El ecumenismo de la persecución: «¿Quién ha dibujado a la Virgen? ¿Estás lamiendo las botas de los nazarenos?»

Hace unas semanas compartía con vosotros el testimonio que el obispo siríaco-ortodoxo Nikolaus Matti ofreció en la parroquia de San Nicolás en Pamplona. Rescato hoy una frase de aquella intervención, que se refería indirectamente a ese ecumenismo que tiene lugar muy lejos de la atención que la prensa suele dedicar a los encuentros entre las cabezas de las distintas confesiones cristianas. Nos relataba Mons. Matti que, a pesar de la persecución por parte de los extremistas islámicos, los cristianos están más unidos que nunca, sin importar si son católicos, ortodoxos…tienen la fuerza del Evangelio”.

En más de una ocasión se ha referido el Papa Francisco al “ecumenismo de la sangre”, refiriéndose a que la persecución sólo entiende que tanto ortodoxos como católicos o protestantes…son el pueblo de la Cruz. De la Cruz gloriosa de Nuestro Señor. Y es que, si Cristo sufrió persecución y martirio, no van a ser menos los que le siguen, los cristianos.

Cuando hablamos de “ecumenismo de la sangre” normalmente nos referimos a los mártires cristianos. Sin embargo, no todos los perseguidos reciben la corona del martirio. Muchos de ellos son testigos vivos del buen Dios, que les ha regalado perseverar en la fe a pesar de haber sido humillados, despojados de todo, exiliados…perseguidos.

En los campos de refugiados, o viviendo entre los escombros de sus hogares, amenazado el sueño cada noche con disparos de mortero, despidiéndose cada mañana para acudir a esa necesaria rutina como si fuera la última despedida, comparten lo que tienen, “como los primeros cristianos”, tantos hermanos nuestros en Cristo que viven el “ecumenismo de la persecución”, rogando a Dios para que les sostenga en la prueba si tuvieran que dar la vida por Él.

Unos días atrás, el sacerdote jesuita indio Sami Hallak, nos brindaba un ejemplo de las durísimas condiciones de vida de quienes, como él, todavía no han abandonado la ciudad siria de Aleppo, anotando en su diario: “Hace tres días que comenzó la gran batalla de Alepo. El ejército del gobierno ataca, y el estruendo de las armas puede ser escuchado durante toda la noche y se prolonga hasta las primeras horas de la mañana. No precisamos despertador, porque sólo soñamos en el lapso entre una explosión y otra”. El padre Hallak relataba también que en la ciudad falta el agua, ya que los milicianos del Estado Islámico controlan la presa que abastece a la ciudad, y describía el uso que sus habitantes hacen del agua: “Si uno se baña, pone el agua caliente en un cubo, y la que es usada para el baño, es luego recogida con cuidado al término del mismo, en un recipiente”, -narra en sus escritos el sacerdote Hallak-. “Cada gota de agua que sale del cuerpo es recogida con un enorme esfuerzo, para ser luego utilizada en la limpieza (segunda utilización). Cuando se la usa en la lavadora, la misma contiene detergentes y otros aditivos, y por eso es recogida en recipientes y utilizada en otros tipos de limpieza doméstica (por ejemplo, para limpiar el piso). Llegado este punto, el agua sucia es utilizada para los servicios sanitarios (tercer uso)” 

En rigor, cuando decimos “ecumenismo", nos referimos solamente a la unión de los cristianos. Pero queremos que Cristo reine en todos los corazones, deseamos que todos los pueblos de la tierra conozcan y amen a su Salvador, que sepan del amor del Padre.

Y en la persecución hay otras víctimas, que no son del pueblo de la Cruz.

En el verano de 2014, cuando los milicianos del EI tomaron la llanura de Nínive en Irak, muchos descubrimos que existía una minoría étnica, el pueblo Yazidí, que sufrió persecución y muerte a manos del Daesh (Estado Islámico). En el libro de Raquel Martín “Antes de que sea demasiado tarde”, se recogen testimonios de Yazidíes que aseguran que sólo la Iglesia se ha ocupado de ellos desde entonces.

Por otra parte, sabemos también que estos soldados del terror no detienen su mano asesina ni siquiera entre los musulmanes.

Unos días después de enterarme de que en Mosul un adolescente musulmán fue decapitado por haber escuchado “canciones e imágenes prohibidas”, encuentro en el diario libanés “L’Orient le jour” el testimonio de Khalifa el-Khoder, un sirio musulmán de 21 años que ha salido vivo de un cautiverio de siete meses en una prisión del Estado Islámico. Su crimen: haber pintado a la Virgen en un muro de Alepo.

El descenso al infierno, para este joven sirio originario de Raqqa, comenzó en abril de 2013, unos meses después del comienzo de la batalla de Alepo que llevó a la ciudad a un torbellino de violencia y provocó el éxodo principalmente de los cristianos. Cuando los combates entre la armada siria y los rebeldes se encarnizaban, Khalifa decide pintar a la Virgen María en un muro en ruinas. Para este estudiante de sociología musulmán, pintar a la Virgen era un modo de lanzar un mensaje de paz al mundo.”

En 2014 Khalifa vivía en la zona de Alepo ocupada por las fuerzas rebeldes, e iba con frecuencia a su ciudad natal, Raqqa, que en junio de ese mismo año había sido tomada por las tropas del Estado Islámico. “En cada visita notaba la transformación radical que el EI operaba en su autoproclamada capital: los muros estaban pintados de negro, el número de extranjeros que vivían en Raqqa no dejaba de aumentar.”

En el último de sus viajes a Raqqa, Khalifa fue detenido en un control del EI. Tras pasar un mes en una celda de dos metros cuadrados acompañado por dos soldados, detenidos también, del Ejército Libre Sirio, finalmente es llevado a una celda de 80 metros cuadrados con otras 90 personas, y después a otra de 40 metros cuadrados compartida con 55 prisioneros. Khalifa cree que este paso de una celda a otra es una estrategia del EI para impedir que se establezcan lazos de amistad entre los presos.

“La oración era obligatoria, de otro modo se sufría la tortura.” “Cada 40 días nos daban una maquinilla de afeitar que debía ser usada por 5 personas. Si alguien se afeitaba toda la barba era llevado a la sala de tortura, ya que debíamos afeitarnos sólo el bigote”.

Para Khalifa, lo más difícil de soportar durante su cautiverio eran los gritos de los torturados. Para tratar de olvidarlos, escuchaba las grabaciones que los carceleros ponían a su disposición: “Podíamos elegir entre los himnos del Daesh y cursos sobre el islam. Los aprendí todos de memoria…”

Al parecer, el adolescente que fue decapitado en Mosul quería oír algo más que los himnos del Daesh…pequeña rebeldía que le costó la vida, como le sucedió a Ruquia Hassan, joven musulmana siria, que contaba a través de su perfil en las redes sociales cómo era la vida en la ciudad de Raqqa –bastión del Estado Islámico en Siria- bajo el yugo yihadista y que, unos días antes de ser decapitada decía: “He recibido miles de amenazas de muerte. Seguramente, el Estado Islámico va a detenerme y decapitarme. Pero conservaré mi dignidad. Mejor que vivir humillada por esta gente”.

Ruquia Hassan fue detenida el pasado verano. En el mes de enero, el autoproclamado califato confirmó su ejecución. No hubo detalles y explicaciones: “Alá no las necesita”, argumentaron.

Lo que les relato es sólo una pincelada del horror que el Daesh está sembrando en los territorios conquistados, mientras la ofensiva desordenada de occidente –incluyendo mutuas acusaciones entre rusos y estadounidenses sobre la poca inteligencia de sus bombas- no parece que vaya a terminar con esta guerra, al menos no en los próximos meses, o ¿tal vez años?

De modo que cristianos, yazidíes…y muchos musulmanes están siendo perseguidos, despojados y asesinados. (No olvidemos que esta guerra es, además, una lucha por la hegemonía en el mundo musulmán entre los chiíes y los suníes) La lógica consecuencia es la huida. Hace años que huyen. Y son ya millones. Nos ha tocado convivir con la mayor crisis de refugiados y desplazados que ha conocido el mundo desde la segunda guerra mundial. 

En un principio se diría que la consigna fue no informar. No supimos, por ejemplo, que Alepo, con sus cinco millones de habitantes, estaba siendo sitiada, a pesar de que el sitio duró un año y medio, tiempo suficiente como para haberse ganado algún que otro titular.

Después empezaron a rodar, literalmente, tantas cabezas, que ya no podían no tener su lugar en los medios. Y nos fuimos enterando, y la solidaridad internacional –la masiva, se entiende- comenzó a desperezarse. Los refugiados se contaban ya por millones, pero mayoritariamente se quedaban en Líbano, Jordania, el Kurdistán iraquí. La siguiente vuelta de tuerca fue la decisión de unos cuantos miles de ellos de llegar a Europa.

Les recibimos al principio con los brazos abiertos: “Wellcome, refugees”. Pero el mal había aprovechado la ocasión para colarse entre los desesperados. Muchos cristianos sufren hoy en los campos de refugiados europeos la misma persecución de la que huían  y, lo que para nosotros fue realmente más importante, la yihad derramó sangre europea en el mismo corazón de Europa. De modo que a nuestros gobiernos -¿tal vez a algunos de nosotros también?- se les va enfriando el ánimo solidario: las fronteras se cierran.

Hay hoy, ahora mismo, miles de seres humanos agolpados tras los espinos y las barreras de las fronteras. Están ahí, en la puerta. Juntos el trigo y la cizaña. Enredado con los desesperados, está también el yihadismo, aunque no sabemos en qué proporción. ¿Qué podemos hacer, dejar que mueran todos? ¿Los podemos enviar de vuelta a Mosul, a Alepo, a tantas ciudades que ellos añoran pero en las que no pueden vivir? ¿El pueblo de la Cruz puede dar la espalda al sufrimiento humano? ¿Nos dirá Dios “tuve hambre y no me disteis de comer”?

Me llegaba hoy el testimonio de una voluntaria que está atendiendo a refugiados en Grecia. Hablaba del campo de Idomeni, en Macedonia, con capacidad para 1500 personas y que acoge a 3000, de otras 1000 personas a 20 km de ese campo…todas en tiendas de campaña, con temperaturas bajo cero. De 15 balsas que habían llegado a Lesbos en sólo doce horas, muchas de las cuales quedan a la deriva porque les ponen poca gasolina.

Sabemos, ustedes y yo, que la solución definitiva a la crisis de los refugiados está en el origen, en solucionar los conflictos de los que han huido millones de personas. Dudo que se esté avanzando en este sentido pero, en cualquier caso, ¿qué podemos hacer ahora por enjugar las lágrimas de Dios? ¿Puede un cristiano permitirse vivir como si todo esto no estuviera sucediendo? Tuve hambre…tuve sed….

“Dios llora en la tierra. Las lágrimas se deslizan ininterrumpidamente por el rostro divino de Jesús, que, aun siendo uno con el Padre celestial, aquí en la tierra sobrevive y sufre. Las lágrimas de los pobres son sus lágrimas, puesto que Él ha querido identificarse totalmente con ellos. Y las lágrimas de Cristo son las lágrimas de Dios. De este modo, Dios llora en todos los afligidos, en todos los que sufren, en todos los que lloran en nuestro tiempo. No podemos amarlo si no enjugamos sus lágrimas.” P. Werenfried

Tenemos miedo. Tal vez tienen razón quienes dice que nuestra civilización está cayendo, como cayó el Imperio Romano. Y temblamos. Temblamos como si Dios no existiera. Como si Él no fuera el dueño de la historia, como si creyéramos que se le escapan los acontecimientos. Vivimos arrebujados en nuestro bienestar, como el rico Epulón, o demasiado preocupados por nuestros propios problemas (Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. (Mt 22, 5) y muchas veces somos ciegos y sordos ante el sufrimiento del prójimo.

No se dice que el rico Epulón fuera malvado, al contrario, tal vez era un hombre religioso, a su manera. Rezaba, quizás, alguna oración y dos o tres veces al año seguramente iba al Templo a hacer sacrificios y daba grandes ofrendas a los sacerdotes, y ellos con aquella pusilanimidad clerical se lo agradecían y le hacían sentarse en el lugar de honor. Pero no se daba cuenta de que a su puerta estaba un pobre mendigo, Lázaro, hambriento, lleno de llagas, símbolo de tanta necesidad que tenía. El hombre rico… tal vez el vehículo con el que salía de casa tenía los cristales polarizados para no ver fuera…tal vez, pero no sé…Pero seguramente, sí, su alma, los ojos de su alma estaban oscurecidos para no ver. Solo veía dentro de su vida, y no se daba cuenta de lo que había sucedido a este hombre, que no era malo: estaba enfermo. Enfermo de mundanidad. “ (Homilía de S.S. Francisco, 5 de marzo de 2015, en Santa Marta)

¿Dónde está nuestro tesoro, dónde nuestra fe? ¿Dónde nuestra confianza? ¿Dónde nuestra misericordia?

“Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos (…). La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos, un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales.” (Francisco, Mensaje Cuaresma 2016)

Convirtámonos. Pidamos luz a Dios para ver Su voluntad y pidamos también la fuerza necesaria para cumplirla. La situación humana y espiritual del mundo hoy necesita de Dios para sanar, y supera nuestras pobres fuerzas. Pidamos todo. Pidamos más misericordia –un corazón que vea la miseria-, y luz para ver qué podemos hacer nosotros, y por dónde debemos empezar ya que la caridad tiene un orden, sí, pero que la duda y el temor a equivocarnos no nos lleven a no ponerla en práctica.

También pidamos, y mucho, por la conversión de los pecadores, de los perseguidores, de los asesinos. Oremos por el eterno descanso de esas víctimas del horror que no han sabido del Amor, pero que han tenido una luz en el alma que les ha impedido abrazar también el mal. Señor, acoge a Ruquia Hassan en tu seno…

Para finalizar, les ofrezco hoy -para pedir al Señor que nos regale un corazón como el Suyo- una oración de Santa María Faustina Kowalska:

“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo. Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla. Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos. Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos. Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hace sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas. Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi fatiga y mi cansancio. (…) Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. (…) Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí”. (Diario, 163)

 

(Debo una buena parte de este post a las meditaciones que D. Santiago Arellano nos ha regalado esta mañana en un retiro. ¡Doy gracias a Dios por sus sacerdotes! ¡Gracias, D. Santiago!)

10 comentarios

  
Gloria
No sé realmente quién está en mayor peligro.
Ellos pueden en cualquier momento perder su vida, pero viven con un heroismo cristiano tan distinto de nuestro pasar diario, que es para sentir vergüenza.
Nuestra sociedad, tanto allá en Europa, como en Hispanoamérica se vuelve cada día más cómoda, frívola, cobarde y atea. Y nosotros con ella.
"No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo"
Por eso.
No sé quién está realmente en mayor peligro.
Gracias por el post. Impresionante.
28/02/16 3:36 AM
  
keparoff
Pues yo no veo muy coherente el relato. Por un lado, nos cuenta que miles de nuestros hermanos en la fe son asesinados por sus convecinos musulmanes sirios.

Por otro, en cambio, nos exhorta a dejar entrar por millones a esos mismos musulmanes sirios que están exterminando a los cristianos y a otras minorías no musulmanas.

Que todos los refugiados no son simpatizantes del Estado Islámico es obvio -muchos sí lo son-, pero sus ideas religiosas son el caldo de cultivo donde siempre, siempre, siempre acaban por surgir perseguidores de quien no piensa como ellos.

Por no hablar del porcentaje de violadores musulmanes, o su propensión a vivir de las ayudas sociales, o su violencia en general.

Yo no quiero refugiados musulmanes, lo diga Merkel o el obispo de Roma. Yo solo aceptaría refugiados cristianos, al resto, los alimentaría en campos de refugiados, hasta que pudieran volver a sus casas: no podemos abrir la puerta a quien nos quiere destruir.
_____________
(María Arratíbel)
Estimado Keparoff:
Insisto en una idea que suele rondar a menudo entre las líneas de mis post: a Dios no se le escapa la historia. Preguntémonos qué pretende Dios de lo que queda de la cristiandad europea ante la emergencia humanitaria que se agolpa en nuestras fronteras.
Por una parte quiero aclarar que en el post no estoy hablando de los asesinatos que comenten los musulmanes, sino concretamente los musulmanes del Daesh.
También que mi pretensión no es más que la de compartir con ustedes mis propias preguntas, algunas de las cuales están escritas en el artículo:
"Pidamos luz a Dios para ver Su voluntad y pidamos también la fuerza necesaria para cumplirla. La situación humana y espiritual del mundo hoy necesita de Dios para sanar, y supera nuestras pobres fuerzas. Pidamos todo. Pidamos más misericordia –un corazón que vea la miseria-, y luz para ver qué podemos hacer nosotros, y por dónde debemos empezar ya que la caridad tiene un orden, sí, pero que la duda y el temor a equivocarnos no nos lleven a no ponerla en práctica."
Me cito a mí misma, con perdón, para incidir en la idea de que, efectivamente, la caridad tiene un orden. Nadie dejaría de dar de comer a un hermano para alimentar a un vecino. En primer lugar la cristiandad que quede viva en el occidente apóstata debe movilizarse para atender a sus hermanos en la fe. Después debemos preguntarnos qué nos quiere Dios con tanto ser humano que, huyendo de la desesperación, pretende una vida mejor en Europa. ¿Son o no son lázaros? No se puede negar que entre ellos se cuela también el mal...y, ¿qué debemos hacer? Ante la duda, ¿cerramos las fronteras y no ayudamos a nadie?
Como ve, me pregunto. Comparto con ustedes tal vez con la intención de hallar entre todos la respuesta y, en ese sentido, le agradezco mucho su aportación.
28/02/16 11:12 AM
  
Anónimo...
Cuándo dices que se le pida al Señor que 'MI CORAZÓN sea misericordioso, para que sienta los sufrimientos del prójimo'... me recuerdas a ADÁN: 'Señor, es que esta mujer que me diste como compañera...'.

En fin. Otro post mediocre... el cual, por cierto, justifica la homosexualidad.

: )
28/02/16 11:10 PM
  
Longinos
Muy bueno, me ayuda a ver de verdad lo que ocurre. Me recuerda al San Agustín de la Ciudad de Dios.
29/02/16 1:02 AM
  
Tatiana
Gracias por el artículo. Excelente
29/02/16 6:36 AM
  
Néstor
Europa no puede suicidarse admitiendo indiscriminadamente miles o millones de refugiados musulmanes. Dios conduce la historia, también mediante nuestras decisiones libres y responsables. Para el musulmán coherente no existe en diálogo ni la convivencia fraterna con otras religiones, sólo existe conquistar el mundo para Alá. Repasar un poco la historia de la Iglesia. Y ver lo que está pasando en Alemania con los inmigrantes musulmanes, por ejemplo, las agresiones a las mujeres.

Saludos cordiales.
02/03/16 12:23 PM
  
Andres Robles
Hay que recordar igualmente, que esta establecido en la Bula Cantate Domino que los que no pertenecen a la Iglesia Catolica, por mas que mueran a "causa de Cristo" no reciben la corona del martirio.

"Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse participe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles [Mt. 25, 41], a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica."
03/03/16 1:23 PM
  
Manolo
No existe tal ecumenismo. El ecumenismo sólo atañe a los cristianos. Por otra parte, el islam es religión falsa y demoníaca.
06/03/16 7:48 PM
  
Vicente Carreño Gil
"... el cual, por cierto, justifica la homosexualidad."

?

06/03/16 11:04 PM
  
clara
Gracias, María, por estas reflexiones . Tus dudas y preguntas son las de muchos. Pero como bien dices "la caridad tiene un orden, sí, pero que la duda y el temor a equivocarnos no nos lleven a no ponerla en práctica".

Si entre los miles de refugiados anónimos y dudosos, estuvieran nuestros hijos, padres o hermanos...., ¿optaríamos por no ayudarlos ante el temor de que se colaran malas hierbas? Seguro que no.

Impresionante la oración de Santa Faustina.

19/03/16 8:28 PM

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