InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Benedicto XVI

13.08.11

JMJ: Manifestaciones, dineros públicos y otras hierbas

Los organizadores de la marcha contra la visita del Papa a Madrid para la JMJ llegaron a un acuerdo con la delegación de gobierno sobre el recorrido de la misma. Saldrán de Tirso de Molina, pasarán por Sol y volverá al punto de salida. Se cumple así su derecho a manifestarse y se evita, al menos en teoría, que Sol vuelva a ser ocupada por los antisistema izquierdistas de siempre. Porque a estas alturas pocos pueden dudar ya de que el movimiento 15-M, que se ha unido a la manifa, está copado por esos antisistema.

Me temo que les hemos dedicado demasiado tiempo y presencia mediática a los organizadores de ese evento. En Madrid se van a reunir más de un millón de jóvenes de todo el mundo. Me apuesto pincho de tortilla y caña a que ni el 15-M, ni los de Europa Laica, ni mucho menos los de ese engendro llamado Redes Cristianas, cuyo patrón es Judas Iscariote, lograrán reunir a un 2% de esa cifra de jóvenes católicos. Y eso a pesar de lo mucho que han aparecido en los medios de comunicación. Si no les hubiéramos hecho ni caso, no iría ni Maroto el de la moto.

Ayer el P. Lombardi dijo que a la Santa Sede le preocupa poco este tipo de manifestaciones. Están acostumbrados a que las haya en muchos de los países a donde va el Papa. Por su parte, Mons. Martínez Camino, especialista en hacer amigos por dondequiera que va, les ha llamado más o menos parásitos a los organizadores. Más concretamente, “grupúsculos minoritarios que lo que hacen es parasitar“. Hombre, don Juan Antonio, no le negaré que tiene parte de razón, pero precisamente esos grupúsculos lo que buscan es que alguien les desprecie para hacerse las vírgenes violadas y arremeter con más virulencia contra la Iglesia. Creo que todos deberíamos habernos aplicado aquello de “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio”.

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3.04.11

Debate con lefebvrianos en el 2002

Dado que llevo unos domingos recuperando en este blog algunos de mis debates pasados con protestantes, algunos se preguntarán a qué viene que meta en esta serie un debate con lefebvrianos -o lefebvristas-. ¿Acaso pienso que Lefebvre y sus seguidores son protestantes? ¿Tiene esto algo que ver con la serie de artículos del P. Iraburu sobre el lefebvrismo y el filolefebvrismo? Pues sí y no, no y sí.

Cuando el P. Iraburu se lanzó a la arena para hacerle una faena al morlaco del lefebvrismo, apareció un manada entera de toros salvajes dispuestos a derribarle, patearle y cornearle. En foros y blogs le han llamado rata, loco, traidor, modernista, neocón, etc. Han llegado a crear un grupo de facebook pidiendo que le corten las manos para que no escriba más. Yo mismo he recibido emails insultándole, vejándole, ridiculizándole. Vamos, que los ataques que suelo recibir por parte de los progres y heterodoxos son un chiste comparado con lo que ha tenido que sufrir el sacerdote navarro por haber cometido la osadía de dar su opinión sobre el lefebvrismo y sus derivados.

Uno de los emails que recibí decía que en realidad yo no podía estar de acuerdo con el P. Iraburu, pero no me quedaba más remedio que aceptar sus artículos. Entonces me vino a la memoria el debate que hoy traigo al blog. Nótese que el mismo tuvo lugar en marzo del año 2002, o sea, antes de que Benedicto XVI levantara la excomunión a los obispos ordenados por Mons. Lefebvre. Por tanto, no puede haber en el mismo juicio de valor alguno por mi parte sobre esa decisión papal. Si se me pregunta por mi opinión, diré que me parece una medida muy adecuada para intentar salvar a lo mejor del lefebvrismo. Está por ver que se logre lo que el Papa quiere, pero creo que eso ya no depende de él sino de los propios lefebvrianos.

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19.02.11

Relación personal con Cristo

Vuestra gran tarea evangelizadora es, por tanto, la de proponer una relación personal con Cristo como llave para alcanzar la plenitud“. Así de claro ha sido Benedicto XVI al dirigirse a los obispos filipinos que están en visita ad limina en Roma. No es la primera vez que el Santo Padre habla de la necesidad de que el cristiano alcance una relación personal con su Salvador. De hecho, cabe preguntarse hasta qué punto se puede ser cristiano, o al menos vivir como tal, sin que dicha relación esté presente en algún grado.

Me viene a la memoria algo que escribió el Beato Newman en su Apologia pro vita sua:

“No haré consideraciones sobre mis sentimientos; ahora sé con toda claridad algo que entonces no sabía: que la Iglesia Católica no permite que ninguna imagen material o inmaterial, ningún credo o formulación dogmática, ningún rito, sacramento o santo, ni siquiera la Santísima Virgen, se interponga entre el alma y su Creador. Es por eso un cara a cara, ‘solus cum solo’, entre el hombre y su Dios. Sólo Él crea, sólo Él redime, ante su mirada imponente iremos a la muerte, en Presencia Suya discurrirá nuestra eterna felicidad".

No hace falta que diga que el Beato no despreciaba ni consideraba ineficientes e innecesarias las mediaciones -sacramentos, Santísima Virgen, santos- entre Cristo y nosotros, pero efectivamente, el cristianismo es por encima de todo un cara a cara entre Dios y cada uno de sus hijos. De hecho, esa relación es fuente de gracia salvífica. Quien vive consciente de la presencia del Señor en cada momento de su vida, tiene más fácil huir del pecado que le aleja de Dios.

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5.02.11

Plantemos cara a los teólogos traidores

A falta de conocer la literalidad del documento firmado por 144 teólogos de habla alemana, y fiándonos de que las noticias que hemos recibido de las agencias son fieles al texto, parece evidente que nos encontramos ante uno de los mayores desafíos que ha sufrido la Iglesia en las últimas décadas por parte de ese mundo tan desgraciadamente heterogéneo como es el de la teología “católica". Digo desagraciadamente heterogéneo porque si algo está claro, a día de hoy, es que la teología católica está sufriendo su mayor crisis de identidad a lo largo de los veinte siglos de historia de la Iglesia. Heterodoxia y ortodoxia coexisten en cátedras, aulas universitarias y seminarios.

Seamos claros. Los 144 teólogos germano-parlantes han aprovechado la miseria del pecado de pederastia de sacerdotes y religiosos, consentida por malos obispos y superiores de órdenes, para hacer pública su miseria espiritual y doctrinal. En una especie de totum revolutum, han metido asuntos que sí podrían ser objeto de discusión, como es la cuestión del celibato y del modo de elegir obispos, con temas que jamás pueden ser siquiera abordados por la Iglesia. Por ejemplo, lo del sacerdocio femenino es una cuestión infaliblemente cerrada por la Iglesia. Y esos teólogos lo saben. Todos conocen la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de Juan Pablo II. El Santo Padre lo dejó bien claro:

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.

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24.01.11

La Iglesia no sería nada sin Arrio y San Atanasio

Esta mañana no pude evitar una sonrisa cuando leí el titular de la primera noticia de Religión Digital: “La Iglesia no sería nada sin personas como Hans Küng o como Benedicto XVI. No hay que poner a pelear sus biografías“. La frase es de Manuel Fraijó, teólogo y decano de la facultad de Filosofía de la Uned. Lo cual es ya de por sí, algo de agradecer. Viendo como están las cosas en nuestra Iglesia, no tendría nada de particular que unas palabras así salieran de la boca de algún teólogo decano de una facultad de teología católica.

Para don Manuel, que parece estar detrás del hecho de que la UNED conceda el doctorado Honoris Causa al teólogo heterodoxo suizo, Küng y Ratzinger “son dos personajes, dos antiguos amigos que merecen un enorme respeto y que han servido muy bien a la Iglesia, cada uno desde su ámbito, por caminos diferentes. No hay que echar a pelear una biografía contra otra. La Iglesia no sería nada sin personas como Hans Küng o como Benedicto XVI“. Ahí queda eso, sabueso.

Pues bien, salvando las distancias, es como si yo digo que la Iglesia no sería nada sin personas como Arrio y San Atanasio. Y que eso de oponer sus biografías está mal, pero que muy mal. Obviamente, es imposible que a mí se me ocurra soltar semejante estupidez.

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