25.10.08

La pastoral juvenil en la familia

A petición de algunos lectores y comentaristas de los artículos colgados en este Olivo, deseo desarrollar el asunto de la presente pastoral juvenil. Siempre he tenido claro que el mejor núcleo para que nuestros jóvenes crezcan derechos y nunca torcidos es la familia. Esto es innegable.

La historia de la Iglesia, una vez más, nos muestra a la familia como la primera Iglesia. Un ejemplo: Santa Mónica, madre de San Agustín, con su ejemplo, sus palabras, sus oraciones y hasta sus lágrimas, logró la conversión de un hombre que andaba por malos caminos buscando la verdad.

Tengo delante la carta de don Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, que ha abierto su Seminario diocesano con cerca de veinte alumnos. La epístola es breve, pero valiente y orientadora. En uno de sus párrafos leo: “Entre los miles de jóvenes que pueblan nuestra diócesis, Dios está llamando a algunos para ser sacerdotes. Apoyemos su vocación. En primer lugar, para que la escuchen claramente. Y además, para que puedan responderla generosamente. Vale la pena entregar la vida a un ideal tan bonito, tan generoso, que tanto bien hace a los demás. Vale la pena cosagrar la vida a Dios. El nunca defrauda. Por eso, es necesario crear un clima de acogida de este magnífico don en las familias, en los colegios, en las parroquias, en los grupos apostólicos.”

Aquí está la clave de la pastoral juvenil: en la familia. Cuando ésta es un hogar de paz, de diálogo, de esfuerzo, de virtudes cristianas, entonces es un terreno abonado para que Dios llame a la vida sacerdotal y religiosa.

Esto supone que los primeros educadores de los niños y jóvenes sean los padres. A diario trato con más setecientos alumnos en un instituto de secundaria. Cuando llegan a primero se nota de la familia de la que proceden, y, a pesar de los males de la actual educación, pasan los cursos y los jóvenes crecen sanos y derechos. Por el contrario, cuando aparecen hechos unos cafres, con malos modos, palabras obscenas, actitudes egoistas….uno se da cuenta de la familia de origen.

Por lo tanto, termino invitando a la oración en la familia, algo que hace el obispo de Tarazona. El lo dice así:“Si para el mundo es algo chocante que uno se meta a cura, para los cristianos debe ser algo anhelado, pedido a Dios con insistencia, apoyado: Señor, llama a alguno de mi familia para esta preciosa vocación. Señor, bendícenos con el don de alguna vocación sacerdotal entre los nuestros”.

Esta diócesis no tenia Seminario abierto. Hoy son casi veinte futuros curas. Otros obispos no llenan sus Seminarios, ¿por qué será?. Seguro que falla la oración y la pastoral juvenil en las familias.

Tomás de la Torre Lendínez

24.10.08

La información religiosa en la España de hoy

La Iglesia siempre ha comunicado el evangelio del Señor. Desde los origenes más remotos la Iglesia fundada por Cristo ha evangelizado el mundo entero. Y lo continúa haciendo, y por esto es misionera y universal.

La Iglesia, en dos milenios, ha sido la primera que ha escrito su propia historia y personas eclesiales han sido verdaderos historiadores de ella misma y del mundo y la sociedad donde la Iglesia está encarnada desde el dia de Pentecostés.

La información religiosa puramente entendida nace en los años anteriores al Concilio Ecuménico Vaticano II. Se publican los semanarios de contenido eclesial. Entre los documentos conciliares encontramos Inter Mirifica, el primer documento doctrinal sobre los medios de comunicación social. Despues vendrán otros varios más.

Los grandes informadores religiosos nacerán dentro del mismo Concilio. Citamos a dos como José Luis Martin Descalzo y José María Javierre. Sus crónicas conciliares han pasado a la historia del periodismo religioso con letras mayúsculas.

A nivel diocesano, cada obispo ha organizado su oficina de prensa, su portavoz, y su delegado de medios de comunicación social, como ha sabido, ha querido o le han sugerido los consejeros aúlicos de turno.

En la mayoría de los casos se ha detectado un miedo de la Iglesia a informar sobre su vida, que es riquisima en noticias, hechos, proyectos, y en meteduras de pata. Siempre ha ido detrás de la noticia y de las situaciones escabrosas. Las oficinas de prensa han sido entes muertos para engordar la curia diocesana. Por eso los clamorosos fracasos informativos han dado la vuelta al mundo en algunos casos.

La larga vida de Juan Pablo II al servicio de la Iglesia y su habil preparación para el uso de los medios de comunicación social ha despertado numerosas vocaciones por la información religiosa, de modo especial en España.

Muchos de ellos son gente sensata y equilibrada, que están haciendolo muy bien en el medio donde estén. Pero en otros no ha sido así. La insensatez ha tomado carta de naturaleza.

En la red se ha metido un inmenso número de informadores convertidos en malos opinadores que han conseguido una buena acción eclesial en algo deplorable. Se ha mezclado mala información con perversa opinión. Se ha mezclado ideología con información religiosa. Se ha reunido alguna patología mental con la información religiosa. Y hoy estamos ofreciendo un potage al lector donde no se sabe donde estamos ni lo que pretendemos.

De esto todos somos responsables. Me incluyo el primero.

Tomás de la Torre Lendínez

23.10.08

El ecumenismo, avances y dificultades

Como vengo haciendo dejo aquí mis ideas sobre el chat de esta noche. El ecumenismo es un movimiento relativamente reciente en la historia del pensamiento y en la acción de la Iglesia. Al comenzar el siglo XIX nace la necesidad de unir las fuerzas de las diversas confesiones religiosas cristianas para encontrar lo que les une y tratar de limar las asperezas, que les separa.

La lista de las grandes personalidades que en cada grupo religioso ha puesto su granito de arena oara avanzar en el diálogo ecuménico es larga. Solamente señalar cómo algunos cardenales, bastantes Papas de los últimos doscientos años y unos grupos de teólogos han ido poniendo la cimentación para que los encuentros entre las diversas confesiones religiosas se puedan llevar a cabo.

La apertura del concilio ecuménico Vaticano II abrió unas puertas a la esperanza ecuménica, que algunos creyeron que la unidad de las comunidades cristianas separadas era cuestión de años. El cambio de concepto fue enorme: hermanos separados. Esta nueva forma de llamarse unos a otros produjo aquella primavera de esperanza.

Los pastores y los teólogos pusieron sus barcos en la misma dirección remando hacia un horizonte de futura unidad. Las reuniones se multiplicaron. Las fotografías de las visitas mutuas dieron la vuelta al mundo. Los medios de comunicación fueron altavoces de una deseo, de un sentimiento, de una preocupación y de una marcha casi imparable.

Los Papas de aquellos dias hicieron gestos indicativos de lo que parecía llegar: la unidad del rebaño de Cristo, bajo el cayado del único pastor.

Pero, en cuestión de unos años, aquella primavera se tornó otoño, las hojas de los árboles frondosos se cayeron. El ecumenismo pasó a llamarse diálogo interreligioso en muchas personas, pastores y teólogos; y otros comenzaron a poner palos en las ruedas del carro del ecumenismo. La propia Iglesia Católica tenía que resolver sus propias situaciones internas, como la sangría de las secularizaciones sacerdotales, las tiranteces entre progresistas y conservadores…..y un frio empezó a extenderse en los foros de los diálogos ecuménicos.

Cuando llegó el concepto de diálogo interreligioso fue aceptado por la Iglesia, que en su organización cuenta con un dicasterio dedicado a esto. Los Papas han seguido visitando lugares de culto cristiano y de otras religiones monoteistas, judios e islámicos. Un gesto interreligioso fue la reunión en la ciudad de Asís de todas las religiones para orar por la paz en el mundo, organizada y presidida por Juan Pablo II.

Hoy el ecumenismo está en via lenta. Existe cierta dejadez y alguna situación digna de pasar al olvido. Ahora se impone más la oración que el diálogo. Cuando en mi punto de vista ambas cosas son posibles a la vez.

Tomás de la Torre Lendínez

22.10.08

Los premios !Bravo¡

Por diferentes motivos he conocido de cerca la cocina de los premios !Bravo¡ a la comunicación, que anualmente concede la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social. Siempre me ha parecido bien que la Iglesia ensalce la misión de personas u organismos, que hayan colaborado en la difusion de los valores cristianos a través de los diversos medios de comunicación.

Algunas veces no me ha gustado equis de los nominados de los galardones, por motivos de excesivo personalismo, o de haber conocido la influencia de fuerzas oscuras detrás de los elegidos.

Creo que faltan varias condiciones claves para que estos premios de la Iglesia tengan más publicidad y fomenten los valores cristianos en los medios de comunicación social.

La primera, sería darles un inicio de convocatoria, como todos los premios en general. Es decir, la Comisión Episcopal debería poner una fecha de inicio y otra de cierre, para que los posibles candidatos tuvieran la oportunidad de presentarse a la concesión de los premios. Así se podría convertir en premios más públicos y mejor publicados, evitando las maniobras oscuras posibles.

La segunda, debe pasar por encontrar los valores cristianos en una trayectoria, y no caer en el ocasionalismo aislado, que puede producir una pelicula, un anuncio publicitario, o algo similar. Los premios !Bravo¡ deben observar la trayectoria vital de un director de cine, del conductor de un programa de radio o de televisión, y encontrar en una larga actuación en el tiempo y en el espacio el compromiso de la persona con su obra y los valores cristianos.

La tercera, supodría tener un jurado más plural de lo habitual. O son siempre los mismos, o son de una única tendencia eclesial, o los componentes son tan amigos que los reparten entre sus amigos. Este modo no es el correcto, dentro de una Iglesia, Pueblo de Dios, plural, variado y vivo, donde las iniciativas son numerosas.

Estamos de acuerdo que los premios a la comunicación se concedan, pero deben adaptarse a la Iglesia de hoy en España, donde en los medios informativos existen tantas experiencias como personas, tantas posibilidades como la libertad de los hijos de Dios puedan imaginar. Por esto, se necesita un periodo público de apertura y cierre de candidatos.

En caso contrario, los premios irán disminuyendo sus fuerzas y su interés para la gran masa de los cristianos, que desconocen su existencia.

Tomás de la Torre Lendínez

21.10.08

La transmisión de la fe en la familia

Una noche más dejo mi opinión sobre el tema del chat, donde estará Bruno Moreno. La familia es el núcleo básico de la sociedad. Desde la Sagrada Familia de Nazaret, todas las familias han deseado parecerse a José, María y Jesús.

En la Iglesia primitiva el concepto de familia se adapta a las circunstancias cambiantes de la cultura griega y romana. La conversión de los pueblos bárbaros tendrá siempre como modelo a la familia de Nazaret. En la Edad Media, la familia llega a conseguir una constitución más canónica y legal, que recoge el antiguo derecho romano y lo introduce en el nuevo derecho canónico eclesial. Con la llegada del concilio tridentino la legislación sobre el matrimonio y la familia es normalizada sobre unos cánones esenciales: la unidad, la unicidad, la fidelidad, y la procreación de hijos.

La transmisión de la fe en este concepto de familia cristiana y canónica es fundamental. En el núcleo familiar se forjarán los grandes valores evangélicos y se transmitirá la fe con el primer catecismo nacido del Concilio de Trento. La familia irá a la impartición de doctrina en los domingos por la tarde. La obligación de impartir esa catequesis correspondía al párroco según el concilio tridentino.

Con la Revolución francesa el concepto de familia cristiana transmisora de la fe cristiana comienza a partirse en trozos. El divorcio, la lenta implantación del aborto en las legislaciones, la progresiva introducción de unos discutidos conceptos de familia y matrimonio, nos llevarán hasta nuestros días, en los que la familia nuclear tiene su asiento casi absoluto.

El nivel de la natalidad baja. Las adopciones aumentan. El matrimonio perderá su concepción tradicional: padre, madre e hijos. El núcleo de transmisión de la fe queda muy reducido. Los padres cristianos que hoy transmiten la fe cristiana son relativamente pocos. Lo hacen con “vistas a la recepción del sacramento de la Primera Comunión", que se convierte en una fiesta de regalos y nada más.

Con todo existen unas experiencias, en parroquias y comunidades cristianas, en las que la familia es la primera catequista de sus propios hijos, produciendose compromisos muy serios de familias capaces de marcharse a tierras de misión.

Claramente la familia cristiana sigue siendo el mejor lugar donde se pueda transmitir la fe cristiana. Los padres son insustituibles en esta obligación. Y así debe seguir.

Tomás de la Torre Lendínez