La Sagrada Familia se llenó

Este sábado, junto a mi familia, participé de la ceremonia de la Sagrada Familia y salí gratamente emocionado. Tuvimos suerte y fuimos de los 6000 agraciados que pudimos estar dentro del templo. Sé de muchas personas que se quedaron fuera y no pudieron entrar una vez más por falta de previsión. Como en otras ocasiones la organización, que no cree en actos católicos multitudinarios y que los organiza por compromiso no se pensaba que tantos fieles estaríamos en el templo de Gaudí para defender los valores de la familia y de la vida.

Ésta es una constante en nuestro arzobispado desde la llegada de Martínez Sistach. Ya sabemos que al progresismo le incomodan los actos con miles de católicos reunidos, porque ven en ellos una réplica de los que hacía Juan Pablo II, al que no podían ver. Por eso el cardenal Sistach y sus colaboradores se cargaron las Jornadas Diocesanas que llenaban el Palau Sant Jordi (15.000 asistentes) cada año en tiempos del Cardenal Ricardo María Carles. Algo parecido ha ocurrido con otras concentraciones multitudinarias como la procesión del Corpus Christi, el cardenal Jubany la tenía reducida a la mínima expresión, Carles la enaltició, la amplió y la llenó de fieles, pero con la llegada de Sistach volvieron otra vez las rebajas.

Además nuestro actual cardenal tiene verdadero pánico a hacer el ridículo, es consciente de su poco poder de convocatoria y prefiere los escenarios pequeños para que no se vean bancos vacíos. Así sucedió en las beatificaciones del Dr. Samsó o del Padre Tous, en las que se prefirió el interior de un templo, a unos espacios mucho más amplios como se hace en la mayoría de beatificaciones, para poder albergar al máximo posible de fieles.

La visita del Papa tendría que haberle hecho reaccionar, de católicos hay muchos y con ganas de demostrar su fidelidad a la Iglesia, pero las cosas hay que hacerlas bien. En primer lugar hay que llamar a las puertas adecuadas para las grandes convocatorias, que no son los caducados movimientos progresistas de la diócesis, porque no tienen gente y además no creen en este tipo de actos, sino en los grupos que están comprometidos con la Iglesia y son fieles a su Magisterio: El Opus Dei, los Neocatecumenales, Regnum Christi, carismáticos… y también con las parroquias y grupos eclesiales "germinantes". En segundo lugar hay que presentar un mensaje atractivo, que anime a los católicos a salir de sus casas, que tengan una motivación para querer demostrar con su presencia que están allí y que son muchos para defender nuestros valores y principios cristianos.

En la Sagrada Familia se dieron este sábado esos parámetros, a pesar de una mala organización que si hubiera creído en el acto hubiera habilitado muchas más sillas y espacios como se hizo con la visita del Santo Padre. Pero los buenos católicos nos sentimos implicados en este acto porque el mensaje era claro: DEFENDER LA FAMILIA, EL MATRIMONIO CRISTIANO, LA VIDA DESDE SU CONCEPCIÓN HASTA LA MUERTE. Por eso nos movilizamos y sin demasiada propaganda "oficial" superamos las previsiones de los agoreros organizadores.

Y el cardenal Sistach estuvo a la altura, las cosas como son, cuando se hacen bien hay que decirlo. Y consicente como era del público que tenía dijo lo que tenía que decir de una forma clara y contundente, incluso en castellano. Defendió la vida "desde el momento de su concepción, para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídicamente, socialmente y legislativamente".

La visita de Benedicto XVI está empezando a dar sus frutos, en otro momento el cardenal Sistach no se habría atrevido a organizar un acto como éste y hubiera sido bastante más tibio a la vez que soporífero en su homilía. Yo por mi parte pienso seguir alabando sus actuaciones si van en esta linea de continuidad con la visita del Papa. Otra anécdota que puede ser considerada como un fruto de la visita papal. El otro día en la rueda de prensa de Cáritas por Navidad, Mn. Salvador Bacardit, delegado diocesano, iba por primera vez con "clerygman" desde que fue nombrado para el cargo por el cardenal Sistach.

Francisco Fabra