InfoCatólica / Fides et Ratio / Categoría: Moral

26.07.09

22.07.09

¿Qué pasa con nuestros hijos? (I)

Las recientes violaciones a menores por menores, en Baena (Córdoba) y en Isla Cristina (Huelva), requieren una reflexión.

Aunque una reforma de la ley del menor resulte conveniente, no es suficiente. Es una solución coyuntural a un problema estructural - pero necesaria, por otro lado -. A pesar de la persuasión que introduciría la ley, el medio diluye y socava la moral social y personal; por otro lado, de nada sirve modificar una ley si no se dota de más policías a un cuerpo de seguridad exangüe. El freno moral es la mejor forma de evitar el delito y precisamente, de esto se carece hoy.

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18.07.09

La ruindad de la política española

El debate en que se enzarzó el Alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, con el jefe de la oposición Juan Ignacio Zoido, muestra el nivel ético en el que se mueve la política no sólo sevillana, sino española: ninguno.

Monteseirín tiene razón cuando recuerda al PP la incoherencia con la que se ha movido en el tema del aborto: sí, pero no; estoy en contra pero no rectifico lo anterior.

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16.07.09

Obedecer a Dios antes que a los hombres.

Hay que regular la libertad religiosa, pero también la de conciencia».«La libertad de conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley. Sin ley no hay convivencia. Para que exista, deben tener derechos y obligaciones vinculadas.

Estalinismo.

Puro y duro.

Así hay que calificar las palabras del titular del Ministerio de Justicia: hay que regular la libertad de conciencia.

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26.06.09

Benedictina en crisis de fe

Escribe Santo Tomás (II-II, q.5,a.3)

El hereje que rechaza un solo artículo de fe no tiene el hábito ni de la fe formada ni de la fe informe. Y la razón de ello está en el hecho de que la especie de cualquier hábito depende de la razón formal del objeto, y si ésta desaparece, desaparece también la especie del hábito. Pues bien, el objeto formal de la fe es la Verdad primera revelada en la Sagrada Escritura y en la enseñanza de la Iglesia. Por eso, quien no se adhiere, como regla infalible y divina, a la enseñanza de la Iglesia, que procede de la Verdad primera revelada en la Sagrada Escritura, no posee el hábito de la fe, sino que retiene las cosas de la fe por otro medio distinto. Como el que tiene en su mente una conclusión sin conocer el medio de demostración, es evidente que no posee la ciencia de esa conclusión, sino tan sólo opinión.

Ahora bien, es evidente que quien se adhiere a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible presta su asentimiento a todo cuanto enseña la Iglesia. De lo contrario, si de las cosas que enseña la Iglesia admite las que quiere y excluye las que no quiere, no asiente a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible, sino a su propia voluntad. Así, es del todo evidente que el hereje que de manera pertinaz rechaza un solo artículo no está preparado para seguir en su totalidad la enseñanza de la Iglesia (estaría, en realidad, en error y no sería hereje si no lo rechaza con pertinacia). Es, pues, evidente que el hereje que niega un solo artículo no tiene fe respecto a los demás, sino solamente opinión, que depende de su propia voluntad.

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