Los colores de Pentecostés

Pentecostés color rojo

La Iglesia es una realidad sacramental, que nos regala a manos llenas la gracia invisible de Dios por medio de signos materiales que se pueden ver y tocar. No es extraño, pues, que las fiestas, para un católico, tengan asignados colores propios, como parte de esa sacramentalidad que hace visible lo invisible.

Los días de cuaresma y de adviento están asociados al color morado, como días de espera y de penitencia. Durante el tiempo ordinario, las vestiduras litúrgicas son de color verde, el color de la vitalidad y la esperanza que son propias de la extraordinaria vida ordinaria de un cristiano. En Pascua, el color litúrgico es el blanco, el color de la resurrección, de la vida eterna en la Jerusalén celeste. ¿Cuál es el color de Pentecostés? Quizá la pregunta adecuada sería, más bien, cuáles son los colores de Pentecostés.

En occidente, el color litúrgico de Pentecostés es el rojo. Las vestiduras sacerdotales rojas nos recuerdan las lenguas de fuego que se derramó sobre los apóstoles en Pentecostés. Esto es algo que necesitamos desesperadamente que nos recuerden y por eso la Iglesia nos lo pone ante los ojos de la forma más sencilla posible, con un color, para que hasta el más tonto de nosotros se entere: el Espíritu Santo es fuego. No es una devocioncita, una mera creencia abstracta ni una teoría, es fuego ardiente y devorador, no se puede domesticar.

He venido a traer fuego a la tierra, dijo el Señor. El Espíritu Santo es ese fuego, que inflama todo lo que toca y que llevó a los apóstoles y misioneros a anunciar el Evangelio hasta los confines del mundo. Es la hoguera que consume el pecado, la muerte y la desesperación en nuestra vida sin consumirnos a nosotros, como la zarza ardiente de Moisés. Es la llama que permite que los mártires den testimonio ante sus perseguidores, denuncien a emperadores y desafíen a reyes, leyes, ejércitos y gobiernos, sin miedo a la muerte ni al sufrimiento. Es el amor ardiente que hace que tú, cristiano pobre, débil e insignificante, puedas amar a tus enemigos, destruyas los ídolos, pisotees tu soberbia, te rías del demonio, vivas libre de la esclavitud del dinero, hables en lenguas, contemples milagros y prediques al mundo que Cristo ha resucitado.

Curiosamente, en inglés, el nombre tradicional de Pentecostés es Whitsunday, que significa el Domingo Blanco. Esto refleja que el día de Pentecostés es, junto con la Pascua, el día tradicional para los bautismos de adultos en la Iglesia. Por lo tanto, es el domingo en que los catecúmenos se visten de blanco, con la túnica de los resucitados que nos corresponde a todos los cristianos por derecho de nacimiento.

El color blanco nos recuerda que la resurrección es un regalo del Espíritu SantoSi el espíritu de Cristo habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por el Espíritu suyo que habita en vosotros. ¿Quieres resucitar? Pide el Espíritu de Cristo, que es la fuente inagotable de esa resurrección. A nuestro alrededor, el mundo se muere, de viejo, de cansado y de aburrido, y necesita desesperadamente el Espíritu de Dios. ¿Cómo se lo darás si no lo tienes? ¿Como hablarás de Él si no le hablas a Él? ¿Cómo darás testimonio de Él, si no has pedido que haga milagros en tu vida?

A esto se añade que, en las Iglesias católicas orientales, el color litúrgico de Pentecostés suele ser el verde. El verde también es apropiadísimo para el Espíritu Santo, porque es el color de la vida y de la esperanza, que solo el Espíritu de Dios nos puede dar. Si tu vida es anodina, si te vence la rutina, si tienes el terrible convencimiento de que año tras año te confesarás de los mismos pecados y no cambiarás nunca, si todo parece viejo y gastado a tus ojos, si has perdido la esperanza, lo que necesitas es rezar al Espíritu Santo.

Es maravillosamente apropiado que el color verde también sea el color del tiempo ordinario en la liturgia latina, porque eso nos indica que, en la Iglesia, el tiempo ordinario está lleno a rebosar del Espíritu Santo. Y con Él, el tiempo ordinario es extraordinario, está repleto de milagros, gracias, dones y maravillas admirables. Con él no hay rutina, no hay aburrimiento, no hay desesperación.

Nuestra historia siempre es asombrosa, porque es historia de salvación, conducida, dirigida e impulsada por el Espíritu Santo, que es como el viento, que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. Fíate del Espíritu de Cristo y quién sabe dónde estarás el año que viene: en el Tíbet anunciando a Jesucristo, ante un tribunal dando testimonio, dando gracias a Dios por un hijo a pesar de que eras estéril, en Misa con tu marido o tus hijos que nunca habían creído o en el Reino de los Cielos alabando por siempre a tu Señor.

Rojo, blanco y verde son colores del Espíritu Santo y también lo son todos los demás. Nuestra vida tiene color porque está en ella el Espíritu de Dios. ¿Qué haces aquí leyendo este blog en lugar de estár pidiendo que venga a ti el dulce Huésped del alma, el Descanso en el trabajo, el Consolador buenísimo, el Abogado en la tribulación, el que regala todas las gracias, la Luz de los corazones?

Ven Espíritu Santo.

11 comentarios

  
W. F.
Interesante entrada. La foto que ilustra el artículo parece tomada el domingo de Pentecostés durante peregrinación tradicionalista de Nuestra Señora de la Cristiandad; el sacerdote y los diáconos eran de los Franciscanos de la Inmaculada. Esto fue hace unos 5 años, antes de que los intervinieran.
04/06/17 4:48 PM
  
Luis I. Amorós
Hermosa explicación, Bruno.

Eso sí, si te pilla el prepósito general de la Compañía, o cualquiera de sus turiferarios, lo más probable es que te enseñe que el Espíritu Santo es el nombre que le hemos puesto al amor que Dios derrama sobre nosotros.

Mejor no le preguntes qué es Dios, porque probablemente te dirá que es otro nombre que "hemos puesto" a vete a saber qué.

Un abrazo y feliz Pentecostés. Ven, Señor, no tardes.
04/06/17 6:14 PM
  
Bruno
W.F.:

Como hay tantos adefesios litúrgicos por ahí, siempre intento poner fotos litúrgicas bonitas, para alimentar el gusto por la belleza.

Añadiré algunas fotos de vestiduras rojas preciosas de los últimos papas.

Papa Francisco:



Benedicto XVI:





Juan Pablo II (con el fanón papal encima):



Pablo VI (en la canonización de los mártires de Uganda):



Juan XXIII:



Y algunos ornamentos verdes de católicos de rito oriental:


04/06/17 7:44 PM
  
Palas Atenea
También el amarillo y el naranja son colores del Espíritu Santo porque el fuego y la luz van de una tonalidad del amarillo, anaranjado hasta el rojo, es decir los llamados colores cálidos como corresponde a la fuerza que infunde el Espíritu Santo.
04/06/17 8:29 PM
  
Feri del Carpio Marek
Dios te pague esta predicación santa y santificante.
04/06/17 8:58 PM
  
Feri del Carpio Marek
Por cierto, al querer compartir en Facebook me sale un mensaje de que hubo problemas con la dirección del sitio que se desea compartir. Ya me pasó lo mismo al querer compartir posts de otros blogs.
04/06/17 9:01 PM
  
Miguel García Cinto
Estoy en un bar leyendo el post de Bruno, descansando un poquito después de ayudar en mi parroquia de Zaragoza, en este precioso día Solemnidad de Pentecostés. Me sonrio cuando leo, ¿que haces aquí leyendo este blog en lugar........? Pués sencillamente que el Espíritu Santo que proceda del Padre y del Hijo, y que es Señor y dador de vida, me ha llevado a enriquecer mi formación católica.
Paz y Bien.
04/06/17 11:01 PM
  
Haddock.
Al parecer, los colores son un idioma primario. Conozco una niña, que su primera referencia al describir algo, no fue grande o pequeño, alto o bajo, gordo o flaco.No. Fueron los colores.
A la Iglesia, a sabia no le gana nadie, y ella supo dar la importancia debida al tema. Por ello mis mayores (casi siglo XIX) podían preguntar para saber si habías ido a Misa de qué color estaba vestido el cura.
Por ello, cuando me reúno con padres del colegio y tras pagar el tributo de hablar con ellos del fútbol de las narices, les comento a los niños que vengo de Misa, y hago la distinción de que el cura vestía de rojo por ser fiesta de un mártir, de blanco si era una fiesta de la Virgen, morado si esperamos a Alguien o verde porque es el color de la esperanza.
Estos tics míos, mosquean a los padres. A los niños, no.
Y cuando les miro fijamente, ni siquiera a los padres.


05/06/17 12:17 AM
  
chico
¡ Qué pobreza intelectual la de la masa de curas ce lebrando Misas de seglar, con una estola, con un alba y estola, .............!
05/06/17 8:12 PM
  
vicente
rojo, fuego del Espíritu Santo.
05/06/17 9:37 PM
  
Laura
Cómo Miguel García Cinto, me ha parecido muy interesante la nota de Bruno, y sé que siempre puedo aprender algo más! No viene al caso, pero hablando de colores, siempre creí que el mantel que cubre el altar, debe ser siempre blanco, y es obvio imaginar el porqué. Sin embargo, últimamente he visto más de una vez, el Altar vestido con telas estampadas de todos los colores, supongo que de paso, como un guiño hacia las nuevas ideas que nos quieren imponer. Nuestra Iglesia siempre había tratado con sumo respeto todo lo que tiene que ver con los ornamentos relacionados con el culto, por lo menos, es lo que pude vivir desde mi juventud. Aclaro que ya soy una persona mayor, quizás soy algo rígida..., según los modernos estándares, -realmente no me importa que me cuelguen ese cartelito- pero lamento mucho la poca importancia que se le da a estas cosas hoy en día. Por eso y por muchas cosas más, la Iglesia ya parece más un salón para festejos sociales que un lugar Sagrado...
06/06/22 12:56 AM

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