Según la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, Libertad de Expresión es el derecho a emitir cualquier opinión, sin ser persegido y sancionado por ello, por cualquier medio.
Pero, a juzgar por las reacciones de los periodistas y columnistas, parece que esta libertad ha llegado a ser un ideal absoluto, que comprende la facultad de decir cualquier cosa, verdad o mentira, sin atender a las consecuencias o los efectos, y de cualquier forma, quemando banderas o libros, rayando iglesias o casa, u ofendiendo a mayorías o minorías, todo vale. ¿Hasta la blasfemia? ¡pero claro! Es un derecho humano ofender a los dioses de otros, faltaba más.
Desde luego, para esta doctrina de la libertad, no hay mayor crimen contra el individuo y la sociedad que la censura, que es el equivalente a encerrar las ideas en la cárcel del silencio y la opresión, y aurora de la peor de las tiranías.
Todo esto es lo que parecen tener en mente los periodistas y columnistas que han atacado al Consejo Nacional de Televisión (CNTV), luego que este organismo osara sugerir que no eran una estupenda maravilla las parodias a NSJC emitidas por el programa El Club de la Comedia.
Pero ¿es esto verdad? ¿se puede expresar lo que sea, de cualquier modo, incluso afectando o poniendo en peligro a otros, sin que nunca se pueda censurar?
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