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8.04.08

La importancia de una buena catequesis

Ayer se ha presentado el nuevo catecismo “Jesús es el Señor", dirigido especialmente a los niños que están en proceso de catecumenado previo a su primera comunión. Estamos pues ante una herramienta que debe de ser eficaz para ayudar a nuestros muchachos a comprender los fundamentos de la fe en la que fueron bautizados.

La educación religiosa de los hijos es fundamental para que en el futuro sean hombres y mujeres de fe. La Escritura es muy clara al respecto. Dice el libro de Proverbios que “instruye al niño en su camino, que aun de viejo no se apartará de él” (Prov 22,6). Y leemos en el libro de Deuteronomio el mandato que Dios da los pares para que instruyan a sus hijos en la ley divina:
Poned estas palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas a vuestra mano como una señal, y sean como una insignia entre vuestros ojos. Enseñádselas a vuestros hijos, hablando de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado. Las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas, para que vuestros días y los días de vuestros hijos en la tierra que Yavé juró dar a vuestros padres sean tan numerosos como los días del cielo sobre la tierra“. (Deut 11,18-21)

Obviamente un libro de catequesis, por muy bueno que sea, no debería de sustituir a los padres como principales transmisores de la fe y los valores del evangelio. Yo mismo recuerdo que no hubo catequesis mejor en mi infancia que la que recibí de mi propia madre durante los largos paseos que dimos en algunas tardes-noches de verano, cuando apenas contaba 7 ú 8 años. Yo le preguntaba y ella me respondía, a la vez que me preguntaba para ver si comprendía bien lo que me quería transmitir. La mejor garantía para que un crío o una muchacha aprendan a amar a Dios, es que tengan unos padres que les guíen de la mano en la aventura maravillosa del conocimiento de Cristo. Desgraciadamente vivimos en un tiempo en que no abundan los padres así, aunque todavía tenemos una generación de abuelos que suplen, siquiera en parte, el papel que deberían desempeñar los progenitores. Y donde no llega la familia, debe de intentar llegar la Iglesia por medio de sus sacerdotes y catequistas.

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7.04.08

Pues va a ser que no

La sustitución del obispo auxiliar de Barcelona, Monseñor Carrera, va camino de convertirse en el culebrón eclesial del año. No es normal que se tarden tres años en proveer la sucesión de un obispo auxiliar, y menos cuando el obispo titular es de los que podría pasar perfectamente sin ser “auxiliado". Ese es el caso de Monseñor Sistach, que tiene dicho a sus vicarios que no se mueva una hoja en la iglesia de Barcelona sin que él lo autorice.

Dado que a falta de 4 años para que el propio Sistach presente su renuncia por edad, no es fácil que el cardenal modifique su forma de gobernar su archidiócesis, el nombramiento del auxiliar ha de analizarse sobre todo desde la perspectiva del futuro de la Iglesia en Cataluña. Sea quien sea el elegido, seguirá siendo obispo por muchos años después de que don Lluís se jubile. Y dada esa manía de que Cataluña tiene que tener obispos catalanes o del ámbito linguístico catalán-valenciano-mallorquín, lo más probable es que el próximo obispo auxiliar de Barcelona acabe siendo obispo titular de otra diócesis catalana dentro de unos años.

Por eso Roma se ha plantado delante de Sistach y no le acepta candidatos que no encajen con el perfil que la Santa Sede quiere para el resto de obispos españoles. Aunque, conocidéndome ya un poco el percal, no seré yo quien diga que es imposible, veo poco probable que en la Santa Sede nombren obispo a un sacerdote -Turull- que hace pocos años estaba manifestándose en la calle, cual líder sindical, en protesta por la partición de la archidiócesis con sede en la Ciudad Condal.

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6.04.08

Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible

No creo que sea muy complicado de entender que para alcanzar la condición de discípulo de Cristo implica aceptar una serie de mínimos en cuestiones morales. No estamos bajo la ley mosaica pero bien está que recordemos que el propio Cristo endureció las exigencias de dicha ley en muchos aspectos. Por ejemplo, en materia de moral sexual, Cristo considera pecado no sólo la comisión del adulterio, sino el mero deseo o anhelo del mismo. Jesús sabía que el mal está en el corazón, que es donde se engendra el pecado. La comisión del mismo no es sino el fruto de la mala semilla plantada previamente.

Con todo, buena parte de nuestros pecados permanecen ocultos a los ojos del mundo. Nadie que pretenda ser cristiano va por ahí presumiendo de ser un adúltero, un estafador o un asesino. Sólo nuestros seres cercanos y, en última instancia, sólo Dios sabe la cantidad y largueza de nuestros pecados. A Él nada le es oculto, pues nos conoce mejor que nosotros mismos.

Pues bien, en un pueblo de Ciudad Real, Abenójar, parece que hay muchos que no aceptan lo que el sentido común dicta. No quieren entender algo tan evidente como que una señora que se ha “casado” con otra señora no puede estar en una cofradía católica y menos ser su vicepresidenta. No es necesario que reproduzca acá los versículos de la Escritura que presentan la práctica de la homosexualidad como algo pecaminoso a los ojos de Dios. Tampoco es necesario que repita la doctrina de la Iglesia sobre esta cuestión. Las cosas son como son y en esta materia no van a cambiar, de la misma manera que no cambiará la consideración del adulterio como un pecado grave.

Buscar el escándalo mediático no ayuda NADA a la causa de los homosexuales que quieren ser cristianos. Son MUCHOS los que viven su condición en la gracia de Dios, absteniéndose voluntariamente de llevar una vida sexual activa. Ellos se merecen que la Iglesia no admita situaciones tan irregulares como las que tenían lugar en Abenójar.

Luis Fernando Pérez Bustamante

5.04.08

Dice el arzobispo que hay que esperar a que escampe

La Iglesia de Cristo es misionera, o no es ni Iglesia ni de Cristo. El Señor envió a sus apóstoles a hacer discípulos de entre todas las naciones. Si el cristianismo no hubiera sido misionero, habría dejado de existir en unas pocas décadas. Ahora el término proselitista es políticamente incorrecto, pero lo cierto es que los cristianos de los primeros siglos eran profundamente proselitistas. Ellos querían sacar a los paganos de las tinieblas del error para atraerlos a la luz de Cristo. Por supuesto, sin forzar a nadie, pues no se puede ser nunca cristiano a la fuerza. Pero no había ley, decreto, foso de leones, tortura, persecución masiva o muerte en las peores circunstancias imaginables que detuviera a los mártires cristianos en su empeño de llevar la luz de Cristo a todo su mundo conocido. Su ejemplo ha de estar siempre en la memoria de los fieles a lo largo de todos los siglos, sin excepción alguna, sea temporal, sea geográfica, sea socio-política.

Es por eso que resultan vergonzosas, escandalosas, cobardes y traidoras las afirmaciones a La Gaceta, reproducidas en Religión en Libertad, de Monseñor Fouad Twal, arzobispo coadjutor del Patriarcado Latino de Jerusalén. Dice este monseñor que “Debemos aceptar que, por razones culturales, en todo el mundo árabe y musulmán no se permite la conversión del islam al cristianismo. No es problema de democracia, la democracia de Occidente no es todavía la nuestra. Necesitamos tiempo y educación. Llegará un momento en que sea más fácil la conversión. No debemos adelantar los tiempos”. ¡¡¡ Y SE QUEDA TAN ANCHO ¡! O sea, como en el mundo árabe no se permite la conversión del Islam al cristianismo, vamos a quedarnos quietecitos, a no hacer ruido, a esperar que vengan mejores tiempos y así, con un poco de suerte, nos permitirán seguir existiendo.

¿Cómo puede un arzobispo de la Iglesia Católica decir semejante barbaridad? ¿No hay nadie en Roma que le diga que ese planteamiento es un beso de Judas en la mejilla de todos los mártires cristianos, que han derramado su sangre por buscar la conversión de hombres y mujeres de todo tiempo y lugar? ¿quién es este arzobispo para decir que la Iglesia no debe de evangelizar cuando el ambiente social, político y religioso es adverso?

Imaginémonos por un momento al apóstol San Pablo nada más llegar a Éfeso. Tras darse un paseo por la ciudad, se da cuenta de que si se pone a predicar a Cristo y en contra de la idolatría, lo más probable es que acabe con sus huesos en la cárcel o bajo tierra. Entonces va y dice: “¡Uy, no! ¡Aquí no predico el evangelio! Tengo que aceptar que por razones culturales en este lugar no se permite la conversión a Cristo. Necesitan más tiempo. Ahora me voy. Llegará un momento en que sea más fácil la conversión de toda esta gente. Adios Éfeso, volveré cuando estés preparada”.

No, un arzobispo católico no puede decir eso. Yo no le pido que se lance a las calles pidiendo a gritos la conversión a Cristo de todos los musulmanes. Sé que hay que ser prudente, sensato y cauto. El mismo San Pablo tomaba precauciones. Pero nunca renunciaba a su ministerio apostólico. “¡Ay de mí si no predicara el evangelio!” (1ª Cor 9,16), dijo el apóstol en cierta ocasión. Pues bien, ¡Ay de Monseñor Fouad, que se niega a predicar el evangelio a los musulmanes porque la religión de ellos les prohíbe la conversión a la fe cristiana!

Monseñor Fouad, por el sacramento del orden episcopal, es sucesor de los apóstoles. Pero sinceramente, en lo relacionado con la evangelización de todos los pueblos del mundo, no sigue los caminos de los apóstoles, sino el de la tibieza, el de la cobardía y el del acomodamiento a las exigencias del mundo y lo políticamente correcto. Y además se permite criticar al Papa por bautizar a Magdi Cristiano Allam. Pues mire, usted, Excelencia Reverendísima, en un par de semanas como cristiano, Magdi Allam ha sido más cristiano de lo que probablemente haya sido, sea y llegue a ser usted en toda su vida. Magdi sabe que su vida está en juego por lo que ha hecho. Y no es imposible que llegue a ser un mártir. Usted no pasa de ser un arzobispo que avergüenza a la Iglesia de la que forma parte. Dios le conceda la gracia del arrepentimiento y de la conversión al cristianismo que no tiene miedo de dar la vida con tal de que todos los hombres y mujeres sean llevados a Cristo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

4.04.08

Creciendo en… locura

La secta “Creciendo en gracia” parece dispuesta a dar la nota durante la próxima visitas del Papa a Estados Unidos. No es la primera vez que esa gente monta escándalos ni desde luego será la última, a menos que las autoridades se los tomen de verdad en serio y pongan coto a su cada vez más peligroso y agresivo fanatismo.

El fundador de ese engendro es un tal José Luis de Jesús Miranda. “Papi” para sus sectarios, Miranda para nosotros. Comenzó sus andanzas hace 20 años partiendo de una supuesta condición de pastor pentecostal. Digo supuesta porque a diferencia de en el protestantismo evangélico serio, donde los pastores lo son de verdad y suelen tener una buena formación, existe el mundillo del pentecostalismo donde hay de todo. Desde congregaciones y pastores que, salvo las especifidades propias de su condición pentecostal, no se diferencian gran cosa del resto de denominaciones protestantes, a un cada vez más preocupante número de grupos guidaos por personajes “iluminados” que arrastran a fieles siguiendo patrones propios de las sectas.

En el caso de Miranda estamos ante un ejemplo de cómo la estupidez humana puede alcanzar cotas difíciles de imaginar. No tanto por lo que el personaje dice o hace, sino por el hecho de que decenas de miles de personas sean capaces de tenerle como su líder espiritual. Miranda ha pasado de ser un simple “pastor” a autoproclamarse primero como apóstol, luego como Hijo del Hombre y, para rematar, como el mismísimo Anticristo. Sin duda este último apelativo le describe mejor que los anteriores, pero ni siquiera creemos que el tipo este alcance la entidad del personaje que la Biblia describe en el libro del Apocalipsis.

A las personas sensatas no les cabe en la cabeza que pueda haber gente tan necia como para hacerse discípulo de un trastornado de esa naturaleza, pero si hemos de hacer caso a las cifras que da la propia secta, posiblemente infladas, hay cien mil adeptos que consideran a Miranda como una especie de dios. Y eso hace que nos encontremos ante un posible drama de aquí a no muchos años. Si Jim Jones consiguió convencer a sus adeptos para que se suicidaran –y a los no convencidos “les suicidaron”- y si David Koresh se quemó vivo con varias familias en un rancho de Waco, ¿qué no ocurrirá si a este anticristo de pacotilla le da por pedir a los miles que le consideran un dios que se tiren de cabeza por un barranco? Quien se deja convencer para tatuarse un 666 en el cuerpo no está muy lejos de dejarse convencer para quitarse la vida o…. quitársela a los demás.

Véase este vídeo y se entenderá porqué convendría que las autoridades estadounidenses pongan el máximo empeño en impedir que los sectarios de Creciendo en gracia se acerquen a donde esté el Papa.

Increíble, pero cierto.

Luis Fernando Pérez