11.07.14

Rafaela y la censura de don Jesús

Decidió don Jesús aprovechar el verano para ofrecer a los fieles de su pequeña parroquia unas sencillas charlas de formación. Decía el buen cura que en cuaresma había cuatro en el pueblo, pero que ahora, con la cosa de los veraneantes, siempre se llegaba a más gente. Así que lo tenía como costumbre.

El caso es que el reverendo tenía buenos amigos sacerdotes que acudían a la parroquia sin demasiadas dificultades y aprovechaban para pasar un día en el campo y comer productos de la tierra.

El primer día acudió D. Francisco, aunque les dijo que le llamaran mejor Paco, por lo visto teólogo de campanillas y profesor de una prestigiosa universidad católica con sede en Madrid. Qué bien hablaba el profesor. Les explicó lo que era la Iglesia y cómo entenderla dese el Vaticano II. Una Iglesia de todos, donde todos fueran escuchados, nada de seguir dependiendo de los clérigos, abierta, participativa, donde fuera posible la libertad de expresión y de pensamiento, con un clarísimo protagonismo de los laicos y opción preferencial por los pobres.

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10.07.14

Miren lo que nos acaban de regalar

No nos falta razón a los curas cuando nos quejamos de que a las parroquias nos llegan demasiados trastos. Cualquier compañero sabe de imágenes y cuadros infumables que alguien llevó a la parroquia convencido de que “todo vale”. Como tampoco extraña abrir las puertas del templo y encontrar cuatro bolsones de ropa, dos sillas a medio uso, un televisor obsoleto y un conjunto de sartenes con más uso y más grasa que el palo de un churrero que alguien generosamente donó en favor de los pobres, que ya se sabe que se muestran encantados de poder llevarse a casa la sartén con la que la señora María ha frito empanadillas en los últimos veinticinco años y si encima lleva la grasa incorporada, pues mejor.

La verdad es que a veces sí que te llevas sorpresas y de las buenas. Lo que pasa es que nosotros contamos los absurdos, que son mayoría clara, vamos a reconocerlo, y nos callamos esos regalos que también llegan, que sorprenden, emocionan y dejan sin palabras. Me van a permitir que les cuente el último regalo de esos tan especiales que nos ha llegado a la parroquia.

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9.07.14

En verano no hay nada que hacer en la parroquia

Nos decía en una ocasión un viejo mozo de una tienda de ultramarinos de esas de toda la vida, que no concebía que alguien le dijese que en la tienda no había trabajo. Porque, comentaba él, haya clientes o no, siempre hay cosas que hacer: colocar, reponer, ordenar, limpiar, poner precios, recoger, hacer pedidos, ajustar cuentas… Siempre algo que hacer.

Me he acordado hoy de aquél mozo porque esta mañana ha pasado por el despacho parroquial una persona y me ha dicho que nos aburriríamos en la parroquia en verano porque, claro, aparte las misas, en julio y agosto no hay nada que hacer… Sería altamente peligroso que cundiera esta mentalidad entre sacerdotes y fieles colaboradores. Como no hay nada que hacer, mantenemos las misas y ya está, a disfrutar de los veranos de la villa.

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7.07.14

Te falta valor. Pero te quedas con unas ganas...

Lo de “te falta valor” era una de las frases favoritas de mi madre. La soltaba en esos momentos en que te quedas con ganas de decir o hacer algo que sería justo y necesario, y que aclararía las ideas de algunas personas, pero que a final prefieres callar por no liarla.

Miren que es pesadita la cantinela de la Iglesia a la sacristía y la fe algo estrictamente privado. Hace unos días lo volvía a recordar la consejera de educación de Asturias. Se repiten más que el ajo, la morcilla y el pepino juntos. Curas, monjas, frailes, católicos… a las catacumbas, a vivir su fe en el ámbito de lo privadísimo, y a dedicarse a rezar y a decir a la gente que sean buenos para que puedan llegar al cielo. Lo demás, ya se sabe, es cosa de la sociedad civil.

Cada vez me entran más deseos de que eso se hiciera realidad algún día. Me da por soñar y me imagino una sociedad española donde efectivamente curas, monjas y frailes se dediquen solo a rezar y a mantenerse dentro de los muros de sus iglesias y conventos, acompañados por los fieles que lo deseen en la misa, el rezo del rosario, las devociones privadas y los dulces coloquios espirituales. Y nada más. La calle, lo público, en manos de la autoridad civil.

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5.07.14

Ojo con los funerales. Que no se conviertan en un show

Hace unos días me encontré con una feligresa por la calle. Me abordó como una exhalación para soltarme a bocajarro que cómo es posible que en la parroquia hiciéramos unos funerales tan sosos…

Me contó su experiencia. Cada año encarga una misa por un familiar fallecido hará doce o catorce años. En esas misas normalizas por un difunto lo que hacemos es nombrarlo en el memento y si acaso en las peticiones. Pues por lo visto no es bastante. Porque esta buena señora lo que me pedía era que en cada misa por su familiar hubiera homilía amplia contando lo buena persona que era el difunto e incluso que recogiésemos anécdotas o que algún familiar dijera unas palabras.

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