InfoCatólica / Fides et Ratio / Categoría: Reflexión

24.02.10

19.02.10

Fabricando una nueva Iglesia

Nuestro Padre Dios nos ha dado, con el Orden sacerdotal, la posibilidad de que algunos fieles, en virtud de una nueva e inefable infusión del Espíritu Santo, reciban un carácter indeleble en el alma, que los configura con Cristo Sacerdote, para actuar en nombre de Jesucristo, Cabeza de su Cuerpo Místico. Con este sacerdocio ministerial, que difiere del sacerdocio común de todos los fieles esencialmente y no con diferencia de grado, los ministros sagrados pueden consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, ofrecer a Dios el Santo Sacrificio, perdonar los pecados en la confesión sacramental, y ejercitar el ministerio de adoctrinar a las gentes, in iis quæ sunt ad Deum, en todo y sólo lo que se refiere a Dios.

Por eso el sacerdote debe ser exclusivamente un hombre de Dios, rechazando el pensamiento de querer brillar en los campos en los que los demás cristianos no necesitan de él. El sacerdote no es un psicólogo, ni un sociólogo, ni un antropólogo: es otro Cristo, Cristo mismo, para atender a las almas de sus hermanos. Sería triste que el sacerdote, basándose en una ciencia humana —que, si se dedica a su tarea sacerdotal, cultivará sólo a nivel de aficionado y aprendiz—, se creyera facultado sin más para pontificar en teología dogmática o moral. Lo único que haría es demostrar su doble ignorancia —en la ciencia humana y en la ciencia teológica—, aunque un aire superficial de sabio consiguiese engañar a algunos lectores u oyentes indefensos.

Es un hecho público que algunos eclesiásticos parecen hoy dispuestos a fabricar una nueva Iglesia, traicionando a Cristo, cambiando los fines espirituales —la salvación de las almas, una por una— por fines temporales. Si no resisten a esa tentación, dejarán de cumplir su sagrado ministerio, perderán la confianza y el respeto del pueblo y producirán una tremenda destrucción dentro de la Iglesia, entrometiéndose además, indebidamente, en la libertad política de los cristianos y de los demás hombres, con la consiguiente confusión —se hacen ellos mismos peligrosos— en la convivencia civil. El Orden Sagrado es el sacramento del servicio sobrenatural a los hermanos en la fe; algunos parecen querer convertirlo en el instrumento terreno de un nuevo despotismo.
Es Cristo que pasa, 79. San Josemaría Escrivá de Balaguer.

7.01.10

1.12.09

Un sermón de Newman sobre la Virgen María

Nuestra Señora en el Evangelio

Hay un pasaje en el evangelio de este día (nota: III Domingo de Cuaresma, Lc 11, 14 – 28; hoy en la Forma Extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia)que puede habernos chocado a muchos y exige una aclaración. Mientras Nuestro Señor estaba predicando, una mujer de entre la multitud gritó: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que mamaste» (Lc 11,27). Nuestro Señor asintió, pero en lugar de contentarse con las buenas palabras de la mujer, continuó diciendo algo más: «Sí, dijo, pero dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan». Habla de una dicha mayor. Bien; estas palabras requieren alguna aclaración, aunque no fuera sino porque hay muchas personas hoy día que piensan que están dichas en desprecio de la gloria y la bienaventuranza de la Santísima Virgen María, como si Nuestro Señor hubiera dicho: «Mi madre es dichosa, pero mis verdaderos siervos son más dichosos que Ella». Así, pues, diré algo sobre este pasaje, y con una peculiar oportunidad, porque justamente ahora estamos celebrando la fiesta del «Lady Day», la gran fiesta en la que conmemoramos la Anunciación, esto es, la visita del Ángel Gabriel y la milagrosa concepción del Hijo de Dios, Nuestro Señor y Salvador, en su seno.

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17.11.09

Cluny y la refundación de la sociedad cristiana

Si algo se puede decir del actual Romano Pontífice es que no da puntada sin hilo. Nos encontramos ante una figura portentosa, brillante, el mejor teólogo sin duda de los últimos tiempos, muy por encima del resto. Un intelectual de primera fila, que sólo la animadversión a la Iglesia de Cristo puede tapar lo que es una realidad evidente.

Aunque los no cristianos puedan no estar de acuerdo con Benedicto XVI, es indudable que sigue siendo una voz a la que hay que prestar atención.

En la audiencia general del pasado miércoles, el Santo Padre habló de Cluny y lo que representó esta orden para la Iglesia y la historia de la humanidad. Como dice Benedicto XVI:

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