¡Adopta un cardenal!
Normalmente estas cosas no me entusiasman, pero me ha hecho gracia. Con los salivazos y esputos que lanzan sobre la Iglesia, cualquier iniciativa postiva parece entrañable.
En el ámbito germano y anglosajón tenemos «Adopt a Cardinal» y en el hispano la «cadena de oración de la Beata Teresa de Calcuta» de la asociación Enraizados.
En ambas podemos adoptar espiritualmente a un cardenal, rezar y mortificarnos por…, porque sea santo, vamos. Y en especial para que en la función que tienen encomendada sean fieles instrumentos y dejen hacer al Espíritu Santo. Nada más fácil, nada más difícil.
Ya ni sé la cantidad de tiempo que muchos católicos están (estamos) perdiendo en cábalas, cuando este tiempo ha de ser de especial oración. No digo que no tenga su interés, aunque sea como entretenimiento, ya se sabe que todo el mundo en la barra del bar lleva dentro de sí un seleccionador nacional, un ministro de economía y un vaticanista. Pero quizá nos estemos olvidando de lo importante.
Benedicto XVI comentaba el año pasado la actitud de los apóstoles esperando «Pentecostés»:
[…], se observa una actitud subyacente importante: ante el peligro, la dificultad, la amenaza, la primera comunidad cristiana no trata de hacer un análisis sobre cómo reaccionar, encontrar estrategias de cómo defenderse a sí mismos, o qué medidas tomar, sino que ante la prueba empiezan a rezar, se ponen en contacto con Dios.
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