Leyes necesarias para leer adecuadamente la Sagrada Escritura

De la Constitución Dei Verbum se extraen seis leyes para la lectura adecuada de la Biblia. Las mismas son:

I.- La primera proviene del hecho mismo de la revelación sobrenatural: «Quiso Dios con su bondad y su sabiduría, revelarse a sí mismo» (DV 2). Porque la revelación es gracia, amor gratuito de Dios, debido a su «bondad y sabiduría», hay que acercarse a la Sagrada Escritura como un regalo no merecido y no esperado. Es la ley de la gratuidad.

II.- El objeto de la revelación no es otro que Dios. Tal como dice la Dei Verbum «….revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad» (DV 2).

La revelación llega a su plenitud con Cristo. La segunda ley para leer la Biblia es el cristicentismo, es decir, como escribió Hugo de San Vïctor: «Toda la Escritura es un solo libro, y ese libro se titula “Cristo”».

III.- La tercera ley, está relacionada con la naturaleza de la Sagrada Escritura. Como dice Dei Verbum «por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos» (DV 2). Nos ofrece el Concilio tres ejemplos de este diálogo de amor: Ex 33,11; Bar 3,38 y Jn 15, 14-15.

Luego se puede explicitar la tercera ley como la del diálogo: la Biblia me habla si estoy dispuesto a decir como la Santísima Virgen, «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).

IV.- Tal como dice el CV II, Dios se revela para «invitarnos y recibirnos en su compañía» (DV 2). La revelación empieza aquí, en el tiempo, pero se cumplirá en el más allá, cuando nos encontremos cara a cara con Él.

La cuarta ley nos remite a la comunión de vida que tenemos que realizar Dios mismo: es la ley de la comunión.

V.- Dios se encuentra con el hombre en la historia, pero no sólo ahí, sino a través de la historia, a través de acciones que se aclaran con palabras, «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas». La quinta ley es, por tanto, la ley de la historicidad.

VI.- La sexta ley es la más olvidada: la ley de la eclesialidad. Como dice claramente la Dei Verbum:

La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia (….)

Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo.
Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer.

Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas (DV 10).

La revelación se transmite por la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura. «La Sagrada Escritura, en cuanto escrita por la inspiración del Espíritu Santo» (DV 9); «La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a sus sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación» (DV 9). Ambas surgiendo «de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin» (DV 9).

La Biblia contiene toda la verdad, pero sólo dentro de la tradición de la Iglesia se puede entender y leer. Esto es muy importante, ya que los herejes también han apelado a la Sagrada Escritura para defender sus tesis (hoy lo podemos ver de continuo).

La ley de la eclesialidad nos dice pues, que la Biblia hay que leerla en la Iglesia y con la Iglesia.

9 comentarios

  
Jara
perdon por mi ignorancia, pero ¿quién compone el magisterio de la Iglesia? ¿los purpurados y el papa; los obispos? la Iglesia jerarquica?
Entonces si se diera el caso de que las altas jerarquias pronunciaran A sobre la Biblia y los mejosres biblistas fueran laicos o solo sacerdotes piensan B Tendria razón los primeros bajo imperativo legal?
El punto seis en que pasaje biblico lo podemos justificar? Hablan de esto los santos padres o es una controversia posterior?

gracias por aclarar mis dudas.
22/06/08 10:37 AM
  
Isaac García Expósito
Jara: en síntesis podemos decir que "por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia misnistros sagrados, que en el derecho se denominan clérigos; los demás se llaman laicos". Hay, por otra parte, fieles que perteneciendo a uno de ambos grupos, por la profesión de los consejos evangélicos, se consagran a Dios y sirven así a la misión de la Iglesia" (CEC 934).


880 Cristo, al instituir a los Doce, "formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él" (LG 19). "Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un único Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles "(LG 22; cf. ⇒ CIC, can 330).

881 El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). "Está claro que también el Colegio de los Apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro" (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.

882 El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles "(LG 23). "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad" (LG 22; cf. CD 2. 9).

883 "El Colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le considera junto con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como Cabeza del mismo"". Como tal, este colegio es "también sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia" que "no se puede ejercer...a no ser con el consentimiento del Romano Pontífice" (LG 22; cf. ⇒ CIC, can. 336).

884 La potestad del Colegio de los Obispos sobre toda la Iglesia se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecuménico "(⇒ CIC can 337, 1). "No existe concilio ecuménico si el sucesor de Pedro no lo ha aprobado o al menos aceptado como tal "(LG 22).

885 "Este colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la unidad del Pueblo de Dios; en cuanto reunido bajo una única Cabeza, expresa la unidad del rebaño de Dios " (LG 22).

886 "Cada uno de los obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares" (LG 23). Como tales ejercen "su gobierno pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada" (LG 23), asistidos por los presbíteros y los diáconos. Pero, como miembros del colegio episcopal, cada uno de ellos participa de la solicitud por todas las Iglesias (cf. CD 3), que ejercen primeramente "dirigiendo bien su propia Iglesia, como porción de la Iglesia universal", contribuyen eficazmente "al Bien de todo el Cuerpo místico que es también el Cuerpo de las Iglesias" (LG 23). Esta solicitud se extenderá particularmente a los pobres (cf. Ga 2, 10), a los perseguidos por la fe y a los misioneros que trabajan por toda la tierra.


22/06/08 5:24 PM
  
Isaac García Expósito
888 Los obispos con los presbíteros, sus colaboradores, "tienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios" (PO 4), según la orden del Señor (cf. Mc 16, 15). Son "los predicadores del Evangelio que llevan nuevos discípulos a Cristo. Son también los maestros auténticos, por estar dotados de la autoridad de Cristo" (LG 25).

889 Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los apóstoles, Cristo, que es la Verdad, quiso conferir a su Iglesia una participación en su propia infalibilidad. Por medio del "sentido sobrenatural de la fe", el Pueblo de Dios "se une indefectiblemente a la fe", bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia (cf. LG 12; DV 10).

890 La misión del Magisterio está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo; debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de costumbres. El ejercicio de este carisma puede revestir varias modalidades:

891 "El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral... La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro", sobre todo en un Concilio ecuménico (LG 25; cf. Vaticano I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar "como revelado por Dios para ser creído" (DV 10) y como enseñanza de Cristo, "hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe" (LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina (cf. LG 25).

892 La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una "manera definitiva", proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben "adherirse...con espíritu de obediencia religiosa" (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él.

22/06/08 5:24 PM
  
Isaac García Expósito
Para el caso que plantea, habría que ser más concreto, además de saber que entiende usted por bueno. En cualquier caso, la última palabra la tiene Roma.

Para el punto 6 puede ver 1 Tim 3,15
22/06/08 5:40 PM
  
Darío
Hola. Quisiera que me dieran ejemplos de Sagrada Tradición, algo concreto:dónde hay Tradición, dónde se puede decir ésto es Tradición; yaque nunca terminé de entender el tema. Gracias.
22/06/08 6:03 PM
  
Joaquín
Tan sólo matizaría de lo que dices, al final, que la Biblia hay que "interpretarla" en la Iglesia y con la Iglesia. Desde el Vaticano II se anima a los fieles a la lectura privada de la Biblia (que no quiere decir interpretación privada).
22/06/08 7:46 PM
  
max kolbe
Aunque todo lo que dices (o dice la Dei Verbum está muy bien, creo que te dejas este aspecto que trata la Pontificia Comisión Bíblica en su documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia. Tan sólo un extracto pero animando a leer todo el documento:
El fundamentalismo rehúye la relación estrecha de lo divino y de lo humano en las relaciones con Dios. Rechaza admitir que la palabra de Dios inspirada se ha expresado en lenguaje humano, y que ha sido escrita, bajo la inspiración divina, por autores humanos, cuyas capacidades y posibilidades eran limitadas. Por esto, tiende a tratar el texto bíblico como si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, y no llega a reconocer que la palabra de Dios ha sido formulada en un lenguaje y en una fraseología condicionadas por tal o cual época. No concede ninguna atención a las formas literarias, y a los modos humanos de pensar presentes en los textos bíblicos, muchos de los cuales son el fruto de una elaboración que se ha extendido por largos períodos de tiempo, y lleva la marca de situaciones históricas bastante diversas.

El fundamentalismo insiste también, de un modo indebido, sobre la inerrancia de los detalles en los textos bíblicos, especialmente en materia de hechos históricos, o de pretendidas verdades científicas. Frecuentemente considera como histórico lo que no tenía pretensión de historicidad, porque incluye en tal categoría cuanto es referido o narrado con verbos en pretérito, sin la atención necesaria a la posibilidad de un sentido simbólico o figurativo.

El fundamentalismo tiene tendencia también a una gran estrechez de puntos de vista, porque considera conforme a la realidad una cosmología antigua superada, solamente porque se encuentra expresada en la Biblia. Esto impide el diálogo con una concepción más amplia de las relaciones entre la cultura y la fe. Se apoya sobre una lectura no crítica de algunos textos de la Biblia para confirmar ideas políticas y actitudes sociales marcadas por prejuicios, racistas, por ejemplo, y completamente contrarias al evangelio cristiano.




23/06/08 2:59 PM
  
Isaac García Expósito
Darío: por ejemplo, el canon de la Sagrada Escritura es Tradición.
25/06/08 11:23 AM
  
Darío
Isaac: sí, pero el canón fue "obra" (por decir) del Magisterio. Entiendo que el Magisterio de la Iglesia -por el poder conferido por Jesús y la asistencia del Espíritu Santo- haya establecido el canon. No entiendo dónde está la Tradición (¿en la Transmición de dicho Canon?,¿no es esto tarea del Magisterio, de conservar fielmente el depósito de la fe?). Gracias Isaac y espero tu respuesta.
27/06/08 3:29 AM

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