Bioética para el siglo XXI

Centro de Estudios e Investigaciones de Bioética (CEIB)

Conferencia del 29 de junio de 2016 en la Universidad Panamericana

Guadalajara Jalisco, México

 

Dada la evidente relevancia de los problemas relacionados con la vida en el mundo actual y la urgencia de soluciones que eviten lo que en ámbitos científicos, políticos, religiosos, etc., se ha vislumbrado como una catástrofe, he pretendido presentar en esta breve exposición un panorama muy general sobre la Bioética en su aspecto histórico y en su importancia en esta primera mitad del siglo XXI. De modo que esta exposición panorámica comprende un resumen muy sucinto de la historia de la Bioética, la naturaleza de la Bioética, es decir, qué es y su importancia en el presente siglo. Para lograr este objetivo he reflexionado sobre la trayectoria histórica de esta disciplina, deduciendo algunas conclusiones, que me parecen relevantes, para ubicar la Bioética en el lugar que le corresponde como disciplina fundamental en el contexto en que nos encontramos.

Algunos dicen que la Bioética surgió en Estados Unidos y que el término Bioética apareció por primera vez en un artículo escrito por el médico oncólogo Van Resselaer Potter, quien ahora se considera como pionero en la construcción de una “nueva disciplina” que combina el conocimiento biológico con el conocimiento del sistema de valores humanos. Otros lo atribuyen al teólogo protestante alemán Fritz Jahr en 1927 con lo que él llamó el “imperativo bioético”[1]. Sin embargo, cualquiera que haya recibido una formación sistemática en Filosofía y en Historia sabe que las raíces de la Bioética definitivamente se encuentran miles de años atrás.  Tenemos datos de Ética relacionada con la salud desde el año 1750 a.C. Como es el caso del Código de Hammurabi que, bajo la influencia de prescripciones sumerias anteriores, contiene normas que regulan la actividad médica y una reglamentación de las tarifas de la asistencia sanitaria.[2]

Posteriormente, en los siglos V y IV a.C., el problema de la fisis o de la naturaleza fue el primer problema planteado por los filósofos presocráticos y los colosos griegos. Y junto con la naturaleza se planteó también el problema de la vida en general y de la vida humana. No hay que olvidar que Aristóteles recogió la herencia de fuerte contenido ético sobre la vida humana de Sócrates y de Platón. Pero además, Aristóteles fue el más grande filósofo griego que partió de la Física y más propiamente de la Biología, es decir, del análisis filosófico de la naturaleza y de la vida. El sistema filosófico aristotélico fue logrado, como en los otros filósofos de su época, en la observación de la naturaleza como base del estudio de la vida en sus tres niveles: vegetativo, sensitivo y racional, bajo un enfoque metafísico.[3]

Pero además, podemos encontrar principios bioéticos que pertenecen a lo que en Filosofía se ha denominado éticas especiales o aplicadas, desde Aristóteles en el siglo IV a.C., hasta la modernidad. Basta mencionar el Juramento Hipocrático de Hipócrates (460-370 a.C.) que forma parte de todo un Corpus Hipocraticum.[4].

El juramento hipocrático del siglo IV a.C., basa la moralidad del acto médico en un principio que hoy se ha definido como “principio de beneficencia y de no maleficencia, es decir, del bien del paciente. Este principio consiste en que el médico siempre actúa buscando el bien del enfermo”.[5] Lamentablemente la visión casi sagrada del médico y de sus exigencias en tiempos de Hipócrates, hoy se ha considerado como un simple paternalismo mal entendido. Sin embargo, aún desde el tremendo relativismo en que nos encontramos, desde la sociología actual, tampoco se ha podido eliminar el principio de beneficencia que se funda en el bien y la verdad, y que es fundamental para la consistencia de los otros principios de autonomía y de justicia.

Independientemente de la consideración cristiana protestante de la Bioética, otro factor de suma importancia en el desarrollo de los principios bioéticos, por el papel que ha jugado  el cristianismo históricamente en occidente, ha sido el de la aportación de la filosofía y la teología cristiana, es decir, del pensamiento cristiano católico que no sólo se limitó a incorporar las aportaciones del juramento hipocrático sino que consideró la tradición filosófica griega incorporándola al mensaje cristiano y a la tradición de la Iglesia católica. La comprensión del hombre como persona humana en sentido católico ha sido un descubrimiento insuperable al incorporar la doctrina aristotélica de la materia y la forma. La persona en sentido católico superó la división irreconciliable entre el alma y el cuerpo de la persona humana uniéndolas en una unidad hipostática o sustancial en la que ambos, cuerpo y alma como co-principios co-relativos, constituyen un solo ser humano, único, irrepetible, sujeto de derechos y de obligaciones.

Y dado que la civilización occidental actual es un producto cultural del cristianismo católico, aun el que no es cristiano ha de considerar, que, para el catolicismo, además el hombre es hijo de Dios y sujeto de redención por medio de la Encarnación. Esto es importante porque el catolicismo ha sido la religión mayoritaria históricamente en un sentido ético y moral muy superior y muy distinto al sentido pagano.

Desde la muerte de Cristo, y posteriormente a la caída del Imperio Romano, el cristianismo fue el que integró lo que hoy es Europa y posteriormente América en la que no existía una identidad nacional. De aquí que, aunque la Bioética sea una ciencia que se limita a las solas fuerzas de la razón, tengamos que considerar los aspectos racionales que constituyen una aportación del cristianismo.

Ya se ve que no podemos limitarnos a pensar que la Bioética se inicia desde tiempos de Potter aun cuando a partir del Renacimiento y posteriormente en los siglos XVI en adelante con la Reforma de Lutero, con el nominalismo y el racionalismo, el camino de las aportaciones del cristianismo se enfrentó a distintos problemas. La crisis de las ideas que se llevaron a los ámbitos políticos y económicos bajo intereses radicalmente anticristianos, fueron dominando el mundo, pero esto no redujo la aportación cristiana a la fundamentación de la Bioética porque aun con las dificultades de las consecuencias políticas provocadas por las ideas  agnósticas, materialistas, liberales y marxistas de los siglos XVII a la actualidad, e incluso después de la Revolución Francesa con su tremenda persecución y asesinato de tantos cristianos, las comunidades cristianas continuaron brindando asistencia a los enfermos como testimonio de las enseñanzas de perdón y de apoyo a los que sufren, enseñadas por el mismo Cristo. Es un hecho que el médico desde el sentido cristiano está llamado a representar a Cristo mismo que toma a su cuidado a la humanidad doliente. Es así que la Iglesia, a pesar del secularismo, ha seguido desarrollando una moral teológica que promueve la sacralidad y la inviolabilidad de la vida de toda criatura, condenando el aborto, el infanticidio, la eutanasia, las mutilaciones, dando lugar a una moral médica que ha actualizado los tratados de los albores del cristianismo y de la Edad Media llevándolos a un plano de actualidad cada vez mayor.[6]

Ya en el siglo XX los pontífices de la segunda mitad del siglo, en tiempos del Concilio Vaticano II, abordaron los temas más importantes de la Bioética médica relacionados con la experimentación y los crímenes realizados en los campos de los nazis y con el “progreso” tecnológico que atentaba contra la vida y contra los derechos humanos. En ese contexto se detonó la investigación sobre el campo que, en tiempos de Potter, se denominó el campo de la Bioética y en el que el tema religioso fue y sigue siendo importante en la discusión, tanto por las aportaciones del catolicismo y de las otras religiones que han de considerarse siempre por su valor científico, filosófico y teológico perenne, como por la pertenencia de médicos y pacientes que según las distintas religiones reciben de sus religiones principios de comportamiento moral.

De modo que, como vemos, la Bioética en sus principios y fundamentos, así como en muchos de los temas abordados, antecede por mucho a los tiempos de Potter.

Pero además, la aportación católica continúa desde los inicios del cristianismo hasta los siglos XX y XXI. Muestra de ello es el mismo Concilio Vaticano II con su constitución pastoral Gaudium et spes sobre el hombre y la familia; la encíclica Humanae vitae de Pablo VI, del 27 de julio de 1968; la declaración sobre el aborto provocado de la Congregación para la Doctrina de la fe del 18 de noviembre de 1974; la Familiaris consortio del 22 de noviembre de 1981; Jura et bona del 5 de mayo de 1980; Donum vitae sobre el respeto a la vida humana naciente y la dignidad de la procreación del 22 de febrero de 1987; las Encíclicas Veritatis splendor del 6 de agosto de 1993 y la Evangelium vitae, del 25 de marzo de 1995 en la que San Juan Pablo II emplea el término Bioética para referirse a los problemas bioéticos del tiempo de su pontificado, sólo por mencionar sólo algunos documentos hasta la Éncíclica Laudato si del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa común, del 24 de mayo de 2015 en la que se aborda el tema ecológico del medio ambiente desde distintos enfoques.

Aunque, como lo hemos visto, no sólo la Iglesia Católica ha hecho aportaciones desde sus autoridades y desde los laicos entregados a la investigación y difusión de temas bioéticos, sino que los principios y estudios relacionados con la vida datan de miles de años atrás y tampoco se limitan al mundo católico, sino que  las otras Iglesias cristianas y otras religiones han aportado y otorgado a sus fieles propuestas y lineamientos relacionados con la parte médica, ecológica y sobre la política relacionada con medidas que afectan directamente o indirectamente la vida en todos sus aspectos y en todas sus manifestaciones.

Otro gran aporte de tiempos modernos y contemporáneos lo han hecho las instituciones internacionales de corte laico, tan importantes como el juicio de Nuremberg contra los criminales nazis,[7] que contribuyeron a la posterior fundación de la Asociación Médica Mundial y el Consejo de las Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas que hicieron importantes aportaciones a la sistematización de información en la Bioética. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, publicada por la Organización de las Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948 y la Convención de Salvaguardia de los Derechos del Hombre y de las Libertades fundamentales en Roma el 4 de noviembre de 1950, así como los numerosos códigos de bioética que se desarrollaron en las últimas décadas del siglo XX.

Por todo esto, es importante considerar, que, aunque Potter es un personaje clave en el desarrollo de la Bioética actual, como pensador contemporáneo que a la manera de Descartes en el siglo XVII y luego Kant en el siglo XVIII intentó partir, de alguna manera y hasta cierto punto, ignorando el desarrollo anterior sobre el tema. Simplemente hay que observar que el desconocimiento de los principios filosóficos perennes lo llevó a no  distinguir adecuadamente entre las ciencias experimentales y la Filosofía y, por lo mismo, su propuesta adoleció de graves problemas al no ubicar la Ética como ciencia Filosófica. Potter hizo la distinción entre saber científico y saber humanístico incluyendo la Filosofía y la Ética dentro de las humanidades. Este error, que además es común en nuestros días, se debe a la falta de comprensión de los objetos de las ciencias que marcan la distinción entre la Filosofía cuyo objeto es el ser, es decir, todas las cosas y las humanidades cuyo objeto es el hombre.

Potter, y la mayoría de sus contemporáneos en grandes ámbitos relacionados con la Bioética, no distinguió los objetos de la Filosofía y de las Humanidades y por lo mismo no comprendió suficientemente la dependencia inmediata que tienen las Humanidades de la Filosofía, de la cual reciben además sus fundamentos. Tampoco tuvo clara la dependencia que la Bioética tiene de la Filosofía. Sin embargo, hay que destacar que Potter tuvo el gran acierto de intuir desde la medicina que era necesario hacer una conexión entre los temas de los seres vivos y los valores humanos en un contexto agnóstico y relativista aun cuando, como lo hemos dicho, no supo ver la distinción entre la Filosofía, la Ética como ciencia filosófica, las Humanidades, las ciencias experimentales y las técnicas. Potter vislumbró el problema y el peligro de la división entre el saber que él consideraba científico y el humanístico. Fue consciente de que el proceso científico-tecnológico indiscriminado estaba poniendo en peligro a la humanidad y la supervivencia de la vida en la tierra. Y esa es la razón por la que Potter denominó a la Bioética “la ciencia de la supervivencia” [8]

Todo parece indicar que lo que se buscaba en tiempos de Potter era explicar los fenómenos naturales y la manera de utilizarlos para que no comprometieran la vida humana y para mejorar la calidad de vida. Pero hay que recordar que, desde el siglo XVII con René Descartes, el conocimiento científico había quedado reducido al ámbito experimental, y esto trajo como consecuencia una separación entre lo que a partir de ese momento se entendió por ciencia respecto a las humanidades, la Filosofía y la Teología que quedaron reducidas en el ámbito de la fe. Hoy en día es difícil que el hombre se percate de la repercusión que tienen las ideas en la vida cotidiana, pero a partir de Descartes, y de los empiristas ingleses que aprovecharon esa reducción del ámbito científico a lo cuantificable y a lo experimental, se produjeron los cambios culturales y políticos que nos condujeron a la situación de destrucción ambiental y de atropello a los derechos humanos que ahora tenemos.

Otro problema que se planteó desde tiempos de Potter es el hecho de que la Ética no se redujera al ámbito del hombre, sino que se extendiera a todo el planeta. Nuevamente vemos el desconocimiento de lo que es la Ciencia Ética y de su objeto que son los actos humanos. La Ética perennemente ha tenido como objeto material de estudio los actos humanos y desde, el estudio de los actos humanos en su relación con el fin último del hombre, se ha enfocado en los aspectos particulares que se relacionan con dichos actos. La Ética ha tenido como misión dirigir, desde sus principios, la conducta humana a su fin.

En los mismos tiempos de Potter, muchos pioneros norteamericanos de lo que hoy se llama Bioética, no se percataron de que al estudiar el acto humano, es decir el obrar humano, la Ética es capaz de otorgar los elementos filosóficos que recibe de las ciencias superiores de la Filosofía, para resolver prácticamente cualquier contexto. Pero además, la Filosofía perenne incluye también la Poiética que se encarga de estudiar el acto humano en relación con el fin último terreno del hombre y que implica su intervención en la naturaleza para su transformación a partir de obras técnicas y artísticas.

Todos estos elementos de la Filosofía son desconocidos por muchos de los médicos y de los biólogos del siglo XX y lo que va del XXI y que intentan resolver desde la medicina y en el mejor de los casos desde la Biología, los problemas y retos éticos y poiéticos que la misma técnica y la tecnología les presenta. Sin embargo, otro de los elementos positivos de Potter es que, a partir de Potter, la Bioética se distingue de la Ética médica en tanto que incluye más cosas que la medicina.

Como lo hemos dicho, los efectos graves que estamos viviendo han sido los que han movido a desarrollar la Bioética, pero lamentablemente en muchos de los casos, estas inquietudes de la Bioética han estado muy al margen de una filosofía realista y con mucha dependencia al idealismo, al empirismo y al pensamiento que se derivó de éste.

La ingeniería genética, la Biología molecular, la posibilidad de fabricar armas biológicas, los medios artificiales de todo lo relacionado con la procreación, etc., exigen una luz que les oriente por el camino del respeto a los derechos humanos y por el camino del bien común. Lamentablemente, la herencia filosófica desde el siglo XVII no ha sido más que el racionalismo con sus vertientes empirista e idealista que no salen del relativismo y de aquí que haya sido tan difícil la interdisciplinariedad entre la Medicina, la Ética como ciencia filosófica, el Derecho, la Biología, la Sociología, la Ecología, etc.

En tiempos de Potter, otro personaje importante precursor de la Bioética actual y anterior a Potter fue Hellegers en 1969 quien introdujo el término Bioética en el mundo universitario y posteriormente el que la proyectó hacia las ciencias biomédicas, a la política y a los medios de comunicación. El problema es que, a excepción de Potter, a partir de Hellegers, en amplios sectores, la Bioética ha sido considerada como aquella disciplina específica, capaz de sintetizar los conocimientos médicos y los éticos.[9] Fue una pena que en el mismo siglo XX, las inquietudes de Potter de una Bioética más general encargada de todo lo relacionado con la vida terminara concibiéndose, por muchos, reducidamente como Ética médica. Hay quienes piensan que esto ha sido debido a la relevancia del tema de la experimentación humana que ha tenido graves repercusiones desde ese tiempo.

No es fácil determinar las carencias y las ventajas de las aportaciones a la Bioética de la segunda mitad del siglo XX porque, aun con el desarrollo del racionalismo, del empirismo y del idealismo y sus consecuencias agnósticas y relativistas, encontramos como elemento importante a partir de los años 1960 en adelante, el gran apoyo de la Filosofía y de la Teología para el desarrollo de los centros de estudio, eventos académicos y publicaciones. Y es difícil determinar las ventajas y desventajas porque la herencia racionalista y la Reforma protestante con su consecuente división en sectas religiosas, ha hecho que no siempre el soporte filosófico y teológico sea el adecuado para lograr una correcta relación entre la Biología y la Ética.

Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que gracias a personas como Potter y sus contemporáneos que vieron la necesidad de cuestionarse sobre las relaciones entre el hombre y la vida, hoy existe una conciencia muy grande de la necesidad de plantear y resolver los problemas éticos que son resultado de los avances de las ciencias biomédicas, por la tecnología y por la Medicina. Al punto que podemos afirmar con certeza que la Bioética es una ciencia de máxima prioridad y actualidad en el siglo XXI.

Pero además hay que resaltar que la Bioética actual, con sus principios de no maleficencia-beneficencia, autonomía y justicia, aunque dentro de una sociedad relativista estén tan tergiversados, han tenido que retomar las fuentes de la tradición histórica que se ha desenvuelto a lo largo de todo el pensamiento occidental. Porque cuando la Bioética ha renunciado a esos principios no ha servido más que para apoyar los atropellos a los derechos humanos y a la destrucción de la naturaleza.

Hoy en día, el principio de autonomía, y las afirmaciones del empirismo y del liberalismo ético de Hume, Smith o Gregory y la formulación de lo que hoy se conoce como “derechos humanos”, aun con su limitada visión del mundo, no pueden pasar por alto el principio de beneficencia de Hipócrates.

En suma, si bien es cierto que por la constante destrucción de la naturaleza y por los retos de los grandes avances tecno-científicos, hoy existe una conciencia mayor sobre la vida y el medio ambiente, esto no implica que los principios que gobiernan la vida no hayan sido descubiertos desde mucho antes y prevalecido perennemente desde miles de años atrás. Pero lo que sí es un hecho es que  actualmente, los avances tecnológicos o de ciencia aplicada, plantean cada día más retos a la Filosofía y dentro de ésta a la Bioética, de modo que ya no pueden abordarse exclusivamente desde el ámbito filosófico sino que ha sido necesario incorporar otras ciencias como la Biología, el Derecho, la Ecología, las Humanidades, la Sociología y desde luego la Medicina, la Religión, etc. Hoy es necesario tratar los problemas bioéticos de modo interdisciplinario aunque siempre desde la columna vertebral de la Filosofía realista.

Simplemente hay  que pensar que entre los retos actuales está el ensañamiento terapéutico, la suspensión de terapias que sostienen la vida, las armas biológicas, la reproducción asistida, los diagnósticos clínicos, la experimentación para nuevos medicamentos, los trasplantes, las clonaciones, los alimentos transgénicos, la eutanasia, los pesticidas, los contaminantes, etc., y todo aquello que se relaciona con los ecosistemas en los que se desarrolla la vida y de los que depende la vida humana.

De modo que, para ver el desarrollo de la Bioética, hay que considerar que a partir de la segunda mitad del siglo XX, hizo importantes aportaciones a la solución de tantos problemas relacionados con la vida, como, por mencionar sólo algunos, los dos libros: The patient as person y Fabricated man en 1970 escritos por el teólogo moralista protestante Paul Ramsey a partir de unos cursos de Medicina en la Georgetown University en Estados Unidos donde fue invitado por Hellegers a dar unos cursos.

También tenemos que el mismo Ramsey fundó el instituto Joseph and Rose Kennedy Institute for the Study of Human Reproduction and Bioethics, es decir, el primer centro que llevaba formalmente el nombre de instituto de Bioética. Además, el Center for Bioethics y el Kennedy Institute en la Universidad de Georgetown que fue fundada por los jesuitas en 1789 y que buscan la interdisciplinariedad, al margen de confesiones religiosas, sino más bien en un diálogo interreligioso y ecuménico.

Y no sólo en el mundo protestante, sino que apegados a la Iglesia Católica y también en Estados Unidos, tenemos el Centro del Papa Juan XXIII del que han salido numerosas monografías pero con la intención de guardar fidelidad a la doctrina del Magisterio de la Iglesia Católica y muchos otros centros vinculados a Hospitales y Universidades.

Cabe agregar también el Center for Human Bioethics de la Monash University de Melbourne Australia, aunque hay que señalar que su característica ha sido desde entonces el laicismo extremo.

En lo que se refiere a Europa, como hemos mencionado antes, por tener una gran tradición filosófica y teológica a diferencia de los Estados Unidos en donde pareciera que surgió la Bioética, ya existía una Ética aplicada por los médicos debido a los retos que se presentaban a diario y en los que se requería un trabajo interdisciplinario que pudiera lidiar con la hiperespecialización. No se llamaba propiamente Bioética, pero en la práctica se servía de los principios éticos para resolver los problemas relacionados con la vida.[10] Pero independientemente de esto, en 1976 surgió en Barcelona el Instituto Borja de Bioética y en 1993 la Sociedad Andaluza de Bioética y el Grupo de Investigación Bioética de Galicia. Y a partir de eso, se fundaron otras instituciones interesadas en la investigación sobre Bioética en distintos lugares de Europa en donde se fueron acuñando conceptos y principios como el de beneficencia y no maleficencia, el de autonomía y el de justicia, el principio de responsabilidad, etc. Pero lo más importante es que, a pesar de la gran cantidad de publicaciones en torno a la medicina, han subsistido y cada vez se hacen más importantes desde finales del siglo XX y los inicios del siglo XXI, las inquietudes de Potter de examinar las amenazas potenciales del desarrollo tecnológico para la supervivencia de la humanidad, evitando una posible catástrofe.[11]

Tal ha sido el caso del Centro de Bioética de Génova en Italia fundado en 1984 que se caracterizó por extender su campo a todo ser vivo, e incluyendo así cuestiones de Bioética ambiental y animal[12]. Algunos centros como el Centro de Bioética de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (UCSC) fundada en 1985 en Italia promovieron comités muy interesantes conformados por miembros especialistas médicos, biólogos, filósofos, juristas, moralistas y teólogos y que desarrollaron una línea de realismo metafísico basado en la doctrina de Santo Tomás de Aquino quien recogió magistralmente todo el desarrollo greco latino y cristiano católico en el siglo XIII d.C., logrando un avance muy importante en el campo de la fundamentación en Bioética y que Elio Sgreccia denominó personalismo ontológico[13] aunque realmente es el realismo metafísico. Consideramos que es importante llamarlo realismo metafísico en lugar de personalismo ontológico porque que el término personalismo se ha prestado a que haya confusión con el personalismo fenomenológico de corte existencialista ateo y cristiano, que dista mucho de la metafísica realista.

También consideramos que esta precisión es importante porque con la existencia de Centros como el de la Universidad Católica del Sagrado Corazón no hay que olvidar que muchos de los centros de estudios en Bioética que se fundaron en la segunda mitad del siglo XX han sido de corte personalista, fenomenológico, con carencias en la fundamentación filosófica sobre todo en lo que corresponde a la metafísica.

Por otra parte, en lo que se refiere a Italia, proliferaron los estudios de Bioética en Universidades y centros tanto católicos como no católicos e incluso se abrieron las asignaturas de Bioética para profesores universitarios y para los programas académicos de las facultades de Medicina de universidades públicas a partir de 1988-1989. Y todo el desarrollo de obras, instituciones, códigos, documentos de iglesias y credos religiosos que han sacado infinidad de documentos de un valor incalculable y que me atrevo a decir, ha sido una de las contribuciones más importantes del pensamiento contemporáneo a la cultura universal.

Aunque no ha sido posible más que esbozarlo brevísimamente aquí, el desarrollo histórico milenario y reciente de la Bioética manifiesta la cantidad de temas y de problemas abordados durante toda su historia.

En el siglo XX con Potter, se cuestionó la idea de un progreso lineal de la humanidad en base a los adelantos científicos y tecnológicos poniendo en duda qué tan benéfico estaría siendo ese “progreso”. Y a partir de eso se replanteó la necesidad de incorporar elementos Filosóficos e incluso Teológicos y religiosos para abordar y resolver los problemas y retos de la ciencia y de la técnica, en el ámbito de la Medicina, de la demografía, de la experimentación humana y animal, de los derechos humanos y el cosmos en general. Pareciera que el hombre actual retomara el mundo del estudio serio que llevaban los tiempos de hamurabi, de la físis griega y el juramento hipocrático, pero con los elementos y retos que no existían en aquellos tiempos.

Aun con todo esto, debido al relativismo actual, no hay siquiera consenso en lo que se refiere a la definición del término “bioética” porque cada uno la concibe como algo distinto, pero la Bioética sigue a pesar de esto, con sus aciertos y sus errores, siempre con fundamentos filosóficos o al menos ideológicos aunque muchas veces no quiera reconocerlo. A veces aportando grandes cosas a favor del hombre y de la vida y otras promoviendo el atropello contra los derechos humanos y los derechos del hombre más elementales.

Lo que sí hay que resaltar, es que a estas alturas la Bioética no puede considerarse como un apartado de la Medicina ni reducida a los asuntos médicos porque es a todas luces evidente que es necesario abarcar todas las intervenciones sobre la vida, sobre los ecosistemas y todo lo que favorece la vida y al hombre como parte fundamental de un ecosistema.

En toda esta entramada tenemos una variedad de definiciones de Bioética como, por mencionar alguna, la definición de Reich que dice así: “Estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizadas a la luz de los valores y principios morales”.[14] Que posteriormente ajusta quedando como: “El estudio sistemático de las dimensiones morales –incluido el enfoque moral, las decisiones, la conducta, los criterios, etc.- de las ciencias de la vida y de la salud, con el empleo de una variedad de metodologías éticas en un planteamiento interdisciplinar”.[15]

Aunque ésta es una de las definiciones más importantes, me atrevería a hacer algunos ajustes a estas definiciones. A mi parecer esta definición no cumple con los requisitos de una definición real esencial, a la vez que deja abiertas las puertas al relativismo al hablar de metodologías éticas. También complica mucho la definición haciéndola descriptiva al hablar de enfoque moral, criterios, metodologías, etc.

De modo que, en primer lugar, yo aclararía que la Bioética como Ética aplicada debe incluir en su definición: Ciencia filosófica. En segundo lugar, como Ética que es, debe incluir como objeto material de estudio: los actos humanos, y en tercer lugar como objeto formal de estudio ha de incluir: en la relación de la vida con su fin último. De modo que una definición real esencial de Bioética quedaría como: “La ciencia filosófica que estudia los actos humanos en su relación con el fin último de la vida.” Esto independientemente de que la Bioética tenga que consultar a otras ciencias y técnicas como la Biología, la Psicología, la Sociología, la Medicina, la Ecología, el Derecho, etc.

Recordemos que las reglas que la lógica impone a una definición real esencial son que debe abarcar lo definido y sólo lo que se intenta definir; que no sea amplia ni estrecha. Es decir el género próximo y la diferencia específica de donde se obtiene su objeto material y formal. Todas las demás especificaciones quedarían dentro de una definición descriptiva que explicita lo que se encuentra contenido o implícito en la definición real esencial.

El problema es el hecho de que ahora existe una alergia a considerar la Bioética desde el campo exclusivo de la Filosofía, pero este prejuicio viene del deterioro de la concepción reduccionista de la Filosofía que existe desde la modernidad. Bajo esta perspectiva reduccionista, es obvio considerar como muy limitado el hablar exclusivamente de una “ciencia filosófica”. Pero bajo una perspectiva realista, como el objeto material de estudio de la Filosofía son todas las cosas y el objeto formal, por sus últimas causas a la luz natural de la razón, no hay motivo para que esta definición no implique en sí misma la interdisciplinariedad necesaria y la inclusión de todas las disciplinas que son fundamentales para hacer un estudio serio de los actos humanos en su relación con el fin último de la vida, y por lo mismo desde las últimas causas. En todo caso, después de la definición real esencial, se podría explicitar incluyendo las otras disciplinas colaterales y necesarias para una visión interdisciplinaria e integral de la Bioética.

Hoy por hoy tenemos una definición descriptiva de la Encyclopedia of bioethics muy rebuscada y que no precisa los valores y los principios morales, en una pluralidad de enfoques. También tenemos otras definiciones que dependen de los sistemas ideológicos actuales como la llamada Filosofía analítica de corte nominalista, de la Bioética laica y laicista. Hay quienes han dividido la Bioética en tratados como Bioética general, Bioética especial y Bioética clínica. Pero todos estos intentos y descripciones con sus aciertos y errores desde el punto de vista de un realismo metafísico constituyen complementos y descripciones que se derivan en lo que tienen de verdadero, de la definición real esencial de Bioética.

Lo que es un hecho es que como ciencia filosófica, la Bioética no puede prescindir de una Antropología y de una Metafísica que se adecuen a la realidad. Porque sólo desde una Metafísica realista, es posible una concepción adecuada del mundo y del hombre que incluya todo y que no descuide ningún aspecto sobre la vida y su relación con el todo.

Además, en lo que se refiere a la persona humana como ser viviente, no hay aportación más precisa y que permita una comprensión de su dignidad y de los derechos y obligaciones que de esa dignidad derivan respecto a las otras personas, es decir, en su dimensión no únicamente personal, sino social, y de su relación con el mundo.

Por último, es necesario reconocer que al igual que la Ética general, por ser una ciencia filosófica y apoyarse exclusivamente en la luz natural de la razón, la Bioética por su misma naturaleza excluye los argumentos de fe, aun cuando pueda considerarlos como referencia para demostrar sus principios y sus conclusiones. De modo que al igual que la Ética general, la Bioética es una ciencia incompleta sin la Teología revelada porque no incluye todo lo que el hombre necesita para una ordenación perfecta de sus actos humanos en función del último fin de éstos en su relación con la vida.[16]

De modo que en esto coincidimos de algún modo con Elio Sgreccia, en que la Bioética, debe ser una Ética racional abierta a la Teología sobrenatural aun cuando esta no forme parte del objeto formal de estudio.[17]

En conclusión:

  1. La Bioética como ciencia actual, hunde sus principios y sus orígenes en el mundo antiguo y sobretodo en la Filosofía grecolatina y cristiano católica.
  2. Se desarrolla como tal, es decir, como Bioética a partir de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, principalmente en el contexto del cristianismo protestante y católico occidental.
  3. Aunque se haya centrado en mayor medida en los aspectos médicos, de ninguna manera puede reducirse a la parte médica.
  4. La Bioética, aunque requiera de interdisciplinariedad, es una ciencia primordialmente filosófica, pues constituye lo que se llama Ética especial, en este caso aplicada a la vida.
  5. La Bioética es la ciencia filosófica que estudia los actos humanos en su relación con el fin último de la vida.
  6. Como ciencia filosófica, depende necesariamente de una Antropología verdadera fundada en la Metafísica realista capaz de integrar las disciplinas científicas, humanísticas y técnicas que constituyen su carácter interdisciplinario.
  7. La Bioética es una de las disciplinas más importantes e indispensables, en cuanto que está centrada en plantear y resolver los problemas vitales que están poniendo en peligro al hombre y al mundo en el que se desarrolla, además de ser fundamental para el respeto a los derechos humanos que constituye una de las exigencias más apremiantes de la humanidad.
  8. La Bioética es importantísima en este siglo XXI porque busca los principios para que la vida en general, y la vida humana alcancen su fin y con este su plenitud.


[1] Cfr. Lolas, F., Bioethics and animal research: A personal perspective and a note on the contriburion of Fritz Jahr. Biol. Res., Santiago, 41 (1), pp. 119-123.

[2] Cfr. D. Von Engelhardt. “Storia dell´etica medica”, en S. Leone – S. Privitera (eds), Dizionario di bioética (Bolonia, 1994) pp 954-958.

[3] Cfr. Aristóteles. Sobre el Alma.

[4] Cfr. Spinsanti, S. (ed), Bioetica e antropología medica (La Nuova Italia Scientifica, Roma-Florencia 1991).

[5] Cfr. Screccia, Elio. Manual de Bioética I Fundamentos y ética biomédica, Ed. B.A.C. 2014, p17.

[6] Cfr. Sgrecia, Elio, op. cit. p.19.

[7] Cfr.  R. J. Lifton, I medici nazisti, lo sterminio sotto l´egida della medicina e la psicologia del genocidio, Rizzoli, Milan, 1988.

[8] Cfr. Potter, Van Resselaer. “Bioethics. The science of survival”: Perspectives in Biology and Medicine 14/1 (1970), pp. 127-153.

[9] Cfr. Sgreccia, Elio. Manual de Bioética I, Fundamentos y ética biomédica. B.A.C. Madrid, 2014, p. 7.

[10] Cfr. AA.VV., Theoretical Medicine and Bioetics 9/3 (1988); A. Rogers – D. Durand de Bousingen, Bioethics in Europe, Apud. Sgreccia, Elio, op. cit. p.11.

[11] Cfr. H. Jonas, Das Prinzip Verantwortung, o.c. ÍD., Philosophical essays…, o.c. Apud. Sgreccia, Elio, o.c., p.12.

[12] Cfr. S.Castignone (ed), Ética ambientale. Apud. Sgrecia, Elio, o.c., p.14.

[13] Cfr. Sgreccia, Elio, Manuel de bioética… op.cit.

[14] W.T, Reich, “Encyclopedia of bioethics”, I (Nueva York 1978) XIX.

[15] Idem. 1995 XXI

[16] Cfr. A. Staglianó, “Ragione”, en G. Tanzella-Nitti- A. Strumia (eds.) Dizionario interdisciplinare di sciencia e fede (Citta Nuova, Roma, 2002) 1167 – 1180. Apud. Sgreccia, E., op. cit. p.31.

[17] Cfr. Sgreccia, E., op.cit., p.34.

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Chico
Muy bien, pero la bioética, sin médicos católicos siempre será cualquier cosa y siempre mala osea criminal de guante blanco, como las batas blancas de tales médicos, muy ricos, muy bien vestidos, que van en autos de superlujo y asisten a conferencias mundiales a hablar de cómo se mata con disimulo.
15/02/17 12:37 PM
  
justo ongay
Me parece muy bueno el artículo para comprender las raíces filosóficas de la bioética. Yo también considero que es muy necesario difundir la bioética personalista, para que sea respetado el ser humano, en este mundo tan impregnado de relativismo que nos ha tocado vivir.


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La Bioética realista.
Muchas gracias por su comentario.
13/06/17 11:18 PM

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