El cardenal Martínez visita "La Española"

Don Agripino impone el anillo (doctoral) a Su Eminencia en su mano izquierda

El pasado martes 28 de diciembre había cumplido mi voto de no poner viñeta alguna ni realizar ningún montaje audiovisual como inocentada 2010, tal como venía siendo tradicional en Germinans. Dicen que la gente con esto de la crisis y las estrecheces económicas no encaja bien las bromas y que el clero, en general, está muy desanimado. Que los curas no tienen humor para nada y que algunos buenos laicos, incluso jóvenes, se escandalizan porque “esto no es evangelizar”. Dicen los más cabales que en el resto de la adusta España no acaban de entender el humor negro catalán. Yo no sé a que España se refieren ellos, pero mi España es tanto la de nuestra sorna catalana como la del recochineo castizo de Arniches, la del cachondeito andaluz y la del retintín aragonés. Pero si hay que ponerse serios, nos ponemos serios. Y punto. ¡Pero es que la ocasión nos la pintan calva…!

Hoy, queridos amigos, quiero reportaros algo de absoluta trascendencia e impresionante significado.

En el marco del Quinto Centenario de la erección de la Archidiócesis de Santo Domingo, primada de América, por Paulo III en 1511, nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo, que vela con solicitud universal por todas las iglesias de la Urbe y del Orbe, en visita a la República Dominicana fue investido Doctor Honoris Causa por la Pontificia Universidad Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros. Su Arzobispo Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio hizo un recuento histórico de la participación de misioneros barceloneses en la primera evangelización de la isla, así como “de las cualidades humanas y religiosas del mitrado homenajeado” (sic). Estamos a la espera de poder ofrecerles en breve algunos fragmentos de la disertación del purpurado dominicano, que ciertamente harán las delicias de nuestros amables lectores.

Acto seguido, el rector de la Pontificia, Mons. Agripino Núñez Collado expresó que “Su Eminencia reverendísima Luis Cardenal Martínez Sistach con su ejemplo revive los orígenes históricos de nuestra condición como pueblo cristiano y es un promotor de los valores culturales y trascendentales contenidos en el Evangelio”. Dijo que con la entrega del doctorado Honoris Causa al cardenal Martínez Sistach “se busca destacar el ejemplo de vida que ha significado su hoja de servicio a favor de la promoción de los valores cristianos en Hispanoamérica”. También, y cuando los servicios documentales del Arzobispado de Barcelona nos la procuren, deseamos facilitarles a todos una copia de esa admirable hoja de servicios.

Acto seguido, y con la sonrisa humilde y la mirada recatada que le caracteriza, el Cardenal Martinez expresó su agradecimiento y profunda satisfacción por tan alta distinción.

Rania de Jordania, Doctora Honoris Causa

Tras los discursos y con la honda satisfacción reflejada en los rostros de los prelados asistentes al acto, el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, el nuncio Josef Wesolowski, el arzobispo de Santiago Ramón Benito de la Rosa y Carpio, y los obispos de San Francisco de Macorís y Puerto Plata, Jesús Moya y Julio César Corniell, el rector de la Universidad Don Agripino le impuso el anillo doctoral, la toga amarilla, por cierto muy parecida a la que recibió la reina Rania de Jordania en el año 2008, y un hermoso “ capellum” o “txapela” con borla dorada, que llenaría sin duda de orgullo al general Francesc Savalls y a sus requetés, héroes de la batalla de Alpens y la Montaña catalana en la tercera Guerra Carlista.

Durante el día de hoy, lunes 10 de enero esperamos el arribo de nuestro distinguido Cardenal tras su periplo caribeño, y muy especialmente la numerosísima comunidad dominicana en nuestra Archidiócesis, que de bien cierto saldrá a recibirle, deseosa de verse quizás acompañada este año por el cardenal Martínez en la fiesta de la dominicanidad con motivo de la festividad de la Virgen de Altagracia el 21 de enero.

Todos los inmigrantes dominicanos en Barcelona están convencidos de que este año, y tras los fastos académicos llevados a cabo en su tierra natal y que habrán llegado a lo más hondo del sensible corazón pastoral de nuestro Arzobispo, éste les concederá a imitación de otras ciudades españolas como Madrid en la iglesia de Santa Teresa y San José, una iglesia para albergar la imagen de la patrona de los dominicanos, la Virgen de Altagracia. Ellos sabran agradecérselo.

Prudentius de Bárcino