InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Pensamiento

25.10.21

Malos tiempos para la ciencia

Cuando era un muchacho, me gustaba leer revistas científicas razonablemente accesibles, como Scientific American, Recherche, Quercus y otras muchas, que en las épocas previas a Internet ofrecían abundante alimento a un chico ávido de conocimientos y de saber. Por eso me hizo ilusión, años después, traducir numerosos artículos para Investigación y ciencia, la versión española de Scientific American, que en aquella época tenía un director estupendo.

Desde que dejé de traducir para ella hace bastantes años, sin embargo, no había vuelto a leer la revista, así que me llevé una fuerte desilusión al encontrarme en Internet un artículo aparecido en sus páginas. El artículo se titula (y no es una broma) “Por qué el término ‘JEDI’ es problemático para describir programas que promueven la justicia, la igualdad, la diversidad y la inclusión”.

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15.04.21

No hemos aprendido nada

“Hace más de medio siglo, cuando aún era un niño, recuerdo haber oído a varios adultos dar la siguiente explicación de los grandes desastres que había padecido Rusia: ‘los hombres han olvidado a Dios y por eso sucede todo esto’. Desde entonces, he pasado casi cincuenta años trabajando en relación con la historia de nuestra revolución y, al hacerlo, he leído cientos de libros, recopilado cientos de testimonios y contribuido con ocho volúmenes escritos por mí al esfuerzo de limpiar los escombros que había dejado esa convusión. Sin embargo, si me pidieran hoy que formulase con la mayor concisión posible la causa principal de la ruinosa revolución que acabó con sesenta millones de personas, no encontraría una explicación más precisa que repetir: ‘los hombres han olvidado a Dios y por eso ha sucedido todo esto’”.

Alexander Solzhenitsyn, declaración al recibir el premio Templeton, 1983

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Todavía se ven de vez en cuando personas que, inasequibles al desaliento y a los golpes de la realidad, siguen considerándose comunistas. Recuerdo haber traducido un artículo de una revista técnica más o menos prestigiosa en que un “experto” analizaba cierto tema económico basándose única y exclusivamente en las afirmaciones de Marx sobre el asunto. El artículo producía una extraña sensación de horror, disonancia lógica y compasión. Aunque parezca mentira, no hay ideología tan necia, desprestigiada y suicida que no tenga defensores.

Es una ley inexorable del universo, sin embargo, que cuando uno piensa “no puede haber nadie más tonto”, siempre llega alguien y le demuestra lo equivocado que estaba. Consúltenlo si quieren, porque aparece en todos los buenos libros de Física, con muchas integrales y letras griegas.

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18.03.21

Evolucionismo y fe cristiana

Hace tiempo que no hablamos en el blog sobre la teoría biológica de la evolución y el evolucionismo filosófico, dos cosas muy diferentes y a las que corresponden juicios y herramientas intelectuales también muy diferentes. Aparte del interés puramente científico que pueda tener, el tema toca de cerca a una de las grandes corrientes de pensamiento de los últimos dos siglos: el materialismo ateo.

El materialismo ateo es una corriente singularmente estéril, porque resulta inmediatamente contradictoria consigo misma. En efecto, se trata de una ideología metafísica, que, según sus propios presupuestos, no puede existir o, en el mejor de los casos, no tiene sentido. Esta contradicción interna evidente solo ha podido subsistir intentando colocarse un disfraz científico que la disimulase. La estrategia, hay que reconocerlo, ha funcionado muy bien: el gran prestigio de la ciencia desde el siglo XVIII cubre la multitud de los pecados y el ateísmo materialista lo ha aprovechado para decir algo así como: “sí, racionalmente no tengo el más mínimo sentido, pero soy científico”. Eso era literalmente lo que decía Marx y, sin el menor atisbo de vergüenza, siguen diciéndolo siglo y medio después multitud de ateos.

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9.02.21

Ateos creyentes

En toda mi vida, nunca he conocido a un ateo que no creyera en Dios. A ninguno. Incluidos los que aparecen de vez en cuando por este blog. Puede que existan, pero yo no he visto ninguno.

No me entiendan mal. No quiero decir que estén mintiendo al decir que son ateos. Al menos no nos mienten a nosotros, pero sí podría decirse que, de alguna manera, se mienten a sí mismos. De nuevo, por favor, no me entiendan mal. No estoy diciendo que sean malas personas. Al contrario, esta extraña contradicción permanente viene de que son, en general, buenas personas.

Intentaré explicarme. Los ateos modernos, por razones históricas y especialmente la pesada herencia cientifista y marxista que se ha convertido en el sustrato de la mayor parte del pensamiento moderno, son casi sin excepción materialistas. Pero, llamativamente, a la vez que pretenden ser materialistas, en cada una de sus frases niegan tajantemente el materialismo y, con él, su propio ateísmo. Es una paradoja que los buenos chestertonianos encontrarán deliciosa, aunque temo que a los propios ateos les resulte algo irritante.

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5.11.19

La dispersión de los negocios

Traigo hoy al blog la tercera y última parte del artículo de José Alberto Ferrari, “Desventura del hombre de negocios —entre el consuelo y la dispersión—”. En estas reflexiones sobre el riesgo de ser como Judas en la administración del dinero, consideramos ahora la segunda causa de ese riesgo: la dispersión o distracción.

Vivimos en la época de las distracciones, del ruido y de las prisas. Ni siquiera hace falta que el mundo moderno nos persiga por ser cristianos o apruebe leyes inmorales: nos hace mucho más daño distrayéndonos de lo que de verdad importa y convenciéndonos de que es más importante la acción que la contemplación.

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