A propósito de la visita del enviado papal a Chile

Ante los reiterados, ya diríamos permanentes, casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y religiosos en Chile, permítanme reiterar algunas ideas que ya he expresado en este espacio.

Uno, se nos cae la cara de vergüenza. Por cada vez que nuestra esperanza en la Iglesia se acrecienta, con figuras como el Padre Alberto Hurtado o el recuerdo de la mediación de san Juan Pablo II durante el conflicto de Beagle, otras tantas y muchas más nos hemos sentido avergonzados por el comportamiento de nuestros sacerdotes.

Dos, estos comportamiento son gravísimos. Casi tanto como un padre que abusa de sus propios hijos biológicos, y mucho peor que el caso común del padrastro que abusa de los hijos de su conviviente. Más grave incluso para la Iglesia que para el Estado, pues se involucra a Dios y a la Iglesia (que es el cuerpo de Cristo) en un crimen horrible.

Tres, no nos apresuremos a condenar a los “cómplices”. He estado en muchos juicios donde familias y barrios enteros se presentan a declararque el pedófilo es una persona ejemplar, con un cariño sincero por los niños y por sus propios hijos, y que nunca vieron nada extraño. No es que todos ellos sean cómplices, ni que aprueben el crimen horrible. Simplemente se trata de una característica habitual en los abusadores sexuales, que no necesitan ser obvios y evidentes en lo que hacen, sino que suelen seducir a sus víctimas.

Cuatro, el abuso de menores no es un problema “de la Iglesia”. Es un problema de la sociedad que afecta a la Iglesia como parte de ella. Durante mucho tiempo los medios se concentraron en las historias de sacerdotes católicos que abusaban de niños, por su evidente carácter noticioso. Recién ahora, gracias a que algunas mujeres se atrevieron a levantar la voz, se ha comenzado a ver que existe un problema grave en todos los estamentos de la sociedad.

Sin ir más lejos estas tres notas aparecieron el 26 de febrero en un solo periódico:

Director nacional del Servel es denunciado por abuso sexual

Falso sanador condenado por violación de menor

Entrenador bajo sospecha por “exceso de cariño” a sus pupilas

La idea de que el abuso de menores solo ocurre entre los grupos católicos más conservadores lleva a una peligrosa sensación de seguridad, de que no tengo que preocuparme por los niños, porque yo no soy católico. En realidad, el abuso de menores ocurre en todas partes, y si algo demuestran las estadísticas es que la Iglesia es un lugar más seguro que, por ejemplo, otras congregaciones religiosas, o la escuela.

Nada de esto minimiza la gravedad de los hechos cometidos por sacerdotes, pero…

Quinto, la moral sexual católica es parte de la solución, no del problema. Uno no juzga la efectividad de un tratamiento por aquellas personas que no lo respetan. Al contrario, la eficacia se mide en relación a quienes siguen a cabalidad el tratamiento. Lo mismo ocurre con la enseñanza del celibato sacerdotal: forma parte de una visión de entrega y generosidad hacia los demás en el ejercicio de la sexualidad, que se refleja también en la vida matrimonial. El abuso de menores es una traición radical a esa enseñanza.

9 comentarios

  
Daniel Argentina
Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Muy buen artículo!
27/02/18 12:30 AM
  
Forestier
Excelente. El problema es que todo lo que comenta no es "políticamente correcto". "Con la hipocresía hemos topado amigo Sancho".
27/02/18 11:37 AM
  
Javier Gutiérrez Fernández-Cuervo
El punto quinto debería resonar más. Muy bueno.
27/02/18 5:12 PM
  
PABLETE
Notable comentario, colega y compatriota, comparto todo lo expresado. Tal vez podrías abundar en otro artículo en la forma como la Iglesia diocesana o las órdenes religiosas tratan este tema y el efecto que ello produce en la feligresía. Lo comento porque tengo la sensación que sería mejor para todos que en casos comprobados se procediera a sancionar con excomunión y expulsión del sacerdocio al culpable. Existe una sensación que la Iglesia es muy laxa en esto (casos como los de monseñor Cox o el padre Karadima)
28/02/18 4:47 PM
  
Rafael
Me parece que la Iglesia en Chile debería estar bastante escamada por la repentina enfermedad el enviado del Papa, mons. Charles Scicluna, juso en el momento en que iba a escuchar las declaraciones. Y con su sustitución por el desconocido sacerdote catalán Jordi Bertomeu. Teniendo en cuenta dos cosas. Que “Religión Digital” hace un ditirambo exagerado del desconocido Jordi Bertomeu, y es un medio que continuamente ataca a la Iglesia con la excusa de casos de pederastia, organizando campañas falsas como la que sufrió el obispo de Granada. Y porque los eclesiásticos que mandan en Cataluña se dedican a ponerla al servicio de los supremacistas. Algunos en la diócesis de Barcelona han acogido y publicitado a Charamsa. Este es el ambiente en el que se mueve Jordi Bertomeu, ocupando por sorpresa el lugar de Charles Scicluna, cuando éste fácilmente podía realizar su trabajo dos días después. Recuerden los chilenos el mandato del Evangelio:

“sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes”
28/02/18 8:38 PM
  
TERESA
A mí me da gran dolor también, pero desgraciadamente cada día son más frecuentas los casos en que los sacerdotes comparten con el mundo toda clase de depravaciones. Ahí está el caso de la reunión de homosexuales, con droga, hombres jóvenes, a unas calles de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Y esta semana se da a conocer un dossier de sacerdotes homosexuales y hasta un obispo en toda Italia, más de cincuenta, que utilizan las aplicaciones electrónicas para encuentros de homosexuales, contratar sexo y otras depravaciones. Qué vamos a decir ahora? Urge sacar a los homosexuales de la Iglesia.
01/03/18 6:00 PM
  
Pato Acevedo
@ Pablete: Muchas gracias. En general no comento acerca de la situación de la Iglesia chilena en particular, porque no participo en sus "altas esferas", no sé si tal o cual obispo es buena persona y se siente superado por todo el desastre, o si participa o lo justifica.

Efectivamente hay una sensación de injusticia y protección institucional instalada, y me gustaría que se hiciera algo, pero también desconfío de las decisiones tomadas en base a sensaciones. Prefiero tomar decisiones en base a razones y datos. En el caso Karadima, por ejemplo, se espera que la Iglesia tenga a ese sujeto en una cárcel, recluido y sin contacto con nadie, pero la Iglesia no está en ese negocio. Y hasta los presos tienen visitas.
02/03/18 4:42 PM
  
Jorge Orozco morán
El problema si es de la Iglesia, lo es también de la sociedad, pero si lo cometen sacerdotes, el problema si es de la Iglesia.
10/03/18 10:49 PM
  
Pato Acevedo
@ Jorge: Tienes toda la razón. Por eso puse la frase "de la Iglesia" entre comillas. Quería dar a entender que no es un problema que solo afecte a la Iglesia, sino que la afecta como parte de la sociedad. Desde luego que la Iglesia debe tomar las medidas para que este tipo de hechos no se repita.
11/03/18 3:07 PM

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