"Suceda lo que suceda, y veas lo que veas, has de guardar silencio"



He venido pensando en las situaciones en que me he metido y he salido trasquilada. Han sido todas situaciones en las que no he sabido o querido tener paciencia.

Para tenerla, he aprendido que por un lado tendría que haber puesto en juego recursos con los que me han equipado como es la libertad, la inteligencia y la capacidad de amar, pero también haber deseado ejercitar mi voluntad en adquirirla; es decir, cuando se elige la impaciencia significa que existe una voluntad debilitada y una afición o apego que nos impide actuar libremente.

Vista como se la vea, la impaciencia no tendrá otro resultado que el fracaso tal y como lo he probado en carne propia una y otra vez.

En el fondo viene a ser una cuestión de falta de confianza en Dios.

Para trabajar sobre la confianza en Dios no es suficiente el propio esfuerzo ya que la desconfianza en ocasiones se arraiga en la propia vida debido a sucesos en la historia personal, es decir, por experiencias que lo transforman a uno en persona desconfiada. Termina siendo la desconfianza un desorden de los afectos que impide ser razonable y, por tanto, obstaculiza el camino a la verdad y al bien.

Una vez hace muchos años, reconociéndome persona desconfiada e inhábil para obtenerla por mi cuenta, la imploré al cielo por lo que puedo decir que, al día de hoy, he mejorado pero me falta todavía mucho camino para llegar a tener esa confianza en Dios que pido en los siguientes términos: “que sea una que jamás podría imaginar”.

La cuestión es esa, la desconfianza produce impaciencia y ésta grandes males.

Eso es lo que observo sucedió cuando el otro día quise ofrecer razonabilidad en un grupo que ardía por denunciar abusos en la liturgia. En esa ocasión ni los denunciantes tenían disposición para ser razonables pero tampoco los denunciados, así que, la hija de mi madre salió trasquilada debido a la impaciencia que la llevó a “tratar de poner orden” a otros desconfiados e impacientes.

Los tiempos que vivimos de muchas maneras nos están, ya no solicitando u ofreciendo, sino exigiendo confianza en la Providencia Divina o, lo que traducido sería: confiar en que el camino que transitamos conduce, inevitablemente, a ponernos delante de un bien (como la paciencia) que tarde o temprano nos veremos obligados a elegir.

Y es que, fíjense bien: qué es lo que por lo regular nos mueve? Nos mueve el deseo de que la realidad sea otra, mucho más agradable, mucho más perfecta, mucho más “coherente” (cosa que nunca es) por lo que una vez tras otra nos damos de narices contra las personas y las circunstancias.

Una vez admitiéramos la realidad tal cual es y que, a pesar de lo que debería ser y de nuestro esfuerzo por mejorarla, persiste en ser lo que es, la razonabilidad con que nos han equipado tendría que ayudarnos a aceptarla, pero no lo hacemos.

En ese sentido me ha resultado esclarecedor un relato noruego que describe Alfonso Aquiló Pastrana en uno de sus artículos publicados en conoze.com el cual ha titulado “La impaciencia de los hombres”.

No solo me ha echado luces sino que es de ahí de donde tomé el título para esta entrada por lo que si desean saber las razones que tuve para hacerlo, tendrán que echarle con paciencia una miradita.

¡Feliz fin de semana!

6 comentarios

  
Maribel
Quiero espresar mi gratitud, por tener la oportunidad de leer este articulo sobre la "paciencia" y la confianza en Dios,me ha sido de gran utilidad para posicionarme ante un problema que hace tiempo me preocupa.
No tenia claro si debia denunciar hechos contrarios a la fe , o por el contrario esperar a ver como se resovian.
Me quedó claro que la prudencia no puede hacer daño y la precipitación si ´, gracias Maricruz
21/04/12 9:09 AM
  
Asclepio
Deberias estar tranquila y confiada. Tu intentaste mediar en el problema y con buena fe. Mala suerte si al parecer la cosa no salió bien.
Mejor intentar solucionar algo y buscar la paz y la razón, que la abulia, al tibieza y el pasotismo de no hacer nada.

Guardar silencio y callar ante una situación equivocada no es ninguna solución.

Hiciste muy bien en dar la cara. Eso sin ninguna duda produce confianza.
21/04/12 6:35 PM
  
Maricruz Tasies
Quisiera hacer una observación:
No es que esté promoviendo el silencio ante una situación irregular sino la paciencia y la prudencia.
21/04/12 9:03 PM
  
Anónimo...
¿Y a cuánto tiempo asciende la paciencia?

¿Un (1) día?

¿Un (1) mes?

¿Un (1) año?

¿Dos mil doce (2.012) años?

¿Hasta el Apocalipsis?

: )
21/04/12 9:49 PM
  
ricardo
Sufrid, Callad, orad.
23/04/12 3:04 PM
  
Emiliana
Hola Maricruz, quería preguntarte, si has leído los libros del P.Iraburu?. Por ejemplo Sintesis de Espiritualidad Católica, o Caminos Laicales de Perfección entre otros....y diría más no tanto leídos, sino estudiados...

De tu respuesta depende mucho, la luz que Dios te quiere dar en el crecimiento como persona paciente, es decir como hija de la luz.

Saludos

............
Emiliana,
No los he leído. Los buscaré. Gracias,
24/04/12 5:29 PM

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