InfoCatólica / De profesión, cura / Archivos para: 2020

27.11.20

Entre gustos, lo de siempre, lo que vende y lo que necesitamos

Es que estamos a menos de un mes de la Navidad y se nos acumulan las cosas. Es Navidad y algo hay que hacer.

Gustos. Primera tentación y no siempre la más acertada. Lo comprendo y hasta si quieren lo justifico. Es mucho más gratificante hacer cosas que gusten que intentar cuestiones más problemáticas. Comprendo que es mucho más apetecible escuchar villancicos cantados por los nietos que una tarde de retiro con plática, oración y, encima, confesiones. Y te agradecen más un regalo o una invitación que una invitación a un día de ayuno.

Lo de siempre. Pura inercia. En cuaresma charlas cuaresmales y en adviento y Navidad corona y belén. En cuaresma viacrucis y en adviento retiro. Lo de siempre.

Lo que vende. Hay cosas que siempre salen en la tele y que te suponen un baño de palmadas en la espalda. Operación kilo, cenas para los pobres, visita a residencias y albergues. Siempre vende y más en Navidad.

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25.11.20

Tú, hija, no bebas nada que no abran en tu presencia. Usted, abuelo, tampoco

Las mamás antiguas, preocupadas por la integridad total de sus niñas, solían aconsejar a sus hijas que no bebieran nada que no se descorchara en su presencia, no fuera a suceder que algún malvado, porque entonces no se contemplaba otra posibilidad, aprovechase algún descuido para poner algo en la bebida con el fin de abusar de la criatura.

No hay nada más actual que lo de siempre.

Leo con terror, pavor y dolor aquí mismo en Infocatólica que “los médicos de los Países Bajos que practiquen la eutanasia a pacientes con demencia grave podrán introducir un sedante en la comida o bebida del enfermo si creen que este puede «agitarse o ponerse agresivo» a la hora de matarle”. Vamos, que hay que volver a eso de que uno no está dispuesto a comer ni a beber nada que no sea abierto en su presencia, y aún eso con matices. Y no me vengan con que se refiere a casos muy especiales porque no cuela.

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23.11.20

Desconocido Paracuellos

Intento cada día conectarme en directo a las doce de la mañana a través de mi cuenta personal de Facebook para rezar el ángelus. Este pasado sábado acudí al cementerio de los mártires de Paracuellos con un matrimonio amigo que no lo conocía. Desde la catedral de los mártires, que así le dice don Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, me conecté en directo unos minutos antes de las doce para mostrar lo que es Paracuellos y rezar desde allí el ángelus.

Me sigue sorprendiendo la cantidad de gente, católicos de siempre, creyentes, militantes de la fe que apenas han oído hablar de las matanzas de Paracuellos y por supuesto nunca pusieron allí sus pies. Gente de Madrid, que nos pilla al ladito. Nada de nada. Incluso una persona, ayer mismo en Braojos, me decía que había visto el video y que estaba muy impresionada. Otra que no lo conoce.

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20.11.20

Tragar carros y carretas

Tragamos con lo que nos echen. Nos da igual sapos, quina o carros y carretas. Disponemos de unas enormes tragaderas dilatadas a base de sentirnos culpables de todos los males de este mundo, una misericordia mal entendida y un intestino sensible a cualquier cosa que se nos pueda decir especialmente desde la tele. Lo saben.

Los católicos en general y la cúpula de la Iglesia en España en particular no somos enemigo que asuste. Tienen clarísimo que nos pueden hacer lo que quieran. Lo más que puede suceder es que se recojan unas firmas, tal vez una manifestación sin pena ni gloria y tan pacífica, y me alegro, que ni un papel en el suelo. Quizá incluso algún obispo aislado haga una declaración medio contundente o el presidente de la conferencia episcopal se permita, en un discurso sin demasiada difusión, una referencia disimuladamente enérgica en contra de alguna cosa. Nada más.

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19.11.20

El rizo de Estrellita Castro

Tras finalizar el concilio Vaticano II y hasta casi los noventa, tocó el tiempo de las novedades más novedosas. Frente a la supuesta inmovilidad y rigidez de la liturgia del misal de Juan XXIII, llegó el momento del cambio especialmente en el culto público.

Todos nosotros vivimos el momento de guitarras, bongos e incluso alguna batería, los textos en lengua vernácula, adaptación de viejas canciones a las que se colocaba una letra pseudo católica, carteles en los templos, ofendas interminables, palmadas, gestos, niños arriba y abajo, plegarias experimentales y ornamentos escasos.

Desde que se iniciaron esas supuestas innovaciones, han pasado no menos de cuarenta años. Evidentemente hoy escasean tales originalidades. Cualquiera que vaya a misa, se encuentre con una guitarra y unos bongos tocados por señoras sesentonas, un cartel sobre el atar que dice algo tan sorprendente como “Dios te ama”, un sacerdote sin casulla y los niños subiendo al altar en la consagración y a darse la manita en el padrenuestro para acabar dándose la paz al ritmo de “Paz Señor en el cielo y la tierra, paz Señor en las olas del mar…, experimentará un insufrible olor a naftalina.

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