Siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros

Segunda lectura del Tercer domingo de Cuaresma:

Justificados, por tanto, por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos acceso en virtud de la fe a esta gracia en la que permanecemos, y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios.
Una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado. Porque Cristo, cuando todavía nosotros éramos débiles, murió por los impíos en el tiempo establecido. 
En realidad, es difícil encontrar alguien que muera por un hombre justo. Quizá alguien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros porque, siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.
Rom 5,1-2.5-8

No es el hombre quien se acerca a Dios. Es Dios quien se acerca y salva a los hombres. Es Él quien toma la inciativa. Es Él quien dispone nuestro corazón para acoger su don. Es Él quien nos da la fe por la que somos justificados. Es Él quien prepara las buenas obras para que andemos en ellas. Y es Él quien nos concede poder obrar conforme a la fe recibida.

Cristo murió por nosotros para que podamos morir a nosotros mismos y renacer en Él. Y si renacemos en Cristo, nos convertimos con Él en fuente de Vida eterna para otros. Así lo explica el Señor a la samaritana, tal como leemos en el evangelio de hoy:

El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna.
Jn 4,13-14

Leemos también en la primera lectura de este domingo que el Señor hizo brotar agua de una roca en Meribá. Era un agua que sació la sed física de un pueblo rebelde. Tanto más podrá hacer brotar agua viva de nuestros corazones de piedra. El agua viva de Cristo transformará nuestros corazones rebeldes en corazones sumisos a la voluntad divina. Esa es la vida eterna. Estar en comunión plena con Dios.

Santidad o muerte.

Luis Fernando

1 comentario

  
carmelo
Dios se acerca al pecador, para liberarlo! Darle vida, saciar su sed!, sacarlo de la inmundicia!
No es un Dios que abre el "caso por caso" NO, No es un Dios que parte del mal para encontrar un bien (principios de doble causa corrupta). El se acerca en Verdad y nos atrae a su Verdad que desata cadenas y nos pone en camino, nos re-orienta, a nuestra verdad intima con el Padre celestial. El es siempre bueno y nos exhorta adorar a Dios en Espíritu y verdad, a salir de aquello que nos ata y destruye. La Gracia Santificante es efectiva y operante y nos habilita y en ella nos introducimos al costado de Cristo abrazados por su amor.
El es el Pastor que nos da todo, todo lo que buscamos y nos hace descansar...
Saludos a todos

19/03/17 1:48 PM

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