¿Entrada automática al cielo? Con anécdota final

No conozco la nueva teoría, pero pudiera ser que a servidor la teología de siempre se le haya quedado obsoleta y que el Catecismo haya sufrido alguna corrección fundamental que esté replanteando algunas cosas. Puede ser.

Pero a mí eso de que uno se muera, y que independientemente que sea católico, evangélico, budista, musulmán, animista, ateo reconocido, anti teo recalcitrante, adúltero, defraudador de hacienda, mata niños, genocida, blasfemo, asesino o violador se vaya derechito a cielo como que se me hace un poco fuerte, qué quieren que les diga.

Lo que servidor aprendió en el catecismo de niño y ayudando a misa en la parroquia desde los siete añitos, es la importancia de la oración, las buenas obras y sobre todo de la eucaristía por los difuntos, ya que ante la presencia de Dios todos necesitamos misericordia y los sufragios de los vivos son intercesión ante Dios para que acoja en su seno a los difuntos. Si estoy errado, agradezco se me diga.

Pues ahora no falla. Funeral que vas, difunto en el cielo. A partir de ahí pierden todo su sentido las oraciones por los difuntos, las indulgencias, las misas de réquiem. Ojo al parche que nos estamos cargando algo fundamental. Que una cosa es confiar en la misericordia de Dios, comprender que Dios nos puede llamar a la conversión hasta el último segundo de nuestra existencia, y otra muy distinta dar por supuesto que todos al cielo de cabeza hagas lo que hagas.

Hace tiempo que en los funerales empleo la expresión “nuestro hermano (o hermana, no se me molesten) está ahora en las manos de Dios”. Me parece que es una frase que a la vez expresa ternura, confianza y misericordia, mientras afirma que es Dios el juez de nuestra vida. Es una frase que nos lleva a pedir oraciones para que Dios tenga misericordia del hermano, perdone sus culpas y lo admita en su gloria. Pero si uno empieza afirmando que ya está en el cielo, ya es que no viene a cuento ni el funeral de cuerpo presente. Todo debería ser misa de gloria. Y para un servidor que no.

Y una anécdota final, que los españoles somos dados al humor negro, y más en estos días.

Falleció D. Jesús, párroco del pueblo durante muchos años. Y como es natural fue el señor obispo a oficiar el funeral en la parroquia. Pues bien, al obispo le dio por hablar del paraíso, y el paraíso para arriba, y el paraíso para abajo, y las maravillas del paraíso. La gente aguantándose la risa. Y dale. Hasta que les dijo que iban a rezar para que D. Jesús pudiera gozar eternamente en el paraíso. Fue imposible aguantar más. La gente es que casi literalmente se tiraba por los suelos y los sacerdotes concelebrantes no sabían ya como reprimir las carcajadas. Y es que el bueno del obispo no sabía que la casa de mala nota del pueblo se llamaba justo “El Paraíso”…

30 comentarios

  
vicente
cielo, infierno y purgatorio; así lo dice la fe de la Iglesia.
01/11/12 1:01 PM
  
victoriano andrés
Coincido con tu apreciación. También hago uso de la expresión "en manos de Dios".
01/11/12 1:23 PM
  
Luis Fernando
Lo mismo es que Cristo se equivocó cuando dijo que la puerta hacia la salvación es pequeña y pocos la cruzan, mientras que la que lleva a la condenación es ancha y muchos transitan por ella.

Vamos a tener que re-redactar esa parte del evangelio, porque queda políticamente incorrecta tal y como está.
01/11/12 1:54 PM
  
Abel
Mi parroco suele decir "Recemos por Fulanito que ha partido a la casa del Padre"

¿esto sería correcto?
01/11/12 2:40 PM
  
juan ( )
Amén Padre. Mi mayor precaución es que cuando muera casi nadie rece por mi. Hace tiempo que cuando confieso, comulgo y después rezo un rosario ante el Santísimo Sacramento intercediendo por los deseos del Papa, Ofrezco y pido a nuestra Madre celestial, que si por la Gracia de Dios yo alcanzare Indulgencia, que sea ella, la Virgen María quien decida a qué alma del purgatorio aplicarla y de que de allá la saque.
Padre, éste año de La Fe es un año lleno de indulgencias, no oigo mucho desde el púlpito, no sé por qué razón si la hay. Le pido humildemente que si su tiempo le permite y sobretodo el Espíritu Santo así le recomienda, que nos explique el gran tesoro que la misericordia de Dios, a través de nuestro amado Benedicto XVI nos ofrece éste año santo.
Yo pudiera estar en error, mas no quisiera perder oportunidad alguna, siempre contando con la Gracia de Dios y su infinita Misericordia.
01/11/12 2:44 PM
  
gonzalo
está usted que se sale. Es un placer leerle.

salut
01/11/12 2:58 PM
  
José Luis
Cuando en alguna misa, hay más personas de lo habitual, un tanto ruidoso, entretenidos entre ellos mismos, que no saben en qué momento se han de poner de rodillas, de pie, no lo tienen claro. Están allí, porque es una misa de difuntos. Y en esto, el sacerdote, ya le abre para el fallecido las puertas del Reino de los cielos. Me ha venido también este pensamiento en esos momento. "Si el fallecido se ha comportado con las mismas irreverencias al Señor, ya tiene el cielo ganado, del Purgatorio, nada de nada. No olvidemos aquello que dice el Señor, que muchos querrán entrar, pero no podrán. Y es que el Señor conoce bien la fe de cada uno, si es que el fallecido ha tenido la fe suficiente, viviendo una vida según Jesucristo, amor, caridad, misericordia, y si ha tenido algún pecado que ha faltado por satisfacer, se gana el cielo, pero no sin antes pasar el tiempo en el Purgatorio que Dios haya determinado.

Pero si el corazón del fallecido ha sido toda una entrega para el mundo, los vicios, el pecado, las rabias, y tantas cosas malas, que no ha aceptado el Evangelio, para nada, ni siquiera se pudo haber arrepentido de sus pecados mortales, ¿se gana acaso el cielo?

Escuchemos al Santo Patrono de curas y sacerdotes, el Santo Cura de Ars, transcribiendo el siguiente texto, de uno de los sermones he tomado la siguiente parte, no todo el sermón, sino lo que me llamó la atención, y dice:

«… No, no, hermanos, un momento; le quedan aún cinco minutos de vida para que le sea manifestada toda su desdicha. Vedle como se acerca su fin... los circunstantes y el sacerdote se ponen de rodillas para mirar si Dios querrá tener compasión de aquella pobre alma:

--“¡Alma cristiana, le dice el sacerdote, sal de este mundo!”

–Y ¿a donde quiere que vaya, si no ha vivido más que para el mundo, si solamente se acordó del mundo? Además, según la manera como vivió, pensaba no salir nunca de él... ¡Usted, padre, le desea el cielo, pero ella, ni tan solo conocía su existencia! Se engaña, padre; dígale más bien: “Sal de este mundo, alma criminal, ve a quemarte, ya que durante toda tu vida no ha trabajado más que para eso”.

–“Alma cristiana, continua el sacerdote, ve a descansar en la celestial Jerusalén”.

– ¡Bravo! Amigo, envía usted a aquella hermosa ciudad un alma toda cubierta de pecados, de los que, el número excede a las horas de su vida; un alma que en su vida no fue más que una cadena de impurezas, la va usted a colocar junto a los ángeles, junto a Jesucristo que es la pureza misma. ¡Oh, horror! ¡Oh, abominación! ¡al infierno, al infierno, ya que allí tiene su lugar señalado!

– “Dios mío, va siguiendo el sacerdote, Criador de todas las cosas, reconoced esta alma obra de vuestras manos.

– ¡Y qué! Padre, se atreve usted a presentar a Dios, como si fuese su obra, un alma que no es más que un montón de crímenes, un alma enteramente corrompida; cese, amigo, de dirigirse al cielo, vuelva su mirada hacia los abismos y escuche a los demonios cuyo auxilio tanto reclamó; échele esa alma maldita, ya que para ellos trabajó.

– “Dios mío, dirá tal vez aún el sacerdote, recibid esa alma que os ama como a su Criador y como su Salvador”. ¿Ella ama al buen Dios? ¿Dónde están, amigo, las señales? ¿Dónde están sus devotas oraciones, sus buenas confesiones, sus buenas comuniones? O mejor, ¿cuando cumplió el precepto pascual? Calle usted, escuche al demonio diciendo a gritos que ella le pertenece, ya que desde mucho tiempo a él se entregó. Hicieron un trato de cambio: el demonio le dio dinero, medios para vengarse, le procuró ocasiones de satisfacer sus deseos; no, no amigo, no le hable más del cielo. Por otra parte ella tampoco la desea; prefiere, estando tan cubiertas de crímenes, ir a arder a los abismos, antes de subir al cielo, en presencia de un Dios tan puro.

Detengámonos ahora un momento, hermanos míos, antes que el demonio se apodere de ese réprobo: solo le queda el conocimiento necesario para darse cuenta de los horrores del pasado, del presente y del porvenir, que, para él, son otros tantos torrentes del furor de Dios cayendo sobre el infeliz para completar su desesperación. Dios permite que en el espíritu de ese desgraciado que todo los despreció, se le presente junto en aquel momento todos los medios para salvar su alma; ve entonces cómo tenia necesidad de todo cuanto le ofreció Dios, y no le ha servido de nada. Dios permite que en aquel momento, se acuerde hasta del íntimo pensamiento saludable de los que le habrán sido sugeridos durante su vida; y ve cuál su ceguera al perderse. ¡Oh, Dios mío! ¡Cuál será su desesperación en tales momentos, al ver que podía salvarse y se ha de condenar! ¡Ay! ¡El presente y el porvenir completan su desesperación! Tiene plena convicción de que antes de transcurrir tres minutos estará en el infierno para no salir jamás de allí...

El sacerdote, viendo que no hay lugar para la confesión, le presenta un crucifijo para excitarle al dolor y a la confianza, diciéndole: “Hijo mío, he aquí a tu Dios que murió para redimirte, ten confianza en su gran misericordia que es infinita

¾Salga de aquí, amigo, ¿no ve que solo aumenta su desesperación? ¿Piensa lo que va a hacer?... ¡Un Dios coronado de espinas, en las manos de una mundana veleidosa que durante toda su vida sólo procuró adornarse para agradar al mundo!... ¡Un Dios despojado de todo, hasta de sus vestiduras, en manos de un avaro!... ¡Oh, Dios mío! ¡Que horror!.. ¡Un Dios cubierto de llagas, en manos de un impuro!... ¡Un Dios que muere por sus enemigos, en manos de un vengativo!... ¡Oh, Dios mío! ¿Podemos imaginarlo sin morir de horror? ¡Oh, no, no, no le presente usted más a ese Dios clavado en la cruz; todo acabó para él, su reprobación en segura! ¡Ay! Es preciso morir y condenarse, teniendo tantos medios para alcanzar la salvación! Dios mío, ¡cual será la rabia de ese cristiano por toda la eternidad!

Hermanos, oídle al dar sus tristes despedidas. El infeliz ve que sus parientes y amigos huyen de él y le abandonan, y lloran diciendo: “Ya está, ya murió...” Es en vano que se esfuerce en darles su última despedida: ¡adiós, padre mío y madre mía! ¡Adiós, mis pobres hijos, adiós para siempre!... Más ¡ay! Aún no ha exhalado su último suspiro y ya se halla separado de todo, ya no se le escucha. ¡Ay! ¡Yo me muero y estoy condenado!... ¡sed más buenos que yo!... Se le dice, no dejaste obrar bien durante tu vida, ¡oh!, triste consuelo. Pero no son éstas las despedidas que más le entristecen; ya sabía él que un día lo había de dejar todo eso; más ante de bajar al infierno, levanta sus ojos al cielo, perdido para siempre: ¡adiós hermoso cielo! ¡Adiós mansión feliz, que por tan poca cosa he perdido para siempre! ¡Adiós dichosa compañía de los ángeles! ¡Adiós mi buen ángel de la Guarda, a quien Dios había destinado para ayudarme a mi salvación, y a pesar de vos me he perdido! ¡Adiós, Virgen santa y Madre Tierna, si hubiese querido implorar vuestro auxilio, Vos hubieseis obtenido mi perdón! ¡Adiós, Jesucristo, Hijo de Dios, que tanto sufristeis por salvarme, y yo me he perdido! ; ¡Vos que me hicisteis nacer en el seno de una religión tan consoladora, y fácil de seguir! ¡Adiós, pastor mío, a quien tantas penas he causado al despreciar a usted y todo cuanto su celo le inspiraba para hacerme ver que, viviendo como yo vivía, me era imposible salvarme, adiós para siempre!... ¡ah! ¡Los que están aun en la tierra, pueden evitar semejante desdicha; más, para mí, todo se acabó; sin Dios, sin cielo, sin felicidad!... ¡siempre llorar, siempre sufrir, sin esperanza de fin!... ¡Oh, Dios mío! ¡Qué terrible es vuestra justicia! ¡Eternidad! ¡Cuantas lágrimas me haces derramar, cuantos clamores me haces exhalar..., yo que viví constantemente en la esperanza de que un día había de salir del pecado y convertirme! ¡ay, la muerte me ha engañado, y no he tenido tiempo!.... El capítulo completo del sermón de SAN JUAN MARÍA VIANNEY en el; Tomo I: Aplazamiento de la conversión, paginas 288-310, editorial Apostolado Mariano.

• Este extracto del sermón desde la página 306-310.-
01/11/12 3:39 PM
  
Tony de New York
'cielo, infierno y purgatorio'

La iglesia dice:
Muerte, Juicio, Cielo e Infierno. Toda persona católica tiene y debe de meditar sobre los cuatro.

27 Y así como está decretado (establecido) que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio.
Hebreos 9, 27.
01/11/12 4:07 PM
  
susi
Conozco un cura que en los funerales siempre habla de la posibilidad de ir al infierno y que tenenmos que andarnos con cuidado. Así, los que solo van a misa ese día, por lo menos, van avisados.
PD También habla de la Misericordia de Dios y de que hay que rezar por los difuntos que están en el purgatorio. Pero del infierno habla siempre, y hace muy requetebién.
01/11/12 5:20 PM
  
María de las Nieves
La persona cuando muere pasará por dos juicios: el juicio particular y el juicio universal,la doctrina siguiente es clara.

El juicio particular

1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.

1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).

De la visión beatífica de Dios
[De la Constitución Benedictus Deus, de 29 de enero de 1330]

Por esta constitución que ha de valer para siempre, por autoridad apostólica definimos que, según la común ordenación de Dios, las almas de todos los santos que salieron de este mundo antes de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, así como las de los santos Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, y de los otros fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo, en los que no había nada que purgar al salir de este mundo, ni habrá cuando salgan igualmente en lo futuro, o si entonces lo hubo o habrá luego algo purgable en ellos, cuando después de su muerte se hubieren purgado; y que las almas de los niños renacidos por el mismo bautismo de Cristo o de los que han de ser bautizados, cuando hubieren sido bautizados, que mueren antes del uso del libre albedrío, inmediatamente después de su muerte o de la dicha purgación los que necesitaren de ella, aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio universal, después de la ascensión del Salvador Señor nuestro Jesucristo al cielo, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celeste con Cristo, agregadas a la compañía de los santos ángeles, y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la divina esencia de modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y también las de aquellos que después saldrán de este mundo, verán la misma divina esencia y gozarán de ella antes del juicio universal; y que esta visión de la divina esencia y la fruición de ella suprime en ellos los actos de fe y esperanza, en cuanto la fe y la esperanza son propias virtudes teológicas; y que una vez hubiere sido o será iniciada esta visión intuitiva y cara a cara y la fruición en ellos, la misma visión y fruición es continua sin intermisión alguna de dicha visión y fruición, y se continuará hasta el juicio final y desde entonces hasta la eternidad.

Definimos además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno donde son atormentados con penas infernales, y que no obstante en el día del juicio todos los hombres comparecerán con sus cuerpos ante el tribunal de Cristo, para dar cuenta de sus propios actos, a fin de que cada uno reciba lo propio de su cuerpo, tal como se portó, bien o mal [2 Cor. 5, 10]. ero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe.
01/11/12 5:36 PM
  
Tulkas
Recuperese la Misa de Requiem con el color negro, que también es litúrgico, por cierto.

Recuperarse la secuencia Dies Irae, en vernácula y prosa para ver si los curas, de una vez, se enteran de que para predicar sobre el cielo y el infierno y el purgatorio hay mil oportunidades.

Yo no escucho ka palabra "Purgatorio" en un sermón desde hace una década.

Es este el alimento de ka Fe por la predicación que recibe hoy día el pueblo de Dios?
01/11/12 5:50 PM
  
jose de maria
Jose Luis una belleza. Padre Jorge como todos sus articulos. Cuentan en mi tierra Veracruz que en una misa de difunto el sacerdote no conocia al difunto ni a la familia y en la homilia hablo como si se tratara de un santo, las comadres se acercan a la viuda y le preguntan si realmente se trataba de su marido, porque todo el pueblo sabia lo travieso que era.
01/11/12 6:06 PM
  
Yolanda
Ya sabemos, LF: es más fácil que un camello pase por un ojo de aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos. Pero por difícl que sea, y por mucho que nos resistamos a entrar por la puerta estrecha, para Dios no hay nada imposible (tampoco se equivocaría Jesús en eso) y en eso ponemos nuestra esperanza.
01/11/12 6:22 PM
  
Margarita
Un buen amigo se crió solo con su madre porque el mal padre los abandonó y nunca más supieron de el.
Andando los años le llegó noticia legal de la muerte de su progenitor y encargó -por deber filial- una misa por su eterno descanso en una parroquia de Madrid, San Pio X para más señas.
En el sermón al Revdo. Sr. Cura Párroco (años 80) no se le ocurrió mejor cosa que canonizar al finado y ensalzarlo como esposo amantísimo y padre ejemplar. Mi amigo casi sube al presbiterio y golpea al predicador.
01/11/12 6:44 PM
  
Josafat
La muerte y el mas allá es algo muy sensible en l existencia humana. No es caritativo jugar con ideas de condenas eternas y demonios.

Yo esta la principal razón, por no decir unica, por la que no comparto la ortodoxia católica.
No es justo que haya un infierno, y en caso de ser así no es justo que sea tan fácil acabar en el.
01/11/12 7:39 PM
  
Forestier
Josafat: Si partes del hecho que Dios nos ha hecho radicalmente libres y responsables de nuestros actos, quizá empieces a entenderque que la condenación, es un rechazo de Dios libremente asumido, y la condenación es la total ausencia del amor de Dios, porque uno mismo lo ha querido con total odio a Dios. Es uno mismo, con su libertad, quien se condena. . Además, no se que te puede parecer que los terribles asesinos en masa y tantas otras horribles maldades que ha habido en la historia humana cometidas por personas determinadas(prefiero no decir nombres, pero salen de corrido), resulta que al final se van de rositas como si nada hubiera pasado.
01/11/12 9:03 PM
  
Tulkas
Valen más estos tres versos que todas las homilías que se van a predicar el Día de difuntos.

Ojalá muchos curas simplemente los glosaran y se dejaran de decir tonterías;

Rex tremendae maiestatis
Qui salvandos salvas gratis:
Salva me, Fons pietatis!
01/11/12 9:33 PM
  
Antonio Fernández_Martos Bermúdez-Cañete
Yo también , con 75 años, asisto a muchos funerales en que el cura por parecer simpático al pueblo canonica directamente al muerto , con lo cual le estafa pues así nadie rezará por él y engaña a los vivos ,haciéndoles creer que todos nos salvamos por muy granujas que seamos, ya que la misericordia de Dios es infinita. Para evitar esto he entregado a mis hijos una carta que deseo se lea en mi funeral manifestando que deseo misas y sufragios por mi alma, pues he sido un pecador corriente,pero pecador, y espero arrepentido de la misericordia divina ir al Purgatorio.

A ver si con el año de la fé la recobran muchos sacerdotes y catequistas y se acuerdan de predicar sobre el Infierno y el Purgatorio. Hace unos días una monja catequista me decía que no hay infierno pues la misericordia de Dios es infinita. Yo le contesté que sí lo es pero que empezó tarde con ella pues creó el infierno para el demonio y sus ángeles.
01/11/12 9:42 PM
  
Gregory
Hermanos normalmente las predicaciones en las misas de difuntos son para los que aun permanecemos en este valle de lagrimas al difunto no se le predica porque ya contempla la verdad y por regla general somos misericordiosos con ellos o ¿Como padriamos no serlo? tendria que ser una persona pecadora publica y notoria.
01/11/12 9:58 PM
  
Yolanda
A ver si con el año de la fé la recobran muchos sacerdotes y catequistas y se acuerdan de predicar sobre el Infierno y el Purgatorio.

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Don Antonio, ¿acusa a "muchos" sacerdotes y catequista de no tener fe? Lee usted los corazones con verdadero atrevimiento. ¿Está seguro de haber sido un pecador"corriente"? ¿Qué es "corriente"?
01/11/12 10:13 PM
  
Yolanda
Por cierto, me ha gustado el comentario de Gregory: como al difunto no se le predica, somos los que quedamos los receptores de esa predicación. pero todos, no sólo los que van ocasionalmente a las iglesias a bodas y funerales. Que parece que el infierno es ese sitio al que corren riesgo de ir... LOS DEMÁS.

01/11/12 11:26 PM
  
perallis
Para Jose Luis y D. Jorge: Gracias.
02/11/12 12:01 AM
  
Koko
Estoy de acuerdo con lo expuesto por el P. Jorge. Muchos sacerdotes se dedican en los funerales a enviar gente al Cielo antes de tiempo, usando expresiones que dan a entender que no es preciso rezar por el difunto, puesto que goza ya de la Vida eterna.

A veces, se identifica Vida eterna con Cielo o Paraiso, y aunque es cierto, que son sinónimos, habría que cuidarse de decirla en ciertos contextos, puesto que puede ser malinterpretada, en el sentido de que alguien puede pensar que Vida eterna sólo hay la del Cielo, cuando también existe la "vida eterna" de los condenados.

Siempre que se me presenta la oportunidad y el Evangelio da pie a ello, predico de los novísimos. Muerte, juicio, infierno y gloria.

No se trata de predicar siempre sobre el infierno, pero, ¿por qué tenemos que callarnos los sacerdotes cuando Cristo en el Evangelio nos habla de él? También Dios nos pedirá cuenta de tantas omisiones que quizás hallamos hecho a la Palabra de Dios.

Ya lo afrimaba San Pablo (1 Co, 9, 16): "¡Hay de mi si no predico el Evangelio!", y creo que se refería a TODO el Evangelio, no sólo a una parte de él.
02/11/12 1:31 AM
  
PG
Me agrada más que se diga: “nuestro hermano (o hermana, no se me molesten) está ahora ante la Misericordia e Infinita Caridad de Dios N.S.
02/11/12 1:52 AM
  
José Luis
Yo he conocido a un sacristán que me decía que el infierno no existe. Y así, otros evitan aprender del Catecismo de la Iglesia Católica, que nos habla sobre las verdades eternas, no les gustan el Catecismo de la Iglesia Católica.

Yolanda, hay catequistas que no creen en la presencia de Cristo en el Sagrario, no tienen la preparación que pide el Concilio Vaticano II, y no ayudan a los niños. Hace años que padres de familias escribieron una carta a una publicación religiosa, con licencia eclesiastica, porque aquellos catequistas, estaban enseñando a los niños herejías y no verdades de la Iglesia Católica.

Un sacerdote desde el púlpito, a voz en grito, decía a todos, que no iba a continuar, había dejado de creer en todo lo que nos enseña la Iglesia Católica.

Por cierto Yolanda, no es necesario leer los corazones, que sólo lo puede hacer Dios, pero las obras externas se ven, y lo que se dice con palabras, es lo que sale del corazón, ya lo habia dicho Jesucristo. Le recomiendo que se anime a leer y meditar el Nuevo Testamento, guiado siempre por el Magisterio de la Iglesia Católica.

Por cierto, según otro comentario (...), no se debe hablar así de Jesucristo, que no se equivocó, siendo católico como se dice, ¡cuidado!, porque no se puede hacer burlas de nuestro amado Señor Jesucristo, porque esto es signo de desamor, de falta de caridad para con Cristo. No hay que hacer lo que los herejes, manipular el Evangelio a su propio capricho, "o no me gusta, lo cambio por esto que me gusta". No olvidemos que de Dios nadie se burla, nadie se ríe.
02/11/12 8:13 AM
  
José Luis
Leyendo también otro de los escritos de San Alfonso María de Ligorio, y en el caso sobre la anécdota, y yo lo he oído algunas veces, de aquellos que sacerdotes que rompen con Cristo cuando dicen alguna homilía, intentando, como dice San Alfonso, granjearse la simpatía de los oyentes, son capaces de contar chistes para hincharse de los aplausos para recibir su premio.

Estas son sus palabras, un extracto:

«Oradores hay que para agradar a sus oyentes doran y más bien desdoran, sus sermones con chistes y cuentos ridículo y llegan a sostener que es necesario hacerlo, especialmente en las pláticas y en las catequesis dirigidas al pueblo, para captarse sus simpatías y mantenerlo atento y sin cansancio; pero lo que yo sé es que los santos en sus pláticas no hacían reír, sino llorar. Cuando pronunciaba San Juan Francisco de Regis sus sermones, o por mejor decir, sus pláticas, el pueblo prorrumpía en amargas lágrimas desde el comienzo hasta el fin. Pese que se diga alguna palabra ocurrente si brota naturalmente del asunto que se trata; pero querer convertir la plática en escena cómica, como hay quien lo hace, refiriendo cuentecillos propios sólo para excitar la hilaridad o fábulas curiosas,, con palabras y gestos preparados para hacer reír a los oyentes, ignoro como se pueda componer con la santidad debida al templo y con la dignidad de la sagrada cátedra, desde la que se anuncia la Palabra de Dios y donde el que habla desempeña el oficio de embajador de Jesucristo. Sí, el auditorio reirá estarán todos atentísimos; más después de tanto reír quedarán sin atención ni devoción, y las más de las veces se limitarán a recordar el chiste o el paso y lance agradables, que les hizo reír, en lugar de atender a la moralidad que debían haber sacado, porque nuestro simpático orador, para no pasar plaza de charlatán de feria, procurará extraer hasta por los cabellos alguna consecuencia moral de entre tanto chiste. Así pretenderá engañar al vulgo, si bien los hombres sensatos se enojarán ante tamañas niñerías. Naturalmente, agrada ver bailar; pero si se viera que alguien iba bailando por las calles, lo que inspiraría sería compasión y fastidio en quien lo viera. De igual modo, también agrada oír alguna ocurrencia; pero a las personas educadas les repugna oír chistes desde lo alto del púlpito que es lugar sagrado desde el que se anuncia la Palabra de Dios. Además, es un error pensar que sin tales facecias acudirán pocos o estarían atentos a la plática; yo defiendo que acudirán más numerosos y escucharan más atentamente cuando se convenza que yendo a la plática no van a perder el tiempo ni a disiparse, sino a cosechar fruto para bien de su alma. » (Obras Ascéticas de San Alfonso María de Ligorio, Tomo I, Carta a un amigo suyo, págs. 373-374. BAC)
………………………
Continuando con mi pobre reflexión. El que dice una homilía ofensiva a Dios, no siempre quiere aprender, para evitar ofender al Señor, sino cuando se habitua a lo que no enseña la Iglesia Católica, llegan a hablar para que la gente le aplauda o se ría a carcajadas. Ahí no entra el Espíritu Santo, sino el demonio, con el resultado que lo que dice el sacerdote, chistes o cuentecillos de vieja, no quiere el bien de los oyentes, sino su ruina. Así que con el chiste, ya tienen olvidado por completo lo que pudiera haber oído el Evangelio del momento, el demonio ha conseguido que en menos de dos minutos, apenas nadie se acuerde de las palabras de Jesús.
Y del mismo modo, aquel que habla sobre selecciones de fútbol, u otros festejos paganos como si fuera que hay que seguir, los están apartando del camino de la salvación eterna. Son ciegos guía de ciegos,
Ya denunciaba San Pablo, que hay algunos que buscan maestros a su propia medida.
Los Santos en sus pláticas no hacían reír, sino llorar, y vemos a San Vicente Ferrer, las innumerables conversiones por sus palabras, San Juan María Vianney, San Pío de Pietrelcina, y muchísimos otros.

Es ganancia aprender de los Santos Padres, porque sus enseñanzas se actualiza incluso al tiempo presente, los mundanos quieren hacer las cosas según su propia medida, no aman a Cristo aunque hablen de Él, y sus enseñanzas pero no las siguen, pues se aprovechan para predicarse así mismo. El Santo Padre Benedicto XVI, en varias ocasiones, también ha dicho que ser sacerdote no es pertenecerse así mismo, sino a Dios y a la Iglesia Católica.

Aquellos que dedican su tiempo en inventarse nuevos modos, chistes, cuentos de viejas, aplausos, no están predicando a Cristo, sino que encaminan a sus oyentes para que pierdan el sentido de la gravedad del pecado, y terminen sus vidas en la amargura y la desesperación.

Otra cuestión de lo que decía el Santo Doctor, “Naturalmente agrada ver bailar”; es decir, refiriéndose al alma que no ha dejado entrar a Cristo en su vida.

Sinceramente, a los oyentes no nos ayudan escuchar ni chistes, ni cuentos de vieja,'ni anécdotas en las mismas' que incitan a las risas; apagana el resplandor de la verdadera devoción y vida de santidad. Pues queremos que sea el Espíritu Santo que llene nuestras vidas, y no el hombre viejo y perverso que nos aparta del camino de la salvación eterna.
02/11/12 8:25 AM
  
Yolanda
José Luis, ¿por qué presupone que yo no leo el NT? ¿Otro que lee los corazones? ¿Otro "pecador corriente" que ve los pecados tremendos de los demás? ¿Otroq ue ve el infierno como ese sitio de cuya existencia y riesgo hay que avisar "a otros"?

Los papás que dejan la catequesis de sus niños en manos de catequistas como los que usted describe, lo tienen MUY FÁCIL: además de denunciar el hecho, que se lagan ELLOS catequistas. No andamos sobrados.

Si un cura deja de creer y lo dice, y se va... ¡bendito sea Dios!

Mucho predicador más papista que el papa hay por aquí... Como sólo pecáis "lo corriente" y hay que dejar "avisados" a los demás, ¿verdad?
02/11/12 11:57 AM
  
Raúl
Yolanda, además de muchos predicadores, detecto también por aquí algún que otro juez o jueza, que se dedican a replicar constantemente y a darle a cada uno lo que le corresponde, según su particular criterio de la justicia.

El infierno es ese lugar al que estamos en peligro de ir todos; servidor de usted, el primero de todos. Y las palabras de Cristo, referentes a la paja y la viga (supongo que las conocerá bien ya que es lectora habitual del Nuevo Testamento) también son aplicables a todos y a todas.
02/11/12 1:31 PM
  
Yolanda
No sobreinterprete, Raúl.
02/11/12 4:07 PM
  
Pepito
Estoy de acuerdo con LF. Me parece que si nos atenemos a las palabras textuales de Cristo son mas los que se condenan que los que se salvan.

Ahora bien las cifras concretas y exactas no las sabemos. Pero ateniéndose a las palabras de Cristo parece que se debe afirmar que la mayoría de la humanidad se condenará, aunque el número en que exceda la mayoría que se condena a la minoria que se salva no lo podemos saber de cierto en esta vida.

Pero por lo menos la mitad más uno de la humanidad parece que se condenará, de lo contrario serían muchos los que entran por la puerta de la salvación y pocos los que entran por la puerta estrecha, en contra de las palabras de Cristo.
03/11/12 2:18 PM

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