21.12.11

Mi pastor enfermo

“Niño. —Enfermo. —Al escribir estas palabras, ¿no sentís la tentación de ponerlas
con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son El”
(San Josemaria Escrivá de Balaguer, Camino, nº 419)

Desde hace ya algunos años poner el nacimiento y engalanar la casa para acoger al Niño Jesús es un acontecimiento familiar que nos ayuda a revivir con fe y alegría el nacimiento de Jesús. “Contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén, como recordaba hace unos años Benedicto XVI, enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a quienes, como los pastores, acogen en Belén las palabras del ángel: «esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lucas 2, 12)”.

En estas fiestas navideñas me gustaría compartir con los hombres de buena voluntad la razón de colocar en un lugar destacado del pesebre que colocamos en el salón de nuestra familia una de las figuras de barro más entrañable y elocuente que “nos ayuda a preparar el corazón para acoger una vez más a ese niño “indefenso” que es Dios omnipotente”.

Se trata de un pastorcillo enfermo, gordinflón y pelón– me gusta imaginar que son efectos secundarios de la medicación-, que camina cansado, muy cansado, junto a los demás. No puede con la cuesta que sube para ver al niño. Le ayudan sus amigos. Quiere conocer al Niño Dios, fuente de vida y de alegría. Ha pasado la noche y el día entero caminando para ver a Jesús. Con su cesta, aparentemente vacía comparada con los demás pastorcillos, está dispuesto a llenarla de lo que más le cuesta: el sentido de su propia vida en la enfermedad. No sabe muy bien que aquel pequeño niño, acostado en un pesebre, pobre y desangelado, va a tocar su corazón con una sonrisa que le cambiará la vida.

La enfermedad que padece le hace sentirse agotado e inútil. Algunos días se siente que “es una carga” para los que tiene alrededor y se siente triste y apesadumbrado. No comprende cuando le dicen que es un tesoro valioso, único, y divino para la familia y los amigos. Que ofreciendo sus dolores, sus limitaciones y sus desconsuelos por las necesidades y preocupaciones de los que le rodean se convierte en un gran colaborador de Dios en la salvación del mundo. Sus amigos le animan para que se deje “utilizar” por Dios con la seguridad de que el sufrimiento es una prueba especial del Amor de Dios. Que El no te deja ni le dejará nunca solo, que le comprende, y le ofrece su regazo diciendo: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré"(Mateo 11: 28).

En el fondo, como señalaba Benedicto XVI el 7 de diciembre 2011 ante un árbol de Navidad: “necesitamos una luz que ilumine el camino de nuestra vida y nos de esperanza, especialmente en esta época en que sentimos tanto el peso de las dificultades, de los problemas, de los sufrimientos, y parece que nos envuelve un velo de tinieblas. Pero ¿qué luz puede iluminar verdaderamente nuestro corazón y darnos una esperanza firme y segura? Es el Niño que contemplamos en la Navidad santa, en un pobre y humilde pesebre, porque es el Señor que se acerca a cada uno de nosotros y pide que lo acojamos nuevamente en nuestra vida, nos pide que lo queramos, que tengamos confianza en Él, que sintamos su presencia que nos acompaña, nos sostiene y nos ayuda (…)Que cada uno de nosotros aporte algo de luz en los ambientes en que vive: en la familia, en el trabajo, en el barrio, en los pueblos, en las ciudades. Que cada uno sea una luz para quien tiene al lado; que deje de lado el egoísmo que, tan a menudo, cierra el corazón y lleva a pensar sólo en uno mismo; que preste más atención a los demás, que los ame más. Cualquier pequeño gesto de bondad es como una luz de este gran árbol: junto con las otras luces ilumina la oscuridad de la noche, incluso de la noche más oscura".

Y en esa noche hermosa y fría, mirando al Niño embobado, le chapurrea al oído: ¿Sabes niño que me gusta que tú seas como yo? Que pases frio en invierno y en el verano calor. Que te hayas hecho pequeño y te comprenda mejor. Déjame quedarme aquí haciéndote compañía .Quiero acunarte en mi pecho, darte todo mi amor. ¡Te quiero!

¡Feliz Navidad a todos y un 2012 lleno de salud, paz y alegría!

11.10.11

Una más de la familia

“¡Es una cosa de primera importancia el trabajo en el hogar! Por lo demás, todos los trabajos pueden tener la misma calidad sobrenatural: no hay tareas grandes o pequeñas; todas son grandes, si se hacen por amor. Las que se tienen como tareas grandes se empequeñecen, cuando se pierde el sentido cristiano de la vida. En cambio, hay cosas, aparentemente pequeñas, que pueden ser muy grandes por las consecuencias reales que tienen”.San Josemaría Escrivá de Balaguer

Llevo años buscando una oportunidad para agradecer públicamente el trabajo profesional de las empleadas de hogar. Y hoy, días después de que mi gran colaboradora, mi gran aliada, y mi gran amiga, nos haya dejado para ir a descansar al cielo, considero un deber de justicia y gratitud reconocer el valor que tiene esta profesión del trabajo doméstico. Ella está en el cielo y Dios con ella. Ha servido a los demás hasta la última gota de su vida, exprimida como un limón, atenta siempre a quienes más la necesitaban, con lealtad y alegría, sin guardarse nada para sí misma.

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28.09.11

Honremos a nuestros mayores y dejémonos de chorradas

Siento mucho el retraso en la actualización del blog. El estrés post-vacacional y una “sequía” literaria- creo que se la conoce con este nombre-, me lo han ido impidiendo día tras día.
Pero esta mañana cuando he leído que el gobierno del Sr. Artur Mas pretende retrasar hasta noviembre el copago que las residencias de ancianos concertadas reciben por parte de la Generalitat he despertado al instante de mi letargo.

¡Dios mío, no me lo podía cree! ¡Que falta de respeto y de justicia con nuestros mayores!

¿No se les podía haber ocurrido cerrar la caja “sin fondo” con el que se subvenciona todo lo que tiene que ver con la inmersión lingüística obligatoria, la sin razón de muchas embajadas, las actividades de esparcimiento de inumerables asociaciones juveniles, o las fiestas “patrióticas” ; en vez de recortar los servicios para la atención y el cuidado de nuestros ancianos?

“Honra a tu padre y a tu madre”- leemos en la Carta a los Ancianos de Juan Pablo II en 1999-, un deber, por lo demás, reconocido universalmente. De su plena y coherente aplicación no ha surgido solamente el amor de los hijos a los padres, sino que también se ha puesto de manifiesto el fuerte vínculo que existe entre las generaciones. Donde el precepto es reconocido y cumplido fielmente, los ancianos saben que no corren peligro de ser considerados un peso inútil y embarazoso.

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7.09.11

Acoger a los demás como son

“La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (…). Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Spe salvi, 38)

“La calidad de una sociedad y de una civilización – nos recordaba Juan Pablo II en 1981, Año internacional de los minusválidos-, se mide por el respeto que manifiesta hacia los más débiles de sus miembros”. De hecho, las personas que pasan por nuestro lado en sillas de ruedas, los ciegos que cruzan la calle acompañados por un bastón o los sordomudos que emiten sonidos guturales a modo de saludo, siempre tienen algo que enseñarnos. Desde la naturalidad con la que aceptan sus carencias, mediante su espíritu de superación, su paciencia, su buen humor, sus ganas de vivir, de estudiar, de divertirse, de amar y ser amado, nos dan toda una lección de vida, en la que descubrimos que “el grado de salud física o mental no añade ni quieta nada a la dignidad de la persona; más aún, el sufrimiento puede darle derechos especiales en nuestra relación con ella”, como solía decir Juan Pablo II.

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21.08.11

Em-PAPA-dos

No tengo palabras para agradecer a los jóvenes participantes de la JMJ la extraordinaria lección que nos han dado estos días.No solo por vuestra alegría y fortaleza, por vuestro entusiasmo y generosidad, por vuestra capacidad de hacer del limón limonada; sino porque con vuestro “saber estar” nos habéis demostrado que la vida de fe, esperanza y buen hacer vale la pena.

¡Habéis estado a la altura de lo que se esperaba de vosotros! ¡Os habéis “currado” nuestro respeto!

“Vuestra fuerza - como os dijo anoche Benedicto XVI con su sonrisa tierna y socarrona-, es mayor que la lluvia”. Y añadió: “Conservad la llama (del Amor) que Dios ha encendido en vuestros corazones: procurad que no se apague, aunque vengan más lluvias… Dios saca bien de todo!”

Queridos jóvenes, permitidme que os recuerde, cada uno de vosotros sois conscientes de ello, que la vida es una gran aventura en la que no importa quién acumula más riqueza ni quién llega más lejos, sino quién ama más. La gente espera de vosotros que seáis hombres y mujeres fuertes, virtuosos, para luchar por cosas grandes, para mantenerse y resistir a todo tipo de presiones, con generosidad, justicia y prudencia. Sin miedo, sin temor, con coraje, y con mucha, muchísima alegría.

Sintiéndoos protagonistas de vuestra vida, y en parte, de la nuestra, y después de vivir a tope, como solo vosotros sabéis hacer, estas jornadas; volveréis a vuestros lugares de origen, rebosantes de fe, esperanza y amor con la que descubriréis la bondad del corazón humano.

Una nueva etapa empieza para cada uno de vosotros. “¡No os guardéis a Cristo para vosotros mismos!, os exhorta el Santo Padre, “No se puede seguir a Jesús en solitario”.

¡Gracias por vuestro ejemplo! ¡Gracias a todos porque llenáis nuestro corazón de esperanza! No olvidéis nunca que vosotros sois el futuro de la Iglesia, de la familia, de la sociedad. El mañana está en vuestras manos. “Las cuentas sobre el hombre, como muy bien ha señalado el cardenal S.Rylko, sin Dios no cuadran”. Os corresponde a vosotros dar testimonio de ello con vuestra vida cristiana, respondiendo con generosidad a lo que Dios quiere para cada uno de vosotros. ¡No defraudéis al Señor!

Vuestra aventura, como esa perla preciosa de la que nos habla el Evangelio (Mt,13, 43-46), y por la que vale la pena dejarlo todo, es extraordinaria, es fantástica, es un privilegio. Lo expresa muy bien esta canción de Fondo Flamenco:

…Y es fantástico
Dar gracias cada día
Fantástico es dar sin recibir esperar
Vivir enamorado
Dejar el luego para luego
Y es fantásticoooo
Que nunca volveremos a vivir este momento
Y es fan-tas-ti-co
Vivir sin miedo
Sin peros
Sin escusas para quedarse en el suelo
Cuando too está oscuro
Se busca, se encuentra, un motivo
Se empieza de nuevo
Olvida tus pesadillas
Porque es fantástica esta vida

¡Ánimo y adelante!