InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Biblia

2.12.14

Dos sofismas sobre los Evangelios por el precio de uno

Sofisma Como quizá recuerden los lectores, el día de la solemnidad de Santiago Apóstol, el pasado mes de julio, se leyó en misa la lectura en la que Santiago y Juan le piden al Señor sentarse a su derecha y a su izquierda y los demás apóstoles se enfadan con ellos. Después, Jesús los reprende a todos y les explica cómo es la autoridad para un cristiano.

En la parroquia a la que fui, predicó sobre ese texto evangélico un venerable sacerdote de blancos cabellos, mirada bondadosa y quizás medio siglo de sacerdocio a sus espaldas. Revestido con las vestiduras rojas de los mártires y hablando con la autoridad de Cristo, este buen sacerdote comenzó a hablar… y no paró de decir barbaridades (cito de memoria, claro):

Este pasaje es uno de los más verdaderos de los Evangelios, uno de los que sabemos que son auténticos. Otros pasajes son expresión de la fe de las comunidades primitivas, pero este sabemos que es algo que pasó de verdad. Lo sabemos porque no tiene sentido que los primeros cristianos se inventaran una escena en la que quedaban tan mal dos de los apóstoles, que eran sus dirigentes, así que esto tuvo que ser auténtico. Es de las lecturas más verdaderas”.

Mientras lo escuchaba, casi podía oír a mi alrededor los pensamientos de los demás fieles, mientras sacaban la conclusión lógica de lo que se había dicho: “Si esta lectura es de las ‘más verdaderas’, eso significa que otras son ‘menos verdaderas’. Es decir, que no son verdaderas. ¿Y cuáles serán esas lecturas que no son verdaderas? ¿Las que hablan de la resurrección, de la encarnación, de los milagros, de la fundación de la Iglesia…?”

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7.05.14

Profetismos de tres al cuarto

Jairo del AguaMe han pedido que comente en el blog un artículo reciente de D. Jairo del Agua en Religión Digital, en el que ese ilustre bloguero despotrica contra el Antiguo Testamento. Francamente, mi primer impulso habría sido reírme de tanto despropósito y olvidarme de ello, pero parece ser que conviene que alguien lo rebata y lo ridiculice como se merece.

Como siempre, mis comentarios están en rojo. Esos comentarios, necesariamente, son bastante duros, porque el artículo original no sólo está lleno de errores, sino que también rebosa rencor contra la Iglesia y desprecio por su enseñanza. Pocas cosas hay que resulten tan patéticas como el profetismo de tres al cuarto que se erige en maestro y doctor por encima de la Iglesia y contra ella, sin basarse en nada más que en las modas del momento y en la propia ignorancia.

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29.04.14

Estrella del mar

Ayer, 28 de abril, la Iglesia celebraba la memoria de San Luis María Grignion de Montfort. Es un santo que siempre me ha caído simpático, porque, cuando se fue al seminario de París para ser sacerdote, quiso hacer a pie los trescientos kilómetros y entregó por el camino a los pobres todo el dinero que tenía y su propio traje, que cambió por los harapos de un mendigo. No está mal para empezar.

San Luis era particularmente devoto de la Virgen y un amable lector me envió ayer una imagen de Nuestra Señora con una frase del santo. Como me gustó especialmente, la traigo aquí al blog para bien de los lectores, honor de la Reina del Cielo y confusión de los demonios.

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14.01.14

¿Nunca segundas partes fueron buenas?

Diez mandamientosLa lectura de la misa del viernes pasado contenía una de esas frases que todo el mundo recuerda: Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Una frase impactante y llena de sabiduría divina, así que no es extraño que el sacerdote celebrante se centrara en ella para decir unas palabras. De hecho, si la memoria no me falla, yo diría que siempre que he oído proclamar ese pasaje o hacer referencia a él, se ha resaltado esa misma frase. Algo perfectamente comprensible, por su importancia.

Lo que ya no me parece tan comprensible es que, según mi experiencia, no se resalta nunca la segunda parte de la idea de San Juan, a pesar de que completa y explica a la primera: En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Y todavía más aún: En esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Es decir, si no amas al prójimo, no es verdad que ames a Dios, y si no cumples los mandamientos no es verdad que ames al prójimo ni a Dios.

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28.10.13

Atraviesan las nubes

Clamar al cieloEn la primera lectura de la Misa de ayer domingo, se leyó una frase escalofriante, que me hizo temblar: “los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan”. Es terrible pensar que los pecados contra los pobres, en alas de los gemidos de sus víctimas, atraviesan las nubes y llegan sin excepción ante Dios para reclamar su justicia.

Quizá los lectores piensen que no es para tanto o que, como mucho, sólo tienen que preocuparse de esas cosas los grandes magnates o las malvadas multinacionales que oprimen a los pobres del tercer mundo. Y no me extraña que lo piensen, la verdad, porque yo tiendo a pensar lo mismo, pero en esta ocasión me hice una pregunta que no me había hecho antes: ¿Quiénes son esos pobres cuyos gritos atraviesan las nubes y llegan a Dios? La respuesta me estremeció, porque no se limita, ni mucho menos, a los pobres del tercer mundo:

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