Benedicto y Georg

A la sombra de este olivo, estoy leyendo las excelentes palabras que el Papa Benedicto XVI ha pronunciado en el acto de conceder la ciudadania honorifica de Castelgandolfo a su hermano mayor. Es un canto a la fraternidad de sangre y de familia nacido del corazón lleno de amor de Dios.

Mientras medito las palabras papales, pienso en cuantos hermanos de padre y madre se aíslan, se separan, no se hablan, están peleados, e incluso se odian a muerte.

Estos asuntos han existido desde Caín y Abel, pero en los últimos tiempos tan contrarios a la familia formada por un padre, una madre y unos hijos y, por lo tanto hermanos entre sí, las rencillas y peleas fraternales han aumentado en número y en malas artes.

Cuando van acabando las vacaciones los sociólogos aseguran y los psicólogos confirman aumenta el numero de ruptura en las parejas. Los hijos son los primeros en sufrir las consecuencias.

La figura de Benedicto XVI alabando a sus hermano, llamandolo un compañero y un guia, en los momentos importantes de la vida, sobrecoge a cualquiera que tenga un corazón sencillo y humilde. Y nos interroga cómo son las relaciones que tenemos con nuestros hermanos.

Y esto lo afirma alguien, como yo, que la naturaleza impidió en su momento, que mis padres pudieran darme algún hermano.

Por lo tanto, deseo en esta tarde dominical gritar fuerte y alabar a los muchos hermanos que se llevan bien, que saben compartir lo bueno y lo malo, que aman a los suyos con todas sus fuerzas y que se entregan sin reservas mutuamente. Son muchos más que los que sean imitadores de los hijos de Adán y Eva.

El amor fraternal es un don de Dios. Dichosos todos los que lo puedan vivir en plenitud como Benedicto XVI y su hermano Georg.

Tomás de la Torre Lendínez


3 comentarios

  
Eleuterio
Bien sabemos que las razones que separan, muchas veces, a los hermanos están relacionadas con lo material, con el dinero y con los bienes que se pudren y que corroe la polilla.

Por eso, el ser humano deja a un lado el amor que le debe a la sangre (o a no sangre por ser por vía adoptiva los lazos que unen a los hermanos) porque no comprende que lo que caduca no vale la pena y que, en realidad, lo que perdura, hasta la eternidad, que es el amor, vale la pena cultivarlo y conservarlo.

De aquí que podemos decir que la relación habida entre Benedicto XVI y su hermano Georg es un buene ejemplo a seguir aunque, también creo y sé, que no será, seguramente, muy seguida.

Sí nos sirve, sin embargo, de aliento y de esperanza en el ser humano, fraterno e hijo de Dios.

24/08/08 8:42 PM
es verdad el becero de oro lo puede todo , habria que intentar conseguir un asociedad nueva , con otros valores ,en epoca de tribulaciones , el dinero es nuestro dios , graso error
24/08/08 10:51 PM
  
Ana
Al guia le ha salido un discípulo muy aventajado.
A estos hermanos que lo habían dejado todo por el evangelio les sobraría todo por los que se pelean los demás
25/08/08 12:02 AM

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