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6.08.15

Excomunión y acceso a la comunión: breve lección a los medios ignorantes y manipuladores

Como cabía esperar, cualquier declaración del Papa sobre la situación de los divorciados vueltos a casar sería interpretada por los medios de comunicación como la puerta abierta al reconocimiento del adulterio -esa es la palabra que Cristo usa para referirse a quienes están en esa situación- y el acceso a la comunión de esas personas. El Papa dijo que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados y los medios dan por hecho que les está permitiendo tomar la Eucaristía. Pues bien, no es así.

Doy por hecho que la mayor parte de los medios de comunicación seculares ignoran que existe una diferencia fundamental entre estar excomulgado y no poder comulgar. Luego están los medios de información religiosa perversos y manipuladores, que aun sabiendo la diferencia, hacen como si no existiera para torcer así el sentido de las palabras del Santo Padre.

Ciertamente todos los excomulgados no pueden comulgar, pero muchos de los que no pueden comulgar, sea de forma temporal o de forma “continua", no están excomulgados.

La excomunión supone literalmente la expulsión del bautizado de la Iglesia. Es la pena medicinal más “dura” y se aplica solo a determinados pecados o delitos. Entre ellos, el de la herejía, el cisma, el aborto y otros. El excomulgado queda fuera absolutamente de la vida eclesial, de tal forma que si muere en ese estado, ni siquiera podría recibir las exequias cristianas.

Como bien explica el P. Pedro María Reyes Vizcaíno:

Por lo demás, no sería legítimo afirmar la excomunión no es una institución evangélica: el Señor, en Mt 18, 17, establece la posibilidad de que la Iglesia expulse de su seno a quienes cometen pecados especialmente graves. Los primeros cristianos ya la practicaron. San Pedro, en Hch 8, 21, expulsó de la Iglesia a Simón el Mago, por pretender comprar el poder de administrar el sacramento de la confirmación: cometió el delito de simonía, que por este episodio tiene tal nombre. San Pablo, en I Cor 5, 4-5 también expulsó de la Iglesia a un delincuente, en este caso a un incestuoso. En esta ocasión, además, el texto de la epístola deja claro que la finalidad de la pena es medicinal: a fin de que el espíritu se salve en el día del Señor. Sin rodeos San Pablo exige a los corintios que apliquen la pena: “¡echad de entre vosotros al malvado!” (I Cor 5, 13).

Es doctrina católica, concretamente dogma de fe, que la comisión de un pecado mortal hace que el fiel no pueda recibir el sacramento de la comunión si no se ha confesado y ha sido absuelto del mismo.

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5.05.15

Un párroco hace lo que debe y se monta un cirio en Facebook

La parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Cartagena (España) celebró comuniones el pasado domingo. Su párroco, José Antonio Moreno, envió días antes una circular a los padres en la que, entre otras cosas, recordaba la doctrina de la Iglesia sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar:

«Cada día existen entre nosotros más familias y matrimonios rotos, irregulares a los ojos de la Iglesia. Os recuerdo que no se puede recibir la Comunión en algunos casos (´parejas de hecho´, divorciados y vueltos a casar civilmente)».

Ni que decir tiene que no mencionó a nadie en concreto. No dijo: “el padre de Pepito y la madre de Juanita no pueden comulgar". Solo recordó aquello que enseña Cristo y la Iglesia. A saber:

1- Quien se divorcia y se vuelve a casar es un/a adúltero/a.

2- El adulterio es pecado mortal.

3- No se puede comulgar en pecado mortal.

Don José Antonio tuvo especial cuidado en no decir las cosas con las propias palabras de Cristo. Es decir, no llamó a los divorciados vueltos a casar lo que son: adúlteros. Si lo hubiera hecho, el cirio que se habría montado sería aún más espectacular.

¿Y en qué ha consentido dicho cirio? Pues en que la madre de uno de los nenes, presuntamente adúltera según la moral católica, ha publicado en su muro de Facebook el siguiente mensaje:

Dado que mi persona y/o situación familiar es “irregular” ante los ojos de la Iglesia y se me prohibe recibir la Comunión en un día tan especial para la familia como es la Primera Comunión de mi hijo, doy por hecho que mi dinero será considerado de igual manera y, como tal, no será aceptado por la Iglesia. 

Así es que, como buena católica (desde hoy simple cristiana) “acato” las normas y no contribuiré con donativo alguno siendo consciente de que, tanto mi como mi persona no entramos dentro de lo que la Iglesia considera como “normal".

Sin otro particular, se despide:

xxx

Mientras escribo este post, el mensaje de esa mujer ha sido compartido más de cien mil veces y ha sido objeto de infinidad de comentarios, la mayoría de ellos apoyándola. Incluso es protagonista en la versión digital de la Opinión de Murcia.

No es la primera vez que ocurre algo así. Cada vez hay más adúlteros en nuestra sociedad. Los que van a Misa regularmente son más bien pocos y, por lo general, entienden que no pueden comulgar. Pero algunos de los que no asoman casi nunca por Misa y sí lo hacen en la primera comunión de sus hijos, pretenden comulgar como si tal cosa. 

Eso mismo ocurre con quienes sin ser adúlteros, tampoco cumplen con la obligación de ir a Misa en domingo y fiestas de guardar. Su situación es exactamente la misma. No pueden comulgar a menos que se confiesen previamente, La diferencia con los adúlteros es que ellos sí podrán recibir la comunión si se confiesan sinceramente, mientras que quien vive en adulterio no podrá ser absuelto a menos que se comprometan a dejar de vivir así. Si no les gusta esa situación, deberían protestar ante Cristo, y no ante la Iglesia que es fiel a sus palabras.

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26.12.14

Al P. Masiá cabe "agradecerle" que sea claro en su herejía

Llevamos camino de un año viendo como se intenta de nuevo -ya se hizo durante el papado de San Juan Pablo II- introducir en la Iglesia una herejía, consistente en proponer que se dé la comunión a quienes Cristo llama adúlteros. Herejía que afecta gravemente a tres sacramentos: matrimonio, eucaristía y confesión.

Aunque varios blogueros hemos escrito artículos sobre la cuestión, es Bruno Moreno quien le está dedicando más atención. Lo último ha sido un post sobre unas desafortunadísimas declaraciones del cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona.

Sin embargo, algunos cardenales, obispos y teólogos que nos quieren vender como caballo alazán la burra coja de la comunión de adúlteros, intentan guardar las apariencias diciendo que no pretenden atentar contra la indisolubilidad del matrimonio. Es más, apelan, para vergüenza de ellos, a la misericordia de Dios, a la necesidad de acoger a todos en la Iglesia, como si la gracia divina, tal y como nos recuerda Mons. Demetrio Fernández en su última carta semanal, no fuera capaz de liberarnos del pecado. Dice el obispo de Córdoba:

Lo que el hombre no es capaz de conseguir por sus solas fuerzas, y ni siquiera con la ayuda de los demás, puede alcanzarlo con la gracia de Dios, que quiere hacer feliz al hombre, salvándole de su debilidad y de su pecado.

Hay otros que no se andan por las ramas cuando de lo que se trata es de pisotear las palabras de Cristo y la fe de la Iglesia. Es el caso del P. Juan Masiá, sacerdote jesuita, que acaba de escribir un artículo en El País pidiendo abiertamente que la Iglesia acepte el divorcio. No solo el civil, sino también el religioso. Es más, tiene el valor de pedir tal cosa en nombre de la “dignidad de los cónyuges”

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8.08.14

Sobre el libro-entrevista al cardenal Müller

Como informamos hace casi un mes -algunos parecen haberlo descubierto ahora-, la BAC sacó un librito-entrevista al cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. A los dos días que publicáramos la noticia, me lo leí. Se tarda apenas una hora, hora y media en hacerlo, así que como se pueden imaginar, no ocupa un lugar físico importante en la estantería.

Seamos claros. El cardenal no dice nada nuevo, pero ha prestado un magnífico servicio a la Iglesia con este librito. Explica la doctrina de la Iglesia sobre el sacramento del matrimonio, su indisolubilidad, el carácter pecaminoso del adulterio -divorciados vueltos a casar-, la necesidad de no estar en pecado mortal para acercarse a comulgar, etc. Y añade, cosa que tampoco es nuevo, que ni un Papa ni un concilio ecuménico puede cambiar la doctrina de la Iglesia.

Ahora bien, las cosas se pueden explicar mal, regular, bien o muy bien. Y el prefecto las explica muy bien. Una vez que está clara cuál es la doctrina católica sobre esas cuestiones, aborda el peligro de una idea que corre libremente por el seno de la Iglesia. Y es eso de que una cosa es la sana doctrina y otra lo que la gente debe vivir, y una cosa es la misericordia de Dios por un lado y por otro lado su justicia. Dice el prelado alemán, del que les recuerdo que su opinión tiene más peso magisterial que la de cualquier otro cardenal -obviamente no más que la del Papa- debido a su cargo:

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28.03.14

El derecho canónico y el bautizo de la hija de una pareja de lesbianas

Argentina va a asistir al que es, probablemente, el primer bautismo mediático de la hija de una pareja de lesbianas. Los medios de comunicación le están dando todo el bombo posible y, como argumento para apoyar tal acto, utilizan las palabras del Papa sobre el bautismo de madres solteras. Al parecer en Argentina hubo sacerdotes que se oponían a realizar ese tipo de bautismos y el Papa, siendo cardenal y arzobispo de Buenos Aires, criticó tal hecho. Concretamente estas fueron sus palabras entonces:

Éstos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que, pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen

Se da además la circunstancia de que en Argentina otras dos lesbianas ya fueron protagonistas en el programa de televisión de un sacerdote muy “carismático”, el P. Ignacio Periés, que aprovechó la ocasión para hacer apología del matrimonio homosexual. La archidiócesis de Rosario le desautorizó públicamente pocos días después.

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