Ven, Señor Jesús (por Monseñor Joan Enric Vives Sicilia)

He de decir que me ha costado elegir a qué obispo había de traer hoy al blog porque son varias las cartas episcopales sobre el Adviento que merecen la pena de ser copiadas. La de Monseñor Vives me ha gustado especialmente por presentar la Eucaristía como una especie de Adviento permanente.

"¡Ven, Señor Jesús!"

Este domingo empieza el Adviento, el tiempo de la esperanza. De hecho siempre vivimos en el Adviento. Cada vez que celebramos la Eucaristía, cuando el Señor viene al altar y se hace realmente presente bajo las apariencias del pan y del vino consagrados, le decimos con fe y de forma bien personal: "¡Ven, Señor Jesús!" Lo esperamos y clamamos su retorno. Sin embargo, ¿de veras esperamos al Señor, lo necesitamos porque "sin Él no podríamos hacer nada" (Jn 15,5)? ¿Nos impresiona lo suficiente decirle esto tan personalmente: "Señor, te espero en mi vida"?

¿"Señor, ven deprisa, que te esperamos"? ¿creemos que Aquél que acaba de cambiar la sustancia del pan y del vino en su Cuerpo y su Sangre, podrá también venir de nuevo, ahora para transformar mi pobre vida y la de la humanidad dolorida, y al fin de los tiempos para salvar definitivamente la historia y hacerla eternamente feliz?

Durante el Adviento se nos vuelve a recordar que pronto llega la Navidad y que, con ella, celebraremos la venida del Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos y arrancarnos del miedo y del pecado, de la noche y del dolor, de la soledad y del fracaso personal y colectivo. Jesús -que significa "Dios salva"-, el Hijo de Maria Inmaculada, nacido pobre y humilde en Belén, y hecho en todo igual a nosotros, salvo en el pecado, nos llena de su luz y de su vida. Dota a la naturaleza humana, a cada uno de nosotros, de una perfección y de una dignidad inigualable, porque estamos hechos "semejantes a Dios" por pura gracia.

Nos acompañará la Inmaculada Virgen María, que con su sí acogedor de la Palabra de Dios, hace posible nuestra salvación. Volveremos a escuchar a Juan Bautista, que nos pide que en los desiertos de la historia abramos una ruta al Señor, que le preparemos sus caminos de amor y de verdad. Viviremos de nuevo la alegría del "consuelo de Dios a su pueblo amado" (Cf. Is 40,1), que anuncia con tanto gozo al profeta Isaías. Y José nos ayudará a creer sin ver, como Abraham; a confiar en María y en las buenas personas; "esperando contra toda esperanza" (Rm 4,18) acogiendo el misterio de la voluntad salvadora de Dios. Y prepararemos con diligencia y conversión de corazón la venida del Señor a nuestras vidas, a nuestros hogares y comunidades, a la humanidad entera.

El Adviento nos ayuda y urge a preparar bien la Navidad. No tanto a preparar cosas y fiestas, que quizás también, sino, sobre todo, a prepararnos nosotros con caridad, oración y penitencia auténticas. Que no nos fuera a pasar que nos quedáramos en unos días de fiesta, de comidas familiares y de regalos, pero nos perdiéramos lo principal: la acogida del que llega para renovar todas las cosas. El Adviento tiene que significar la acogida de Dios que se hace Dios-con-nosotros y que cambia la historia; la acogida de Jesucristo que se hace hermano nuestro y que permanece con nosotros todos los días, hasta al fin de los tiempos. Y eso sí que nos da auténtica esperanza. "¡Ven Señor Te esperamos!".

Mons. Joan Enric Vives Sicilia,
Obispo de Urgell

1 comentario

  
sofia
Dice Mons. Vives:
Adviento = acogida de Dios, que se hace Dios-con-nosotros y cambia la historia.
La oración de hoy de Taizé (Ap 21,1)
"Juan escribe: Oí una voz que decía: Dios pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos será su Dios."
05/12/06 5:00 PM

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