Aforismos 20. Santísima Trinidad. Cristo y Espíritu Santo.

 

 Los siguientes aforismos fueron tomados de un trabajo que consta de aproximadamente 16 000 aforismos que he redactado limitándome a un aproximado de 140 caracteres cada uno, en un lapso de cinco años a partir de agosto de 2011. La mayoría de ellos pertenecen al patrimonio de la Cultura Universal.  Algunos de ellos han sido recogidos de la sabiduría de los grandes pensadores de la civilización greco-latina y cristiana-católica de los últimos 2400 años de historia de la humanidad, aun cuando gran parte de ellos han sido modificados. Muchos otros constituyen una aportación personal.

La intención ha sido reducir los conceptos a muy pocas palabras y con la mayor claridad posible para hacerlos accesibles a un mayor número de personas. También incluyen el intento de expresar un mismo concepto de distintas formas.

Este vigesimo bloque está dedicado a generalidades sobre Santísima Trinidad en lo que se refiere al Hijo y al Espíritu Santo.

CRISTO

  1. Cristo es la segunda persona de la Santísima Trinidad.
  2. Cristo es la Palabra, el Verbo, el Logos, la Verdad de Dios mismo, fuente y fundamento de la verdad de todas sus criaturas.
  3. Cristo es el Logos divino, el Verbo, la Palabra que crea.
  4. Jesucristo se identifica con el Camino, la Verdad y la Vida.
  5. Jesucristo es el Mesías. El Hijo de Dios hecho carne.
  6. Jesucristo es la luz del mundo.
  7. Jesucristo es la Persona de la Trinidad que se encarna: es Cristo, el Verbo, el Logos, la Palabra.
  8.  Jesucristo es el Ungido.
  9. La unión hipostática es la unión de las naturalezas Divina y Humana en la Persona de Jesucristo.
  10. El misterio de Cristo es demasiado grande.

  11. El mesianismo de Jesús no es un mesianismo humano.
  12. Jesucristo no es un mesías político-nacional.
  13. Jesucristo no es un profeta escatológico.
  14. Jesucristo no es un profeta que al mismo tiempo es mesías.
  15. Jesucristo hace escaso uso de los términos Mesías y Cristo para que los demonios no lo descubrieran como Mesías.
  16. Jesucristo evita nombrarse mucho como Mesías para no escandalizar.
  17. Mesías se encuentra en múltiples fuentes, pero no en la boca de Jesús.
  18. Es Cristo mismo el que relaciona sus milagros con el reino.
  19. En su predicación Jesús pretende destruir el dominio de Satanás.
  20. Jesús destruye efectivamente el reino de Satanás.
  21. Jesús habla del demonio en momentos cruciales y con palabras solemnes.
  22. Jesús pone a los suyos en guardia contra el demonio.
  23. Jesús corrige el título de Mesías por el de Hijo del hombre.
  24. El Hijo del hombre proviene del cielo.
  25. El Hijo del hombre es sujeto humilde de poderes divinos.
  26. El Hijo del hombre está al servicio y rescate de los pecadores.
  27. El Hijo del hombre es glorioso y lleno de poder.
  28. Jesús une la función del Hijo del hombre con la de Siervo de Yahvé.
  29. Sólo hasta la Cruz, Cristo revela toda la verdad.
  30. Cristo no es un simple fundador de una religión, Él es la Palabra del Padre en Persona.
  31. La Encarnación de Cristo asume la naturaleza humana y la inserta en la Trinidad.
  32. Al encarnarse Cristo atrae a toda la creación hacia Sí.
  33. La encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección es el acontecimiento más grande de la historia.
  34. Al encarnarse Cristo, Dios y hombre verdadero, asume o atrae hacia sí la naturaleza humana y la creación entera.
  35. El mensaje central de Cristo es su reino.
  36. Jesús en persona se identifica con su reino.
  37. Gracias a la Encarnación de Cristo, el hombre, sin llegar a ser Dios, penetra y participa por gracia divina de la misma vida de Dios.
  38. En el Evangelio, el reino de Dios es Cristo mismo.
  39. El Yo enfático de Jesús aparece cuando enseña y cuando hace milagros.
  40. Jesucristo pone en crisis todo lo humano.
  41. Jesucristo llama a los fariseos hijos de Satanás y por eso intentan matarle.
  42. Jesucristo dice que Él es y se le acusa de blasfemia.
  43. Todo en el hombre se decide por el sí o el no a la Persona de Cristo.
  44. Todo el Universo se centra en Cristo.
  45. Hay que amar como Cristo ama, por encima de todo, abandonando todo por Él, por su Amor.
  46. Sacrificando la vida por Cristo, se encuentra la verdadera vida.
  47. Las fórmulas de fe que se empleaban para Yahvé, Jesús las emplea para Sí.
  48. Jesús coloca su palabra en el lugar de la Torah.
  49. Dios se ha humillado y hecho carne por amor.
  50. La Misericordia es el Corazón grande de Jesús para perdonar a las almas arrepentidas.
  51. Bajo la perspectiva agnóstica y relativista Kantiana, la Cristología queda comprometida y Cristo se reduce a un genio religioso entre otros.
  52. La resurrección de Jesucristo es trascendente e histórica, puesto que no vuelve a la vida común sino a una vida inmortal conforme a Dios.
  53. A la resurrección de Cristo trascendente e histórica llegan los apóstoles por la constatación histórica del sepulcro vacío y las apariciones.

ESPÍRITU SANTO

  1. El Espíritu Santo es el término último de la vida de Dios en Sí mismo. Procede del Padre y del Hijo por vía del amor.
  2. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por una sublime espiración del amor.
  3. El Espíritu Santo es Espíritu Paráclito, es decir, Maestro, Abogado o Consolador.
  4. El Espíritu Santo es Espíritu Creador, porque Dios crea las cosas por Amor.
  5. El Espíritu Santo es Espíritu de Cristo porque llenaba por completo el alma santísima de Cristo.
  6. El Espíritu Santo es Espíritu de Verdad que el espíritu del mundo, con su “sabiduría” embustera y falaz, no puede recibir.
  7. El Espíritu Santo es Virtud del Altísimo por el que se verifica el misterio de la Encarnación.
  8. El Espíritu Santo es Dedo de Dios porque tiene potencia constructiva y creadora.
  9. El Espíritu Santo es Huésped del alma porque la inhabitación de la Trinidad Beatísima en el alma es una obra de Amor.
  10. El Espíritu Santo es Sello porque Cristo nos ha ungido, nos ha sellado y ha depositado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
  11. El Espíritu Santo es Unión, Nexo, Vínculo, Beso por el que se unen el Padre y el Hijo en virtud de la espiración de su Amor.
  12. El Espíritu Santo es Fuente Viva, Fuego, Caridad, Unción Espiritual por su carácter y personalidad.
  13. El Espíritu Santo es Luz Beatísima, Padre de los Pobres, Dador de Dones, Luz de los Corazones.
  14. La obra maestra del Espíritu Santo es su concurso divino en el misterio inefable de la Encarnación del Verbo en la Santísima Virgen María.
  15. La Encarnación del Verbo es la mayor prueba de Amor que Dios haya dado a las criaturas racionales.
  16. Todo lo que implica perfeccionamiento, amor, unión y santidad se atribuye al Espíritu Santo.
  17. Los tres nombres más propios y representativos de la tercera persona de la Trinidad son: Espíritu Santo, Amor y Don.
  18. El Espíritu Santo es el primer gran Don de Dios del que proceden todos los demás dones.
  19. Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos en las facultades para recibir y apoyar las mociones del propio Espíritu Santo.
  20. Para unirnos con Dios, es necesario ir más allá de lo humano y es por eso que Dios nos da los dones del Espíritu Santo.
  21. La actividad santificadora del Espíritu Santo en nuestro interior se desarrolla a través de las virtudes infusas y de los dones del Espíritu Santo.
  22. La diferencia entre las virtudes infusas y los dones depende del diferente modo con que obran en nuestras almas.
  23. En el caso de las virtudes infusas Dios actúa en nosotros acomodándose al modo humano de obrar de nuestras facultades.
  24. En el caso de las virtudes infusas nos mueve la gracia pero al modo humano, según la naturaleza de nuestras potencias.
  25. Con las virtudes infusas no trascendemos el estilo humano.
  26. En cambio, con los dones del Espíritu Santo, Dios obra en nosotros de un modo superior al humano.
  27. En el caso de los dones del Espíritu Santo, se trata de una receptividad que consiste en aceptar libremente la operación divina.
  28. En el caso de los dones, el Espíritu Santo hace al alma actuar de acuerdo a su modo propio. El alma, más que mover, resulta movida por Dios.
  29. En los dones, el Espíritu Santo libera las virtudes sobrenaturales de su obediencia a las facultades y las hace realizar con perfección sus actos propios.
  30. Para que se den los dones del Espíritu Santo se requiere que Dios encuentre en el alma cierta connaturalidad, correspondencia y docilidad consciente.
  31. Dios, a través de sus dones y por la connaturalidad del amor, nos hace a su modo en tal grado que nos transforma en Él.
  32. Con los dones ejercitamos las virtudes de un modo superior, más perfecto, que ya no es nuestro, sino al modo propio de Dios.
  33. Primero debemos esforzarnos por las virtudes hasta que el Espíritu Santo mueva nuestra alma bajo el influjo de los dones.
  34. Sólo Dios puede garantizar la perfección de nuestros actos divinos de hijos suyos.
  35. Dios mueve las potencias de las almas dóciles para que sus actos sean divinos y así las obras y ruegos de estas almas siempre tienen efecto.
  36. Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales que perfeccionan al hombre y lo disponen a obedecer con prontitud a las inspiraciones del Espíritu Santo.
  37. Los dones del Espíritu Santo hacen al alma más pasiva bajo el influjo de Dios y, simultáneamente, más activa para seguirlo y secundar sus obras.
  38. Los dones van surgiendo en el alma como efecto de la caridad y de la gracia santificante que engendra intercambios entre Dios y el alma.
  39. Las intervenciones de Dios por los dones del Espíritu Santo tienen como finalidad identificarnos con Jesucristo, haciéndonos uno con Él.
  40. Los dones del Espíritu Santo son, ante todo y sobre todo, una riqueza del alma de Cristo.
  41. A nadie puede darse el Espíritu Santo como al alma de Cristo, por la unión íntima del alma de Cristo con el Verbo, del cual procede.
  42. Somos llamados a ser ipse Christus movidos por el Espíritu Santo, permaneciendo habitualmente despiertos bajo la acción de Dios en un suave abandono.
  43. Los 7 dones se pueden comparar con 7 puertas que se abren al infinito y entra el suave soplo del Santificador que trae consigo luz y vida.
  44. El camino a la Santidad no es sino la solución al problema de cómo atraer el soplo del Espíritu Santo y cómo entregarse y cooperar con Él.
  45. Las disposiciones interiores que atraen el soplo del Espíritu Santo son la libertad del corazón y el recogimiento interior.
  46. La libertad del corazón consiste en que el Paráclito le encuentre libre de ataduras y, además, con suficiente recogimiento para hacerse oír.
  47. Sólo en el recogimiento, en silencio, podemos oír al Paráclito en ese modo suyo de proceder siempre silencioso.
  48. Al crecer la gracia santificante, el alma queda realzada en sus acciones deiformes por las inspiraciones del Espíritu Santo que llamamos dones.
  49. Por los dones, Dios nos lleva al gozo infinitamente deleitable de su misma Vida y Felicidad.
  50. Dios actúa según los dones, en distintos grados precisando cada vez de nuestra respuesta a sus mociones en una conjunción de luces y fuerzas.
  51. El don de temor de Dios nos lleva a experimentar el contraste entre la Santidad de Dios y nuestra miseria de pecadores.
  52. Una persona que tiene el don de temor de Dios posee la convicción de la infinita grandeza de Aquel que es.
  53. El don de temor de Dios nos ayuda a descubrir el verdadero sentido de lo sagrado y de postrarnos ante Él.
  54. El don de temor de Dios da una especial finura al alma que hace que el hombre sea un ser religioso.
  55. El don de temor de Dios nos introduce en una religiosidad profunda, sincera; en una adoración a Dios que resulta verdaderamente de corazón.
  56. El don de temor de Dios procede del amor porque es el temor de perder el Amor.
  57. El don de la fortaleza tiene como medida la fuerza de Dios.
  58. Con el don de la fortaleza, el Espíritu Santo nos impulsa a todo aquello a lo que puede alcanzar la fuerza de Dios, es decir, su Omnipotencia.
  59. El alma que actúa con el don de la fortaleza cuenta con la Fuerza de Dios que le conforta, le hace fuerte.
  60. El que posee el don de la fortaleza aguanta hasta el peor martirio porque es Dios el que sufre por él.
  61. El acto principal de la virtud de la fortaleza sobrenatural es el martirio.
  62. El martirio es el acto sobrenaturalmente virtuoso por el cual se sufre voluntariamente la muerte en testimonio de la fe.
  63. El martirio es el acto de fortaleza de mayor resistencia contra el mal por resistir no apartarse de cualquier virtud relacionada con la fe.
  64. Si no se relaciona con la fe, el acto de fortaleza no es verdadero martirio. El mártir es testigo de la fe cristiana al dar su vida por ella.
  65. El mártir es un testigo de la fe católica al dar la vida por la fe.
  66. El martirio es un acto de fortaleza sobrenatural y también es el mayor acto extremo de caridad que pueda hacerse en la vida.
  67. El martirio justifica al pecador evitándole el purgatorio.
  68. Un vicio contra la virtud de la fortaleza es la cobardía. Si nos aparta del cumplimiento de un deber grave, constituye un pecado mortal.
  69. El don de piedad nos va dando un recogimiento cada vez mayor que garantiza a nuestra vida una oración genuina.
  70. Por el don de piedad, nuestras relaciones con Dios van mucho más allá de la mera justicia. Le ofrecemos a Dios todo sin reserva al egoísmo.
  71. El don de piedad hace que nuestra oración no sea la de los siervos, sino la de los hijos.
  72. Por el don de piedad entramos en el campo de la confianza ilimitada con Dios. Es el camino de la infancia espiritual.
  73. El don de piedad es el camino de la infancia espiritual que Dios quiso recordar al mundo a través de Santa Teresita de Lisieux.
  74. Gracias al don de piedad la presencia de Dios se nos vuelve más fácil, aun cuando se alternen períodos de aridez y sequedad que nos purifican.
  75. El don de consejo nos hace transitar del plano teórico o especulativo al práctico.
  76. El don de consejo nos hace buscar la Voluntad de Dios hasta en lo más minúsculo de nuestra existencia para ajustarnos a Él.
  77. El don de consejo no consiste en nuestra capacidad para dar buenos consejos a los demás, sino de recibirlos de Dios.
  78. Si recibimos los consejos de Dios mediante el don de consejo, entonces estaremos en condiciones de darlos a los demás.
  79. El don de consejo tiene mucho que ver con la vida de oración, con saber escuchar a Dios más que con hablarle nosotros.
  80. El don de consejo no se trata tanto de hablar de Dios ni de hablar con Dios, sino de escuchar a Dios.
  81. El don de consejo es, muchas veces, incomprensible para la prudencia natural y la sobrenatural, que son tímidas e imperfectas.
  82. El don de consejo lleva el sello de Dios y su norma es la Mente eterna incomprensible para la mente humana.
  83. Con los dones contemplativos de inteligencia, ciencia y sabiduría, el Espíritu Santo nos hace subir hacia Dios en la oscuridad de la fe.
  84. Los dones contemplativos del Espíritu Santo son necesarios para ser introducidos en la intimidad de Dios.
  85. El don del entendimiento otorga a la inteligencia una adecuada provisión para adentrarse en verdades sublimes y profundas.
  86. Con el don del entendimiento, el Espíritu Santo guía la actividad mental y nos eleva a la contemplación, que es una mirada profunda de Dios.
  87. Con el don del entendimiento nuestra alma se fascina contemplando a Dios en la infinitud de sus perfecciones.
  88. Con el don del entendimiento, contemplando a Dios, descubrimos el sentido de las intervenciones divinas en personas y acontecimientos.
  89. Con el don del entendimiento penetramos de un modo más profundo las verdades de fe y adquirimos una agudeza de análisis antes desconocida.
  90. El don del entendimiento es la revelación de los secretos que Jesús confía a sus íntimos.
  91. El don del entendimiento sólo es posible cuando nos liberamos del espíritu mundano y dejamos de considerar al mundo como fin en sí mismo.
  92. El espíritu mundano oscurece nuestra mente y nos incapacita para captar lo divino.
  93. Lo mundano impide que se desarrolle la visión de la fe.
  94. Si quedamos atrapados en lo efímero, acabaremos por no encontrar sentido a las cosas y perderemos el interés por los misterios de Dios.
  95. Con el don de ciencia nuestra alma logra situar en su justa dimensión el orden de las causas segundas.
  96. El don de ciencia nos impide caer en el deslumbramiento de las creaturas y nos libra del error de despreciarlas como ajenas al plan de Dios.
  97. El don de ciencia es un don contemplativo del Espíritu Santo que nos permite conocer al Creador a través de lo creado.
  98. El don de ciencia hace que cualquier realidad, por pequeña que sea, nos hable de Dios, al que amamos.
  99. Para el alma en que actúa el don de ciencia, todas las creaturas son reflejos de la divina hermosura de Dios.
  100. Con el don de ciencia se miran los sufrimientos, las enfermedades, las contrariedades, las penas y las humillaciones de una manera nueva.
  101. El don de ciencia hace que en el sacrificio, la humillación y el sufrimiento veamos que nos asemejamos a Cristo alejándonos de lo banal.
  102. Con el don de ciencia el hombre ve y experimenta que toda su razón de ser está en Dios.
  103. El don de ciencia nos da la percepción de la vaciedad de lo puramente mundano.
  104. La Sabiduría es lo propio de Cristo, del Hijo que es la Verdad.
  105. El don de sabiduría lo concede Dios como cima de la vida espiritual.
  106. El don de sabiduría se distingue de la sabiduría teológica porque no procede por razonamiento discursivo.
  107. El don de sabiduría procede por experiencia de las cosas divinas a través del amor: es la sabiduría de los santos.
  108. Ambas, la sabiduría teológica y el don de sabiduría, proceden de la fe y se ayudan.
  109. El cristiano verdaderamente lleno del Espíritu Santo nunca desprecia, como lo hacen los espiritualistas, la enseñanza de los doctores.
  110. El don de sabiduría se apoya en la sana Teología, pero le añade el conocimiento amoroso por connaturalidad.
  111. El don de sabiduría es indispensable para que la virtud de la caridad alcance su más perfecta realización.
  112. Quien posee el don de sabiduría conoce porque ama.
  113. El don de sabiduría produce experiencias del cielo adelantadas.
  114. El don de sabiduría reúne a todos los demás dones del Espíritu Santo y nos concede pensar, amar y obrar como Dios hecho carne.
  115. El don de sabiduría despliega toda la fuerza del bautismo y nos hace ser otro Cristo, el mismo Cristo. Un solo espíritu por el amor con Él.
  116. Mediante el don de sabiduría, Dios nos une a Él por el amor, de tal modo que con Dios formemos un solo espíritu.
  117. El don de sabiduría nos hace ver que ningún gusto está por encima de estar con Dios.
  118. El don encargado de llevar a su última perfección la virtud de la caridad es el don de sabiduría.
  119. La caridad es la más excelente de las virtudes teologales mientras la sabiduría es el más excelente de los dones del Espíritu Santo.
  120. El don de sabiduría es inseparable de la virtud de la caridad.
  121. El don de sabiduría, al igual que los demás dones del Espíritu Santo, es incompatible con el pecado mortal.
  122. El don de sabiduría tiene su raíz causal en la caridad.        
  123. El don de sabiduría consiste en la contemplación de lo divino y en la dirección de los actos humanos según las razones divinas.
  124. El don de sabiduría hace que la amargura de los actos humanos se convierta en dulzura y el trabajo en descanso.
  125. Aun las cosas creadas son contempladas por el don de la sabiduría divinamente.
  126. La virtud teologal de la fe se limita a creer, mientras que el don de la sabiduría experimenta y saborea lo que la fe cree.
  127. Al don de sabiduría sólo le supera la visión beatífica y la Sabiduría increada de Dios.
  128. La Sabiduría increada de Dios es el Verbo divino.
  129. El don de sabiduría es un conocimiento sabroso y experimental de Dios y de las cosas divinas.
  130. El don de sabiduría es absolutamente necesario para que la virtud de la caridad pueda desarrollarse en toda su plenitud y perfección.
  131. El don de sabiduría da a los santos el sentido divino de eternidad con que juzgan todas las cosas.
  132. Por el don de sabiduría, los santos pierden el instinto de lo humano y adquieren el instinto de lo divino con que ven y enjuician todo.
  133. Por el don de sabiduría todo se ve desde las alturas, es decir, desde el punto de vista de Dios.
  134. El don de sabiduría hace ver en todas las cosas la clarísima mano de Dios, que dispone o permite las cosas para sacar mayores bienes.
  135. El don de sabiduría evita detenerse en las maldades humanas haciendo ver que Dios las permite o quiere para ejercitarnos en la paciencia.
  136. Por el don de sabiduría se comprende que no hay más que una desgracia humana que es el pecado, la tibieza, la infidelidad a la gracia.
  137. Por el don de sabiduría se ve que no hay tesoro que no sea Dios o aquellas cosas que nos conducen a Él.
  138. El don de sabiduría brilló, en grado eminente, en Santo Tomás de Aquino.
  139. El don de sabiduría hace vivir de un modo eternamente divino los misterios de nuestra santa fe.
  140. El don de sabiduría permite que la mirada de la creatura tienda a identificarse con el ángulo de visión que Dios tiene de Sí y de todo.
  141. Dios conoce a las creaturas en su Verbo, de un modo eterno, apreciando todos los acontecimientos de su providencia a la luz de su Esencia.
  142. El don de sabiduría hace vivir en sociedad con las Tres Divinas Personas, mediante una participación inefable de su vida trinitaria.
  143. El alma elevada, por el don de sabiduría, ya no sale nunca de Dios.
  144. El don de sabiduría hace que el alma se entregue a los trabajos más absorbentes, según su estado, con una actividad increíble.
  145. El don de sabiduría lleva hasta el heroísmo la virtud de la caridad.
  146. El don de sabiduría conduce a la muerte total del propio yo, es decir, a amar a Dios sin mezcla de motivos o intereses humanos.
  147. El don de sabiduría produce la muerte total del egoísmo, de modo que se empieza a cumplir el primer mandamiento de la ley de Dios.
  148. A través del don de sabiduría, la caridad llega a una perfección sublime.
  149. El don de sabiduría proporciona a todas las virtudes el último rasgo de perfección o acabamiento.
  150. Con el don de sabiduría, todas las virtudes cristianas adquieren una modalidad deiforme con innumerables matices.
  151. Establecer el orden para con Dios, para con nosotros mismos y para con el prójimo pertenece al don de sabiduría.
  152. Los frutos que pertenecen al don de sabiduría, a través de la virtud de la caridad, son el fruto de la caridad, el gozo espiritual y la paz.
  153. El don de la inteligencia nos da la percepción profunda de los misterios de Dios.
  154. El don de la sabiduría nos hace gozar a Dios.
  155. Cada uno de nuestros actos sobrenaturales procede a la vez, de la actividad convergente de varias virtudes y de varios dones.
  156. Los dones, las virtudes teologales y morales crecen armónicamente en el alma según el dinamismo inseparable de una misma personalidad.
  157. Cada acto sobrenatural que realizamos procede, a la vez de la actividad convergente de varias virtudes y de varios dones.
  158. La doctrina sobre los siete dones del Espíritu Santo es uno de los tesoros más grandes de la Iglesia Universal.
  159. El Espíritu Santo está vivo entre nosotros y presto a derramarse en aquel que se abre a su soplo benéfico.
  160. El Espíritu Santo vive dentro de la Iglesia aun cuando su acción es silenciosa.
  161. El Espíritu Santo, que habló por los profetas, nos hace oír la Palabra del Padre y nos revela al Verbo. Pero Él es silencioso.
  162. El Espíritu Santo es Amor y, por eso, es silencio, reserva, intimidad, huésped del alma que transforma.
  163. Los dones del Espíritu Santo nos hacen vivir con un alma divina imitando a la Trinidad.
  164. Si somos capaces de imitar a Jesús, es porque el Espíritu Santo ya estaba antes en nosotros.
  165. Los frutos del Espíritu Santo son los actos más perfectos que puede realizar el hombre con el auxilio del Espíritu Santo.
  166. Los frutos del Espíritu Santo no tienen límites: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza y muchos más.
  167. Los frutos del Espíritu Santo más sazonados y perfectos coinciden con las bienaventuranzas.
  168. Más perfectos que los frutos del Espíritu Santo son las bienaventuranzas evangélicas.
  169. Los actos humanos procedentes de los dones del Espíritu Santo son sazonados y exquisitos y llevan consigo suavidad y dulzura.
  170. Los frutos del Espíritu Santo son actos completamente contrarios a los de la carne porque el Espíritu nos mueve a lo que está por encima.
  171. El Espíritu Santo confiere a las almas la vida sobrenatural.
  172. El desconocimiento y la falta de culto al Espíritu Santo debilita el alma impidiéndole llegar a la madurez cristiana.

 

2 comentarios

  
Forestier
Respecto a que "el Espíritu Santo, que habló por los profetas, nos hace oír la Palabra del Padre y nos revela al Verbo. Pero Él es silencioso.
El acto de conocer humano es silencioso, pasa desapercibido porque la atención la ponemos en el objeto conocido. Pero es silencioso, pero clamoroso, sin él no conoceríamos la verdad de las cosas-
El Espíritu Santo es silencioso, pero CLAMOROSO
25/07/16 7:51 PM
  
Jesus Alberto Ortega
Excelente idea, sería su primer lector.
Aprovecho para expresarle mi admiración por su dedicación a difundir estos temas. Conocimientos, que tanta falta hacen a toda la humanidad.
jao.
Caracas
Venezuela


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Muchas gracias.
Y saludos a Venezuela. Los estamos encomendando mucho.
Manuel Ocampo Ponce.
08/08/16 4:10 AM

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