Notas para un diálogo sobre la doctrina católica de la libertad religiosa
Un par de veces en estos últimos meses, nos hemos encontrado con el tema de la libertad religiosa, específicamente con la acusación, curiosamente sostenida por algunos tradicionalistas y anti católicos, de que la Iglesia ha cambiado sustancialmente su posición al respecto.
Dado que es un tema complejo y altamente sensible –sobre todo dadas las recientes conversaciones entre la Iglesia Universal y la Sociedad Sacerdotal de San Pío X–, no me siento plenamente capacitado para ofrecer una reflexión acabada al respecto, pero sí quiero consignar algunas notas que me parecen esenciales para un diálogo constructivo.
Comencemos, entonces, con el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), es decir “de atrás para adelante", para examinar el estado actual de la cuestión.
Al referirse al primer mandamiento, que ordena amar a Dios por sobre todas las cosas, el Catecismo explica:
2108 El derecho a la libertad religiosa no es ni la permisión moral de adherirse al error (cf León XIII, Carta enc. Libertas praestantissimum), ni un supuesto derecho al error (cf Pío XII, discurso 6 diciembre 1953), sino un derecho natural de la persona humana a la libertad civil, es decir, a la inmunidad de coacción exterior, en los justos límites, en materia religiosa por parte del poder político. Este derecho natural debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad de manera que constituya un derecho civil (cf DH 2).
Es interesante observar que este párrafo inicia citando dos documentos “preconciliares” (el primero de 1888 y el segundo de 1953), y concluye con una referencia la Declaración Dignitas Humanae, uno de los documentos más criticados por algunos tradicionalistas, pues en él se habrían introducido innovaciones sustanciales. El Catecismo parece estar pensando en estas objeciones cuando, incluso antes de definir la libertad religiosa, se apresura a decir que ella no puede traducirse en tolerancia para adherirse al error o un supuesto derecho a estar equivocado, y sólo una vez despejado eso, afirma que se trata de un derecho natural, parte de la libertad civil.
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