Herejes, heterodoxos y profetas

Dentro de la historia de la Iglesia siempre han existido las herejias. No se trata ahora de hacer su historia. Ya está publicada hace muchos años. Sí se trata de no confundir tres palabras claves: hereje, heterodoxo y profeta.

Jesús en la parábola del trigo y la cizaña nos enseñanza que siempre tenemos que vivir y convivir con el mal, quien a horas nocturnas y con alevosía planta la cizaña en el campo de trigo. El dueño del terreno les encomienda a sus obreros que no quiten la cizaña hasta que llegue el tiempo de la siega, vayan a confundirse y llevarse una buena planta mezclada con la perversa. La consecuencia de la paráblola es de libro: tendremos, dentro de la Iglesia, la herejia y la heterodoxia siempre a nuestro lado, hasta el final de los tiempos cuando el Señor venga a juzgar a vivos y muertos, y todos tengamos que comparecer ante el Juicio del Señor.

Si la herejía y la heterodoxia siempre han existido en la vida de la Iglesia, no es extraño que hoy convivamos con ellas y sus mentores. La diferencia, que no es pequeña, es que los viejos herejes tenían relativa poca audiencia, cuando no existían los medios de comunicación de masas que hoy disponemos. Mucho más en la etapa de la globalización digital de la red donde lo que ahora estoy escribiendo se puede leer en cualquier parte del planeta.

Además, estos medios crean unos mitos y numerosos seguidores de la persona y del pensamiento que ha escrito equis cuestiones contra o rozando la doctrina oficial del Magisterio de la Iglesia. Estos fans también crean, a su vez, a otros más. Le ha pasado a todos los herejes: es el caso de tirar una piedra en un tranquilo estanque de agua, los circulos de las olas elevan el diámetro poco a poco.

Llama, poderosamente, la atención que hoy a los herejes se les llame profetas. ¿Profetas de qué?, ¿para qué?, ¿enviados por quien?. Despues de Jesús, nigún profeta tiene lugar en la tierra. La eterna Palabra de Dios, Jesús, el Verbo, es la única revelación de Dios al hombre.

Por lo tanto, llamar profeta a un hereje está fuera de lugar, menos en el lenguaje de esa gente que no es capaz de reconocer que son la cizaña de la parábola.

Tenemos que continuar, como Pueblo de Dios, caminando hasta el día final de la siega. Entonces, se acabarán los partidismos, las inquisiciones, las hogueras y todas las fanfarrias que siempre acompañan a los herejes, que siempre son menos y menos poderosos que la propia Iglesia del Señor fundada sobre Pedro y el resto de los Apóstoles, y menos que el gran número de los fieles hijos de Dios y de la Iglesia, que son el verdadero trigo de la parábola del Maestro Jesús de Nazaret.

Tomás de la Torre Lendínez

5 comentarios

  
jose de maria
Tomas muchas verdades en un articulo pequeño, pero no por eso totalmente cierto. Hay un dicho aqui en mi Mexico lindo y querido, el que no conoce a Dios en cualquier monte pequeño se hinca.
29/07/09 5:07 PM
  
Luis Fernando
Bueno, hay otra diferencia entre antes y ahora. Antes los herejes acababan fuera de la Iglesia. Se iban solos o se les excomulgaba. Ahora se quedan dentro para hacer el daño desde su interior.
29/07/09 5:35 PM
  
Tomás de la Torre Lendínez
El hereje es un marcado. Sobre todo si le niegan la enseñanza como misión canónica. Su estancia dentro de la Iglesia es, con el paso de los años, triste y amargada. Por muchos fans que les coreen. En vida pagan sus soberbias con el silencio de los demás. Al final....Dios nos dará a cada uno lo nuestro, porque no se queda con nada de nadie.
29/07/09 6:42 PM
  
Anonimo
Yo, Galileo, hijo de Vicenzo Galileo de Florencia, a la edad de 70 años, interrogado personalmente en juicio y postrado ante vosotros, Eminentísimos y Reverendísimos Cardenales, en toda la República Cristiana contra la herética perversidad inquisidores generales; teniendo ante mi vista los sacrosantos Evangelios, que toco con mi mano, juro que siempre he creído, creo aún y, con la ayuda de Dios seguiré creyendo todo lo que mantiene, predica y enseña la Santa, Católica y Apostólica Iglesia. Pero como, después de haber sido jurídicamente intimado para que abandonase la falsa opinión de que el Sol es el centro del mundo y que no se mueve y que la Tierra no es el centro del mundo y se mueve, y que no podía mantener, defender o enseñar de ninguna forma, ni de viva voz ni por escrito, la mencionada falsa doctrina (…) Quiero levantar de la mente de las Eminencias y de todos los fieles Cristianos esta vehemente sospecha, que justamente se ha concebido de mí, con el corazón sincero y fe no fingida, abjuro, maldigo y detesto los mencionados errores y herejías y, en general, de todos y cada uno de los otros errores, herejías y sectas contrarias a la Santa Iglesia. Y juro que en el futuro nunca diré ni afirmaré, de viva voz o por escrito, cosas tales que por ellas se pueda sospechar de mí; y que si conozco a algún hereje o sospechoso, de herejía lo denunciaré a este Santo Oficio o al Inquisidor u Ordinario del lugar en el que me encuentre. Juro y prometo cumplir y observar totalmente las penitencias que me han sido o me serán, por este Santo Oficio, impuestas; y si incumplo alguna de mis promesas y juramentos, que Dios no lo quiera, me someto a todas las penas y castigos que imponen y promulgan los sacros cánones y otras constituciones contra tales delincuentes. Así, que Dios me ayude y sus santos Evangelios que toco con mis propias manos. Yo, Galileo Galilei he abjurado, jurado y prometido y me he obligado; y certifico que es verdad que, con mi propia mano he escrito la presente cédula de mi abjuración y la he recitado palabra por palabra.
30/07/09 3:01 PM
  
Ramón Salgado Valle

Veo que aceptas con realismo y valentía el hecho que: “La herejía y la heterodoxia siempre han existido en la vida de la Iglesia” … “La diferencia, que no es pequeña, es que los viejos herejes tenían relativa poca audiencia” , ¿por qué te quedas corto? Está bien que digas, “La diferencia no es pequeña” pero no solo en cuando a la difusión de los contenidos calificados como heréticos, pero si es verdad que no es “pequeña” como tú lo confiesas. ¿Por qué no reconoces que no es “pequeña” si nos referimos a la suerte que corrían los condenados por ser declarados herejes? ¿Recuerdas los nombres de los “herejes” encarcelados, torturados, y confiscados que quemó vivos la mal llamada “santa inquisición”?

Faltas a la verdad y a la caridad – ver Encíclica del Papa actual – si te niegas a reconocer, aceptar y confesar públicamente, esa GRAN diferencia histórica.

Ramón Salgado Valle
[email protected]

31/07/09 1:33 PM

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