Fiducia supplicans me temo que está suponiendo un impensado punto de inflexión en el pontificado de Francisco. Pienso que estaban convencidos o que alguien estaba convenciendo al sucesor de Pedro de que, con una Iglesia que parecía anestesiada ante tantas cosas ya vividas en estos últimos años y encima en vísperas de Navidad, las repercusiones de la Fiducia serían muy previsibles: Müller, Sarah, Burke, Aguer, Strickland, alguna web y ya.
La sorpresa, agradable o muy desagradable, según, es que los católicos, muchos católicos, estaban cansados de ambigüedades y de tanto “motu proprio”, que la hartura estaba ganado demasiados puntos y que la cosa se iba poniendo muy calentita. Ya se sabe cómo son estas cosas. Un día llega la gota que colma el vaso y todo se desborda.
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