“L´Église c'est moi" o la tan manoseada "Diocesaneitat"

Cuenta el Dr. Corts en su artículo “La visita apostòlica de 1928 del nunci Tedeschini a Barcelona” en la colección Analecta Sacra Tarraconensia, que el entonces Obispo de Barcelona Dr. Miralles en aquella ocasión hizo desfilar por Palacio a lo más selecto de la vida diocesana barcelonesa: una representación variada del clero local, prohombres y miembros de todas las instituciones diocesanas, cuadros intermedios de las organizaciones apostólicas de Barcelona, incluso miembros de institutos religiosos aquí nacidos o arraigados. En una palabra un autentico desfile de diocesaneidad, con la intención de dar a conocer al nuncio Tedeschini y a la Santa Sede, la auténtica realidad de una Iglesia local de gran vitalidad y fecundidad ante las inexactitudes por no decir infundios que solían circular sobre nuestra Iglesia local.

Lo que sí podemos afirmar es que las buenas intenciones de la pasarela organizada aunque quizá no acabaron de dar el fruto que se esperaba pues como tantas veces sucede, a veces sale el tiro por la culata, por intentarlo no quedó. Aunque al final, el “rapport” presentado por Tedeschini al entonces cardenal Pacelli fuera para tirarse de los pelos y echar a correr.

Aquella visita, en aquel contexto histórico, fue muy parecida a la que este pasado fin de semana protagonizó el cardenal Secretario de Estado. Hoy en día el nuncio apostólico de S. Santidad viaja con más asiduidad por todas las diócesis de España y su presencia no posee la relevancia ni política ni eclesial que otrora poseían las visitas de Nunciatura. Don Renzo, como el sábado pasado, incluso se hospeda con humilde sencillez junto a otros obispos en la Casa Gran (Seminario Diocesano) y en unas estancias con este tono decadentista y lóbrego tan a la altura de aquel despacho de Sistach, puesto a disposición de Bertone para su entrevista con Juliana.

Lo que si está claro es que Turull, ejerciendo de anfitrión mantiene alta su cotización, y junto con los tan manoseados Arenas y Gordo son casi los únicos protagonistas de la pasarela diocesana que Sistach muestra a sus distinguidos huéspedes. Ni variada representación del clero, ni laicos comprometidos, ni organizaciones diocesanas ni delegados ni fecundos institutos religiosos ni madre que les trajo al mundo alguna.

Cual el otro Luis: “L´Eglise c´est moi et les miens” (La Iglesia soy yo y los míos).

Esto no nos sorprende. Ya estamos acostumbrados. Sólo nos indigna ver a los que se llenan la boca con la “diocesainetat”, los adalides del valor y la importancia de la “Església local” como el Dr. Bada en el programa “Ágora” del pásado lunes 26 y todos los carcamales de su cuerda, la Colla Vella de la U con sus jóvenes y fieles lacayos, callados como momias (por no decir otra cosa), haciéndole el juego y la gara-gara al Arzobispo-Sol que les mantiene en el poder. De vómito. Aunque demuestran lo que son.

Santa hipocresía y nichos encalados.

Hasta el momento solo el Abad Soler “dit l´Orgullós”, aunque después se siente a la misma mesa con él, es capaz de pararle los pies. Aunque sólo en su jurisdicción abacial, claro está cuando sube a Montserrat. Casi ni subir al altar le dejó cuando celebraron Misa con Bertone. Y es que Soler puede permitirse poner en vereda al Cardenal-Sol porque tiene entrada con S. M. el Rey, entrada que en Cataluña únicamente comparte con el Príncipe Vives (así desea el Dr. Mateo que nos dirijamos a la cabeza mitrada de Urgel). Altos affaires de estado. Los de Vives con el Borbón quiero decir. Lo de Soler con Juanito, intimidades de alcoba. Ajenas a ellos claro está.

Para mi gusto y para el de todos los curas de a pie que aguantamos en las trincheras de la Iglesia, con nuestro trabajo y paciencia, aunque seguramente con no pocos pecados, demasiada aristocracia, demasiada élite, demasiada farsa. Y poca sustancia. Nos daremos cuenta tarde.

Prudentius de Bárcino