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23.10.09

La responsabilidad moral del Rey en la sanción de las leyes, por monseñor Guerra Campos

Como quiera que la buena gente de Bebé-Aído ha enviado un muñequito de los suyos a la Familia Real y han pedido al Rey que interceda para que no salga adelante la nueva ley del aborto, recupero para los lectores de este blog y de InfoCatólica una carta que escribió monseñor Guerra Campos el 19 de julio de 1985, a cuenta de la primer ley del aborto y su sanción por el sucesor de Franco a título de Rey y actual Jefe de Estado de nuestra querida España:

MORAL CATÓLICA Y MONARQUIA CONSTITUCIONAL
La responsabilidad moral del Rey en la sanción de las leyes

El 19 de julio “YA” publicó un editorial titulado “El Rey y la ley del aborto”. Envié al diario una exposición complementaria con el propósito de que la doctrina moral católica no quedase rebajada a mero liberalismo. “YA” no se ha dignado publicar dicha aclaración. Y así me veo obligado a hacerla pública en este número del “Boletín”, añadiéndole un párrafo conclusivo.

“YA” en su editorial de hoy glosa mi declaración de 13 de julio en lo tocante a la sanción y promulgación de la ley. Destaca este punto como novedad. La novedad, si la hay, no me corresponde, pues, en 1983, un Obispo muy ligado al “YA”, escribió sobre el “grave problema de conciencia para muchas personas porque no es lícito cooperar ni a la elaboración, ni a la promulgación, ni a la puesta en práctica…”

El artículo de “YA” merece ser continuado para que podamos asomarnos de verdad al problema moral que nos preocupa. Recuerda primero la conocida falta de responsabilidad jurídica del Rey según la Constitución, su carencia de iniciativa y de libertad para oponerse, su función meramente nominal, su preeminencia simbólica y puramente representativa como encarnación suprapartidista del Estado.

En el último párrafo, que es el que toca la cuestión, hace dos afirmaciones. En la primera reconoce que “la responsabilidad moral no queda agotada en la responsabilidad jurídica ni de las personas ni de las instituciones”. “Puede darse incluso contraposición entre ambas, lo mismo que puede darse entre la legalidad de una norma y su moralidad”. Reconocimiento oportuno, pues el gran problema tras la promulgación de la ley está precisamente en que numerosos practicantes del aborto quedan exentos de responsabilidad jurídica mientras permanece su responsabilidad moral, como autores de lo que la Iglesia califica de “crimen abominable”.

La segunda afirmación es aplicable al caso del Rey. Dice que para “calibrar su verdadera responsabilidad moral” es forzoso tener en cuenta como condicionante: 1º la obligación jurídica de obrar en un sentido determinado, en razón de su cargo; 2º la necesidad de ponderar, en difícil discernimiento, las gravísimas consecuencias de carácter general que pudieran derivarse de sus decisiones.

Y aquí se detiene la exposición de “YA”. Que hay que tener en cuenta ese condicionante es evidente; pero no basta para formar un criterio moral. Nos deja en una hipótesis indeterminada. En primer lugar, ¿consta que el Rey tuviese obligación jurídica de sancionar cuando la ley se opone a las garantías que exige el Tribunal Constitucional? Y dado el condicionante, ¿elimina sin más y en cualquier caso la responsabilidad moral? ¿No se requiere alguna otra condición, al menos como propósito de futuro?

Una respuesta cómoda sería que el Rey, en virtud del sistema constitucional, queda exento de responsabilidad moral sancionando con pasividad permanente y automática todo lo que produzca aquel sistema, aunque ello le convirtiera en símbolo de un Estado que conculque valores inviolables.

En nuestro caso es forzoso no olvidar que, mientas dure la ley del aborto, lo que se produce no es sólo una situación insatisfactoria respecto a opiniones o formas constitucionales. Lo que ocurre es que se está destruyendo de manera monstruosa la vida de niños inocentes. Esto condiciona seriamente la valoración de las consecuencias que pudieran derivarse de evitarlo (¿es claro que sean realmente más graves?). Además, según enseño la Santa Sede, no es aplicable al caso el criterio del pluralismo democrático, porque “la vida de un niño prevalece sobre todas las opiniones; no se puede invocar la libertad de pensamiento para arrebatársela”. No se puede invocar ningún concepto de tratadistas constitucionales. Si una ley ataca esa vida, un Rey constitucional no puede olvidar que la ley existe con su sanción y sin ella no.

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21.10.09

Datos a tener en cuenta con la llegada de los anglocatólicos

Sin la menor duda el patio está muy alterado desde que ayer se hizo público que el Papa abre los brazos de la Iglesia Católica a los anglicanos que quiere formar parte de la misma, sin perder por ello todos los rasgos de la tradición religiosa a la que han pertenecido. La alegría de la mayoría de los católicos de bien contrasta con las quejas que ya se están produciendo desde sectores “progre-eclesiales, que ven con preocupación el hecho de que los anglocatólicos que van a entrar en la Iglesia son ciertamente conservadores en lo moral y en lo litúrgico. No olvidemos, por ejemplo, que la Traditional Anglican Communion se separó de la Comunión Anglicana, entre otras razones, por la aprobación de la ordenación de mujeres como presbíteras en el seno del anglicanismo. No hace falta que expliquemos cómo consideran la cuestión del avance del lobby gay en el anglicanismo esos anglocatólicos que pronto estarán en plena comunión con el resto de católicos. En otras palabras, los futuros católicos procedentes del anglicanismo representan mejor el “ethos” católico que aquellos que estando hoy en el seno de la Iglesia Católica viven apartados de su magisterio.

Existe también una preocupación legítima en algunos católicos que no entienden cómo se puede conjugar bien el hecho de que los anglocatólicos, cuyo rito se puede decir que es latino, van a mantener su tradición de poder ordenar sacerdotes a hombres casados. Eso ya ocurre en los católicos de ritos orientales que están en comunión con el Sucesor de Pedro, pero los anglocatólicos no son orientales sino hijos de una tradición “occidental", por decirlo de alguna manera. Yo creo que lo que se va a producir a partir de ahora es, introducidas las modificaciones necesarias que garanticen la aceptación de todo el corpus doctrinal católico, la asunción del rito anglicano dentro de la Iglesia Católica como “nuevo rito". Debemos esperar a ver cómo soluciona el Papa esa cuestión en la Constitución Apostólica que se nos ha anunciado. Si se me pregunta si creo que este tema va a afectar a la cuestión de la obligatoriedad del celibato para los sacerdotes católicos de rito latino, mi respuesta es que a corto y medio plazo no afectará pero que, en todo caso, y aun siendo yo partidario de que las cosas se queden como están, tampoco supondría ningún drama que afectara.

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9.10.09

Comunión y crítica

Parece ser que a algunos elementos del “Parque Jurásico progre-eclesial", que se pasan la vida quejándose de lo que hace o deja de hacer el cardenal Rouco, al que fustigan constantemente, se han sorprendido de que haya católicos fieles al magisterio de la Iglesia en su totalidad -factor éste incomprensible para ellos-, que puedan opinar en contra de la no presencia del cardenal en la manifestación del 17-O. Es más, mostrando lo que para ellos es su concepción del término “opinión”, consideran que quienes osan criticar a don Antonio María, y de paso a cualquier obispo “conservador", lo que en realidad quieren hacer es ganarles el pulso, marcarles la senda por la que tienen que andar, etc. Y ya el colmo, llegan a decir que la “caverna” es mucho más antijerárquica que la progresía. ¡¡Ole, ole…. y olé!!

Pues no, queridos, no es así la cosa. Yo sólo puedo hablar por mí, pero desde hace tiempo tengo como norma de mi actuación como “opinador", lo que dijo Pío XII en 1950 sobre la opinión pública dentro de la Iglesia:

Finalmente, Nos querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). Se extrañarán de esto solamente quienes no conocen a la Iglesia o quienes la conocen mal. Porque la Iglesia, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase; falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles. Pero también aquí la prensa católica puede hacer un servicio muy útil. A este servicio, sin embargo, más que a cualquier otro, el periodista debe aportar aquel carácter del que Nos hemos hablado, y que está formado por un inalterable respeto y un amor profundo hacia el orden divino, es decir, en el caso presente, hacia la Iglesia tal como ella es, no solamente en los designios eternos, sino tal como vive concretamente aquí abajo en el espacio y en el tiempo, divina, sí, pero formada por miembros y por órganos humanos.

Si posee este carácter, el publicista católico sabrá evitar tanto un servilismo mudo como una crítica descontrolada. Ayudará con una firme claridad a la formación de una opinión católica en la Iglesia, precisamente cuando, como ahora, esta opinión oscila entre los dos polos, igualmente peligrosos, de un espiritualismo ilusorio e irreal y de un realismo derrotista y materializante. Alejada de estos dos extremos, la prensa católica deberá ejercer entre los fieles su influencia sobre la opinión pública en la Iglesia. Solamente así se podrán eludir todas las ideas falsas, por exceso o por defecto, sobre la misión y sobre las posibilidades de la Iglesia en el dominio temporal y, en nuestros días, sobre todo en la cuestión social y el problema de la paz.

Queda claro pues, que la crítica moderada dentro de la Iglesia no sólo es buena, sino incluso aconsejable. El “oficialismo” es tan nefasto para la salud de la Iglesia como el ataque brutal y desconsiderado que el progresismo eclesial hace a todas horas contra todo aquello que no se pone de rodillas ante sus pretensiones, que por mucho que las disfracen de Vaticano II, son la antítesis del ethos católico. La gran diferencia entre ellos y los que criticamos desde la comunión eclesial es precisamente que jamás se nos verá decir algo que vaya en contra de una sola tilde de las doctrinas que pertenecen al depósito de la fe. Profesamos la fe y la moral católica en su totalidad, no en comunión con el espíritu de la potestad del aire (Ef 2,2), con el príncipe de este mundo (Jn 14,30), con ese Belial (2ª Cor 6,15) que quiere que la modernidad sea la sal de la Iglesia en vez de que la Iglesia sea la sal del mundo moderno.

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5.10.09

En pie, corremos hacia la meta

Ayer domingo, 4 de octubre, el servidor dedicado donde está alojado InfoCatólica sufrió un ataque DDoS a las 4:00 de la madrugada, hora de la España peninsular. Tal hecho no era en principio ninguna novedad pues desde que llegamos a dicho servidor ese tipo de ataques se repiten con cierta frecuencia, pero en esta ocasión el mismo fue brutal y sus consecuencias parecían nefastas. El disco duro donde estaba alojado todo -incluso los back ups diarios- pasó a “mejor vida” y había verdadero riesgo de perder todo el contenido de la web, al menos desde el 12 de septiembre hasta la caída del domingo. Esta mañana, tras la paliza nocturna de nuestro director técnico -voy a iniciar una suscripción para hacerle un monumento- la web estaba lista para reiniciarse partiendo de esa fecha. Pero a Dios gracias, lo hemos recuperado todo. Bueno, gracias a Dios y al responsable del servidor en España, mi buen amigo Isaac, del que todo lo que diga es poco.

Como se pueden ustedes imaginar, el susto inicial fue grande y se convirtió en pavor ante la tesitura de perder el trabajo de semanas. Pero al mismo tiempo, este incidente ha servido para constatar dos cosas:

1- Hay un maravilloso equipo que hace posible que InfoCatólica salga adelante. El consejo de redacción es mucho más que un “consejo". En sus miembros encuentro apoyo y ganas de trabajar. Y a fe que ayer trabajaron de forma coordinada para poder minimizar las pérdidas en caso de que finalmente la base de datos se hubiera dañado irremediablemente. Además han dado ideas para que en un futuro podamos evitar graves pérdidas en caso de que se repitan, como cabe esperar, los ataques. Algunas de esas ideas ya se han implementado hoy. Es muy destacable también la paciencia y comprensión de todos nuestros bloggers, muchos de los cuales nos han sostenido con sus oraciones.

2- Las muestras de apoyo hacia InfoCatólica han sido muy numerosas. Además de nuestros lectores y comentaristas habituales, hemos recibido emails y llamadas telefónicas de obispos, sacerdotes, religiosos, laicos e incluso instituciones. Vamos, que sólo nos ha faltado que el Papa nos mandara su bendición apostólica. Y en la web han sido numerosos los bloggers que han informado de lo que pasaba y se han solidarizado con nosotros. A todos ellos, gracias.

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3.10.09

Jornada diocesana de pastoral en Huesca

Esta mañana la he pasado en la Jornada Diocesana de Pastoral de la Iglesia en Huesca. Desde que estoy en tierras oscenses, y va ya camino de la década, he asistido unas 6 veces a este tipo de jornadas. La de hoy ha sido la más concurrida de todas en las que he estado. Eso en sí es ya un buen dato. Tras la oración inicial ha tomado la palabra nuestro obispo, monseñor Sanz Montes, al que yo ya llamo el “monseñor pluriempleado". Tiene a su cargo dos diócesis, la presidencia de una comisión nada “cómoda” en la CEE, trabajo en San Dámaso y, por si fuera poco, el Papa le pidió hacerse cargo de la dirección de Lumen Dei, lo cual, como nos ha dicho hoy, es como si le hubieran dado otra diócesis. No por la cantidad de fieles a su cargo en esa asociación de fieles pero sí por el trabajo que da. Don Jesús le dijo al mismísimo Papa cuál era su situación, pero el Santo Padre decidió que, aun así, debería de hacerse cargo de esa tarea eclesial. La cual, dicho sea de paso y aunque no puedo dar detalles, va por buen camino.

Y precisamente esa ha sido la razón por la cual no se puede llevar a cabo la puesta en marcha este año del sínodo diocesano, que el propio obispo dijo hace doce meses que tenía intención de convocar. Don Jesús ha pedido comprensión. Las caras que yo he visto eran más bien de resignación, pero hay más días que longanizas y quizás el año próximo podamos abordar ese sínodo, sea con don Jesús al frente de nuestra diócesis o sea con otro pastor si es que alguno de los infinitos, y nunca realizados, rumores sobre su traslado a otros destinos se cumple. Sospecho, aunque no deseo, que más pronto que tarde le pondrán de pastor de una diócesis o archidiócesis más “poblada” -importantes lo son todas-, pero eso depende de Roma.

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