(ECOS de la CAVERNA) El pasado sábado 7 octubre, la Iglesia Católica celebró en todo el mundo la tradicional fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Esta celebración universal entre los católicos, sin embargo, tuvo una significativa excepción: la archidiócesis de Fortschrittlich am Rhein, en la región alemana de Ostfalia, que boicoteó la festividad por orden de su obispo.

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(ECOS de la CAVERNA) Aprovechando la polémica por la intentona secesionista catalana del 1 de octubre, un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona ha anunciado su intención de separarse del resto de Cataluña y proclamar solemnemente su independencia. A pesar de que el obispo de la diócesis se ha mostrado neutral, el párroco del lugar ha apoyado la iniciativa y ha prestado la parroquia como sede para los actos de secesión.

La mayoría de los 328 vecinos de Sant Antoni de la Font del Gat han decidido democráticamente crear un país nuevo e independiente, porque ya están “hartos de compartir país con esos [censurado] de Fonteta Nova, que son unos [censurado] y unos [censurado]”. Aparentemente, las relaciones con el pueblo vecino de Fonteta Nova se han ido deteriorando con los años, desde la celebración de un partido de fútbol amistoso entre los dos pueblos en el que todos los jugadores menos uno sufrieron lesiones permanentes.

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(ECOS de la CAVERNA) Como bien saben los madrileños, en julio y agosto la capital del Reino parece una ciudad fantasma y las parroquias están más vacías que el bolsillo de un pensionista a fin de mes. Las actividades parroquiales terminan con el curso escolar, las misas se reducen al mínimo y muchas iglesias permanecen cerradas durante todo o casi todo el día. Como decía un Padre de la Iglesia, el cielo puede esperar a septiembre.

Un ciudadano madrileño, sin embargo, parece haber escogido precisamente esta época del año para volver a la Iglesia, que había abandonado en su adolescencia.

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(ECOS de la CAVERNA) En pleno verano, el agonizante mundo de la prensa escrita se ha visto sacudido por una sorprendente noticia: la aparición de una nueva revista innovadora y llena de empuje, con el revelador título de Mi párroco.

La revista es obra de un solo hombre: D. Severiano Valbuena, párroco de San Serenín de la Ventolera. Harto de que los parroquianos pasaran sus sermones pensando en las musarañas, el sacerdote decidió que debía encontrar una forma de contactar con sus feligreses que fuera más amena y moderna.

“No podía seguir utilizando unas herramientas pasadas de moda, como la homilía", explica D. Severiano, “así que me fui a un quiosco y miré lo que compraba la gente. La solución siempre había estado delante de mis narices: revistas del corazón“.

Sin pensárselo dos veces, el sacerdote creó una nueva revista, titulada Mi párroco, con el mismo formato de las revistas del corazón “pero dedicada a la figura del párroco, es decir yo, en vez de a la vida de los famosos”.

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(ECOS de la CAVERNA) En ocasiones, la solución de los grandes problemas es tan pequeña como un grano de mostaza y, precisamente por eso, para encontrarla hace falta un visionario con una perspectiva novedosa y diferente. En esta ocasión, el visionario fue el obispo de una de las diócesis del norte de Canadá, que, después de cuatro décadas consecutivas de descenso de la cifra de bautismos, ha conseguido multiplicar por tres el número de católicos.

En general, el catolicismo lleva medio siglo perdiendo posiciones en la sociedad canadiense. Muchos fieles abandonan la Iglesia y los que permanecen en ella cada vez tienen menos hijos. Todos los obispos del país están muy preocupados por esta tendencia, pero, hasta el momento, el único que ha tenido éxito en invertir la tendencia ha sido Mons. Bhobard.

“Tuve la idea leyendo al cardenal Kasper”, explicó Mons. Bhobard. “Este gran teólogo alemán afirma que la misericordia está por encima de la doctrina y de una supuesta verdad absoluta. En su último libro describe cómo, por obra de la misericordia pastoral, lo que antiguamente se llamaba adulterio se convierte milagrosamente en un camino de santidad, sin necesidad de que los interesados cambien en lo más mínimo. Al leer esto, la inspiración me vino como un rayo: estaba enfocando mal el problema de la falta de católicos. Lo que necesitaba era más misericordia pastoral”.

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