InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Vita brevis - Libros

28.11.23

¿Hay que ser poeta para ser católico?

Estos días, he estado leyendo la segunda edición de 400 poemas para explicar la fe, la antología de poesía católica en español editada por Yolanda Obregón, que acaba de salir a la venta y me he sentido anonadado por la inmensa cantidad de poesía que atesora la tradición católica. Desde los orígenes de la Iglesia hace dos milenios y más atrás aún, durante toda la historia de Israel, nunca se ha dejado de utilizar la poesía para hablar de Dios, de su revelación y de la historia de salvación que tiene con su pueblo. Esta unión de la historia del cristianismo con la poesía me ha resultado tan evidente al leer el libro que no he podido evitar preguntarme si será quizá necesario ser poeta para ser católico.

La poesía está por todas partes en el catolicismo. No es posible evitarla. La misma Biblia tiene dos libros enteros dedicados a la poesía, el libro de los Salmos y el Cantar de los Cantares, y numerosísimas composiciones poéticas diseminadas por los demás. Muy triste será la lectio divina de alguien que no sea capaz de percibir la belleza poética de esos textos y, a través de ella, vislumbrar la belleza de Dios y de sus obras. En el libro que mencionaba, hay diversos ejemplos (entre otros muchos que se podrían haber incluido) de textos bíblicos que ya eran poéticos en el original hebreo y que han sido trasladados a poemas en español a lo largo de los siglos. Pensémoslo por un instante y asombrémonos: la Palabra de Dios habla de Dios con versos.

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10.05.23

Nueva novela: Yo fui secretario de León XIV

Últimamente, me encuentro cada dos por tres con las mismas preguntas de los lectores: ¿y si las cosas siguieran igual de mal en la Iglesia en lugar de arreglarse? ¿Y si se pusieran aún peor? Son preguntas más que comprensibles en estos tiempos de crisis eclesial, sobre todo cuando uno va viendo que pasan los años y no parece que se vislumbre una solución en el horizonte.

Esas preguntas me preocupan tanto como a los lectores, así que he escrito una novela para hablar de ellas: Yo fui secretario de León XIV. Memorias de un futuro próximo.

En un futuro más o menos cercano, a cuatro o cinco desastrosos pontificados del presente, la Iglesia no solo no ha mejorado sino que ha ido cayendo más y más bajo, hasta el punto de que humanamente está agonizante, el Vaticano se encuentra en bancarrota y el papado está completamente desprestigiado. Claro que el mundo no está mucho mejor. El estancamiento del progreso, la desorientación moral y la crisis demográfica han hecho que Occidente pierda el liderazgo mundial y vegete en la irrelevancia, la desunión y el paganismo. Mientras tanto, en Oriente y África, tres grandes bloques guerrean entre sí de forma casi permanente.

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6.03.23

Arte de bien morir

Recuerdo que, en cierta ocasión hace unos años, durante la homilía de la Misa, el sacerdote se dirigió a una señora a la que iban a operar al día siguiente del corazón y le dijo: mañana te operan y es muy posible que te mueras, así que tienes que estar preparada. Aquello me impresionó vivamente, porque nunca había oído a un sacerdote hablar con esa claridad y naturalidad de la muerte. Aquella señora podía perfectamente morirse y lo sensato, lo razonable y lo cristiano era animarla a que estuviera lista para ello.

Cualquiera que haya leído algunos libros religiosos antiguos se habrá dado cuenta de que los católicos de otras épocas hablaban a menudo de la muerte, reflexionaban sobre ella y, sobre todo, se preparaban para ella, conscientes de lo importante que era tener una muerte cristiana. Hoy, en cambio, es un tema que apenas nunca se trata en homilías, catequesis, libros de espiritualidad y devocionarios. Y, si se menciona, suele de forma eufemística, dando por supuesto que todos vamos a ir al cielo, que si nos morimos será dentro de muchos años y que no hay que pensar demasiado en el asunto.

Si bien es comprensible que el mundo poscristiano y desesperanzado no quiera hablar de la muerte, resulta descorazonador que suceda lo mismo entre los católicos. ¿A qué se debe este silencio de los católicos sobre la muerte? Se podrían mencionar muchas causas, pero voy a dejar que responda a la pregunta San Roberto Belarmino, con la clarividencia que le caracteriza:

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4.08.22

Libros y películas para niños, un campo de batalla

Juan Gómez Carmena es el traductor del libro Un paisaje con dragones, escrito por Michael O’Brien, autor católico de novelas de gran éxito, como El Apocalipsis del Padre Elías o El Padre Elías en Jerusalén, de tema apocalíptico, y otras muchas. En el caso de este libro recientemente traducido al español, O’Brien se aparta del género novelístico para tocar un tema crucial: los libros y películas de fantasía que están influyendo en nuestros hijos. Como traductor que ha tenido que adentrarse profundamente en el libro, Gómez Carmena nos habla en esta entrevista de algunas cuestiones esenciales para cualquier padre o aficionado a la literatura y el cine de tema fantástico.

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Tengo entendido que fue usted quien sugirió el libro Un paisaje con dragones a la editorial y no al revés, que es lo habitual. ¿Qué tiene este libro de especial que hizo que quisiera traducirlo?

R. Así es. Me parecía que el tema que trataba era crucial, especialmente hoy en día, y veía que muchos católicos, entre ellos muchos padres, no le daban importancia y aceptaban sin criterio libros y películas claramente perniciosos. La literatura y el cine infantiles y juveniles son un importante campo de batalla en la guerra espiritual en la que nos encontramos.

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22.02.22

La humildad del corazón

¿Cuál es el principal problema de los cristianos corrientes? Me refiero a los de Misa dominical o incluso diaria, los de buena intención, los que hacemos lo posible por vivir en gracia y nos confesamos regularmente, rezamos el rosario y nos esforzamos por convertirnos en cuaresma o abrir el corazón en adviento. Problemas tenemos muchos, claro, como todo el mundo, pero ¿cuál es el principal, el que siempre está presente, como una piedra molesta e irritante en el zapato de la que no nos podemos librar?

Creo que, si lo pensamos un poco, no hay duda de que ese problema es generalmente la rutina y la tibieza. Para el cristiano, los pecados se solucionan confesándose, pero ¿y esa mediocridad de la que no podemos salir? ¿Para eso nos redimió Cristo en la cruz, para que viviéramos más o menos como los demás hombres, sin grandes vicios, pero también sin grandes virtudes? ¿Para que fuéramos tirando por la vida? ¿Acaso no estamos llamados a ser santos? ¿Por qué nos confesamos una y otra vez, año tras año, de lo mismo y parece que no avanzamos nada? ¿Por qué pasan cuaresmas y cuaresmas y no nos convertimos?

Esto nos lleva al problema real, que no es la tibieza en sí misma, sino algo más profundo: ¿de dónde viene esa tibieza? ¿Por qué nos domina? ¿Por qué estamos tan esclavizados por ella que no podemos liberarnos? ¿Es que no tiene remedio y solo un puñadito de santos estaba llamado a salir de la mediocridad? ¿Y nosotros?

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