InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Abril 2017

20.04.17

En su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados

Evangelio del jueces de la Octava de Pascua

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Luc 24,35-48

La resurrección de Cristo fue real, histórica, fisica, plena. Su cuerpo glorificado era, y es, verdadero cuerpo. En otras palabras, no fue un fantasma quien se apareció a los apóstoles sino el mismo que había caminado por ellos por los campos de Israel los tres años anteriores. 

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19.04.17

Necios y torpes de corazón para creer todo lo que anunciaron los Profetas

Evangelio del miércoles de la Octava de Pascua:

Ese mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Iban conversando entre sí de todo lo que había acontecido. Y mientras comentaban y discutían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos, aunque sus ojos eran incapaces de reconocerle.
Y les dijo: -¿De qué veníais hablando entre vosotros por el camino?
Y se detuvieron entristecidos. Uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: -¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?
Él les dijo: -¿Qué ha pasado?
Y le contestaron: -Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y ante todo el pueblo: cómo los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Sin embargo nosotros esperábamos que él sería quien redimiera a Israel. Pero con todo, es ya el tercer día desde que han pasado estas cosas. Bien es verdad que algunas mujeres de las que están con nosotros nos han sobresaltado, porque fueron al sepulcro de madrugada y, como no encontraron su cuerpo, vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles, que les dijeron que está vivo. Después fueron algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como dijeron las mujeres, pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo: -¡Necios y torpes de corazón para creer todo lo que anunciaron los Profetas! ¿No era preciso que el Cristo padeciera estas cosas y así entrara en su gloria?
Y comenzando por Moisés y por todos los Profetas les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban, y él hizo ademán de continuar adelante. Pero le retuvieron diciéndole: -Quédate con nosotros, porque se hace tarde y está ya anocheciendo.
Y entró para quedarse con ellos. Y cuando estaban juntos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su presencia.
Y se dijeron uno a otro: -¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y al instante se levantaron y regresaron a Jerusalén, y encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, que decían: -El Señor ha resucitado realmente y se ha aparecido a Simón.
Y ellos se pusieron a contar lo que había pasado en el camino, y cómo le habían reconocido en la fracción del pan.
Luc 24,13-35

Habían asistido al cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías y sin embargo, seguían sin entender nada. Esa era la realidad de la práctica totalidad de los seguidores de Cristo tras su muerte y resurrección.

¿No ocurre algo parecido con muchos cristianos, que tienen delante de sus ojos toda la Escritura y siguen sin entender lo fundamental? Por eso mismo es necesario que el Señor venga en nuestro auxilio. Solo Él puede abrirnos los ojos a su Revelación.

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18.04.17

Salvaos de esta generación perversa

Segunda lectura del Martes de la Octava de Pascua:

Pedro, a los judíos:
Por tanto, sepa con seguridad toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis.
Al oír esto se dolieron de corazón y les dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: -¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les dijo: -Convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para todos los que quiera llamar el Señor Dios nuestro.
Con otras muchas palabras dio testimonio y les exhortaba diciendo: -Salvaos de esta generación perversa.
Ellos aceptaron su palabra y fueron bautizados; y aquel día se les unieron unas tres mil almas.
Hech 2,36-41

Lo primero que hace la Iglesia en Pentecostés es predicar el evangelio tal y como le había sido ordenado por Cristo. La predicación consistió en la presentación de Cristo como Señor y Salvador y la llamada a la conversión y el bautismo.

Esa es la principal misión de la Iglesia entonces, ahora y siempre. Es su deber hacer proselitismo, ser misionera en todo lugar donde esté presente. Es su deber llamar a la conversión. Cuando la Iglesia, o parte de ella, no hace tal cosa, desobedece a su Señor.

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17.04.17

A este Jesús le resucitó Dios, y de eso todos nosotros somos testigos

Primera lectura del lunes de la Octava de Pascua:

Entonces Pedro, de pie con los once, alzó la voz para hablarles así: -Judíos y habitantes todos de Jerusalén, entended bien esto y escuchad atentamente mis palabras.
Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús Nazareno, hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y señales, que Dios realizó entre vosotros por medio de él, como bien sabéis, a éste, que fue entregado según el designio establecido y la presciencia de Dios, le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos. Pero Dios le resucitó rompiendo las ataduras de la muerte, porque no era posible que ésta lo retuviera bajo su dominio. 
En efecto, David dice de él: “Tenía siempre presente al Señor ante mis ojos, porque está a mi derecha, para que yo no vacile. Por eso se alegró mi corazón y exultó mi lengua, y hasta mi carne descansará en la esperanza; porque no abandonarás mi alma en los infiernos, ni dejarás que tu Santo vea la corrupción. Me diste a conocer los caminos de la vida y me llenarás de alegría con tu presencia." 
Hermanos, permitidme que os diga con claridad que el patriarca David murió y fue sepultado, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy.  Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado “solemnemente que “sobre su trono se sentaría un fruto de sus entrañas", lo vio con anticipación y habló de la resurrección de Cristo, que “ni fue abandonado en los infiernos ni” su carne” vio la corrupción". 
A este Jesús le resucitó Dios, y de eso todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, a la diestra de Dios, y recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
Hech 2,14-22-33

La primera predicación de la Iglesia, protagonizada por Pedro, príncipe de los apóstoles, tuvo como objeto dar testimonio de Cristo, y más concretamente de Cristo resucitado. Como bien enseñó tiempo después San Pablo “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe... seguís estando en vuestros pecados” (1ª Cor 15,14.17).

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16.04.17

Jesucristo ha resucitado, ¡Aleluya!

Evangelio del Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor:

El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo: -Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
Salió Pedro con el otro discípulo y fueron al sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó antes al sepulcro. Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró.
Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado, en un sitio.
Entonces entró también el otro discípulo que había llegado antes al sepulcro, vio y creyó. No entendían aún la Escritura según la cual era preciso que resucitara de entre los muertos.
Jn 20,1-9

Jesucristo ha resucitado, ¡Aleluya!

Feliz Pascua a todos.