Políticos

Es fácil criticar a los políticos. Todo el mundo lo hace, y recibe alabanzas por hacerlo. Tan frecuente y extendida es la crítica, que tenemos políticos especializados en decir ¡que no son políticos!

Pero, ¿Qué es un político? Lamentablemente, en el Estado moderno esta figura ha llegado ser miembro de una casta especial, que, independiente de sus estudios, sigue la “carrera política", y que se autogenera, extendiendo ese privilegio a sus cercanos y poniendo a sus familiares y personas de confianza en los puestos del Estado que están a su alcance.

Hasta hace poco, la carrera concluía con la presidencia de la república, luego de lo cual el sujeto, o huía del país con lo que había robado, o se instalaba como referente y anciano consejero de sus sucesores, una especie de padre permanente de la nación. Hoy, en cambio la ruta continúa en las organizaciones internacionales, como la ONU o la OEA, siempre dispuestas a crear nuevos cargos de designación directa para acoger a ex presidentes.

¿Y cómo llegamos a formar esta élite que conforman nuestros gobernantes?

Antes de los políticos profesionales, las personas que se dedicaban a la cosa pública lo hacían sólo en dos casos: porque habían recibido ese trabajo de sus padres, como reyes y demás gobernantes hereditarios (lo que no molestaba a nadie, en su contexto, pues la gran mayoría heredaba el oficio de sus padres), o porque le sobraban el tiempo y el dinero, y tenía un interés que proteger, como los comerciantes.

En esa época se entendía que el gobierno no era cuestión sencilla, y quien no había crecido en medio del ejercicio del poder, o al menos había demostrado capacidad para administrar lo propio con habilidad y tino, no se encontraba calificado para tomar parte en el gobierno de lo ajeno, conclusión que no deja de tener mérito.

Eso cambió cuando se crearon las dietas parlamentarias, es decir, el sueldo que una persona recibe por servir un cargo de elección popular, y se dijo que eso aumentaría la participación del ciudadano común y corriente en las funciones más altas del aparato estatal, y le otorgaría mayor independencia a los oficiales elegidos, al no estar sujetos a los compromisos propios de la actividad privada. Así, alegremente, se creó la figura del político profesional, y su “carrera política", la que cada cierto tiempo ellos mismos se ocupan de mejorar, bajo los repetidos argumentos de “fortalecer la democracia” y “dar acceso al hombre común”.

Luego de tantos años de experimentar con leyes de este tipo, cabe preguntarse ¿Han cumplido lo que prometían? La participación política ¿es más plural e independiente?

Creo que no. Las mismas personas se reparten los cargos que hay (y los aumentan, si hace falta), los mismos apellidos se repiten en distintas personas, y ya se habla de “dinastías", donde el abuelo es senador, el padre diputado, el sobrino concejal, y el hijo diplomático. En Chile, si habla de Frei, Allende, Lagos, Guirardi, Aylwin, Sabag, invariablemente viene la pregunta “¿Padre o hijo/a?".

Por último, si nos dijeran “nombro a mi hijo Ministro de Minería, porque es mi hijo y confío en él” me sentiría mejor, a que cuando un político nos dice “sólo los mejores estarán en este gobierno”, para luego nombrar a su hijo como Ministro… al menos nos ahorraría la fase del “¿pero este tipo cree que soy imbécil?”

En el hecho, lo que hemos contribuido a crear es una nueva élite, en nada diferente de la antigua aristocracia y la corte monárquica, que se dedica a cuidar sus cuotas de poder y el dinero que reciben de las arcas fiscales, y sólo se ocupan de servir la función para la que fueron elegidos en tanto no afecte sus intereses.

Pero esto, criticar a los políticos, es fácil, veamos si podemos ir un poco más allá.

Hemos establecido que la clase política es una élite, y como tal se ocupa en primer lugar de sus propios intereses. Pero, como élite ¿es diferente de otras? Después de todo, yo mismo, con mi título de abogado y mi acceso a internet en un país latinoamericano, soy, en cierta forma, parte de una élite, así que espero me comprendan si extiendo un poco de simpatía hacia la clase política nacional.

En el fondo, mi pregunta es: Si fueras tú (por ejemplo) Ministro de Salud ¿te comportarías de forma diferente a los políticos, que tanto criticamos? Como ministro tienes un sueldo importante, la posibilidad de ayudar a mucha gente (entre ellos tus familiares), y que esa gente te quede debiendo favores, tienes vehículo fiscal y te invitan a todas partes ¿Arriesgarías perder todo eso por algo insignificante como… digamos, rebajar las semanas en que se puede hacer un aborto? Eres católico, sabes que es lo correcto, y que el aborto es un homicidio, pero a nadie a tu alrededor (esa gente que te dice lo buen Ministro que eres, lo importante que es tu presencia en el gobierno) parece importarle. Además, llevas cerca de 20 años en esto de la política, desde que eras director de hospital, luego Secretario Regional Ministerial, tal vez, y candidato luego; en verdad, ha sido un proyecto de toda la vida, para ti y tu familia, ¿lo perderías por meterte en un “tema polémico”? Después de todo, existe la posibilidad cierta de perder el cargo, y lo que tienes ahora simplemente no se compara con una cátedra menor en una universidad provincial y volver a empezar de cero. Piensa también en tu hijo, ese que nunca fue una lumbrera en el colegio, al que apenas lograste meter en una escuela de medicina y en un par de años más postulará a la especialización en pediatría. ¿Cómo podrías ayudarlo si ya no eres Ministro?

El ser humano ha refinado el arte de crear excusas (consecuencia del pecado original, si me lo preguntan) y no puede tolerar por mucho tiempo el hacer mal conscientemente. Entonces se convence con argumentos como “no puedo imponer mi moral privada” o “la teología católica siempre ha resguardado el santuario de la conciencia”, y ahí tenemos la lamentable situación en que nos encontramos actualmente, de élites que justifican crímenes que claman al cielo por justicia, y a pesar de eso siguen llamándose católicos.

La pregunta para cada uno de nosotros, cuando critiquemos a los políticos, será ¿Estás seguro de que tú te comportarías de forma diferente? Yo sé que tengo que llevar el sueldo a mi casa y pagar cada mes el colegio de mi hija, y por eso puedo decir que me costaría mucho responder con un sí categórico.

No se trata de justificar lo que hacen, ni todas las promesas incumplidas para sumar ese 1% en las elecciones, que es la diferencia entre un sueldo de senador y uno de subsecretario. De lo que se trata es de quitar la viga en el ojo propio, antes de la paja en el ajeno, porque sinceramente creo que un pueblo más santo y comprometido con sus convicciones mejorará la calidad de la política. También se trata de liberarnos de viejas tradiciones acerca de las virtudes de la democracia, y entender cómo se comportan las personas en el poder para empezar a solucionar el problema.

Cuando digo “viejas tradiciones", me refiero a esas ideas que nos enseñaron en las clases de educación cívica, como la separación de poderes, o que el poder limitado del gobernante nos asegura un gobierno virtuoso, cuando es evidente que la virtud de los políticos y de los ciudadanos no es producto de un sistema, por muy racional o democrático que sea, sino de una profunda convicción, que en el fondo no puede ser sino religiosa.

¿Soluciones para nuestra situación de sometimiento a la clase política?

No sé, tal vez si cada político tuviera ingresos propios, que no dependan de su apoyo a tal o cual grupo de presión, o de los compromisos y deudas adquiridos para llegar al cargo, entonces nuestros gobiernos serían más racionales y centrados en el bien común.

O tal vez no, tendríamos la misma aristocracia que piensa primero en sí mismos, luego en sus familiares y clientela política, y en tercer lugar en los principios y en los demás. Pero si así fuera, al menos el pueblo recobraría el derecho a rebelión, cuando la opresión se convirtiera en intolerable, y nuestra neo aristocracia estaría desnuda, pues no podría decir “A mí me eligió el pueblo, sólo ante ellos respondo”, sabiendo que fue escogido entre sus amigos, y llevado a una elección por mera formalidad.

1 comentario

  
Ana
Los políticos están para servirnos, se los elige para eso,si ven que se les escapa el gobierno de las manos deberían dejar el poder al siguiente de la lista o a alguien de su partido más capacitado. en caso extremo convocar elecciones. Si roban se les debería tratar igual que a cualquiera que lo hace, si hacen malversación del dinero de los contribuyentes también nabría que pedirles responsabilidades y si dejan el país arruinado no debería dárseles la pensión vitalicia. y por supuesto pedir responsabilidades por no haberse marchado antes
10/10/10 6:32 PM

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