversible. Y de ello se dan cuenta desde el primero hasta el último de los agentes pastorales de esta Iglesia, sean estos laicos o sacerdotes. Lo perciben los seglares de todas las corrientes y sectores, desde los que trabajan en las parroquias y arciprestazgos hasta los más estrechos colaboradores de los ámbitos de acción pastoral diocesana, parálisis de ilusiones, encefalograma plano en los proyectos y sobredosis de autocomplacencia en las palabras y actitudes del Cardenal, pagado de sí y de sus logros. Típico del autócrata que no toca con las manos la realidad, que no pisa con los pies en el suelo. Demasiado empacho para poderlo digerir. ¿Punto del plan Pastoral para este año? Como conocer, vivir y celebrar mejor la Palabra de Dios. Con conferencias de Salvador Pié y de alguno de estos biblistas tipo el pesado de Rius Camps arriba y abajo, amén que alguna otra monja iluminada. Y sonrisa de Netol y mirada de corneja…

Desde el canciller-secretario Sergi Gordo al nonagenario párroco de la Sagrada Familia Mn. Bonet todos experimentan el hartazgo que les provoca los tics autoritarios de Sistach pero el rechazo epidérmico no les hace reaccionar. El primero por sentirse usado como un títere, el segundo por saberse ninguneado por alguien que trata de aprender a usar como un juguete la Sagrada Familia, solo como divertimento, sin saber lo delicado y sagrado de lo que tiene entre manos. Optan por una estrategia: sólo hacer patente su enfado a los más cercanos de su cuerda para que no los tilden de colaboracionistas con el poder en el afán de mantener cargo y poltrona.

El único que calla, Turull. Impertérrito como la momia de Lenin, sabiendo que pase lo que pase tras la marcha de su protector en una parroquia de periferia no va a acabar. Para algo de provecho servirá entonces la canonjía.

Los Delegados Episcopales hacen la vista gorda, mudos como si no se enterasen. Los Vicarios Episcopales optan por el silencio del pasmo que también es estratégico porque así, venga quien venga como sucesor de Sistach, seguirán siendo algo. ¿Qué harían sino Galtés, Sanz, Bacardit y Segis? Hace tiempo que a Sistach lo han visto venir pero sin él no son nada. La razón de su existir, cara a la galería de los más extremistas, es cumplir una misión amortiguadora –dicen- de las obsesiones del Cardenal. Los arciprestes, la mayoría progres a rabiar, perpetúan el régimen recogiendo las migajas de pan de la mesa de los poderosos. Mn. Felip Juli, que pertenece a una línea moderada, espera ser nombrado párroco de Santa María de Mataró. Y que todo siga igual. Venga quien venga, los obispos pasan pero los cargos quedarán, piensan. Venga Saiz, Vives o Pujol. Y lo peor es que no se equivocarán. Con un énfasis más en unas cuestiones que en otras, con un perfil con mayor coloración en un ámbito que en otro, pocos quieren venir a remover los cimientos y poner orden en la estructura. Se conformarán con un quitar el polvo y una manita de pintura. Quizá muchos más alzacuellos pero los mismos corrillos, las mismas camarillas, los mismos de siempre. Todo está preparado para una transición pacífica, sin traumas, sin despidos, sin vías muertas para nadie, sin desgarros. Es la gran lección aprendida por los cachorros de la izquierda. Todos aprendieron del Gatopardo a nadar y guardar la ropa y bastante de gramática parda. Hasta las marmotas lo hicieron. Todo para roer y no morir de inanición. Muera ella mientras vivamos nosotros.

Prudentius de Bárcino