InfoCatólica / La Esfera y la Cruz / Categoría: Escépticos

5.09.10

Hipótesis innecesaria

A propósito de las afirmaciones de Hawking acerca de la existencia de Dios, pareció oportuno reflotar un antiguo post, que denota una actitud más mesurada de lo que podría decir un científico (que no estuviera tratando de vender un libro) frente al tema.

Dice el escéptico

Para la ciencia la existencia de Dios es una “hipótesis innecesaria”

Dando a entender con estas palabras que Dios no existe, o al menos que sería imposible saber si Dios existe o no.

Para dar una respuesta adecuada a esta afirmación, es conveniente tener en mente qué significa una “hipótesis innecesaria", y para eso sirve un ejemplo.

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3.09.10

El profeta Hawking

No debe llevarnos a sorpresa que el físico Stephen Hawking hayan escogido justo estos días para emitir por todos los medios de comunicación su opinión de que la ciencia excluye la existencia de Dios. Es indudable que necesita vender muchas copias de su libro, y hacer estas declaraciones no es más que un recurso publicitario.

Ya desde su “Historia del Tiempo", él mismo contaba que se había propuesto popularizar sus trabajos en el arcano campo de la física teórica, y si en aquella ocasión optó por reducir al mínimo las ecuaciones inherentes a la disciplina, esta vez la herramienta escogida es la de la polémica con los creyentes.

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18.08.10

Más milagros

Hablando acerca de los milagros, Kewois comenta:

Pero no sería muchísimo más convincente un milagro generalizado????

Imagina que el Papa diga que va a rezar por la cura del cáncer de TODOS los niños del mundo y que EFECTIVAMENTE se curan TODOS los niños del mundo.

Es lo mismo, sigues especulando acerca de lo que creerías si el milagro fuera un poco “más milagroso", pero la historia nos demuestra una y otra vez que la mente (¿o debería decir “el alma"?) humana no funciona así.

Ahora exiges uno “anunciado", y de esos también tenemos, como el milagro del sol, ocurrido en Fátima, pero claro, en ese caso también hay explicaciones como fenómenos atmosféricos y alucinaciones colectivas. Nada cambia.

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13.08.10

Pidiendo un milagro

Conversando acerca del milagro de la bomba, algunos visitantes dejaron comentarios del siguiente tenor:

Se salvan ocho religiosos jesuitas y mueren 80.000 personas, me supongo que nativos japoneses casi todas, ¿y a eso lo quieren llamar milagro?

o

Puestos a hacer un milagro, sería más lógico y fructífero que hubiera sido al revés, solamente 8 víctimas, o si quieren ninguna, y cientos de miles de supervivientes indemnes, pero no, eso nunca pasa, será una cuestión del reglamento milagrero celestial

Lo que me hace bastante gracia, pues implica que una criatura le esté dictando a su creador el cómo y el cuando de lo que hacer. De ahí que les contesté:

en mis oraciones de hoy pondré en conocimiento de la divinidad vuestros estrictos estándares en lo relativo a la confección de milagros. Hecho eso, sólo nos queda esperar que el creador esté a la altura de vuestra exigencia.

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2.07.10

"Por qué no soy deísta"

John C. Wright, escritor de ciencia ficción y fervoroso ateo (sus palabras), ha publicado en su blog algunas notas acerca de su conversión al cristianismo.

Su testimonio es muy hermoso y poderoso a la vez, les invito a leerlo completo. La traducción es mía, así que cualquier corrección es bien recibida.

Dejo con Uds a John C. Wrigth:

Me hicieron una buena pregunta:

“Supongo que aún no entiendo realmente por qué cambiaste de ser un fervoroso ateo a ser cristiano. No deísta, sino cristiano. Es decir, fuiste de no creer en Dios –y asumo en ninguna clase de elemento sobrenatural– a creer una muy específica historia acerca de Jesús”.

Bueno, no me gusta hablar acerca de esto, pero no sería honorable si eludiera responder. Soy cristiano porque tuve una experiencia religiosa con elementos específicamente cristianos en ella, aunque la unión mística de otras religiones no estuvo ausente. Lo que vi fue tan simple como el amor mismo, e igual de misterioso. No fue una vaga luz o sensación difusa la que encontré, sino personas con las que hablé, un espíritu, un apóstol, la Señora, el Paráclito, el Mesías, y el Padre. El Espíritu Santo entró en mi alma, le sentí hacerlo, y algo cambió dentro de mí: la gracia fue vertida en mí como en una pequeña copa, vino alquímico que convierte el latón en oro.

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