InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

26.04.16

Sin que tenga necesariamente que cambiar a fondo de vida...

Suelo leer con gusto los artículos que el propagandista (ACdP) Manuel Bustos escribe en el Diario de Cádiz. Es por ello que ayer me quedé ojiplático cuando leí su análisis sobre la exhortación apostólica Amoris laetitia. La razón es bien simple. Si don Manuel tuviera razón, el catolicismo estaría abandonado la fe de los veinte siglos precedentes. Por tanto, no puede tener razón. 

No creo necesario ir analizando párrafo por párrafo todas las afirmaciones del señor Bustos. Me fijaré solo en algunas:

Se trata, en definitiva, de aplicar una gradualidad, de ir integrando en la Iglesia a quien se halla en situación “irregular", sin que tenga necesariamente que cambiar a fondo de vida.

¿Es consciente don Manuel que se está cargando la esencia de la conversión, que consiste precisamente en cambiar a fondo de vida? ¿Es consciente de que sin conversión no hay verdadera fe salvífica?

Enseña San Pablo:

1ª Cor 6,9-11
¿No sabéis que ningún malhechor heredará el reino de Dios? No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, lujuriosos, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios. Así erais algunos antes. Pero fuisteis lavados, santificados, justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

La cosa es clara. Antes de ser de Cristo éramos carne de condenación. Una vez en Cristo, somos redimidos y santificados por su gracia. Pero esa santificación es real, no aparente. Obviamente tiene etapas, es un proceso. Un proceso en el que el Señor nos perdona los pecados que todavía cometemos, pero en el que se nos concede anhelar la santidad que deja atrás todo pecado. Y si no, ¿qué grado de inmoralidad, idolatría, adulterio, estafa, etc, es aceptable para un cristiano? ¿me lo puede explicar alguien? ¿qué tipo de gradualidad es esa que pasa por alto la necesidad de cumplir los mandamientos de la ley de Dios?

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1.03.16

P. Chus, ¿desde cuándo la solución a la herejía pelagiana es la herejía luterana?

Sin mérito alguno por nuestra parte, porque de lo que recibimos damos, sin la menor duda InfoCatólica es el portal católico de internet donde más y mejor se escribe sobre la gracia y en contra de las doctrinas heterodoxas que la combaten. En ello se aplicó el P. Iraburu en multitud de posts de su blog “Reforma o Apostasía” (dieron lugar al libro “Gracia y libertad”), en ello se aplican de forma habitual Eudaldo Forment, Néstor Martínez y Alonso Gracián, y en ello nos aplicamos otros blogueros de forma más ocasional.

Si algo nos caracteriza a todos, con los matices que se quieran, es nuestra insistencia en señalar el peligro de la espiritualidad pelagiana y/o semipelagiana. Por eso, me ha causado gran impacto leer en Alfa y Omega el siguiente titular

La herejía que más preocupa al Papa: el pelagianismo en la Iglesia de hoy

Tras dicho titular, llega la siguiente introduccion:

El Papa Francisco no deja de alertar sobre el riesgo de volvernos pelagianos, una herejía condenada por la Iglesia hace siglos y que sin embargo está introducida de manera sibilina en nuestra vida diaria. El dominico Chus Villarroel lleva décadas escribiendo y alertando sobre este peligro, pero sobre todo predicando que el amor de Dios, ante todo, es gratuito, y que «más que hacer, se trata de dejarse hacer»

“No va mal la cosa", me he dicho. Precisamente en mi post de hace un par de días hablaba de ese “dejarse hacer” de la siguiente manera:

El santo abandono en la voluntad de Dios -que no tiene nada que ver con un quietismo estéril- no está precisamente de moda.

Mientras leía la entrevista al P. Chus Villarroel, todo iba bastante bien hasta que he llegado a esta pregunta y su correspondiente respuesta (negritas mías):

¿Cómo se vive la gratuidad en el día a día?

La gratuidad trae consigo que el Espíritu Santo te hace ver que no es tu obra, sino que es obra de Dios. Una consecuencia es que se te quita el peso de la salvación, no lo llevas tú. Y el pecado y la lucha contra el pecado dejan de ser el centro de la vida espiritual, ya no estás centrado en el combate, en los sacrificios, en las cautelas de todo tipo, en la condena, etc. Cuando todo gira en torno al pecado, te olvidas de la fuente. ¿Pero qué importancia tiene tu pecado cuando vives en compañía de Aquel que ha muerto gratuitamente por ese pecado? Aunque lo vuelvas a cometer, por tu debilidad, ya no es lo mismo.

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13.01.16

Advertencia de Cristo a los que se creen muy listos

Últimamente proliferan todo tipo de personajes eclesiales, de cualquier rango, que parecen tener la intención de enmendarle la plana a Dios, ninguneando algunas de las enseñanzas de Cristo para que su mensaje sea más agradable a los oídos del mundo. Por ejemplo, si Cristo abroga el divorcio, ellos buscan mil y una maneras de saltarse esa voluntad del Salvador, permitiendo, de facto, que la gente se divorcie y se vuelva a casar. Si san Pablo advierte que comulgar en pecado mortal es, en sí mismo, otro pecado mortal -y muy grave-, esos fontaneros de la falsa misericordia trabajan a destajo para llevar a miles de almas, por no decir millones, a la profanación constante del sacramento de la Eucaristía. 

El propio Lutero, de vivir hoy, estaría encantado de ver cómo desde el catolicismo se apoya su tesis de que la justificación es meramente forense, de tal manera que al pecador simplemente se le pide que crea, que confíe en el Señor, que tenga cierta fe, pero sin que se produzca en su interior un cambio radical de vida, abandonando el pecado por el poder de la gracia. 

Es más, aquellos que osamos recordar que sin conversión no hay salvación, que sin arrepentimiento difícilmente puede haber perdón, que sin santidad -cada cual en el grado que le sea concedido-, nadie verá a Dios, somos calificados como fundamentalistas, como amargados que no queremos que la gente venga a la Iglesia. Los mismos que llevan décadas sin predicar sobre el poder de la gracia para transformar los corazones y convertir a los pecadores en santos, ahora ofrecen a esos pecadores atajos falsos hacia la salvación. Atajos cuyo destino solo puede ser el abismo de la condenación.

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5.11.15

¿Puedo pertenecer a la misma Iglesia que el cardenal Sturla?

Unos pensarán que la pregunta es una barbaridad. Otros que está muy bien hecha. Otros, que es retórica.

Unos responderán: “obviamente no, así que ya te estás largando". Otros dirán: “obviamente no, ya se está largando el cardenal". Aquellos opìnarán: “la cosa no es para tanto, ya se llegará a un acuerdo". Y los de allá me preguntarán: “¿y quién te crees que eres tú, simple seglar, para andar preguntando esas cosas?”

Pues miren ustedes, la verdad es que cuando el Señor me trajo de vuelta a la Iglesia hace justo ahora dieciséis años, me hizo profesar una fe que, sinceramente, no creo que sea la misma que profesa ese cardenal uruguayo. Pero tampoco la que profesan otros cardenales y obispos. Intentaré explicarme.

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28.10.15

Nuestra fe no quedará sepultada para siempre en el cementerio de la mentira

Ni siquiera el más optimista de los oficialistas-buenistas puede estar contento con lo que ha ocurrido en los dos últimos años, con una Iglesia dividida en cuestiones que afectan a tres sacramentos y con el espectáculo de manipulación, filtraciones, quejas, enfrentamientos abiertos ante el mundo, textos heterodoxos (Relatio intermedia 2014) o confusos (resto de relatios) de los dos últimos sínodos.

Buena parte de ese embolado en el que nos han metido, y al que muchos buenos pastores se han visto empujados no por voluntad suya, gira en torno a dos conceptos diferentes e irreconciliables de la misercordia divina. Uno, herético, que es una copia barata de las tesis luteranas pero va incluso más allá de las mismas. Se trata de una misericordia que concede el perdón al pecador pero no transforma su esencia, su naturaleza caida, que sigue siendo esclava del pecado. A lo sumo, dicen, ese perdón ejerce una influencia benéfica que anima al perdonado a ser mejor persona. Es un concepto pelagiano o semipelagiano -va por barrios la cosa-, de la gracia.

El otro concepto lo expresó perfectamente nuestro Papa emérito cuando todavía era Papa reinante:

«Para evitar equívocos, conviene recordar que la misericordia de Jesús no se manifiesta poniendo entre paréntesis la ley moral. Para Jesús el bien es bien y el mal es mal. La misericordia no cambia la naturaleza del pecado, pero lo quema en su fuego de amor. Este efecto purificador y sanador se realiza si hay en el hombre una correspondencia de amor, que implica el reconocimiento de la ley de Dios, el arrepentimiento sincero, el propósito de una vida nueva. A la pecadora del Evangelio se le perdonó mucho porque amó mucho. En Jesús Dios viene a darnos amor y a pedirnos amor».

Palabras de S.S. Benedicto XVI en Asís, el 17 de Mayo de 2007, en su homilía en la plaza inferior de la basílica de san Francisco.

Por más que algunos quieran enterrar la verdad en el cementerio de la mentira, la verdad acaba resucitando e imponiéndose. Hay tantas posibilidades de que la fe católica sucumba a las estratagemas de los malvados que la atacan como de que Cristo se quedará sepultado para siempre en la tumba a la que fue a parar una vez crucificado.

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