Un becerro bien cebado

Pero el padre dijo a sus criados: Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poner un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies, y traed un becerro bien cebado y matadle, y comamos y alegrémonos, porque este mi hijo, que había muerto, ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado. Y se pusieron a celebrar la fiesta (Lc 15, 22-25)

Con estas palabras narra San Lucas la alegría del padre ante la llegada del hijo que había pedido su parte de la herencia marchándose, a continuación, a tierras lejanas. En el blog Majao público seguimos con la interesante discusión sobre la fuente que utilizó el dúo Nácar – Colunga para la traducción de la Biblia. Esta vez le toca el turno al «becerro cebado» de la parábola del hijo pródigo, que en griego viene precedida de un artículo determinado, cosa que no puede tener la palabra latina porque el latín no posee dicho elemento, por ello, a la hora de traducir es necesario acudir al contexto para saber si es un artículo determinado o indeterminado. Por el contrario, el griego carece de artículos indeterminados.

La diferencia de hecho entre el artículo determinado y el indefinido es que el primero es conocido por el hablante y el oyente, mientras que el segundo señala que se desconoce su cantidad exacta o su naturaleza. Habría que decir que el artículo se puede utilizar una vez que el objeto se encuentre ya determinado en la mente del hablante y del oyente, como en este caso:

Compré unos zapatos y unos calcetines. Los zapatos son negros. Los calcetines son marrones.

Aunque la elección entre un artículo determinado y otro indefinido parezca un asunto baladí, ya que se puede explicar por una simple cuestión estilística, realmente no lo es, ya que se está poniendo en duda si la fuente utilizada por Eloíno Nácar y Alberto Colunga es el texto griego o la Vulgata.

No tengo que esconder mi preferencia de la traducción de Nácar-Colunga sobre otras versiones, tal como la Nueva Biblia española - ¿cómo pudo obtener el Nihil Obstat – de la que mostraremos varias incorrecciones graves en las que cae dicha versión. Por eso creo necesaria defenderla.

El idioma en el que se escribió el Nuevo Testamento es el griego koiné, el mismo idioma que sirvió para una de las versiones griegas del Antiguo Testamento, la Septuaginta.

En la página 52 del libro Grammar of Septuagint Greek, escrito por F.C. Conyberare and St. George Stock, leemos en el epígrafe 44 que el uso genérico del artículo es deudor del Hebreo. Así, en el libro primero de Samuel, capítulo 17 versículo 34, leemos «un león o un oso», de hecho, Schockel traduce en la NBE – Joaquín, utilizo esta versión que tanto te agrada – de la siguiente manera:

Tu servidor es pastor de las ovejas de mi padre, y si viene un león o un oso…

Sin embargo la Septuaginta dice: «o leon kai e arkos», es decir, aparece un artículo determinado. Esto justificaría la lectura de Nácar-Colunga, no sólo en cuanto a su conocimiento del hebreo y del griego bíblico, sino también en tener presente la lectura que hace la Vulgata de dicho párrafo, por ende se podría mostrar que no hay dolo o engaño.

Aunque Joaquín ha traído en defensa de sus tesis artillería pesada (nada más y nada menos que Valentín García Yebra), hay que decir que para traducir la Biblia no basta con tener amplios conocimientos filológicos, sino también teológicos, entre otras cosas hace falta la lectura eclesial, como dice el Concilio de Trento «incumbe a la santa madre Iglesia juzgar sobre el verdadero sentido y la interpretación de la Sagrada Escritura» (DS 1.507).

Éste es el quid de la cuestión. Muchas veces se desprecia la versión de la Vulgata sobre el texto griego, buscando una mayor pureza, sin embargo se olvida que San Jerónimo, aparte de sabio y santo, no traduce literalmente al latín como un autómata, sino que traduce con y para la Iglesia. Buscaba mejorar la Vetus latina, la Sagrada Escritura que circulaba por el norte de África, entre otros lugares. San Jerónimo no sólo nos da una versión más de la Biblia, en latín, sino también cómo entendía y entiende la Iglesia la palabra de Dios. De forma prosaica podríamos decir que nos da un «método de control», si se me permite utilizar este término, sobre cómo entender la Biblia. Y la forma de traducirla.

Como escribió el cardenal Osius en el año 1.579:

No hay evangelio sin Iglesia. El Evangelio vivo es la Iglesia. Fuera de ella se pueden tener pieles o papel, tinta o letras, los caracteres en los que se escribió el Evangelio, pero no es posible tener el Evangelio mismo […]. En la Iglesia es donde se tiene el evangelio y en ella se da la auténtica comprensión del Evangelio; o, más bien, ella misma es el Evangelio escrito no con tinta, sino por el Espíritu del Dios vivo no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón

Igual que en el anterior post, dejo la cuestión abierta respecto al «becerro cebado» a los amigos del blog.

6 comentarios

  
Joaquín
Isaac, has argumentado bien, pero no basta para derribar mi reticencia respecto de la Nácar-Colunga. Tampoco tiene demasiada importancia que tradujesen "eclesialmente" del latín (al fin y a la postre esa fue la práctica seguida en España largo tiempo). Es posible (puestos a especular) que Nácar y Colunga se rodeasen de un equipo de colaboradores anónimos, que se sirvieron de la Vulgata. Pero quién sabe.

Y cambiando de tema, ¿conoces lo que contaba el periodista Cándido de Fray Justo Pérez de Urbel?
14/06/08 10:46 PM
  
Licinio
Tengo la sensación de que cuando algunos no saben de qué escribir, escriben de lo que no saben.
El tema del becerro, o de un becerro bien cebado en la parábola de Lc 15 es ciertamente secundario y no afecta "al verdadero sentido y la interpretación de la Sagrada Escritura". Otra cosa con las disquisiciones sobre el artículo griego común del NT que no veo qué tengan que ver con la "eclesialidad" de la traducción del doctor de Belén. Ya nos explicará el autor del blog, si "el griego carece de artículos indeterminados" porqué nueve veces se nos dice que Jesús, apartándose de la gente, subió "al monte" (eis to oros), pero no parece que sea a uno en particular, sino que se trata, más bien y como en nuestra lengua, "subir al monte". Más todavía. Si para Pablo "o Kyrios" (con artículo) es Cristo, y "Kyrios" (sin artículo) es YHWH.. ¿porqué el contexto en 2 Cor 3,17 exige traducir "o dé Kyrios pneuma estin" (con artículo) como "Dios es Espíritu". Corrobora Jerónimo.
No sé porqué me da que el tema es desacreditar algunas traducciones, cuyos argumentos para lo cual esperamos ver por aquí.
Por si acaso, el mismo San Jerónimo ya previno sobre copistas y traductores: "Scribunt non quod inveniunt, sed quod intellegunt, et dum alienos arrores emendare nituntur, ostendunt suos".
O en traducción libre: "Traducen lo que quieren que ponga, no lo que pone; y tratando de corregir errores ajenos, manifiestan los propios". Este es un criterio de eclesialidad del santo escriturista.
15/06/08 12:31 AM
  
Pedro
Licinio, te preguntas que "¿porqué el contexto en 2 Cor 3,17 exige traducir "o dé Kyrios pneuma estin" (con artículo) como "Dios es Espíritu". Corrobora Jerónimo."
He encontrado 2 Cor 3, 17 en griego en dos ediciones y en ambas pone " ho dé kýrios tò pneumà estin." Se traduce: "El Señor es el Espíritu" o "El Señor es Espíritu".
15/06/08 2:06 AM
  
Licinio
De acuerdo, Pedro. Pero el contexto del versículo anterior que es una cita de los LXX y habla de la conversión de los judíos "al Señor" (pros Kyrion) invita a entender el artículo del v. 17 con valor anafórico; esto es, referido a lo que precede: "el Señor del que aquí se habla" (Dios). Jerónimo vertió al latín el texto griego con extraordinaria fidelidad, pero el sentido nunca escapa al contexto.
15/06/08 8:21 AM
  
Isaac García Expósito
Licinio: ¡Claro que es secundario el tema del becerro!, pero creo sinceramente que no ha leído mi artículo, sino únicamente el principio para a continuación, poner lo que le da la gana.

El problema que se está debatiendo es si Eloíno Nácar y Alberto Colunga tradujeron la Biblia de los manuscritos hebreos y griegos o de la Vulgata. El amigo Joaquín piensa que de la Vulgata y para ello está aportando pruebas que yo, intento refutar.

El griego no tiene el artículo indeterminado (el indefinido un, una, unos, unas). En la oración que usted ofrece "to" es el determinante singular en caso acusativo.

Por ejemplo, Theos, indica tanto un "dios" en general como "un/algún" dios no determinado.

Aunque habría que hacer una pequeña puntualización: en el NT el artículo indeterminado se expresa a veces con la partícula "eis" (uno, uno solo) o "tis".

Por cierto, el padre Bover traduce 2 Cor 3,17 como "Y el Señor es el Espíritu".
15/06/08 2:12 PM
  
gaston
Muchas cosas fueron agregadas el nombre diminutivo IAH por ejemplo clara evidencia del nombre IAHBOLOS
pero alguno no ven mas allla de roma y su impresion toxica de las escrituras
12/10/08 4:06 AM

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