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5.05.08

Mayo, mes de la alegría

Nuestra Señora de Gracia

[2 de mayo] Mayo, mes de la alegría

¿Por qué llamamos a mayo el mes de María, y se lo dedicamos especialmente a ella? Entre otras razones, porque en el año de la Iglesia, en el calendario eclesiástico, es la parte más sagrada, más festiva, más alegre. ¿Quién desearía febrero, marzo o abril como el mes de María, considerando que es Cuaresma, tiempo de penitencia? ¿Quién por el contrario escogería diciembre, pleno Adviento, desde luego tiempo de esperanza, porque se acerca la Navidad, pero también tiempo de ayuno? Las propias Navidades no llegan al mes; y enero por supuesto contiene a la alegre Epifanía con su octava; pero se acorta demasiado con la llegada urgente de la Septuagesima (NdT: antiguamente tiempo de preparación para la Cuaresma).

A la Pascua por el contrario le pertenece mayo, que con sus cincuenta días normalmente abarca el mes, y siempre su primera mitad. La gran fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor a los Cielos siempre es en mayo, excepto una o dos veces cada cuarenta años. Pentecostés, llamada también la Pequeña Pascua, la fiesta del Espíritu Santo, habitualmente cae en mayo, y también las fiestas de la Santísima Trinidad y del Corpus Christi no es extraño encontrarlas en mayo. Del mismo modo, es tiempo de frecuentes «Aleluyas», porque Cristo resucitó del sepulcro, ascendió a las alturas y el Espíritu Santo bajó a tomar Su lugar.

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4.05.08

¿Por qué mayo es el mes de la Virgen? Responde el Card. Newman

En 1893 se publicó Meditaciones y Devociones, obra póstuma del cardenal Newman, complemento perfecto a los Sermones de su época anglicana. Es una obra deliciosa (muy newmaniana, claro) temas profundamente católicos, devociones en este caso, que el cardenal explica a gente sencilla –a sus feligreses del Oratorio de Birmingham– enraizándolos en la Sagrada Escritura y los Santos Padres. La primera parte está dedicada al mes de mayo, con una estructura muy peculiar: una breve meditación de las letanías lauretanas —una por día—, en la que destaca a primera vista su peculiar agrupación: Introducción, Inmaculada Concepción, Anunciación, Dolores de Ntra. Señora y la Asunción.

No he encontrado traducción al español, así que planeaba ir traduciéndolas día a día. Cumplía al menos dos propósitos: poner a disposición del público los escritos de Newman, varios comentaristas lo habían pedido (me pareció oportuno empezar por lo que todavía no está en castellano) y aprovechar el esquema para dedicarle un post diario durante el mes de mayo a Nuestra Señora.

Además nos servirá a aquellos que como costumbre filial tenemos rezar el Santo Rosario, poder hacer una breve consideración de esas jaculatorias que muchas veces rezamos rápido, porque como las sabemos de carrerilla, parece que si nos detenemos perdemos el hilo. Quizá nos pueda ayudar a seguir la recomendación de santo Tomás de Aquino para la oración: cuidar lo que se reza, saber lo que se reza, saber a quién se reza (es algo así, en cuanto encuentre la cita exacta os la pongo).

En algunos casos tengo notas suplementarias al texto de Newman que también incorporaré. Os dejo con el día primero de mayo (en dos o tres días corregiré el desfase).

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