3.07.16

Menos mal que me sobran treinta años y veinte kilos

Ya lo saben. En cuanto alguien toma el testigo de la no discriminación, lo primero que hace es discriminar, condenar, amenazar y lanzar insultos contra todo lo que se menea en dirección no coincidente con la suya.

Estamos en los ne – fastos del fin de semana del orgullo arco iris. Ayer se pudo ver un desfile que, si hubiera sido película, solo hubiera podido ser contemplado en salas X. Pero es el orgullo gay y en ese caso absolutamente todo está permitido. Vestidos o desnudos, procaces, exhibicionistas, gestos obscenos, provocación. Que lo vean niños y mayores: es la vida. Gratis. En la calle y retransmitido por la tele. Eso sí, una corrida de toros, en plaza cerrada y reservada a quienes paguen su entrada, vetada a menores de 14 años. Paradojas de la vida.

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2.07.16

El archivo parroquial, parte del secreto de confesión

No es infrecuente encontrar en las parroquias laicos encargados del archivo parroquial. Suelen ser personas de confianza que se ocupan tanto de pasar nuevas partidas de bautismo, matrimonio y, en muchos lugares aún, de difuntos, como de emitir las partidas y certificados que puedan solicitarse. No sé si acabamos de ser conscientes de lo que eso significa.

Los libros parroquiales son auténticos chivatos de la vida de las personas. Un asiento de bautismo consta de datos del bautizado, sus padres y abuelos, matrimonio de los padres… En la mayoría de las ocasiones nada especial que reseñar, pero en cualquier caso fuente de informaciones reservadas que a nadie importan.

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28.06.16

La banderita arco iris

Parece que unos cuantos ayuntamientos, bastantes creo, han colocado hoy una banderita arco iris en sus balcones. Es el llamado “día del orgullo gay” y Dios te libre de no hacerlo. A un ayuntamiento se le perdona la corrupción -mejor colgaran una bandera pirata para que no quedara duda de la calaña de tantas corporaciones municipales-, el enchufismo, el amiguismo, la recalificación de lo suyo, las mangas y capirotes y la conversión de capa en sayo. No pasa nada. Pero como no aparezca suficientemente sensible con la cosa del llamado orgullo gay, que se de por eso y nunca mejor dicho.

No es la única bandera reivindicativa, no, que también colocan el lacito rojo en el día mundial del SIDA -observen que una cosa relacionada con la otra-, y NADA MÁS.

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27.06.16

De las cervicales al sofoco

Ayer domingo hacía calorcito. Así que pusimos en marcha el aire acondicionado, porque yo creo que para vivir la celebración también hay que estar cómodos en lo material.

Una misa creo que sin nada que reprochar. Un monaguillo perfectamente educado, las cosas en su punto y hasta nos acompañó la coral parroquial. Acaba la misa y una señora que llega a la sacristía hacha una fiera: “Vaya misa, heladita estoy, con lo que yo padezco de cervicales y encima este frío, si es que no sé ni cómo viene la gente a misa. Y encima hale, con coral y todo, para que sea la misa más larga. Desde luego, yo no vuelvo”.

No estaba aún repuesto cuando entra otra señora. Los hombres generalmente no decimos nada, ni a favor ni en contra. O al menos en mi parroquia suelen ser mucho más expresivas las señoras. Pues eso, que otra señora: “No sabe cómo le agradezco lo del aire, porque mire, una anda con sus sofocos, y la verdad es que alivia mucho. Y la coral, qué belleza, qué gusto, cómo ayuda a vivir la misa”.

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23.06.16

Se habrá quedado calvo Gil Tamayo

Apenas leo nada de lo que escriben los obispos. Si acaso, alguna cosa de D. Carlos Osoro por aquello de que es mi arzobispo, y poco más. Tendrán que reconocerme que la inmensa mayoría de lo que escriben corresponde a lugares comunes, frases hechas y la nada con sifón. Alguna excepción hay, pero eso, excepciones del todo excepcionales, y en esos casos ya se encargan los medios de comunicación de destacar el hecho, ya que todo documento episcopal que saque ronchas en la prensa es que es de los buenos y trata de llamar a las cosas por su nombre.

Pues bien, si la cosa de los obispos me trae bastante al fresco, y como yo a la inmensísima mayoría de los creyentes, imaginen lo que me importa lo que el secretario de la conferencia episcopal pueda soltar en una rueda de prensa.

Para empezar, porque yo creo, humildemente, que el secretario no está para decir nada en su nombre. Sale a la rueda de prensa, explica lo que se ha tratado en el plenario o la comisión, da cuenta de algo que le han encargado comunicar y aquí paz y después gloria. Las opiniones personales de Gil Tamayo me interesan tanto o menos que las de la señora Rafaela. Menos.

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