La Iglesia en Cuba

Hemos desayunado esta mañana en una cafetería del centro. Me he encontrado con un matrimonio, Alberto y Ana, él es cubano, ella española. Residen en La Habana como misioneros catolicos laicos. Están comprometidos con su parroquia desde hace tiempo. Con motivo del medio siglo de la dictadura cubana de Castro, hemos emprendido la entrevista, previamente concertada.

Ahora están por aquí con motivo de las Navidades para pasar estas fechas con la familia de Ana, quien me indica que se encuentra muy a gusto en tierras cubanas, pero que añora la libertad de por aquí y las comodidades de acá. Allí viven en una chabolita, en las afueras, donde comparten con varios vecinos los servicios higiénicos, para disponer de agua tienen que salir hasta una fuentecita colocada en la puerta del edificio.

La misión que realizan Alberto y Ana es muy sencilla. Alberto es médico de primeros auxilios gratuitos para toda la población que tiene asignada en un dispensario muy reducido, donde cada jornada laboral de diez horas atiende a una media de doscientos enfermos, adultos y niños. El principal problema que cuenta Alberto es la inexistencia de medicinas en las pocas farmacias abiertas. Todavía se usa mucho la medicina natural, mezclada con la brujeria y la santería, pero Alberto, vigilado por dos miembros del comité revolucionario, debe atender y así lo hace la cola de enfermos de cada día. No puede entablar ninguna conversación con diferente contenido al de la dolencia del paciente. La vigilancia de la revolución está allí a su lado.

Ana es educadora en una escuela pública, la única forma existente de la escuela en Cuba desde hace medio siglo. En una misma clasecita alberga a niños de cinco hasta diez años, que suman unos cuarenta o cincuenta. La asistencia es obligatoria, pero la mortandad infantil es grande. Y el absentismo escolar también. De estos niños y niñas, Ana conoce quien se mete en la protitución infantil. Y cuales son los motivos que obligan a los padres a prostituir a sus propios hijos. El turismo sexual en la isla es un escándalo mundial, que los agentes de la revolución consienten, porque les ingresan divisas de los dólares que los turistas dejan en aquella tierra.

Son los fines de semana cuando Alberto y Ana, que no tienen hijos, se van hasta la parroquia y dan catequesis a niños, imparten clases de higiene, cocina y costura. Participan en la Eucaristía que un sacerdote irlandés, miembro de una congregación religiosa, celebra en la salita, donde mismo se han tenido las labores de educación personal y familiar.

Afirman que la Iglesia cubana no está comprometida con ninguna forma de derrumbar la dictadura cubana. Recuerdan que el viaje del Papa Juan Pablo II les inyectó una alegría y una fuerza fuera de lo habitual, pero que el régimen supo acallar con el paso de los meses y de los años. La jerarquía eclesial está en silencio. Labora de forma callada, pero no se nota en la defensa de los derechos humanos y cristianos. Parece una Iglesia “acostumbrada” a una situación que se prolonga ya medio siglo.

Nuestra conversación se podría prolongar más en el tiempo pero otras obligaciones nos llaman a terminar. Una conclusión extraigo y coloco aquí: La Iglesia cubana puede y deber hacer más por levantar esa dictadura, que estos dias desean que se prolongue cincuenta años más. Esto es imposible.

Tomás de la Torre Lendínez

8 comentarios

  
Teodosio
¿ Es que Dios se ha olvidado de Cuba y del viaje santo de Juan Pablo II ?
¿ Es que Dios olvida a su pueblo?
¿ hasta cuando tanta miseria ?


No me lo puedo creer.
Dios siempre es fiel a sus promesas.
Recemos con FE por la libertad de Cuba y de los cubanos.
Viva Cuba libre ¡¡¡¡
03/01/09 2:35 PM
  
Tomás de la Torre Lendínez
Alberto y Ana tienen sus fuerzas apoyadas
en la acción del Espiritu Santo.
Confian que algún día se caiga todo
al suelo, no se derrame sangre, y
haya paz para todos los habitantes de la isla.
03/01/09 3:53 PM
defender la democracia en todo el mundo y los derechos humanos , es el deber primordial de los cristianos en occidente
un saludo y dtb
03/01/09 6:50 PM
  
Tomás de la Torre Lendínez
Paisano, la defensa de la democracia es
un deber del cristiano que desee vivir
la doctrina social de la Iglesia.
03/01/09 8:33 PM
es verdad jesus creia en un hombbre libre
jesus estoy seguro no apoyaria ninguna sociead que no fuese democratica
03/01/09 11:15 PM
  
Camino
P. Tomás, muchas gracias por el testimonio de ese matrimonio misionero en Cuba. Que Dios bendiga sus vidas y su apostolado en Cuba, precisamente por los trabajos que pueden hacer y el silencio y palabra que pueden dar. Probablemente lo que ellos ven en la jerarquía de la Iglesia de Cuba sea verdad, pero de quien no podemos desconfiar es de Dios que guía a su Iglesia.

No coincido del todo con la identificación de la democracia -en abstracto- como sistema político bueno; no estoy segura de que cultural y socialmente España no esté tan corrompida como Cuba, seamos honestos con nosotros mismos. El deber primordial de los cristianos es vivir y proclamar que Dios es Rey y Señor del Cielo y la tierra, que no hay derechos humanos que no tengan en Él principio, fundamento y fin; que la democracia se convierte en dictadura, con o sin derramamiento de sangre, cuando se rechaza a Dios.

Juan Pablo II a obispos polacos, 1998
"Una verdadera renovación del hombre y de la sociedad se realiza siempre mediante la renovación de las conciencias. Cambiar sólo las estructuras sociales, económicas y políticas, aunque sea importante, puede resultar ineficaz si el cambio no está respaldado por hombres de conciencia. En efecto, son ellos quienes permiten que la vida social se forme, en definitiva, según las reglas de la ley que el hombre no se da a sí mismo, sino que descubre «en lo profundo de su conciencia y a cuya voz debe obedecer» (cf. Gaudium et spes, 16). Esta voz es la ley interior de la libertad, que orienta al hombre hacia el bien y lo invita a no hacer el mal. Aceptar la violación de dicha ley, mediante un acto de derecho positivo, en el balance definitivo se vuelve siempre contra la libertad de alguien y contra su dignidad. El culto idolátrico de la libertad (cf. Veritatis splendor, 54), que a menudo se propone al hombre de hoy, en el fondo representa para ella un gran peligro. En efecto, llevando al caos y a la desviación de la conciencia, priva al hombre de una eficacísima autodefensa contra las diferentes formas de esclavitud"

Juan Pablo II en Cuba, 1998
«Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor» (Sal 32, 12). Hemos cantado con el salmista que la dicha acompaña al pueblo que tiene a Dios como su Señor. «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1, 45). En estas palabras está el secreto de la verdadera felicidad de las personas y de los pueblos: creer y proclamar que el Señor ha hecho maravillas para nosotros y que su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Como la Virgen María, la Iglesia es Madre y Maestra en el seguimiento de Cristo, luz para los pueblos, y dispensadora de la misericordia divina. Como comunidad de todos los bautizados, es asimismo recinto de perdón, de paz y reconciliación, que abre sus brazos a todos los hombres para anunciarles al Dios verdadero. Con el servicio a la fe de los hombres y mujeres de este amado pueblo, la Iglesia los ayuda a progresar por el camino del bien. La historia enseña que sin fe desaparece la virtud, los valores morales se oscurecen, no resplandece la verdad, la vida pierde su sentido trascendente y aun el servicio a la nación puede dejar de ser alentado por las motivaciones más profundas. La Iglesia llama a todos a encarnar la fe en la propia vida, como el mejor camino para el desarrollo integral del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, y para alcanzar la verdadera libertad, que incluye el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social. A este respecto, los laicos católicos, salvaguardando su propia identidad para poder ser «sal y fermento» en medio de la sociedad de la que forman parte, tienen el deber y el derecho de participar en el debate público en igualdad de oportunidades y en actitud de diálogo y reconciliación. Asimismo, el bien de una nación debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos a través de medios pacíficos y graduales. De este modo cada persona, gozando de libertad de expresión, capacidad de iniciativa y de propuesta en el seno de la sociedad civil y de la adecuada libertad de asociación, podrá colaborar eficazmente en la búsqueda del bien común. La Iglesia, inmersa en la sociedad, no busca ninguna forma de poder político para desarrollar su misión, sino que quiere ser germen fecundo de bien común al hacerse presente en las estructuras sociales. Mira en primer lugar a la persona humana y a la comunidad en la que vive, sabiendo que su primer camino es el hombre concreto en medio de sus necesidades y aspiraciones. Todo lo que la Iglesia reclama para sí lo pone al servicio del hombre y de la sociedad. En efecto, Cristo le encargó llevar su mensaje a todos los pueblos, para lo cual necesita un espacio de libertad y los medios suficientes. Defendiendo su propia libertad, la Iglesia defiende la de cada persona, la de las familias, la de las diversas organizaciones sociales, realidades vivas, que tienen derecho a un ámbito propio de autonomía y soberanía (cf. Centesimus annus, 45).
En este sentido, «el cristiano y las comunidades cristianas viven profundamente insertados en la vida de sus pueblos respectivos y son signo del Evangelio incluso por la fidelidad a su patria, a su pueblo, a la cultura nacional, pero siempre con la libertad que Cristo ha traído... La Iglesia está llamada a dar su testimonio de Cristo, asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder político o económico; no buscando la gloria o los bienes materiales; usando sus bienes para el servicio de los más pobres e imitando la sencillez de la vida de Cristo» (Redemptoris missio, 43). Esta es una continua y permanente enseñanza del Magisterio Social, de la así llamada Doctrina Social de la Iglesia".
04/01/09 10:08 AM
bueno el sistema democratico señor camino es el menos malo, segun dicen los eruditos
lo de mas si miramos es un abismo creo yo
este sistema democratico nos permite cambiar las conciencias
hagamoslo ya bien ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ un saludoi y dtb
04/01/09 3:15 PM
  
Lucas
Pues yo creía que no había iglesia en Cuba, que la habían prohibido y que jamás dejarían a una maestra católica trabajar en sus escuelas
04/01/09 7:34 PM

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