InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Oraciones

3.08.20

Haz mis pecados ridículos, Señor

En cierta ocasión, el irreverente pero siempre ingenioso Voltaire se jactaba en una carta de la única oración que rezaba: “En mi vida sólo he dirigido una plegaria a Dios, una muy corta: «Oh, Señor, haz a mis enemigos ridículos». Y Dios me lo ha concedido»”.

Aunque, obviamente, no se trataba de una auténtica oración, sino solo de una burla contra sus enemigos, la idea de Voltaire es buena. Pocas cosas aumentan más la moral de los soldados en una guerra que tener enemigos ridículos y dignos de desprecio. En ese sentido, teniendo en cuenta que los cristianos nos pasamos la vida luchando contra el pecado, nos resultaría muy útil ver ese pecado como realmente es: no solo malo y dañino, sino también ridículo y despreciable. El pecador no es un triunfador, sino el más triste y patético de los hombres.

Dándole vueltas a estos temas, he pensado que sería bueno escribir para los lectores una oración para pedir justamente eso a Dios: que haga nuestros pecados ridículos y así facilite nuestra conversión. Espero que les resulte tan útil como lo ha sido para mí.

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16.03.20

Cinco minutos de fe contra el coronavirus

Un amable lector me ha enviado una novena a San Roque, patrono de los contagiados por epidemias, para pedir su intercesión y protección en relación con el coronavirus. Por el lenguaje, parece haber sido adaptada de una novena antigua y creo que es buena y provechosa, así que la estamos rezando en familia y la traigo al blog por si algún lector quisiera rezarla también.

Como debe ser, la novena es breve y sustanciosa: apenas cinco minutos al día, pero llena de fe y confianza en Dios. Al comienzo se incluye una pequeña reflexión sobre la importancia de rezar en tiempos de calamidades públicas y sobre la historia de San Roque, que no forma parte de la novena pero es bueno leer.

Dios bendiga y proteja especialmente a los lectores de este blog y, si es su voluntad que alguno de nosotros muera, bendita sea esa voluntad. Que Dios nos purifique de nuestros pecados y nos lleve a contemplar su Rostro, a gozar de la compañía de nuestra Señora, de San Roque y de todos los santos y a rezar por los demás lectores. ¿Hay algo mejor que podamos desear?

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6.03.20

Oración por mi obispo

La Iglesia siempre ha considerado conveniente que los fieles recen por su obispo. Por eso, cada vez que vamos a Misa, pedimos “por nuestro obispo N.”. Hoy, sin embargo, debido a la grave crisis que sufre la Iglesia, es aún más importante que recemos constantemente por nuestros obispos, a tiempo y a destiempo, así que se me ha ocurrido componer una oración para rezar por mi obispo y traerla al blog, por si a alguien le resulta útil para rezar por el suyo.

Teniendo en cuenta la situación actual, probablemente haya lectores a los que no les guste su obispo. Razón de más para rezar por él. Es una obligación impuesta por el cuarto mandamiento y, además, no cabe duda de que redundará en nuestro propio beneficio, porque las primeras interesadas en tener un buen pastor son las ovejas.

Los obispos tienen una grandísima responsabilidad y, en el Juicio, se les pedirá cuentas de cada fiel que perdió la fe, cada pagano al que no se le anunció el Evangelio y cada vez que se enseñaron herejías en sus parroquias en vez de la fe que da la vida eterna. Sin embargo, a nosotros también se nos preguntará por qué, conociendo su debilidad, no los sostuvimos con nuestra oración, como era nuestro deber.

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2.03.20

Oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés

Una de las consecuencias más sutiles del pecado original es nuestra tendencia a despreciar las cosas pequeñas y cotidianas como si no tuvieran importancia y a desear volublemente lo espectacular, lo grandioso y lo nuevo. A Dios, en cambio, le gusta lo pequeño: basta leer los Evangelios para darse cuenta de ello.

Teniendo en cuenta esa predilección de Dios por lo humilde, es triste que apenas prestemos atención a uno de los tesoros más humildes y a la vez más valiosos que nos ha entregado la Iglesia: las pequeñas oraciones tradicionales de todos los días. A menudo, esas oraciones son las que han transmitido la fe concreta y real de generación en generación, al paso de los siglos. Nuestra relación concreta y cotidiana con Dios se basa en gran parte en ellas.

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20.08.18

Oración por los que van a morir

Hace tiempo, un lector, Juan Pablo, me pidió algo escandaloso: que escribiera una oración por los que van a morir.

“Una oración por aquellos, que por los motivos que sean van a fallecer, y no saben, no ven, no quieren ver, etc. Tal vez una oración nuestra pueda servir de intercesión para que su alma se pueda salvar”.

Digo escandaloso, en primer lugar, por atreverse a mencionar la muerte. No hay asunto del que sea más políticamente incorrecto hablar, a pesar de que está claro que es la cuestión más importante para cada uno de nosotros, porque todos nos vamos a morir. Todos. En segundo lugar, y de forma más escandalosa todavía, porque una oración así da por supuesto que, de nuestras oraciones, nuestras pobres e inconstantes oraciones de seres limitados y pecadores, puede depender la salvación eterna de otra persona. No solo la nuestra, la de otro también.

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