Tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, a ti te ha elegido el Señor

Primera lectura en la Solemnidad del Corazón de Jesús:

Moisés habló al pueblo diciendo: tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, a ti te ha elegido el Señor, tu Dios, para que seas el pueblo de su propiedad entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra.  El Señor se ha prendado de vosotros y os ha elegido, no porque seáis el pueblo más grande de todos los pueblos, puesto que sois el más pequeño, sino que ha sido por el amor del Señor y por su fidelidad a la promesa que hizo a vuestros padres. Por eso es por lo que el Señor os sacó con mano fuerte y os liberó de la casa de la esclavitud, del poder del Faraón, rey de Egipto.
Por tanto, reconoce que el Señor, tu Dios, es el Dios, el Dios fiel, que guarda por mil generaciones la alianza y el amor con quienes le aman y cumplen sus mandamientos; y que sin demora retribuye con la perdición a los que le odian; no se retrasa en dar su merecido a quien le odia.  Guarda, pues, los mandamientos, leyes y normas, que yo te ordeno hoy que pongas en práctica.
Deut 6,6-11

Dios elige a quien quiere y por las razones que quiere. Israel era un pueblo pequeño que acabó sometido a una gran nación. Pero había ser el pueblo de quien nos llegaría la salvación, como bien se encargó Cristo de recordar a la samaritana: “…porque la salvación viene de los judíos” (Jn 4,22).

Ahora bien, Aquél que elige debe ser amado por los elegidos. Y le ama quien guarda sus mandamientos. Mas el amor a Dios tiene como fuente primera a Dios mismo, como bien enseña San Juan en la segunda lectura de hoy:

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados".
1ª Jn 4,10

Y como dice Cristo en el evangelio de hoy: 

“Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar“.
Mat 11,27

Por tanto, afirmamos con San Pablo:

No depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia".
Rom 9,16

Alguno dirá, ¿entonces no tenemos que querer, no hay nada que debamos hacer? El propio San Pablo lo explica :

...trabajad por vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor.
Fil 2,12b-13

Clamemos al Señor para que podamos ser contados entre aquellos de los que habla la epístola a los Hebreos:

Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino de los que tienen fe para la salvación del alma. 
Heb 10,39

Amén, así sea.

Luis Fernando

2 comentarios

  
Pedro L. Llera
Amén
24/06/17 2:52 AM
  
Alonso Gracián
La doctrina de siempre, tradicional, original, sin adulteraciones voluntaristas, católica.

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LF:
Productos de la tierra, sin colorantes ni edulcorantes artificiales, :D
24/06/17 11:07 AM

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