Transustanciación y metafísica

Disputa del sacramentoLeo en el blog de Pedro Luis Llera acerca de su preocupación, plenamente justificada, sobre los posibles planes para hacer caer el dogma de la transubstanciación por ciertos sectores, con una justificación «ecuménica». Su artículo recoge la información del blog 1Peter 5 que, a su vez, se hace eco de la opinión de Marco Tosatti. Se trata, por tanto, de un rumor bastante extendido con un fundamento bastante sólido, presentado por el mismo Pedro Luis Llera, en el informe «Del Conflicto a la Comunión…», en el que se evitaba el uso del término «transustanciación».

Coincido con José Miguel Arráiz en que el rechazo en el uso de un documento «ecuménico» del término transustanciación, visceralmente rechazado por los protestantes, no constituye, de suyo, una negación del dogma por la parte católica. Pero, a la vez, resaltaría con el P. Iraburu que presentar la fe en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento sin hacer referencia a la transustanciación no representa la fe de la Iglesia. Sobre la oportunidad del término y su fundamentación dogmática hay abundante información en todos los artículos citados; recomiendo vivamente leerlos.

Dando por supuesto que la referencia a la transustanciación es irrenunciable a la hora de confesar la presencia de Cristo en la Eucaristía, quiero centrar mi atención en una parte de la información que destaca el artículo de Pedro Luis Llera. Se trata de la referencia a una frase compartida en redes sociales por Andrea Grillo, profesor del Ateneo Pontificio de San Anselmo, en Roma, una de las universidades más prestigiosas en el área de la Teología Litúrgica. Este profesor habría dicho que «Transubstantiatio no es un dogma y como explicación tiene sus límites. Por ejemplo, contradice la metafísica». Quiero, desde ya, hacer énfasis en que no pretendo responder directamente al Prof. Grillo, dado que la frase que cito fue compartida de forma privada y desconozco el contexto en que la escribió, o si representa plenamente su pensamiento. Lo que pretendo es preguntarme en qué sentido puede decirse que la transustanciación contradice la metafísica.

Me resulta sorprendente la afirmación porque recuerdo perfectamente, de mis primeros años en el seminario, que la explicación más frecuente sobre por qué debíamos estudiar bien la metafísica tomista era que resultaría fundamental a la hora de entender los dogmas, especialmente el de la transustanciación de la Eucaristía. Si ahora todo un profesor de una universidad pontificia opina que la transustanciación contradice la metafísica, esto no puede dejar de llamarme la atención.

Voy a tratar de responder a la pregunta, «¿es la transustanciación contraria a la metafísica?» tratando de aventurar cuáles pueden ser las dificultades del Prof. Grillo y cómo las resuelve Santo Tomás. Para ello habrá que realizar una introducción general. Como siempre, trataré de ser lo más sintético posible, aunque eso pueda llevar a algunas imprecisiones por mi parte, que serán subsanadas, en lo posible, en los comentarios.

La transustanciación es una conversión

La transustanciación puede definirse metafísicamente como la conversión de toda la sustancia del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo, permaneciendo los accidentes del pan y del vino tras la conversión. Para entender esta definición, hay que declarar los términos:

  • Sustancia: es aquella realidad a la que le compete ser en sí y no en otro sujeto. Designa lo que una cosa es (la esencia) como subsistente. Se distingue así de los…
  • Accidentes: realidades que subsisten en una sustancia como determinaciones o perfecciones de la misma. Así, el perro es sustancia porque subsiste en sí mismo, mientras que el ser blanco o negro es un accidente que subsiste en la sustancia perro. A la esencia del accidente le compete subsistir en una sustancia.
  • Conversión: es un cambio o mutación en el que se pasa de un término a otro permaneciendo un sustrato común entre ambos términos. En una conversión natural lo que cambia es la forma, permaneciendo la materia como sustrato. La materia y la forma son entendidos aquí como principios metafísicos del ente material, siendo la materia pura potencia actualizada por la forma, que determina la esencia del ente (pueden leer más aquí y aquí). En una conversión natural puede darse un cambio de la forma sustancial, cuando un ente pasa a ser otro distinto, o de una forma accidental, cuando un ente recibe, pierde o cambia un accidente. En el caso del cambio sustancial, cambia la forma y permanece como sustrato común la materia. En el caso del cambio accidental, el sustrato común es la sustancia. Esta última precisión no es tan importante, lo que sí es importante es que:

En la transustanciación, cambian tanto la forma como la materia, es decir, cambia toda la sustancia del pan en toda la sustancia del Cuerpo de Cristo (por concomitancia sangre, alma y divinidad), y lo mismo en el caso del vino y la Sangre. ¿Cuál es el sustrato común que queda para que se pueda hablar de un cambio? Propiamente esta conversión no tiene sujeto, aunque los accidentes del pan y del vino que permanecen tienen una cierta semejanza.

Ya se puede ver que la transustanciación no es, ni mucho menos, una conversión ordinaria. Se trata de algo sobrenatural, que sólo Dios puede realizar. Se sitúa así al nivel de la creación, aunque podría decirse que la creación, en cuanto no es conversión sino producción total del todo el ser de la nada, requiere un mayor poder. Quizá por eso puede decirse que la virtud transustanciadora es comunicable (el sacerdote sirve de instrumento por medio de la fórmula sacramental), mientras que la virtud creadora no puede ser recibida por ninguna criatura ni como instrumento.

Lo que resulta de esta descripción de la transustanciación es que al inicio de la conversión tenemos el pan y el vino, dos sustancias (compuestas de materia y forma) con sus respectivos accidentes, y al término de la misma tenemos las sustancias del cuerpo y la sangre de Cristo (en este caso las formas serían aquellas que les dan el ser corpóreos, y no el alma, que es la forma del ser humano Cristo; el alma de Cristo y la Divinidad están por real concomitancia) y los accidentes del pan y del vino que permanecen inalterados.

De esta forma, la presencia real de Cristo en el Sacramento se explica como consecuencia de esta conversión llamada transustanciación. Si se tratara de explicar de otra forma, bien como algo meramente simbólico o defendiendo la permanencia de las sustancias del pan y el vino o de alguno de sus principios metafísicos (materia o forma) más allá de los accidentes, sería enormemente problemático explicar, desde la metafísica, cómo puede ser verdad que se diga que «en el sacramento de la Cena del Señor, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está presente total y enteramente, con su cuerpo y su sangre, bajo los signos del pan y del vino», que es lo que se decía en el documento ecuménico antes citado en el que se prescindía del término transustanciación. Es decir, lo que parece contrario a la metafísica es tratar de explicar la presencia real excluyendo la transustanciación.

Ahora bien, hay, entre otros, dos problemas derivados de la transustanciación que podrían ser aquello por lo que el Prof. Grillo considera que «contradice la metafísica». Los estudiamos a continuación.

La transustanciación exige virtud divina

En la Tertia Pars, q. 75, a. 4 de la Summa Theologiae, Santo Tomás se pregunta «si el pan puede convertirse en el cuerpo de Cristo». Se trata de la posibilidad metafísica de la transustanciación en los términos que hemos detallado anteriormente. En las dos primeras objeciones de la cuestión se confunde la transustanciación con una conversión formal natural que, como hemos dicho, no es el caso. La tercera objeción es más interesante:

«Cuando dos cosas son de por si diversas (secundum se divisa), nunca se transforma una en otra, como por ej., la blancura nunca se transforma en negritud, sino que el sujeto de la blancura deviene sujeto de la negritud, como se dice en I Physic. Ahora bien, de la misma manera que dos formas contrarias son radicalmente opuestas, como principios que son de diferencia formal, así dos materias determinadas (materiae signatae) son radicalmente opuestas, por ser principios de diferencia material. Luego es imposible que esta materia determinada de pan se transforme en otra materia por la que el cuerpo de Cristo es individuo. Por consiguiente, es imposible que la sustancia de este pan se convierta en la sustancia del cuerpo de Cristo» (STh III, q. 75, a. 4, arg 3)

Efectivamente, en una conversión, se pasa del no-ser (en realidad ser en potencia) al ser. Al inicio de una conversión sustancial están la materia, la privación (que se diferencia de la materia sólo por la razón, porque representa la ausencia de la forma que se asumirá como potencia real de la materia para asumirla), mientras que en el término se encuentran la materia y la forma. La forma que informaba la materia en el inicio desaparece y por eso no se considera principio en el cambio. Por tanto, en una conversión natural una forma no se transforma en otra, sino que se pasa de la privación de la forma a la existencia de la forma por la actualización de la potencia de la materia. Pero en la transustanciación cambian una materia informada por una forma y una forma individualizada por una materia (las del pan y las del vino) en una materia y forma diversas de por sí. La única manera de que esto sucediera sería que la materia y la forma del pan y del vino fueran aniquiladas y se diera una creación «ex nihilo» de la materia y la forma del cuerpo y la sangre de Cristo. Pero esto no sería una conversión, y la transustanciación lo es.

La respuesta de Santo Tomás parte de la infinitud del agente de la transustanciación, que es Dios.

«La virtud de un agente finito no puede cambiar una forma en otra ni una materia en otra. Pero la virtud del agente infinito, cuyo poder abarca todos los niveles del ser, sí puede realizar esta conversión, porque tanto las dos formas como las dos materias tienen algo en común: su pertenencia al ser. Y el autor del ser puede cambiar lo que hay de ser en una a lo que hay de ser en otra, eliminando lo que distinguía a una de otra» (STh III, q. 75, a. 4, ad 3)

Dios, porque es Causa Primera y obra al nivel del ser, puede realizar esta conversión de toda la sustancia. Porque efectivamente, la materia que individualiza el pan no podría transformarse como tal en la materia que individualiza el Cuerpo de Cristo, pues en cuanto determinadas ambas son diversas y se oponen. Pero tienen en común que ambas son (tienen ser) y, por tanto, el autor del ser puede realizar esa conversión pues a ese nivel, en el del ser, no hay oposición.

¿Es esto contradictorio a la metafísica? En absoluto. Sería contradictorio a la metafísica sostener que una conversión tal puede darse por un agente que no sea la Causa Primera. Pero que Dios obre en el nivel del ser no viola las leyes de la metafísica, sino que manifiesta precisamente en qué consiste que Dios obre en su nivel propio. La defensa de la transustanciación nos manifiesta aquí la profundidad metafísica de la virtud divina.

La permanencia de los accidentes

La segunda cuestión que podría parecer problemática es la de la permanencia de los accidentes del pan y del vino tras la transustanciación. La conveniencia de que los accidentes permanezcan es clarísima, y viene explicada por Santo Tomás en el a. 5 de la misma q. 75. Pero esta permanencia ocasiona un grave problema metafísico, del que se ocupa en el a. 1 de la q. 77. Hemos dicho que a los accidentes les compete por esencia no subsistir en sí mismos sino en una sustancia. Entonces, ¿en qué sujeto subsisten los accidentes del pan y del vino que permanecen tras la consagración? La respuesta de Santo Tomás es clara: «hay que concluir que los accidentes en este sacramento permanecen sin sujeto».

Los accidentes del pan y del vino no pueden inherir en las sustancias del cuerpo y sangre de Cristo, pues esos accidentes no les corresponden. Ahora, los accidentes reciben el ser del sujeto en el que inhieren. Si no están en ningún sujeto, deberían perder el ser y dejar, por tanto, de existir. Pero la experiencia constata que los accidentes existen tras la consagración. ¿En virtud de qué, entonces, retienen el ser? Santo Tomás responde que en virtud del poder divino.

Esto podría parecer un recurso fácil: cuando no se puede explicar algo, se recurre a la virtud divina y todo arreglado. Sin embargo, Santo Tomás acaba de declarar, en la segunda objeción de esa cuestión que «ni milagrosamente puede suceder que a una cosa se la prive de su definición o que la definición de una cosa sea adecuada para definir otra». Es decir, la virtud divina puede hacer lo que es posible que se haga de acuerdo con el ser de las cosas, por lo que debe ser posible que la virtud divina haga que los accidentes retengan el ser aun sin tener sujeto.

En primer lugar, hay que precisar que no es contrario a la definición del accidente que éste no tenga sujeto. A los accidentes les compete subsistir en un sujeto porque no pueden subsistir en sí mismos, como la sustancia. Pero nada impide que sea la virtud divina la que les sustente, sin ser su sujeto, no siendo algo contradictorio con la definición auténtica del accidente.

Para justificar esto, Santo Tomás echa mano no de la metafísica aristotélica directamente, sino de una sentencia tomada del neoplatónico Liber de Causis, que es esencial para comprender la metafísica tomista. La primera proposición de esta obra, de la que Santo Tomás realizó un espléndido comentario, reza que: «toda causa primaria es más influyente sobre su causado (su efecto) que la causa segunda universal». Santo Tomás lo parafrasea diciendo que: «el efecto depende más de la causa primera que de la causa segunda». En este caso, el efecto sería la subsistencia de los accidentes, que proviene del ser de la sustancia en cuanto causa segunda. La Causa Primera es el autor del ser, ser por esencia, que es Dios. Por tanto, el efecto de la subsistencia depende más de Dios que de la substancia, lo que hace que, cesando la acción de la substancia (porque la substancia del pan ha sido convertida en la substancia del cuerpo, y lo mismo con el vino) la Causa Primera puede perfectamente conservar al accidente en su ser. Pero no lo hace a modo de substancia, es decir, como sujeto del accidente, sino como Causa Primera.

Esta acción es divina, pero no contradice la metafísica en absoluto.

Conclusión

Estos dos problemas metafísicos no son los únicos que despierta la transustanciación. De hecho hay muchos más, pero de todos ellos da Santo Tomás cumplida respuesta, desarrollando perfectamente las consecuencias de la ciencia metafísica y sin necesidad de apartarse de sus principios.

Podemos concluir, por tanto, diciendo que la transustanciación no sólo no contradice la metafísica, sino que supone una aplicación práctica de sus principios más fundamentales. Siendo la metafísica el conocimiento de las primeras causas y, fundamentalmente, de la Causa Primera, aunque la transustanciación es algo cognoscible únicamente por la fe (es un artículo de fe), una vez aceptada pone en juego toda la explicación racional que permite llegar a la acción de esa Causa Primera, ayudando enormemente a elaborar una metafísica coherente.

 

45 comentarios

  
Milton
Que libros o videos recomendaría para aprender metafísica

Porque Tomás de Aquino es bien complicado y se debe empezar por algo básico

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FJD: Algunos de los blogs de infocatólica que he citado son fuente de valiosas enseñanzas.
Para aprender sistemáticamente, hay que tener en cuenta que la metafísica es, según el mismo Santo Tomás, de lo último que se debe aprender en la enseñanza filosófica. Yo podría recomendar, por ejemplo, la Filosofía Elemental de Zeferino González: http://www.filosofia.org/zgo/zgfe2.htm

Luego hay manuales para la enseñanza en seminarios. Los de EUNSA me parecen bastante buenos, aunque en esto caben opiniones.
30/10/17 2:52 PM
  
Pedro L. Llera
Gracias por sus enseñanzas, padre. Lo mío es más "sensus fidei" que conocimiento. Por eso viene muy bien que alguien que sabe explique tan magistralmente los conceptos teológicos y filosóficos de la transustanciación.
30/10/17 3:11 PM
  
Rexjhs
Muchas gracias. La metafísica no sólo no contradice la transubstanciación sino que la sustenta. Dicho lo cual, en la frase "bajo los signos del pan y del vino», atisbo a ver más la consubstanciación luterana que la transubstanciación católica.

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FJD: Puede ser. Por eso en teología católica se suele decir "bajo las especies".
30/10/17 3:15 PM
  
Carlos Alberto
Para mi esta bien si católicos toman como real la transustanciación mientras los protestantes lo toman como algo simbólico. Realmente creemos que eso hace al amor y la esencia de los valores cristianos? yo creo que no. Y no por eso digo de abandonar el dogma, sino que en este tema puntual, que en el altar de la misa se de o no la transubstanciación, no creo que sea para rechazar los valores humanos y espirituales de nadie. Se podría mantener una misma comunión aún con esa diferencia.

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FJD: Es que abandonar este tema puntual es abandonar el dogma. Y eso puede parecerle poco importante, pero le aseguro que lo es. En cuanto a las fuentes doctrinales del tema, me remito a los artículos que cito y a los que se citan en ellos, que demuestran abundantemente la pertenencia de esta doctrina al Depósito de la fe.
30/10/17 3:36 PM
  
Manoletina
Milton, empiece usted por el poema de Parménides. jejeje. Es broma. Étienne Gilson explica muy bien a Santo Tomás, aunque como interpretes y corrientes tomistas hay varias, pues no sé si será del gusto suyo. Pero al menos no usa Gilson un lenguaje rebuscado. "El Ser y los filósofos" hace una buena síntesis de lo que son en líneas generales las posiciones metafísicas generales.
30/10/17 3:57 PM
  
Néstor
Para entender a Santo Tomás hay que recurrir a dos cosas: 1) el sentido común 2) el lenguaje aristotélico. Para esto último, un buen manual de Metafísica tomista puede ser más que suficiente, para empezar. Por ejemplo: Jolivet, Grenet, De Finance, Alvira, De Raymaecker, Manser, y algún libro que comente las 24 tesis tomistas, por ejemplo, Hugon. No es tan difícil, si en el fondo se trata, como dijo Bergson, de "la metafísica natural de la inteligencia humana".

Saludos cordiales.
30/10/17 6:37 PM
  
Néstor
Sí, por supuesto, también Gilson, y en parte, Sertillanges, Maritain, y muchos más.

Saludos cordiales.
30/10/17 6:38 PM
  
Juan Argento
Creo conveniente observar que la doctrina de la transubstanciación no requiere sostener la teoría hilemórfica respecto a las sustancias puramente materiales, como por ej. el pan o el vino.

La teoría hilemórfica entra en la doctrina católica solamente en la definición del Concilio Ecuménico de Vienne de que "el alma racional o intelectiva" "es por sí misma y esencialmente forma del cuerpo humano".

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FJD: He precisado varias veces que estoy dando la explicación metafísica de Santo Tomás, que no es una cualquiera, sino la que está en la base de las definiciones dogmáticas de Trento, en sus líneas fundamentales. Con todo, hablar de la materia y la forma (por más que entren en la definición dogmática de los sacramentos, aunque como analogía) en este caso es un corolario para señalar la diferencia entre una conversión natural y la transustanciación, que exige afirmar la conversión de toda la sustancia (por tanto, no sólo de la forma si se acepta la teoría hilemórfica). El resto de explicaciones no dependen de la defensa de la materia y la forma como principios de la esencia de los entes materiales, sino de la diferencia entre sustancia y accidentes y en la Causa Primera como Ser por esencia y, por tanto, autor del Ser de los entes. Evidentemente, con una metafísica que niegue estos últimos puntos es imposible explicar el dogma católico de la transustanciación. Por otro lado, tal metafísica simplemente no respondería a la realidad de las cosas.
30/10/17 10:13 PM
  
Luis Fernando
Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación; así se nos ha enseñado que por virtud de la oración al Verbo que Dios procede, el alimento sobre que fue dicha la acción de gracias –alimento del que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes- es la carne y la sangre de Aquel mismo Jesús encarnado.
San Justino, Apología I

Siglo II, señores. Punto en boca a los herejes.
30/10/17 10:42 PM
  
Juan Argento
"¿Cuál es el sustrato común que queda para que se pueda hablar de un cambio? Propiamente esta conversión no tiene sujeto, aunque los accidentes del pan y del vino que permanecen tienen una cierta semejanza."

Esta conversión no tiene sujeto porque el sujeto de una conversión es un ente, y en este caso el ente preexistente, el pan, cesa totalmente de existir en esa región del espacio, en la cual comienza a existir el Cuerpo de Cristo.

Lo común entre ambos entes es la región del espacio, que el pan ocupaba en modo de accidentes, o sea sustentando como causa segunda los fenómenos físicos naturalmente asociados a él, y el Cuerpo de Cristo ocupa en modo de sustancia, o sea sin sustentar los fenómenos físicos naturalmente asociados a él.

S. Tomás explica en ST III q.77 a.2 que la "cantidad dimensiva", que entiendo significa en lenguaje escolástico la "extensión espacial" en lenguaje contemporáneo, es el sujeto de los accidentes que permanecen, ahora sostenidos exclusiva y directamente por Dios, sin que haya causa segunda.


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FJD: Ya, pero es que la "cantidad dimensiva" es un accidente. El sujeto de una conversión es lo que permanece en el cambio. En el caso del cambio accidental permanece la sustancia; en el cambio sustancial permanece la materia. Ahora, no se puede decir sin más que el ente deje de existir, porque entonces no habría un cambio, sino una aniquilación y una creación ex nihilo. El mismo ente cambia según la totalidad de la sustancia.
Ahora, la "la región del espacio, que el pan ocupaba en modo de accidentes" es, en realidad, la cantidad dimensiva del pan, es decir, la parte fundamental del accidente cantidad. Luego, como se ha dicho, lo que permanece de modo semejante a un sujeto en el cambio que es la transustanciación, son los accidentes, comenzando, como es lógico, con la cantidad dimensiva.
Fuera de los problemas terminológicos que podamos tener, estamos más o menos de acuerdo en eso. Y espero que también en lo sustancial, que es que la transustanciación no contradice la metafísica.
30/10/17 10:48 PM
  
Juan Argento
"la transustanciación, que exige afirmar la conversión de toda la sustancia (por tanto, no sólo de la forma si se acepta la teoría hilemórfica)."

Es así. La definicíón de Trento explicita "toda la sustancia" para condenar una interpretación heterodoxa de la transubstanciación basada en la teoría hilemórfica que había sido formulada en el siglo XIV por Jacobo de Metz y Durando de San Porciano.

30/10/17 11:00 PM
  
Juan Argento
"Y espero que también en lo sustancial, que es que la transustanciación no contradice la metafísica."

Por supuesto que estamos de acuerdo en eso.

Y aprovecho para agregar, ante la alta probabilidad a priori de que aparezca algún balbuceo sobre física cuántica, que la transubstanciación tampoco la contradice, porque la física contemporánea se ocupa de los fenómenos, no del ente que los sustenta. Lo segundo corresponde a la filosofía de la naturaleza. Un dato histórico que ilustra esto es la oposición de Mario Bunge a la interpretación de Copenhague a partir de su percepción de que ésta implicaba el fenomenalismo en filosofía. Si bien yo discrepo en ese punto con Bunge, pues para mí lo que la interpretación de Copenhague implica es solamente el pragmatismo en el plano de la física, dejando al plano de la filosofía de la naturaleza la decisión entre el fenomenalismo y el realismo, es evidente que tanto en la percepción de Bunge como en la mía no hay contradicción alguna entre la física contemporánea y el dogma de la transubstanciación.

Resumiendo, si en una región del espacio yo observo los fenómenos asociados al pan, una filosofía realista de la naturaleza me lleva a sostener que en esa región del espacio HAY pan, EXCEPTO que Quien da el ser y sostiene en el ser a los entes contingentes me haya dicho expresamente que en esa región del espacio ahora hay otra cosa.


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FJD: Desde el punto de vista tomista, los fenómenos físicos se mueven sólo al nivel de los accidentes. A la sustancia sólo llega el razonamiento metafísico.
30/10/17 11:09 PM
  
Jorge
Estimado Padre

Creo que en algo ayudaría a comprender el milagro de la Transubstanciación, sin dejar de considerar que siempre es un milagro cada vez que se celebra la Eucaristía, por lo que no tendrá una explicación lógica, ni, creo tampoco, metafísica, sino sólo por la Gracia.

Una explicación plausible sería aquella que relaciona el cuerpo y sangre eucarísticos, con el cuerpo glorioso de Jesús resucitado.

Si el concepto fuera restringido sólo al cuerpo, humano, de Jesús previo a la Pasión, estará atado a las causas segundas que permiten producir pan y vino, y que estos persistirían como tales a pesar de la Consagración.

Si Jesucristo no hubiera resucitado, nuestra fe sería en vano dice San Pablo. La Resurrección, da sentido pleno a la Pasión, por lo que entendería que Jesús Señor de la Creación, como se dice en Juan 1:3, "Por medio de él todas las cosas fueron creadas..", nos anticipa su cuerpo glorioso, el mismo que es incorrupto, en cada Eucuristía, y eso no tiene más que una explicación milagrosa, como lo es su Resurrección.

A Carlos Alberto,

Dudo que los apóstoles que acompañaron al Señor en la última sena, hubieran podido conservar la comunión, sin creer que en la presencia real de Cristo en la Eucaristía.



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FJD: La cuestión es que ni los milagros ni la Resurrección contradicen la metafísica. Pretendo mostrar precisamente que lo milagroso o lo sobrenatural no son cosas que queden fuera de un explicación metafísica racional. Otra cosa es que se pueda demostrar la transustanciación desde la sola razón, que no se puede porque, como he dicho, se trata de un artículo de fe.
En cuanto al Cuerpo que se hace presente en la Eucaristía, es efectivamente el Cuerpo Resucitado. El concepto de causa segunda, que parece que no lo tiene muy claro, no he podido explicarlo con la suficiente precisión, posiblemente. No era plan de escribir un tratado de metafísica.
30/10/17 11:18 PM
  
Néstor
Aclaremos que si hay una forma herética de aplicar el hilemorfismo a la Eucaristia, eso no afecta al hilemorfismo como tal, pues consistiría, por ejemplo, en afirmar que el Cuerpo y Sangre de Cristo sustituyen a la forma sustancial del pan y del vino, permaneciendo la materia de éstos.

Mientras que es totalmente ortodoxa la tesis que dice que en la transustanciación tanto la forma como la materia del pan y el vino se convierten totalmente en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, pues efectivamente, en el hilemorfismo la sustancia corpórea consta de materia y forma.

Saludos cordiales.
31/10/17 2:11 AM
  
Renée Cumpa
Gracias por toda la información me ha Sido un poco difícil pero me ha ilustrado muchísimo sobre el dogma de la transustanciacion que sigo aceptándola cómo un milagro por la fe, pero con un conocimiento más profundo y claro y no solamente un símbolo.
31/10/17 3:09 AM
  
Daniel Lagos de Perú
Excelente artículo Padre.
Genialmente explicado.
31/10/17 5:23 AM
  
Jorge
Estimado Padre

Agradezco su atenta respuesta, apreciando que sería conforme con la Sabiduría Divina que el cuerpo Eucarístico, corresponde al cuerpo Glorioso de Jesucristo.

Respecto de las causas segundas que mencioné, en ese extremo me refería a que si la Consagración se limitara sólo al cuerpo de Jesús hombre, entonces las especies del pan y el vino subsistirían como tales en materia y forma, apenas culminada la consagración, y no habría milagro alguno.

Luego, el pan y el vino, como contingentes, seguirían el respectvo devenir que en la naturaleza le corresponde, es decir sólo como alimento del cuerpo.

Sin embargo, Jesús anticipó no sólo su Pasión, sino la presencia real de su propio cuerpo resucitado al instituir la Eucaristía.

Por otro lado, no cosidero que los milagros puedan tener una explicación metafísica racional. Creo que no puden ser explicados ni con la ciencia, ni la lógica ni la metafísica, sin que ello signifique caer en los deshonestos caminos de las llamadas "ciencias ocultas".

Sin embargo, creo que tampoco los milagros contradicen a ninguna de ellas y ello me conduce a la pertinencia en esta materia de los teoremas de incompletitud de Godel respecto de cualquier sistema formal del conocimiento, donde es posible concebir alguna sentencia o declaración cuya verdad o falsedad no puede ser demostrada en el propio sistema....por ello, es atrevido, además de soberbio, afirmar que los milagros no existen o son imposibles...un poco de honestidad intelectual llevaría a afirmar que un milagro no puede ser explicado por tal o cual sistema del conocimiento, pero no por ello deba ser falso.




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FJD: Confundes demostrar con explicar. Si lo sobrenatural no se puede explicar racionalmente, entonces no existe la teología.
31/10/17 7:24 AM
  
Pepito
Dios puede convertir un ser material en otro ser material distinto. Puede, por ejemplo, convertir las piedras en pan (el mismísimo diablo lo reconoce) y también puede convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. No sabemos perfectamente cómo, pero seguro que puede, pues ello no es metafísicamente imposible. Excelente post Don Francisco-José..
31/10/17 12:19 PM
  
Juan Argento
Padre Francisco, su comentario sobre la aniquilación me motivó a consultar los textos de Ludwig Ott y de José A. de Aldama, S.J. en la Suma de Teología Escolástica, ambos en mercaba. Vi así que la conversión requiere:

a. Un término positivo "a quo" y un término 'positivo "ad quem". Aldama distingue dos sentidos para cada término:

- total (toda la cosa que cesa o que empieza),
- formal (aquello según lo cual la cosa cesa o empieza).

Tal que:

- El término total "a quo" son la substancia y los accidentes de pan y de vino, esto es, el pan y el vino según se dan en la naturaleza de las cosas.
- El término formal "a quo" es toda (y sola) la substancia de pan y de vino.
- El término formal "ad quem" es la substancia del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
- El término total "ad quem" es el Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y de vino.

b. Una dependencia intrínseca entre la desaparición del término a quo y la aparición del término ad quem (Ott). / Un nexo entre el cese de lo uno y el comienzo de lo otro (Aldama).

c. Un tercer elemento común que permanezca y dé continuidad a ambos extremos (Ott). / Que permanezca algo del término total "a quo" (Aldama).

En cuanto al requisito b, la dependencia intrínseca o nexo proviene de que, según las propiedades naturales de los entes materiales como el pan y el cuerpo de un ser humano viviente, en una determinada extensión del espacio puede existir solamente uno de ellos. Esto no cambia por la unión hipostática, porque como define el Concilio de Calcedonia, en Jesucristo "la diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas". Por lo tanto, el pan debe cesar de existir para que el Cuerpo de Cristo pueda comenzar a existir en esa extensión del espacio. El cese de la existencia de la substancia del pan está ordenado a permitir el comienzo de la existencia del Cuerpo de Cristo bajo los accidentes.

En cuanto al requisito c, el elemento común al término total "a quo" y al término total "ad quem" que permanece es la extensión del espacio en la que están presentes los accidentes del pan, y estos accidentes.

Finalmente, sobre la manera específica en que el Cuerpo de Cristo comienza a existir bajo las especies, tanto la teoría de la reproducción de Suarez como la de la aducción de Belarmino me parecen aceptables. Concido con Aldama en que la teoría de la conversión tomista simplemente vuelve a enunciar el dogma pero no lo explica. Discrepo totalmente con Aldama sobre la teoría del Cardenal de Lugo, que para mí es completamente inaceptable. El Cuerpo de Cristo no sustenta los accidentes del pan como causa eficiente, no es su soporte. La coextensividad del Cuerpo de Cristo y los accidentes del pan es sostenida directa y exclusivamente por Dios, como los accidentes mismos.

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FJD: Toda las descripciones dogmáticas de la Eucaristía hablan de una transformación, conversión, cambio. Que la sustancia del pan sea aniquilada para que su espacio lo ocupe una sustancia del cuerpo de Cristo creada ex nihilo no responde a esa definición. En ese caso se podría hablar de una sustitución, pero no de una conversión. Además está el tema del modo de ser el cuerpo en el sacramento, que no he tratado y que es mucho más difícil de explicar por la vía de la aniquilación del pan.
Por otro lado, esa extensión del espacio a la que usted se refiere corresponde, insisto, al accidente cantidad. Por lo que si lo que permanece es la extensión como elemento común, como he declarado, lo que permanecen son los accidentes del pan.
31/10/17 2:06 PM
  
Juan Argento
Puede ser conveniente aportar los enlaces a los textos que mencioné en mi comentario anterior.

Ott: mercaba.org/TEOLOGIA/OTT/550-576_eucaristia_presencia.htm

Aldama: www.mercaba.org/TEOLOGIA/STE/Vol%20IV/libro_ii_cap_1_art_1-3.htm

Aprovecho para citar del segundo este párrafo sobre el tema de la aniquilación, que me parece correcto:

"Pero tal vez el objetante insista: de este modo se da la aniquilación de la substancia de pan. Respondemos que la substancia de pan no se aniquila con una aniquilación propiamente dicha, porque no deja de ser por una acción que tienda a la nada, sino por una acción que tiende a constituir el Cuerpo de Jesucristo bajo los mismos accidentes, bajo los que estaba la substancia misma de pan. Por otra parte puede admitirse que la substancia de pan es aniquilada con una aniquilación impropiamente tal; en cuanto que en virtud de esa acción es causado tal modo de ser bajo los accidentes, que es incompatible con la permanencia de la substancia de pan, y por ello Dios retira su influjo que mantenía a ésta."


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FJD: Si el autor se contenta con cambiar el nombre a la conversión total de la sustancia (transustanciación) por "aniquilación impropiamente tal" de la sustancia del pan, bien por él, pero eso no es, en mi opinión, más que un claro desconocimiento de la terminología metafísica. En un cambio sustancia (no transustanciación), la forma previa deja de informar la materia cuando la nueva forma sustancial informa a ésta. Esa forma, evidentemente, desaparece, pues las formas materiales no pueden subsistir sino informando una materia. Sin embargo no me parece correcto que a la desaparición de la forma fruto del cambio sustancial se le pueda llamar "aniquilación impropiamente tal". Con todo, puede ser que el Angélico y yo estemos errados. Aunque lo dudo.

Nótese que el Angélico parte de los datos de la Escritura, en la que se lee "Esto es mi cuerpo". De ahí deduce que el único modo como se puede hacer presente el Cuerpo de Cristo es por conversión, porque la forma del sacramento (las palabras) no hacen referencia a la aniquilación de la sustancia del pan.
31/10/17 2:12 PM
  
Ricardo de Argentina
"...preguntarme en qué sentido puede decirse que la transustanciación contradice la metafísica."
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En el único posible: en el sentido de la desvergüenza más descarada.
Es el mismo sentido en el que se invoca el tomismo avalando seudo filosofías nominalistas y hasta idealistas.
Creo que esta desfachatez es una de las consecuencias de muchas décadas de incumplimiento de la obligación de combatir las herejías por parte de varios papas.
Así no se puede seguir, hay que parar la pelota de una vez.
31/10/17 2:19 PM
  
Juan Argento
Padre, "transformación" es un término sumamente inadecuado para este caso, porque implica la permanencia de la materia y el cambio de la forma ("trans-forma"). En el horneado, la masa de harina y agua se transforma en pan: permanece la materia y cambia la forma. En este caso permanecen sólo los accidentes.

Por otro lado, estoy de acuerdo en que la extensión del espacio, o cantidad dimensiva, es un accidente. Lo destaco porque, como S. Tomás explica en ST III q.77 a.2, es el accidente que, luego de la transubstanciación, es sujeto de los otros accidentes.

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FJD: El término transformación es inadecuado para explicar la Eucaristía. Por eso se habla de cambio o de conversión, añadiendo la precisión de que a diferencia de las conversiones naturales (transformaciones), aquí no sólo cambia la forma, sino también la materia. De la misma manera es enormemente inadecuado hablar de aniquilación, aunque sea impropia, al hablar de esta conversión que es la transustanciación. Si hay aniquilación no se puede hablar de conversión.
La cantidad dimensiva es sujeto de los accidentes, pero ella misma no tiene sujeto tras la transustanciación. En consecuencia, se dice que los accidentes permanecen sin sujeto, porque a todos ellos les conviene por esencia inherir en una sustancia, y tan extraña (aunque metafísicamente posible) es la situación de que la cantidad dimensiva accidental del pan que permanece tras la consagración permanezca sin sujeto, como que el resto de accidentes permanezcan en la cantidad dimensiva sin tener ésta sujeto en la que inherir. En el orden normal también los accidentes materiales inhieren en la cantidad. Así el color, que pertenece al accidente cualidad, es el color de una superficie, que corresponde a la cantidad. Por tanto, en los accidentes que permanecen tras la transustanciación se mantiene el orden normal de inherencia, solo que en este caso la cantidad dimensiva no tiene sujeto, y ella actúa como sujeto del resto de los accidentes.
31/10/17 2:30 PM
  
Juan Argento
"En ese caso se podría hablar de una sustitución, pero no de una conversión."

S. Roberto Belarmino no tiene problema en compatibilizar conversión y substitución. Cito de Aldama:

"3. Teoría de la aducción. La expone S. BELARMINO del siguiente modo: a) El pan en la sagrada Eucaristía no se aniquila por que la aniquilación se dirige a la nada; en cambio la acción por la que el pan deja de ser, no se dirige a la nada, sino al Cuerpo de Jesucristo.

b) Sin embargo para una verdadera conversión no se requiere que se produzca de nuevo un término «ad quanti»; es suficiente que un término substituya a otro, bien se produzca entonces aquél [acoto: según la teoría de Suárez], bien sea traído de otra parte, o bien suceda de otro modo. De aquí que en la Eucaristía, puesto que el Cuerpo de Cristo preexiste antes de la conversión pero no bajo las especies, la conversión solamente hace que empiece a estar bajo las especies."


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FJD: En general los jesuitas tienen pocos problemas con la metafísica. Cuando no les conviene el orden metafísico, se lo cargan y ya está. Lo mismo que con la causalidad de la Causa Primera sobre los actos libres del hombre. Yo prefiero quedarme con la metafísica de Santo Tomás, que me parece absolutamente coherente, que tener que decir que la conversión y la sustitución son lo mismo, cosa que evidentemente no es verdad.
31/10/17 2:36 PM
  
Juan Argento
Padre Francisco, aclaro que no es mi propósito convencer a Ud ni a nadie de que adopte la posición de Bellarmino o la de Suárez en este tema. Simplemente quiero dejar en claro que estas posiciones, que sostienen que la sustancia del pan "cesa de existir", y que este cese de existir no es aniquilación propiamente dicha porque está ordenado a permitir la existencia del Cuerpo de Cristo bajo los accidentes, son compatibles con la doctrina definida por Trento.

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FJD: Que algo deje de existir no es lo mismo que quedar aniquilado. Si lo que era pan ahora es cuerpo de Cristo, eso implica que esto, que existe, ya no ES pan, sino cuerpo de Cristo. Es decir, ha sido convertido. Distinto es decir: el pan ha quedado aniquilado en su sustancia dejando los accidentes (?) y en el lugar que ocupaba Dios ha creado ex nihilo el cuerpo de Cuerpo. Entonces, si lo que quiere explicar Bellarmino es lo mismo que Santo Tomás pero evitando hablar de "conversión", me parece una estrategia rara tratar de explicar algo para lo que ya existe una palabra usando, en su lugar, una locución tan extraña como "aniquilación impropiamente dicha". Evidentemente es aniquilación impropiamente dicha porque lo que es propiamente es conversión.
31/10/17 2:46 PM
  
Lector
Me pregunto algo (aunque suene trol no lo es, la respuesta sé que aclarará mi ignorancia filosófica).

Dentro del vino encontramos alcohol, ¿esta posee su substancia también?.

Frente a los materialistas, ¿cual es la defensa de la existencia de substancias? Ya que ellos dicen que la "esencia", substancia... no son más que palabras de una "idea" abstracta, no real, puesto que el compuesto del pan (accidentes) es pan, y del vino vino, antes y después de la consagración. ¿Por qué tiene que existir una substancia y no ser las cosas meramente algo nominal, una etiqueta que ponemos (me suena a nominalismo esta frase)?

Espero que me aclaren mi ignorancia filosófica.


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FJD: Tocar temas tan amplios es imposible por este medio, así que me limito a respuestas muy concretas:
- En la medida en que el alcohol sea algo separable de un todo que es el vino, no tiene sustancia, porque el estar separado es lo propio de la sustancia. Si se separa el alcohol, entonces se constituiría en una sustancia. El tema de la unidad es uno de los temas más difíciles de la metafísica, así que no es fácil entrar aquí en detalle.
- El otro tema es también complicado, pero hay que reconocer que incluso los materialistas tienen que aceptar que hay algo estructural que organiza la materia, dándole sentido. Esto se ve especialmente cuando se habla de la finalidad de los seres, que es algo que generalmente los materialistas niegan, aunque en la vida cotidiana tengan que aceptarla. Una filosofía que se contradice con la vida cotidiana no es buena filosofía.
31/10/17 2:54 PM
  
Juan Argento
Coincido totalmente en que luego de la transubstanciacion la cantidad dimensiva no tiene sujeto, y ella actúa como sujeto del resto de los accidentes, todos los cuales son sustentados directamente por Dios sin que medie causa segunda natural, ni material ni eficiente.

Justamente por eso rechazo la teoría del Cardenal de Lugo.
31/10/17 3:02 PM
  
Néstor
Si las cosas son una etiqueta que ponemos ¿a qué se la ponemos? ¿A alguna cosa? Y las etiquetas ¿son cosas? Y nosotros, que ponemos etiquetas ¿somos algo? ¿Alguna cosa, tal vez? ¿O es que no hay cosas, sino sólo conjuntos de cosas, a los cuales unas cosas o conjuntos de cosas, que seríamos nosotros, ponemos otras cosas, o conjuntos de cosas, que son las etiquetas?

Saludos cordiales.
31/10/17 4:33 PM
  
Juan Argento
Lector, aporto a responder su primera pregunta.

La mayoría de las sustancias están compuestas de sustancias virtuales más simples, llamadas virtuales en cuanto son componentes de una sustancia real. Así, la sustancia pan está compuesta de almidón y gluten, que son sus sustancias virtuales; la sustancia vino está compuesta de agua, alcohol, taninos, flavonoides, etc.

Esas sustancias virtuales están compuestas a su vez de elementos que son las moléculas respectivas. Esas moléculas a su vez están compuestas de elementos que son los átomos de los distintos elementos químicos. Esos átomos a su vez están compuestos de ... pero creo que ya es suficiente.

Cuando Ud bebe agua, la incorpora a una sustancia de orden superior, su cuerpo, en el cual el agua existe ahora como sustancia virtual.



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FJD: No voy a entrar en otra discusión, pero creo que la aplicación de "virtual" no es justa, al menos en el sentido clásico de lo virtual.
31/10/17 5:16 PM
  
Jorge
Estimado Padre

Perdóneme, pero creo que demostrar no es sino explicar la razón de algo (hipótesis), sobre la base de algunos supuestos (axiomas), u otras demostraciones ya efectuadas (teoremas).

Respecto de la Teología, no creo que se pueda afirmar que con ella se da la explicación de lo sobrenatural. La Teología asume la verdad de lo sobrenatural, pero no da razón de ello. De lo contrario, a través de la Teología se podría encontrar un método racional que brinde explicación de los milagros, e incluso su predicción, haciendo de la Gracia algo innecesario.

Y no dudo que haya formulaciones teológicas que prescindan de la Gracia, a las cuáles sin embargo pastores y especialistas renombrados le llaman teología.
M
Muchas gracias

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FJD: ¿Ha visto en mi artículo una demostración de la Eucaristía como una consecuencia que se siga necesariamente de principios evidentes o como una una causa necesaria de efectos igualmente evidentes? No. Mi artículo no es eso ni por asomo, porque parte de una definición de transustanciación que es de fe, recibida de la Sagrada Escritura en la Tradición y el Magisterio. Y esa definición no es evidente.
Lo que he hecho ha sido aplicar la razón filosófica a la explicación de una verdad de fe. Es decir, he hecho teología.
Le advierto, ya que estamos en el aniversario de su horrenda herejía, que pensar que a la fe no se le puede aplicar la razón para explicarla es típicamente luterano.
31/10/17 7:18 PM
  
Vladimir
En algún lugar leí (ahora no recuerdo dónde), que, a la Eucaristía le va mejor el término "misterio" que "milagro".
Me imagino yo, que es porque del milagro siempre queda evidencia ante los sentidos. Así, por ejemplo, cuando hay una sanación, siempre sucede algo que se puede constatar físicamente hablando.
En el caso de la Eucaristía, no se da cambio físico alguno, que los sentidos puedan constatar. La conversión que acontece, sólo la podemos captar por la Fe y, por ello, es más bien un Misterio.


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FJD: Si se habla de milagro en la Eucaristía se dice en sentido analógico.
31/10/17 8:04 PM
  
Juan Argento
Padre Francisco, disculpe que vuelva sobre el tema de cambio versus substitución, pero he entendido cuál es la raíz de la dificultad para aceptar la posición de S. Tomás en vez de la de Suárez o Bellarmino: una percepción de imposibilidad intrínseca.

Las palabras de N.S. Jesucristo en la Última Cena, "Esto es mi Cuerpo", se entienden como "Este ente, contenido bajo los accidentes del pan, es mi Cuerpo". Esto implica que en todo momento existe un ente bajo los accidentes del pan. Antes de la consagración el ente era el pan, luego de la consagración el ente es el Cuerpo de Cristo. Pero las palabras en sí mismas no favorecen una interpretación particular de conversión, sea la de cambio o la de substitución.

Notando que el texto de Trento no usa el término "cambio", el cual es propio de S. Tomás (ST III, q.75, a.8), llegamos a la cuestión en discusión: ¿Puede la sustancia del pan ser cambiada a, o pasar a ser, la sustancia del Cuerpo de Jesucristo?

El punto de partida para responder esto es notar que el Cuerpo de Cristo, como el de cualquier individuo particular, concreto, existente, está constituido por "estas" moléculas particulares, concretas. Por lo tanto, son "estas" moléculas particulares, concretas, ya existentes, las que deben comenzar a existir bajo los accidentes del pan, para lo cual no deben existir más "aquellas" moléculas que constituyen el pan.

La cuestión entonces pasa a ser: ¿Pueden "aquellas" moléculas particulares, concretas, pasar a ser "estas" moléculas particulares, concretas, ya existentes? O si no se quiere pensar en términos de moléculas: ¿puede "aquel" ente particular, concreto, pasar a ser "este" ente particular, concreto, ya existente?

A mi juicio la respuesta es negativa por una cuestión de imposibilidad intrínseca. Que un ente sea cambiado a, o pase a ser, una réplica perfecta de otro es intrínsecamente posible, pero que un ente particular, concreto, sea cambiado a, o pase a ser, otro ente particular, concreto, ya existente, es intrínsecamente imposible.

Las únicas maneras en que las moléculas particulares, concretas, del Cuerpo de Cristo pueden comenzar a existir bajo los accidentes del pan es que sean re-producidas a manera de conservación (Suárez) o que sean traidas del cielo sin movimiento local (Bellarmino). Lo cual conlleva necesariamente el cese de la existencia de las moléculas del pan.


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FJD: El que confunda la materia y la forma, que son principios metafísicos, con las moléculas, que en cuanto realidad física pertenece al ámbito de lo accidental, constata que ha entendido más bien poco de mi explicación. Y creo que no porque yo me haya explicado mal, sino por aquello de que quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur.
Le aseguro que antes y después de la transustanciación las moléculas, los átomos, los protones y los quarks son exactamente los mismos. En ello consiste que los accidentes del pan permanezcan en la conversión que es la transustanciación.
Por cierto, ya que estamos le copio el texto de Trento, a ver si usa o no la palabra "conversión":
"Mas por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la especie de pan, ha creído por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya conversión ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciación la santa Iglesia católica."
31/10/17 8:15 PM
  
Juan Argento
Padre Francisco, dejo esta discusión diciendo solamente tres cosas:

- Discrepo totalmente con su entendimiento de las moléculas, átomos, etc. como accidentes.

- Afirmo decididamente que luego de la consagración, en la hostia consagrada no existe más ni la sustancia del pan ni ninguna de las sustancias virtuales (o como quiera llamarles) que existían bajo ella: las moléculas de gluten y almidón, los átomos de C, H, O y N que componían esas moléculas, etc.

- Dije que el decreto de Trento no usa la palabra "cambio" o "cambiar", no "conversión" o "convertir".

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FJD: Si dice que no existe el gluten, ¿por qué los celíacos no pueden comulgar bajo la especie del pan?
La conversión es un tipo de cambio.
31/10/17 9:16 PM
  
Juan Argento
Respondo su pregunta: "Si dice que no existe el gluten, ¿por qué los celíacos no pueden comulgar bajo la especie del pan?"

Porque subsisten los fenómenos observables asociados a la sustancia del pan y sus sustancias virtuales componentes, las moléculas de almidón y gluten. Pero todos esos fenómenos son sustentados por Dios milagrosamente, pues ya no existe más el ente compuesto que los sustentaba naturalmente, la porción de pan, ni sus entes componentes. El ente que existe en la hostia consagrada es el cuerpo íntegro y viviente de Jesucristo, sin sustentar ninguno de los fenómenos observables naturalmente asociados a él.

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FJD: ¿Fenómenos observables asociados a...? ¿qué es eso?
31/10/17 9:48 PM
  
Jorge
Estimado Padre

Perdóneme, pero en ningún momento e señalado que la Eucarística se deduzca como consecuencia de verdades evidentes.

La Libertad y Sabiduría divinas no pueden ser restringidas ni acotadas por ningun sistema formal establecido por la razón humana. De ello no se infiere que con la razón no sea posible abordar filosóficamente la Revelación. Yo afirmo que sí.

Y finalmente estimado Padre si tiene la presunción que pertenezco a algún credo nacido se la Reforma protestante, se equivoca.

Me despido contestado a Vladímir respecto del milagro de la Eucaristía.

Si ésta fuera más bien un misterio que un milagro, por no ser evidente a los sentidos, entonces habría que aplicarle el mismo atributo a la Resurrección.

Los apóstoles constataron con sus propios ojos el milagro de la Resurrección (viendo a Jesús resucitado).

Since embargo, los cristianos de hoy no tuvieron esa dicha, por lo tanto la Resurrección sería hoy no un milagro sino sólo un misterio.

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FJD: Es que una demostración tiene que partir de algo evidente. O bien porque son principios lógicos o porque son datos de experiencia. De ahí que insista en que no distingue usted correctamente entre demostración y explicación. Sería erróneo tratar de demostrar un artículo de la fe (un preámbulo, como la existencia de Dios, aun siendo de fe puede ser explicado). Explicar la fe, en cambio, incluso los artículos, no sólo no es erróneo, sino que es necesario. Y a eso los católicos lo llamamos teología: fides quaerens intellectum.
31/10/17 10:57 PM
  
Juan Argento
"¿Fenómenos observables asociados a...? ¿qué es eso?"

Estimo probable que es una pregunta irónica. Lo sea o no, respondo: es sinónimo de "accidentes". Así, el accidente peso corresponde a un fenómeno observable: la fuerza ejercida sobre el objeto por el campo gravitatorio terrestre. El accidente color corresponde a otro fenómeno observable: la longitud de onda de la luz reflejada por el objeto. Y así sucesivamente.

Por supuesto que ante un auditorio integrado exclusivamente por personas con formación escolástica, uno puede hablar exclusivamente de accidentes y no mencionar "fenómenos". Y ante un auditorio integrado por personas con suficiente formación escolástica, uno puede hablar directamente en latín.

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FJD: De acuerdo. El problema es que la física únicamente puede ser de fenómenos observables. Decir que hay una sustancia que soporta esos fenómenos pertenece a la metafísica. No tengo muy claro el peso metafísico de decir que no están las moléculas pero sí están sus "fenómenos observables asociados". Hasta ahí no llega mi preparación.
Sí que se puede decir que Dios permite que los accidentes produzcan todos los efectos que producirían subsistiendo en la sustancia del pan y del vino: alimentar, causar alergia a los celíacos, corromperse dando lugar a otras sustancias, impresionar los instrumentos de medición científicos. Epistemológicamente resulta difícil precisar si la ciencia física, que es a la que le corresponde juzgar si hay moléculas, átomos, etc, puede decir con verdad que ahí los hay. En la medida en que la física no puede juzgar de las sustancias no puede decir eso es pan sustancial, sino únicamente decir: los accidentes observables son los que corresponderían a la sustancia del pan. En ese sentido no habría contradicción con la verdad que sabemos por la fe.
En cualquier caso, a mí me basta con decir que en la conversión que es la transustanciación permanecen los accidentes como elemento común en el antes y el después.
31/10/17 11:57 PM
  
Pablo
La verdad es la adecuación entre el intelecto y la realidad de las cosas pero esa realidad objetiva y subsistente, la sustancia, es aprehendida por el intelecto como verdad formal o intencional. Por eso se dice que la verdad se da tanto en la inteligencia como en la realidad aunque de modo distinto. En la primera con certeza del sujeto pero no así en la segunda si el objeto no es, al mismo tiempo, sujeto.

Decía Santo Tomás "visus, tactus, gustus in Te fállitur, sed auditu solo tuto créditur". Es decir, lo que falla o la duda, no es acerca de la sustancia ya consagrada sino los sentidos de quien la conoce. Cambia la sustancia por transformación convirtiendo la sustancia individual, por su materia divisible, en sujeto indivisible -individuo- y omnipresente.

Los accidentes de la sustancia precedente, el pan, son accidentes de la especie y no de la sustancia porque los accidentes de la sustancia admiten diversos grados de expresión de la forma sustancial, y de la materia, pero los de la especie no. O parece pan o no parece pan, o sabe a pan o no, o tiene tacto de pan o no lo tiene. Sin embargo se puede ser más o menos rubio, más o menos alto, más o menos fuerte. De ahí que una mejor definición es la que explica el Cuerpo y Sangre de Cristo bajo las especies del pan y del vino. Pero aún más la que las menciona como apariencia de pan y de vino.

Fallan los sentidos porque el accidente de la sustancia es distinguible entre individuos de una misma sustancia pero no así entre los accidentes de la especie. Los accidentes de una sustancia no se pueden aprehender más que en el conjunto de la sustancia. Sin embargo, los de la especie son los comunes a un conjunto de individuos de igual o distinta sustancia. Por eso se habla de "en forma de pan" aunque no sea pan, "gusto a pan" aunque no sea pan, "tacto de pan" aunque no sea pan. Es decir, la especie, aún radicando realmente en el accidente, no deja de ser un ente de razón o abstracción susceptible de engaño o error.

Por lo tanto puede haber transustanciación manteniéndose los accidentes o apariencias de la especie. El error, o falla, viene por querer aprehender la sustancia prescindiendo de la certeza de las palabras de la Consagración centrándose en la apariencia, o accidentes de la especie, y confundiéndolos con los de la sustancia. El número de accidentes de la sustancia no se limitan a los de la especie ni a los que los sentidos puedan captar con el intelecto pues conocemos por distinción de los accidentes de la sustancia pero comprendemos por intuición. En la intuición nos despojamos de los accidentes del objeto pero en el caso de un sujeto determinan su esencia.
01/11/17 2:07 AM
  
Manoletina
Hola, lector. Le puedo decir algo aristotélico, que lo manejo mejor que el tomismo, pero sin ser experta, así que si filosóficamente digo algo que no es tomista, espero que nadie me llame hereje...jejeje.

Según Aristóteles, el alchohol, por ejemplo, sí sería una substancia, pero de naturaleza, por así decir diferente que el vino. El alchohol sería "susbtancia segunda" y el vino " substancia primera". La explicación de esto sería que el alchohol es un accidente del vino, lo cual significa que no puede existir si no es "en" el vino. Donde se dice vino, ponga el líquido que quiera que pueda contener alcohol, es decir, que el alcohol es una "substancia" que sólo existe en la medida en que existe en "otra" susbstancia, pero no que no sea substancia en ningún sentido.

La molécula CH3-CH2-OH (alcohol etílico: me la ha chivado mi marido que es físico, jeje, no me la sé) cuando la cosificamos, es más un acto intelectivo o epistemológico, es decir, que para pensarla, hacemos un acto intelectivo donde decimos o de manera práctica damos por hecho que CH3-CH2-OH existe como algo independiente de la realidad. Pero es sólo algo para poder pensar y analizar, pues tal molécula no existe "en la naturaleza" separada o fuera de un líquido (substancia primera).

De forma análoga,el gluten, también lo consideraríamos substancia segunda o accidente.

Es decir, según Aristóteles, los accidentes son un tipo de substancias que se dan en la substancia principal y que fuera de ella o no son o son otra cosa.

Por otro lado, lo que usted se pregunta, si lo que las cosas son no son más que meras etiquetas (efectivamente nominalismo), también se lo plantea Aristóteles. Dice que frente a lo que es realmente susbtancia, lo único que cabe es la ostensión (señalar con el dedo y decir un nombre) pero que ni siquiera eso podrá nunca definir o nombrar adecuadamente aquello que es susbtancia. Es decir, que planteándose algo parecido a lo que dicen los nominalistas (que ya existían en Grecia por aquellos siglos), Aristóteles les da la razón en parte,en el sentido de que lo que el lenguaje o los conceptos dicen de la substancia no es la substancia misma. Pero él, en vez entonces de decir, como ellos, luego la substancia es un invento nuestro, lo que hace es razonar que la substancia es algo que sólo conoce el intelecto, siendo algo que supera tanto al lenguaje como a las definiciones conceptuales. Así, por ejemplo, quien sea usted, Lector, puede nominarse mediante su nombre y apellidos, pero si metafísicamente intentáramos plantear un concepto de usted en concreto y sólo de usted, no encontraríamos ninguno, pero ello no significa que mi razonamiento no sepa que es usted una persona distinta y única al resto de comentaristas de este blog, aunque todos puedan ser catalogados como "comentaristas", " personas", "sacerdote", "Francisco José Delgado Martín",etc,...

Es decir, el ser concreto de algo, es cognoscible, pero "indecible".
Sólo el Ser supremo, tiene esa característica, de poder tener un nombre que coincide plenamente con su esencia....ya sabe: "Yo soy El que Soy".

Por otro lado, en griego existen dos términos intercambiables para substancia: hypokeimenon e hypóstasis: en griego tienen matices distintos a lo que han ido significando después, además Aristóteles usa más el primero, y le da una significación propia. Cuando leemos traducciones, puede ser confuso, pues "hypokeimenon" para él es "sujeto" en sentido ontológico, que coincide con el "sujeto" de la predicación (es decir, en sentido lingüístico), por eso podemos encontrar una vertiente nominalista en la interpretación de Aristóteles. Pero que esa vertiente es falsa, creo que queda claro por la ininteligibilidad de las traducciones de palo nominalista como traducciones he visto de " el sujeto no es el sujeto" o "el sujeto no se encuentra (no es accidente) en el sujeto". Aristóteles no era tonto, vamos, como para decir cosas así.

Espero haberle aclarado sus preguntas, no haber sido rollera, y al menos desde el punto de vista aristotélico, en la medida en que yo hubiere también comprendido. Un saludo.

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FJD: En la Metafísica y en las Categorías, Aristóteles usa la palabra ousia para designar la sustancia.
En realidad la distinción entre sustancia primera y sustancia segunda es de tipo lógico. La sustancia primera es la sustancia en sentido propio, la que tiene subsistencia y cumple con las características fundamentales de la sustancia, es decir, es algo (to de ti) y es separado (joristos), lo que hace que sea una. La sustancia segunda es la sustancia tomada en sentido universal, que no tiene subsistencia.
01/11/17 11:55 AM
  
Manoletina
El accidente y el fenómeno no son lo mismo. Y que yo sepa, en ninguna tradición filosófica, ni escolástica, ni aristotélica ni Kantiana. "fenómeno" procede del verbo "faino": lo que brilla, luce, se ve, etc. Ya era usado el término muchos siglos antes con clara distinción de significado. Hasta Kant, había una distinción ontonlógica entre lo que las cosas son y lo que perciben los sentidos y se creía que podía haber discurso sobre lo que las cosas son. Precisamente Kant usa el término "fenómeno" (lo que brilla o se ve del noumeno) para no usar "accidente", pues tienen significados distintos. Otra cosa bien distinta es que en el pensamiento actual, ha calado la idea de que lo percibido por los sentidos es lo accidental, creando confusión terminológica en nuestro modo de hablar. Para el giro epistemológico filosófico de la Modernidad, no es que lo accidental no exista o sea lo mismo que el fenómeno, sino que de lo accidental y de lo nouménico (término sustitutivo de substancia) no puede haber discurso ni razonamiento ni acceso cognoscitivo.

Por otro lado, "evidente" en nuestro lenguaje común, también tiene una carga de sentido epistemológico subjetivista que no ha existido durante siglos. Es el término que muchas veces se usa para traducir " kath´auto" (desde sí), pero no significan lo mismo ni de lejos. Kath auto significa lo que es verdadero y necesario por sí mismo, desde sí mismo, necesariamente, sin dependencia... Sin embargo, lo traducimos por "evidente" porque en nuestras lenguas modernas no tenemos un término con esa significación concreta. En nuestras lenguas modernas vendría a significar algo así como " lo que es verdad PARA UN SUJETO", es decir, lo que a un sujeto cognoscente se le presenta como siendo. la diferencia es muy grande. Pero estos cambios en los conceptos metafísicos han tenido mucho peso en nuestros términos. Por eso, no es que haya que ser escolástico para aclararse, es que nuestro lenguaje está cargado de metafísica y sus cambios de paradigmas asociados que ni si quiera percibimos al usarlos.

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FJD: Lo accidental y lo fenoménico no son lo mismo, en efecto. Pero la sustancia no puede ser percibida, sino que el hombre llega a conocerla a través de los accidentes propios que la manifiestan, haciendo abstracción de lo particular. En ese sentido hay cierta semejanza.

El tema de la evidencia es complejo. La verdad siempre hace relación al sujeto cognoscente. De ahí la diferencia que hace Aristóteles entre la inteligibilidad de las substancias de por sí y la inteligibilidad de las substancias para el hombre. El hombre, como animal racional, necesita de los sentidos para conocer, lo que hace que lo más inteligible, como Dios mismo que lo es máximamente, le resulte difícilmente cognoscible. Por eso Dios, que es absolutamente inteligible de por sí (kath'auto), no es evidente, sino que el hombre debe partir de evidencias a su alcance (el movimiento, la gradación de las perfecciones, la ley natural...) para poder establecer una demostración. Los artículos de fe, que por su esencia deberían ser también evidentes de suyo, resultan para el hombre oscuros, por lo que necesita un movimiento de voluntad para que su inteligencia se adhiera al objeto propuesto, que no atrae a su entendimiento per se, aunque ese objeto sea máximamente inteligible. Por eso los artículos de fe pueden ser conocidos con certeza absoluta, mas no con evidencia.
01/11/17 1:01 PM
  
Pepe Jacobo
Siempre le he visto un problema a la definición tradicional de substancia, y es que salvo Dios, nada subsiste por si mismo, eso no cambia nada de lo que dice aqui.

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FJD: El tema de la subsistencia es muy amplio para tratarlo aquí. Requeriría comentarios tan largos como los que han compartido algunos comentaristas, que no dejan de ser interesantes, no obstante. Le diré que ese no es uno de los problemas más difíciles de la metafísica, en mi opinión.
01/11/17 1:21 PM
  
Manoletina
Es verdad, Padre, a veces Aristóteles, para la substancia usa el término "ousía", esencia, lo que hace sus traducciones aún más complejas. También porque su pensamiento no es un corpus terminado del todo y va jugando con lo heredado de Platón para ir poco a poco diferenciándose. Creo que lo explicado al respecto, usted más escolásticamente y mejor, viene a coincidir. Por otro lado, efectivamente los accidentes y los fenómenos tienen relación, pero no son lo mismo. Un accidente puede ser una "cualidad", y este tipo de accidente no entra dentro de lo que hoy se considera fenómeno, que en la actualidad tienen una carga más cientifista y se refiere a lo experimentable. Por ejemplo, si digo, "este sacerdote es simpático" este accidente no es considerado fenómeno por el reduccionismo actual.
En lo único que no estoy de acuerdo con usted es en que la verdad guarde relación con un sujeto. Bueno, hoy en día sí, pero que no tiene por qué ser así necesariamente. Hoy en día la verdad es una cualidad de los enunciados o las proposiciones. Si digo que alguien es un mentiroso, la mentira es una categoría espistemológico moral, es decir, es la falsedad dicho con intención de inducir a otro a conocimiento falso. Sin embargo, la aletheia griega no es exactamente eso y se ve bien en Platón. El hombre "alethós" es aquél que dice las cosas tal cual son. Que lo dicho por él no está escindido. El matiz subjetivo es muy débil y poco importa la intención moral, el haber dicho la verdad para inducir a otro a claridad, aunque no quiere decir que esté excluído. El hombre alethós, (verdadero) es el que dice las cosas en su realidad objetiva. También se encuentra este matiz en su contrario, mentiroso. Cuando Jesús dice que el Padre de la mentira dice lo que le sale de dentro, en la lectura griega de esto, el tonillo ontológico está más presente. El de que no es sólo alguien que dice cosas falsas, sino que es ausente de realidad en sí mismo, de adecuación, etc. "hotan lale to feudos (cuando dice lo falso),ek ton idíon lalei (habla de sí mismo).
Por otro lado, de las verdades teológicas o reveladas, no poco o nada puedo decir y Aristóteles mucho menos, jejeje, pero, recuerdo una cita suya que decía "de igual modo que a los murciélagos los ofusca la luz del día a la intelegencia de nuestras almas la ofuscan las verdades ....kath´autó". jejeje: Una buena filosofía siempre será preámbulo de la fe.
Gracias por sus comentarios. Espero haberle servido de apoyo a sus explicaciones con una terminología que no fuera la escolástica, por si ayudaba. Un saludo.

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FJD:
"Así como se llama bien aquello a lo que tiende el apetito, se llama verdadero aquello a lo que tiende el entendimiento. La diferencia entre el apetito, el entendimiento o cualquier otro tipo de facultad, está en que el conocimiento es tal según está lo conocido en quien lo conoce; y el apetito es tal según el que apetece tiende hacia lo apetecido. De este modo, el fin del apetito, que es el bien, está en lo apetecido; pero el fin del conocimiento, que es lo verdadero, está en el mismo entendimiento. Como el bien está en la cosa, en cuanto que está relacionada con el apetito; y por eso la razón de bondad deriva de la cosa apetecida al apetito, por lo cual, si es apetito del bien se llama apetito bueno; así también, como lo verdadero está en el entendimiento en cuanto que hay conformidad entre éste y lo conocido, es necesario que la razón de verdadero derive del entendimiento a lo conocido, como también se llama verdadera aquella cosa conocida en cuanto que tiene alguna relación con el entendimiento." (STh I, q. 16, a. 1, co.)
01/11/17 5:53 PM
  
Ricardo de Argentina
Gran nivel en el artículo y los comentarios.
Yo que toco de oído en estas cuestiones y algo capto, quedo agradecido.
Como lego que soy, confundía átomos y moléculas con sustancia. Ahora sé que la sustancia es otra cosa, y que está totalmente fuera del alcance de la física experimental.

También me explico, ahora, el trillado recurso de los ateos a la física cuántica para confrontar sobre cuestiones metafísicas. La ignorancia metafísica de esos tales es comparable a la mía: no tienen ni idea.

Me da la impresión de que tras el concepto de "sustancia" subyace la idea de que el principio de la realidad es espiritual. Por eso quienes niegan esto, como los ateos, los voluntaristas y los materialistas, son proclives a negar la existencia de la sustancia y caen en el nominalismo.

No son las moléculas las que determinan a la sustancia, sino al revés. Por ejemplo, el diamante y el grafito tienen las mismas moléculas, pero son sustancialmente diferentes.

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FJD: Me tomo la libertad de unir tus dos comentarios en uno.
El tema de la sustancia, como he dicho en más de una ocasión, es muy complejo para tratarlo así en el blog. Pero hago alguna precisión, sin intención de responder directamente a lo que dices.
Hay que tener cuidado con confundir lo metafísico y lo espiritual. Que hablemos de realidades metafísicas: materia y forma, sustancia y accidentes, no significa que hablemos de realidades espirituales. La sustancia del pan es una sustancia material, como lo es la sustancia del cuerpo de Cristo. Espirituales son las sustancias que no están compuestas de materia y forma, sino que, por la perfección de su forma sustancial, pueden subsistir sin necesidad de materia, como los ángeles y, en cierto modo, el alma humana.
La sustancia y la esencia pueden ser consideradas sinónimas en cierto sentido. Cuando hablamos de sustancia hablamos del ente que subsiste sin estar en otro, mientras que hablamos de la esencia nos referimos a la quididad de la cosa, a lo que la cosa es, lo que los latinos llamaban "quod quid erat esse". Sin embargo, cuando decimos sustancia de pan nos referimos a que esa sustancia, que subsiste en sí misma, tiene esencia de pan. En ese sentido, cuando percibimos algo, por ejemplo el pan, lo que percibimos son propiamente los accidentes del pan, comenzando por su extensión material. Entendemos que eso que percibimos tiene un sustrato común en el que subsiste, y de ahí afirmamos la existencia de la sustancia. Para llegar a saber qué tipo de sustancia es, es decir, su esencia, tenemos que fijarnos en aquellos accidentes que nos muestran a que especie pertenece, lo que serían las propiedades. Estas propiedades fluyen metafísicamente de la forma de la esencia, que es la que actualiza la potencia de la materia determinándola en un modo de ser concreto y constituyendo así la sustancia. Entonces los accidentes no ocultan la esencia, sino que la manifiestan permitiendo que nuestro intelecto reconozca lo que hay de universal en ese ente que percibimos.
¿Dónde entra el tema de los átomos y las moléculas? Ese tema es bastante complejo, pero hay que decir que evidentemente los átomos tienen relación con la esencia como la tienen las propiedades. Para que una forma informe una materia, la materia debe ser proporcionada a ella. Esa proporción la realizan los accidentes, que al perderse o al cambiar, pueden llegar a hacer que la materia ya no esté proporcionada y se de la corrupción de la sustancia, pasando a estar esa materia informada por otra forma sustancial. Es lo que sucede con la muerte, cuando el cuerpo humano se ve modificado accidentalmente hasta tal punto que la materia ya no está proporcionada al alma humana, se da un cambio sustancial y el hombre se convierte en cadáver, que es de una esencia distinta al hombre vivo. Si un bloque formado por un conjunto puro de átomos de un elemento sufriera un proceso nuclear que alterara el número atómico de todos los átomos, se daría la corrupción de la forma que informaba esa sustancia (sustancia de poca entidad metafísica por ser una especie de agregado), produciéndose un cambio sustancial.
Yo no mezclaría el tema de las moléculas y los átomos más allá de eso en estos asuntos. Porque son realidades que pertenecen a lo mensurable, que entra dentro del accidente cantidad. En ese sentido, aunque ya hemos declarado que la materia del cuerpo de Cristo es el término de la conversión de la transustanciación junto con la forma, no sé si se puede decir que eso implica que se den las moléculas del Cuerpo de Cristo. Hay que tener en cuenta que los accidentes que tiene el Cuerpo de Cristo, comenzando por su cantidad dimensiva, se hacen presentes por concomitancia y no por la fuerza del sacramento. Por eso todo Cristo está presente en cada fracción potencial de la especie del pan. Pero en la percepción sensible la especie del pan es absolutamente indiferenciable del pan sin consagrar. Si se considera la realidad molecular como expresión accidental del accidente cantidad que fluye como propiedad de la forma, entonces se podría decir que las moléculas del pan están en cuanto a su realidad meramente accidental, ya sin referencia a la forma del pan que ha desaparecido y, a la vez, están por concomitancia las moléculas del cuerpo de Cristo en cuanto forman parte del accidente cantidad que inhiere su sustancia. Con todo, manifiesto mi incapacidad para aclarar convenientemente este tema.
02/11/17 1:20 AM
  
Vladimir
En MYSTERIUM FIDEI de PABLO VI (No.6), se lee lo siguiente:
"... bajo ellas (las especies) Cristo todo entero está presente en su realidad física, aun corporalmente, PERO NO A LA MANERA QUE LOS CUERPOS ESTAN EN UN LUGAR".
Estimado Padre, talvez, en algún futuro nos pueda explicar esa partícula que he transcrito en mayúscula.
Gracias.
02/11/17 10:40 PM
  
Ricardo de Argentina
Padre, si a usted lo excede, imagínese lo que a mí. Yo he estudiado el bachillerato y una carrera técnica en establecimientos oficiales, gracias a los cuales mi analfabetismo metafísico está cerca del cero absoluto. Pero no obstante algo he captado.

No confundo lo espiritual con lo material, sino que observo que el concepto de sustancia o esencia se asocia más fácilmente al de la creación de la materia desde la nada por parte de una potencia espiritual, mientras que quienes impugnan esa posibilidad son proclives a imaginar que todo se ha ido diferenciando gradualmente a partir de un amontonamiento casual de átomos y energías "que estaban ahí".
03/11/17 4:03 AM
  
Dios es humor
El mundo se ha convertido en un laberinto de conocimientos y saberes, de necesarias complejidades que nos han ayudado a subsistir, a mejorar y que nos han traido hasta aquí...un largo camino de altibajos, de luces y sombras. Y en este devenir, ¿qué queda del mensaje evangélico hoy?, ¿por qué hemos tenido que completar las lagunas intelectuales de las Sagradas Escrituras?. Será que nos gusta polemizar y pelear con argumentos cuanto más destilados mejor. ¿A Dios se le paso por alto que esto iba a pasar?
Me imagino a Tomas, Aristóteles, Belarmino, de Lugo, Aldama ... presentes en la Última Cena: habrían discutido acaloradamente con nuestro Señor sobre la trascendencia del momento y la naturaleza de los acontecimientos. Una elevada discusión sobre los entes contingentes, hilemorfismo, los a quo y los ad quem, las sustancias y los accidentes ... en fin me imagino a Jesucristo mirando a Pedro y diciendo: te tengo dicho que no me traigas extraños a las cenas de amigos ; y luego , bueno chicos os dejo que tengo cosas que hacer.
Excursus : Al final de "El señor de las moscas", a la isla, al fin, llega un barco, y el marinero adulto que descubre a los niños naufragos que han subsistido enfrentados por sus limitados conocimientos para sobrevivir a una realidad que les supera, sólo acierta a exclamar: ¿PERO QUÉ ES LO QUE ESTÁIS HACIENDO ?.

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FJD: La respuesta a sus dudas la tiene resumida en la escritura: "Parati semper ad satisfactionem omni poscenti vos rationem de ea quae in vobis est spe" (1Pe 3,15).
11/11/17 6:39 PM
  
Dante
Hola Padre, tenía una duda, cómo se explica que Cristo no permanece en las especies sacramentales cuando hay una corrupción profunda como dice Santo Tomás?

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FJD:
Santo Tomás opina que a la cantidad dimensiva (accidente que forma parte de las especies sacramentales y es sujeto a su vez de los demás accidentes) se le concede milagrosamente en la consagración el actuar como materia para la generación de nuevas formas. Por tanto, cuando las especies sacramentales se corrompen (por la adición de disposiciones contrarias a esos accidentes), se genera una forma proporcionada a la cantidad dimensiva dispuesta. Esa forma será la oportuna según el tipo de corrupción que haya sucedido. Por ejemplo, si las especies sacramentales se queman, la forma que recibirá esa cantidad dimensiva que hace de materia será la de cenizas.
En cuanto a la sustancia del Cuerpo o la Sangre de Cristo, no permanece cuando se ha dado el cambio en las especies, porque se pierde la relación a ellas que supone el sacramento.
06/08/20 6:39 PM

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