InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Familia

13.11.18

Lo más importante

Mi hijo menor, el cuatroañero, sabe apreciar el silencio, una habilidad que bastantes nonagenarios se mueren sin haber conseguido aprender. Cuando vamos en coche, a menudo está callado durante mucho tiempo, pensando en sus cosas, hasta que, repentinamente, dice algo que permite vislumbrar sus elucubraciones.

El otro día, yendo por la mañana hacia el colegio, preguntó, sin ningún tipo de introducción: “Mamá, ¿a que ir al colegio no es lo más importante?”.

A pesar de lo temprano de la hora, mi esposa ni siquiera pestañeó. El pequeñajo ya nos tiene acostumbrados a las preguntas más curiosas, desde las relativas al concepto de infinito (que a él le fascinan y que mi mujer directamente suele responder con “eso se lo preguntas a tu padre”) hasta temas bastante más complejos (el otro día preguntó con total seriedad: “Mamá, ¿por qué papá se casó contigo?”, quizá intuyendo que la pregunta complementaria, sobre por qué ella se casó conmigo, superaba la limitada capacidad de la razón humana).

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26.10.18

La juventud

Una lectora, Manoletina, me pide que dedique un artículo a la juventud, con ocasión del Sínodo sobre ese tema. Como no tengo tiempo estos días para hacerlo, he pensado publicar este viejo poema, que aparece en Carmina catholica.

La juventud es como el perfume de nardos con el que María Magdalena ungió los pies de su Señor: está hecha para derramarse y derrocharse sin medida en búsqueda de la belleza, la verdad, la alegría y, sobre todo, ad maiorem Dei gloriam. Por eso los antiguos decían que los elegidos de los dioses morían jóvenes. Y también por eso nuestra época, que no tiene apenas jóvenes que quieran derramar su juventud para Gloria de Dios, se muere de vieja y agoniza miserablemente.

Esa misma malsana obsesión con la juventud que caracteriza a nuestro tiempo no es más que una señal de que hemos perdido la verdadera juventud, intentando cerrar herméticamente el frasco de perfume y atesorarlo en una caja fuerte para no perderlo. Y así, el Único que podría darnos la juventud eterna pasa de largo sin que cubramos de lágrimas sus pies y los sequemos con nuestros cabellos. Y nos morimos, nos morimos. Quien guarda su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mi causa, la encontrará.

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16.08.18

La Croix, otra vez

Hace mes y medio, tras el referéndum irlandés favorable al aborto, informamos de que el famoso periódico católico francés La Croix había publicado un editorial elogiando la decisión de los irlandeses. En él se repetían prácticamente todos los argumentos en pro del aborto: la “urgencia de salud pública” producida por las mujeres que morían al acudir al aborto clandestino, lo “digno y pluralista” que había sido el diálogo sobre un tema que debería ser innegociable, el “respeto” por su resultado y la distinción entre una “vida que ya existe” y otra que solo está “en desarrollo”.

Quizá lo más significativo fue el silencio de la Conferencia Episcopal Francesa (excepto algún obispo individual) y el de la orden religiosa a la que pertenece el diario, los agustinos de la Asunción. ¿Les pilló desprevenidos y no supieron cómo reaccionar? ¿Fue un error puntual que ya se ha corregido y no se volverá a repetir? Parece que no, porque, después de la votación en la Argentina, La Croix volvió a publicar un artículo favorable al aborto. De nuevo, con la queja solitaria del mismo obispo, Mons. Bernard Guinoux, en su cuenta de Twitter.

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29.05.18

La solución final irlandesa

“Durante unos quince años, pasamos las vacaciones de verano en Irlanda. Cada año me preguntaba qué era lo que parecía faltar en las calles inglesas cuando volvíamos a casa.

Por fin, caí en la cuenta. En Knightstown, en la isla de Valentia, condado de Kerry, había una residencia, feliz y reluciente, para personas con síndrome de Down. Conocíamos a algunas de ellas, las saludábamos y éramos saludados alegremente por ellas cada año, cuando llegábamos allí. Eran miembros aceptados de la comunidad.

Esos rostros faltaban y siguen faltando en las calles de Inglaterra. Hace décadas que faltan. Porque, ya saben, no hay lugar para esos rostros en un Estado moderno.

Igual que, después de las homicidas deportaciones de millones de judíos a los campos de concentración por Hitler, había rostros que faltaban en las calles de las ciudades, poblaciones y aldeas de Alemania.

El Primer Ministro Leo Varadkar está recibiendo alabanzas eufóricas. ¿Y quién podrá negar que las merece, después de haber puesto en marcha la Solución Final para el problema del síndrome de Down?”.

P. John Hunwicke, blog Mutual Enrichment

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27.05.18

Irlanda desdichada

Escribo con gran dolor por lo que ha sucedido en Irlanda. Ya sé que la desoladora historia de las últimas décadas nos ha acostumbrado a este tipo de cosas. Uno a uno, los países han ido dando cabida a las mayores inmoralidades, que resultaban inimaginables hace unos pocos años. Incluso estamos acostumbrados a la tibieza de las más altas jerarquías católicas en estos asuntos. En ese sentido, podría mirarse con resignación el caso de Irlanda como uno más entre muchos, nada que no hayamos visto antes, especialmente en los países tradicionalmente católicos. Horrible, sí, pero una horripilancia casi rutinaria ya.

Hay varios factores, sin embargo, que hacen de la caída irlandesa un caso especialmente doloroso. En primer lugar, esta vez ni siquiera existe la excusa de que haya sido obra de políticos sinvergüenzas y amorales, como en tantos otros países. Por una “aplastante” mayoría, han sido los irlandeses de a pie los que han querido dar su sello de aprobación a una abominación como el aborto provocado. Caiga su sangre sobre nosotros y nuestros hijos, parecen haber proclamado orgullosamente con su voto.

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