InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Vita brevis - Libros

16.12.20

Poemas en tierra extraña

Los antiguos hebreos se sentaban a llorar con nostalgia de Sion junto a los canales de Babilonia y no por casualidad, porque, como dice San Pablo, todo aquello se escribió para enseñanza nuestra. Nosotros también vivimos desterrados. Ellos porque se los llevaron por la fuerza a un país extranjero. Nosotros, porque nuestra propia tierra se ha convertido en extraña.

Vivimos en un mundo que hace tiempo que dejó de ser cristiano y, día a día, parece esforzarse por caer aún más bajo que el paganismo antiguo. Los antiguos países católicos ya no lo son más que en apariencia y cada vez más ni siquiera eso. Incluso los lugares que podrían parecer un refugio católico a menudo no lo son. En un colegio católico (los que lo son de verdad, no solo de nombre), a poco que conozcamos a los padres veremos que la mayoría no creen o viven como si no creyeran o incluso tienen un fuerte rencor contra la fe. Me atrevería a decir que hasta en las parroquias, o al menos en algunas de ellas, los cristianos son minoría.

La experiencia del destierro es común a todos los cristianos de todas las épocas, porque nuestra patria está en el cielo. Hoy más que nunca, sin embargo, ser católico conlleva la fuerte y casi constante sensación de ser un extranjero que vive en tierra extraña. A cada paso descubrimos que no tenemos en común las cosas más importantes con nuestros vecinos y compañeros de trabajo. Podemos hablar con ellos de cosas triviales, pero de poco más, porque nuestro mundo no solo ha dejado de ser cristiano, sino que parece esforzarse por vomitar la sabiduría cristiana y señalarla como el culmen del oscurantismo y la opresión.

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27.10.20

Un paisaje con dragones

¿Qué leen nuestros hijos? ¿Qué ven en el cine o en la televisión? Generalmente, los padres católicos no necesitamos que nos recuerden cosas obvias, como la importancia de evitar que lean libros o vean películas en que haya ataques explícitos contra la fe, pornografía etc. Hay otros temas más sutiles, sin embargo, que también son fundamentales, pero que no siempre tenemos tan claros.

Pocos géneros hay más populares entre jóvenes y niños que el de la fantasía. Dragones, elfos, guerreros, magos y todo tipo de criaturas fantásticas. Estos libros capturan su imaginación y en muchos casos son estupendos. Por desgracia, no es oro todo lo que reluce y quizá conviene que nos preguntemos qué tipo de visión del mundo se transmite en algunos de ellos. ¿Una existencia absurda o sin sentido donde el mal y la muerte tienen la última palabra? ¿Una visión maniquea en que el bien y el mal, la verdad y el error son caras opuestas de la misma moneda y lo importante es encontrar algún tipo de “equilibrio” entre ellos? ¿La acción transcurre en un mundo inmoral, amoral o, peor aún, antimoral?

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17.07.20

11.07.20

18.05.20

Epigramas para un mundo que se muere

Pocas cosas hay más evidentes que el hecho de que nuestro mundo se está muriendo. Y con “mundo”, con perdón de la Laudato Si, no me refiero al planeta Tierra, sino a nuestra civilización occidental y cristiana. Cada noticia que escuchamos lo confirma y no hay estadística que no clave un clavo más en el ataúd. Si quedara alguna duda, bastaría que un político cualquiera abriese la boca para corroborarlo y no haría falta más que toparse con una horrible iglesia moderna y preguntarse si en realidad se trata de una fábrica de piensos para que no pudieran quedar dudas: la decadencia de la civilización occidental se está acelerando y, salvo milagro, el final no puede estar muy lejos.

Hay pocas cosas más evidentes, como decía, pero millones y millones siguen sin enterarse, confiando irracionalmente en que mañana será igual que hoy y nunca cambiará nada más que el modelo de su iPhone. Los políticos gastan y gastan como si no hubiera mañana, quizá porque sospechan que no lo habrá. Una y otra vez oímos hablar a los obispos de primaveras eclesiales, las maravillas del diálogo o la importancia de la ecología, mientras sus iglesias están casi tan vacías como sus seminarios y sus fieles se parecen a un pagano como una castaña a otra castaña. Es como si estuvieran aletargados.

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