InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Obispos españoles

13.07.13

La piadosa sumisión y respeto de los consagrados a los obispos

Sin el menor género de dudas, al menos para mí, el documento “Iglesia particular y vida consagrada” hecho público ayer por la Conferencia Episcopal Española está llamado a convertirse en un texto de referencia sobre como deben ser las relaciones entre los religiosos y la jerarquía de la Iglesia. Creo que tiene un peso similar al que tuvo en su día el documento sobre teología y secularización.

Teológicamente hablando, el documento es de una gran riqueza. Es tal la profusión de citas magisteriales que ofrece, que es un auténtico manual sobre cómo entiende la Iglesia la vida consagrada. De hecho, esa manera de redactar el documento hace que el mismo sea difícilmente “atacable". ¿Cómo se puede arremeter, desde la comunión eclesial, contra lo que es simple y llanamente doctrina católica? Y, sin embargo, ya empiezan a leerse críticas que aseguran que el texto es muy duro, que los obispos quieren coaccionar a los religiosos, etc. Hay párrafos que provocan erisipela en el progre-eclesialismo. Por ejemplo, este:

Se tendrá presente que los consagrados están sujetos a la potestad de los obispos, a quienes han de seguir con piadosa sumisión y respeto, en aquello que se refiere a la cura de almas, al ejercicio público del culto divino y a otras obras de apostolado.

Lo de “piadosa sumisión” no les gusta nada a los que viven instalados en la disidencia. De hecho, el término sumisión es visto por ellos poco menos como sometimiento a una tiranía. Y sin embargo, fue el mismísimo Cristo quien nos dio el mayor ejemplo de sumisión a la voluntad del Padre. Él es el modelo a seguir.

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5.07.13

Magistrales palabras del cardenal Amigo

Las cosas se pueden decir de muchas maneras. A la hora de defender la verdad, hay modos y formas que, dependiendo del contexto, facilitan o incluso dificultan la tare de transmitirla. Pues bien, en el caso de la entrevista que el cardenal Amigo ha concedido al diario alicantino Información, es evidente que ha dicho verdades como catedrales sin buscar disfraces buenistas para disimularlas.

La preguntan:

- ¿Qué opina de la reforma de la ley del aborto?

Y responde:

Hay una gran hipocresía. Hace unas semanas una pobre mujer echó a su hijo a una alcantarilla y la llevaron a la cárcel. Si esa mujer mata a su hijo unas semanas antes no pasa nada. Después parece que estamos más preocupados por los supuestos de despenalización que en el delito. Lo importante no es buscar atenuantes sino evitar el delito. Aborto bajo ningún concepto.

A los antibortistas les escandalizará la llamativa comparación entre la madre que asesina a su hijo recién nacido y la que lo mata unas semanas antes de nacer. Pero hay un hecho claro: en ambos casos la mujer mata a su hijo. Y punto.

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14.06.13

Don Demetrio y el "nunca digas jamás" de Juan Rubio

Mons. Demetrio Fernández es un obispo español al que le gusta decir las cosas claras. Y las dice de forma que se le entiende todo. Y eso le lleva a ser muy molesto para toda esa serie de católicos de vía estrecha que piensan que la fe de la Iglesia es una especie de tobogán del que uno se sube y se baja como si estuviera en un parque infantil.

El obispo de Córdoba ha escrito una carta para sus fieles en las que explica lo que hizo Cristo con las mujeres. Por ejemplo, recuerda que “cuando la mujer no tenía ningún derecho y podía ser repudiada en cualquier momento, Jesús sitúa a la mujer a la misma altura que el varón. No sólo la mujer comete adulterio si se va con otro, también el varón comete adulterio si se va con otra“. Pero lo que ha llamado la atención a algunos medios de comunicación es que don Demetrio haya recordado algo que todo el que sea católico debería saber y aceptar. A saber, que el sacramento del orden sacerdotal está reservado para los hombres.

Eso le ha supuesto recibir una cascada de críticas, ataques, desprecios y demás epíteros similares. Estas son las palabras del obispo:

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26.05.13

Comentando frases del cardenal Tarancón de hace 43 años

Antonio Aradillas, sacerdote asturiano con una trayectoria progre-eclesial indudable, nos ha traído a la memoria en Religión Digital un buen número de frases del cardenal Tarancón sacadas de una entrevista que se le hizo en el diario Pueblo hace 43 años. Buena parte de nuestros lectores no había nacido todavía. Yo apenas tenía año y medio o dos años. El CVII estaba muy reciente y por tanto, nos sirve para hacernos una idea de cuál era el sentir del sector de la Iglesia representado por el purpurado, que por entonces todavía era arzobispo de Toledo y, por tanto, primado de España.

Comentaré todas las frases indicadas por el P. Aradillas:

“Los sacerdotes han se darse mucha prisa para renovarse y deponer posturas agrias y polémicas que, con su intransigencia, puedan provocar escisiones en la Iglesia”

Cisma lefebvrista aparte -en realidad muy pequeño a nivel numérico-, cuatro décadas después la Iglesia vive en un cisma de facto entre el sector progre-eclesial y los que son fieles al Magisterio de la Iglesia. Alguno se preguntará qué diría hoy el cardenal Tarancón, pero Mons. Guerra Campos nos da una pista al recoger en un artículo titulado “La confusión vista por los pastores". En el mismo, vemos lo que opinaba el cardenal una vez ya como arzobispo de Madrid:

Los momentos actuales de renovación son “propicios al confusionismo. Las llamadas de alerta (del Papa) han de hacernos reflexionar seriamente para no dejarnos llevar por novedades peligrosas". “Si en nuestros días se han hecho muy profundas… las divisiones… entre los católicos, es principalmente porque no aparece siempre (entre los ministros de Cristo) la unidad fundamental en la predicación del Evangelio… y en otras actividades pastorales… ¿Puede extrañarnos que los hombres desconfíen de nosotros, los sacerdotes, cuando colectivamente no sabemos mantener la fidelidad al sacerdocio de Cristo?”
(Cardenal Tarancón, arzobispo de Madrid).

Parece claro, ¿verdad?

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20.05.13

¿Quién es el responsable de lo que ocurre en Entrevías?

A veces a muchos fieles se nos hace difícil entender cómo es posible que en la Iglesia se pasen por alto determinadas cuestiones. Por ejemplo, hay un cura en Madrid que dice cosas como esta:

En vez de comulgar con hostias, las madres de esos chavales con los que trabajábamos hacían pan y nos lo traían. Otras veces, en vez de pan preparaban un bizcocho, o rosquillas. Con eso hacíamos la liturgia.

O esta:

En la misa participamos cristianos, musulmanes, ateos, agnósticos. Descubrimos que la fe es un elemento humano, no religioso. Es de todo ser humano. Es decir, el ateo tiene la misma fe que tengo yo, en el hombre, el ser humano, en la lucha, en la utopía, en querer cambiar las cosas, en crear vida. En esa fe participamos quienes participamos ahí.

O esta:

El concepto de sacerdote, entendido como intermediación entre Dios y el ser humano, se lo cargó Jesús hace ya más de veinte siglos. Jesús era laico. En este sentido, presidir una comunidad lo puede hacer un hombre, una mujer, un casado, da lo mismo. No tiene que ser nada especial ni es una persona sagrada. El sacerdote es como cualquiera.

O esta:

Lo que yo digo no es que una mujer pueda o no ser sacerdotisa. Lo que digo es que tiene que desaparecer el sacerdocio. Pongamos la palabra cura o la palabra presbítero. Pongamos la que sea, pero que no tenga una connotación sagrada, de alguien distinto y separado del resto de los seres humanos.

Que haya alguien que piense así no tiene nada de particular. Lo que no parece tener mucho sentido es que sea sacerdote en ejercicio en una diócesis católica.

El pastor de la archidiócesis de Madrid es el cardenal Antonio María Rouco Varela. Él es quien decidió que la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías -barrio de la capital de España- pasara a ser un centro pastoral. Él es quien decidió que tanto Enrique de Castro como los otros dos sacerdotes adscritos a dicho centro pastoral -y que no se diferencian mucho de don Enrique en sus planteamientos teológicos, eclesiales y pastorales- sigan “ejerciendo el sacerdocio” allá. Lo de ejercer el sacerdocio lo pongo entre comillas porque parece harto dudoso que la labor que desempeñan en ese centro pastoral tenga algo que ver con el sacerdocio católico. De hecho, si el propio Enrique de Castro dice que el sacerdocio tiene que desaparecer, ¿por qué no nos hace el favor de renunciar al mismo?. Alguien que hizo daño a la fe de su propia madre, ¿puede ser sacerdote?

No es imposible que muchos fieles lleguen a la conclusión de que la responsabilidad de lo que ocurre en Entrevías no la tienen esos sacerdotes sino quien les consiente estar allí haciendo lo que hacen. Y a partir de ese hecho, que cada cual saque las conclusiones que estime oportunas.

Luis Fernando Pérez Bustamante