Balmes, el príncipe de la Apologética moderna, olvidado por los suyos

No esta hecha la miel para la boca del asno

Tal día como hoy de hace doscientos años nacía en Vich el filósofo Jaume Balmes i Urpià (Vich, 1810-1848). El silencio conmemorativo que le tributa Cataluña, y especialmente la Cataluña presuntamente católica, es la muestra más palpable de decadencia y mediocridad que caracteriza el estado de pensamiento, y el pensamiento católico, en nuestro Principado.

Salvo un acto a celebrar en Vich al cual se ha adherido la Balmesiana del Dr. Corts, ¿donde están las universidades y centros de pensamiento presuntamente católicos? El autor de El Criterio , lectura obligada en los bachilleratos de los colegios católicos de antaño, hoy no estudiado ni en la Historia de la Filosofía de Segundo de Bachillerato de dichos centros.

Balmes, leído y releído por más de un siglo, es hoy una figura incomoda y cada vez mas desconocida pese a tener en cada ciudad de Cataluña una calle, cuando no un monumento dedicado.

Pío XII se refirió a Balmes como el príncipe de la Apologética moderna. ¿Cuantos filósofos catalanes figuran en los diccionarios generales de Historia de la Filosofía Europea? Sólo Ramon Llull y Jaume Balmes. Pero Llull escribió en catalán mientras Balmes, para alcanzar una mayor difusión de sus obras lo hizo en castellano, pese a ser su pensamiento el clímax de lo que significa el “seny” (juicio) catalán.

Balmes figuró luego, instrumentalizado y desvirtuado, en los billetes de cinco pesetas de la España franquista. Por todo ello su figura resulta incómoda e incompresible para un pensamiento católico catalán actual mayoritariamente acaparado por los más burros del corral. La miel no esta hecha para la boca del asno.

Los mandarines mediáticos de centros como la Facultad de Teología de Cataluña –salvo alguna excepción-, los pseudointelectuales de la Joan Maragall o de la Eiximenis, el silencio de la Universidad Ramon Llull, la escuela católica catalana, Cataluña Cristiana… nos remiten a una faceta más del marasmo eclesial catalán. Como el burro de la fábula que tocó la flauta por casualidad, el rebuzno es la emanación más elaborada de esta gran falla catalana, apayasada por fuera, vacía por dentro.

La filosofía de la Historia dominante en el catolicismo catalán actual.

El complejo que nuestra fe católica ha sido un factor de atraso científico, de freno al desarrollo y a la economía, de hostilidad a la democracia política, de pasividad delante de los avances de la justicia social y de represión de la sexualidad, acosa a los católicos que conviven en ambientes intelectuales.

Es lo que podemos llamar el acomplejamiento intelectual católico, patología muy difundida en el occidente católico hoy por hoy.

¿Cuáles o cual han sido las causas últimas que provocaron, de forma gradual y desde el Renacimiento, el desarrollo de la ciencia moderna, con sus avances; el progreso económico-productivo; los sistemas constitucionales garantistas contra los abusos del gobernante o los regímenes políticos que permiten la participación ciudadana amplia y periódica; las leyes de protección social y laboral o la vida sexual sana?

Delante de este fenomenal debate de Filosofía de la Historia se han adoptado tres grandes posturas:

(a) la de aquellos que han ejercido juicios históricos basados en la convicción que lo creado –donde reside ya lo racional- va siendo perfeccionado o envilecido en la medida que se ha vivido y se vive, o no, un cristianismo auténtico alimentado por la gracia sobrenatural que proviene de los Sacramentos en el seno de una Iglesia nunca abandonada por el Paráclito. Estamos delante del presupuesto tomista de que la Revelación no niega la creación sino que la perfecciona y de la filosofía de la Historia coherente con la hermenéutica de la continuidad histórica homogénea e ininterrumpida de la Iglesia como Cuerpo Místico a lo largo de los siglos;

(b) la de aquellos basados en la hermenéutica de la ruptura, definida sobre la convicción que en cada uno de estos pasos (progreso científico, jurídico, económico-productivo, sexual…) de la humanidad han sido provocados por una emancipación progresiva de la razón y el individuo con respecto a la Fe Católica. Es la filosofía de la Historia común al racionalismo desarrollado encima del cañamazo de las sociedades cristianas occidentales;

Museo Balmes en la casa donde murió en Vich

© y la de aquellos que tienden a idealizar las realizaciones pasadas del cristianismo, como si toda sociedad que se autodenomine católica consiguiera por simple definición y de forma casi automática avanzar el reino de los cielos ahora ya en la tierra. Es la filosofía de la Historia tradicionalista, fuerte en buena parte del siglo XIX, hoy día en franca retirada excepto en grupos francamente enrocados.

Desgraciadamente, por falta de lectura o para no quedar desmarcados delante del pensamiento dominante, muchos católicos han interiorizado los axiomas de la hermenéutica de la ruptura como presupuestos de análisis con los que responderse sobre la relación entre su (nuestra) Fe y la historia de Occidente en los últimos 2.000 años.

Así las cosas, no es de extrañar oír que Galileo fue quemado vivo en la Edad Media por la Inquisición (institución preocupada en mantener el atraso en Europa); que sin el presbiteriano Adam Smith no habría economía moderna ni libre mercado; que la Iglesia Católica siempre estuvo con los gobernantes y que hasta que la Revolución Francesa no separó Iglesia y Estado no hubo libertad política; que antes de la codificación legislativa liberal del siglo XIX toda la justicia era arbitraria y que no había la mas mínima protección legal de los derechos mas fundamentales; que antes del comunismo y la izquierda no habían normas de protección social; o que hasta el Mayo del 68 las mujeres siempre eran violentadas por sus maridos.

Balmes o la fortaleza intelectual de la Tradición cristiano-católica viva y no adulterada

Jaume Balmes recogió el guante que había lanzado en el campo de la Filosofía de la Historia François Guizot (1787-1874) con su Histoire de la civilisation en Europe . Para este último, había sido la reforma protestante quien había generado la libertad política en Europa. Para refutarlo Balmes escribió su El Protestantismo comparado con el Catolicismo y sus relaciones con la Civilización Europea (1842-1844). El de Vich demostró que la libertad política existía antes de la parición de la Reforma y giró el argumento de Guizot: la libertad política liberal decimonónica era una reacción al Absolutismo, cierto, coincidiendo con el político e historiador calvinista francés, pero el Absolutismo no existía antes de la Reforma.

Pero Balmes matiza afirmando que lo que fomentó la práctica del absolutismo fue la fuerza bruta de los reyes recortando las libertades medievales de las instituciones locales y regionales y la manipulación de la Teología política católica medieval promoviendo autores heterodoxos y acallando las voces de los ortodoxos (una verdadera política ideológica que llegó a finales del siglo XVIII a la expulsión de los jesuitas, por ejemplo, en España por el Monarca católico).

Sin el contrapeso del contrapoder doctrinal y autoridad moral de una Iglesia cada vez menos libre, el absolutismo avanzó en Occidente fomentado la asfixia del catolicismo mediante el abrazo del oso del regalismo.

La teología política democrática tomista, el tiranicidio defendido por Juan de Mariana o el pensamiento de Suárez era material peligroso para manipularlo en la botica de palacio. La difusión del jansenismo y sus obsesiones privadas acabaron por llenar el espacio de una tradición de pensamiento sobre el orden social cristiano que fue apartada de primera línea del debate y estudio.

En Cataluña esta tradición permaneció especialmente viva gracias a la fortaleza de los dominicos en el Principado centrada en el potente convento de Santa Caterina de Barcelona e irradiada por el resto de casas esparcidas por todas por el resto de ciudades episcopales de Cataluña; la acción del catalán cardenal Boxadors, gran Maestro de la Orden de los Predicadores quien puso las bases de la futura restauración del tomismo en el siglo XIX); la sintonía de Climent en Barcelona y de los escolapios y carmelitas descalzos catalanes con el pensamiento tomista clásico durante el siglo XVIII; la influencia de todo ello en Vich etc…

Sin este background es difícil explicarse Balmes a pesar de su inconmensurable genio personal. Mucho se ha hablado de lo que supuso en él la Universidad de Cervera y poco de lo que suponía vivir y crecer en un Vich donde la tradición del pensamiento social cristiano se había conservado, como los salchichones, muy al resguardo de todos los malos aires intelectuales del siglo XVIII.

Un llamamiento a actuar balmesianamente: la necesidad de una Apologética histórica del orden social cristiano.

Balmes nos recuerda en el episodio que le tocó vivir –la controversia con Guizot-, la necesidad de la Apologética y de la Apologética social cristiana.

Es necesario actuar de un modo balmesiano en el campo de la historia del desarrollo científico, de la economía social de mercado, del derecho, de la sexualidad y de los derechos de la mujer…. De lo contrario el creyente, desarmado, sucumbe ante la esquizofrenia de vivir una fe que hoy lo “ilumina” en lo personal pero que cree que ha oscurecido en el pasado la Historia de Occidente. Aturdido, se aboca entonces a una visión celestial del cristianismo primitivo embrutecido por un posterior devenir de la Historia. Una Iglesia abandonada por el Espíritu Santo. Un catolicismo interruptus.

Balmes nos llama a:

a) denunciar la falacia de buscar, en el emanciparse del catolicismo, el origen y causa de la aparición de los elementos y valores fundamentales de nuestra sociedad occidental (personalismo jurídico, revalorización de los más indefensos, libertad y participación política, investigación racional de la naturaleza, sexualidad constructiva, feminidad integral…), -que por otra parte si son realmente cristianos, son validos para toda la Humanidad como nos recordaron el entonces cardenal Razinger y el catedrático de Filosofía de la Ciencia Marcello Pera en sus cartas cruzadas publicadas en “ Sin raices”.

b) a constatar que la conversión hipostática, de estos elementos y valores fundamentales de nuestra sociedad occidental antes citados, en ideologías peligrosas está frecuentemente asociada a la separación de ese origen o influencia cristiano que los vio nacer, desarrollarse o perfeccionarse. Concebir dichas apariciones en la historia occidental por medio de la hermenéutica de la ruptura es el primer paso para la conversión en ídolo pagano de dichos valores. Paradoxal desguace religioso de una ruptura racionalista. ¿A caso no hay peor enemigo de la mujer que cierto feminismo? ¿Acaso la primera gran matanza ideológica contemporánea, la carnicería que hizo la Revolución Francesa en la católica Vandée, no se hizo bajo la bandera de la Libertad y de los Derechos del Hombre?

c) a vindicar la influencia positiva (a veces de forma radicalmente positiva cuando no de causalidad unilateral) de nuestra Fe en la aparición, desarrollo y difusión de estos valores, pre-existentes cronológicamente a cualquiera de los rupturas que se pretenden hacer pasar como fuentes de dichos principios (la libertad religiosa a la Reforma protestante, la libertad política a la Revolución francesa, la sexualidad sana al Mayo del 68 etc…).

Para estar abiertos al encuentro el influyo del cristianismo católico en la Historia de Occidente/de la Humanidad actual hay que estar atento al estudio no solo a las realizaciones concretas de gente santa en materia de educación, sanidad o beneficencia sino también a la historia de las instituciones y principios fundamentales de la vida en sociedad (historia del derecho civil, natural, constitucional, procesal, laboral…; historia de la democracia política, la libertad civil o de la separación entre la potestad civil y la religiosa; historia de de la subsidiaridad…).

Ante la tentación del idealismo intelectual del racionalismo que denigra los frutos de la Fe o del tradicionalismo que anula los de la Razón, el apologeta del orden social cristiano tiene que pensar bien , que consiste como dice Balmes en conocer la verdad [la realidad de las cosas] o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella .

Para que el juicio sobre las cosas, incluido el realizado sobre la Historia no se convierta en una pura retahíla de elucubraciones del atolondrado de turno, el filosofo vicense escribió su famoso El Criterio , obra maestra del saber discurrir que debería ser aun hoy lectura obligada en todo bachillerato católico en toda España.

Pero por encima de todas sus recomendaciones hay un elemento de la personalidad de este coloso del pensamiento del cual hoy celebramos el 2º centenario de su nacimiento que hay que destacar: una profunda humildad intelectual que nace de un ser contemplativo ante las grandezas del Señor. ¡Cuantas lecciones para la Cataluña, España y Europa del pensamiento de hoy!

Quinto Sertorius Crescens