El Chesterton que un servidor leyó

Nunca dejará Inglaterra de considerarse el centro del aquel imperio que fue y ya no es. Lo mismo que España nunca debe creerse de nuevo que el sol no se ponía en sus dominios. Los aires de patriotismo de hoja de lata que se respiran sobre el Peñón de Gibraltar, tanto en lengua española como británica, ¿cómo los calificaría Chesterton?.

El gran escritor católico converso del anglicanismo ha saltado a los noticiarios religiosos al afirmarse que su causa de beatificación comenzará pronto.

Es extraño que otros escritores menores, conocidos solamente en su pueblo, han llegado a la gloria de Bernini, y un católico tan prolífico como Chesterton no haya tenido aún su oportunidad. Ahora parece que va en serio. El mismo Papa Francisco es un lector y conocedor del gran escritor inglés.

Modestamente, un servidor le debe a Chesterton mucho. Veamos cómo.

En mi etapa estudiantil, durante las vacaciones estivales, me tragué todas las obras publicadas entonces del buen converso autor inglés. Estaban y permanecen en los fondos de la Biblioteca Pública de la ciudad donde habito. Mi padre trabajaba en ella.

Los suministros de libros eran, tan comunes como el plato de comida casera diaria. Chesterton nunca faltó a su cita veraniega conmigo en la soledad de la lectura privada.

¿Qué debo a tan excelente escritor inglés?

Dos vertientes de mi personalidad:

1.- La ironía, la retranca, la doble intención, la sencillez en la expresión escrita y la brevedad para contar y comunicar.

2.- Siempre admiré en Chesterton su fijeza de ideas, su defensa de principios esenciales religiosos, educativos, sociales, como la familia, la vida, el amor fraterno, la Iglesia y los sacerdotes católicos……el padre J. Brown.

Con el paso de las aventuras de ese cura de ficción literaria a producir un serial televisivo, me hice un adicto de estas sesiones de la pequeña pantalla.

Admiré siempre el candor de este cura vestido como lo concibió su autor: igual que los sacerdotes anteriores a la deshabitación producida en los últimos cincuenta años de la vida de la Iglesia Católica.

Con estos pobres trazos cuento, en resumen, lo que aprendí de Chesterton, una gran persona que ahora la Iglesia desea contar en su catálogo de santos.

Son muchos los timbres de gloria de los que puede enorgullecerse la Gran Bretaña, como este inmenso escritor, y alegrarse de que pueda subir a los altares.

Con demostraciones de fuerzas navieras bélicas sobre el Peñón, se ríen los pueblos andaluces donde lucen rótulos en calles donde dice: Gibraltar Español.

Se ha cumplido hace unos días trecientos años del tratado de Utrecht. Es mejor que no sigan los llanitos echando toneladas de hormigón en el mar porque taponarán el Estrecho, y entonces, ¿qué pasará?.

Para saber más hagan clic aquí.

Tomás de la Torre Lendínez

2 comentarios

  
Caminant
Hablar de Chesterton es hacerlo del aire fresco de un cristiano,nada tonto,pero tampoco triste.Uno de mis preferidos,en eso coincidimos.
Y en cuanto a Gibraltar,propongo que desmontemos el Peñón piedra a piedra y lo pongamos en La Línea...
Un abrazo,don Tomás.
10/08/13 7:53 AM
  
Isabel
Ante todo darle mi enhorabuena por tener a mano toda una biblioteca pública en sus años de estudiante, ¡ya hubiera querido yo tener ese privilegio.
No he leído nada sobre Chesterton, pero será cuestión de empezar. De escritores ingleses he leído a Shakespeare, a Lord Byron, Dickens, Oscar Wilde y algunos más; pero a pesar de haber oído hablar de Chesterton, no tenía claro si era político o escritor. (Perdón si alguno de los nombres ingleses no están bien escritos, cito de memoria y además no sé inglés).

En cuanto al peñón de Gibraltar, es una vergüenza que siga habiendo colonias entre países de la comunidad económica europea. Y para colmo, echando bloques de hormigón al mar, para que ni eso puedan hacer las criaturas que dependen de la pesca. Como en Andalucía estamos tan sobrados de trabajo, ahora los ingleses, fastidiando también la pesca.

Un saludo muy afectuoso Padre.
11/08/13 12:12 AM

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